Alfas y Omegas (Los falsos retornos
Nisa Forti Glori

- Extraño un montón a mis dos mejores amigas que se fueron a vivir en el extranjero... Las re–quiero, tengo ganas de ir a visitarlas y darles una sorpresa, pero... ¿Nunca volveremos a estar juntas, abue? ¿Y si no vuelvo a verlas ?"

- Pero qué dices, querida, no llores... Claro que volverás a verlas..."

La nieta, - sobre sus pestañas se cristalizaron las lágrimas como el polvo silencioso de la primera nieve sobre las agujas de los pinos - vuela escalera abajo hacia la salida. La abuela permanece sentada sobre un escalón de piedra, los ojos fijos en la cancela abierta de par en par a la calle que conduce al Nahuel Huapi....

*********

La cancela de los Gasteni no se abría para cualquiera.

La condesa salió al terrado que daba al parque presidido por dos conos de boj y flanqueado por gimnospermos, y fue al encuentro de la recién llegada con los brazos abiertos:

-¡Querida, queridísima señorita Sveva! Gracias por venir a verme. ¡Gracias por el recuerdo que me da tanta alegría! Sabe, nosotros los viejos somos muy sensibles a toda atención que nos llega de los jóvenes...

Era frágil, afiligranada, menuda. No cesaba de acariciarla con los ojos:

-De su excelente ex - casera Maria, tenía noticias de usted . Fue ella que me dijo con cuánta nostalgia recordaba a nuestra Italia y en especial a "la capital" Roveto... Hizo bien, gentilísima, en no olvidar este lugar donde se la recuerda con simpatía y afecto. No pueden borrarse de la memoria los exquisitos actos de gentil, generosa bondad que usted prodigó aquí. Todos somos felices de volver a verla.

-Entonces, ¿no está enojada conmigo porque no vine enseguida ni les avisé....? Quería darles una sorpresa – se justificó la joven con candor.

La vieja señora la miró asombrada y su brazo hizo el gesto de rodearle los hombros, mientras guiaba sus pasos hacia el frente de la mansión . La hiedra ancha y tupida seguía enmarcando como antaño las dos puertas de vidrios, altas y angostas .

-Mi querida hija... ¿yo, en cólera con usted? Pero ¿no sabe que desde hace muchos años, sin que se enterase, yo la quiero mucho? Admiré siempre en usted ( entonces niña aun), la voluntad del bien prodigado a los humildes; su continua dedicación, y con el trabajo y con los regalos a la clase de los trabajadores. La seguí mucho en su acción benéfica, y me resultó siempre muy querida. Hoy volvemos a encontrarnos las dos. Usted, el alfa de la vida y yo, el omega. Ambas, enamoradas de Roveto...

-¿Y las señoritas, no están? – preguntó la viajera, impaciente, escrutando las ventanas cerradas.

-No ... Qué lástima, de haber sabido que vendría...

-Quería darles una sorpresa – reiteró la joven. - En especial a Rosa, ¡a mi inolvidable señorita Rosa!

Una caricia en su mejilla, maternal, muy leve, antes de introducirla en la discreta penumbra de la sala: - Querida señorita Sveva, ¿qué sintió al volver a ver material y espiritualmente a Roveto?... Comprendo. Casi desilusión...

-Oh no... Quiero decir, no exactamente.

-Halló su bella casa, tan simpática, despojada y esto debe de haberle dado una gran tristeza.

-Si – confiesa la turista, a flor de labios.

-Pensar que, cuando pasaba frente a ella, me ilusionaba de que estaba lista para el regreso de todos ustedes. Patio y jardines tan bien cuidados, con magnificas flores... Yo la veo siempre a su excelente ex-casera Maria...

Escudriña el fresco rostro con su conocedora mirada de anciana: - Quizás encontró también un poquitín cambiadas a las personas... A algunas... Ya no tan espontáneas como antes... Sin recordar, algunas, el bien recibido... En fin, un poco de amarga realidad ha turbado su ensueño. No debe amargarse, Sveva. Los lombardos son excelentes, pero un poco gnucchi (1). Sienten cariño y agradecimiento y saben querer... pero son reacios a demostrar sus sentimientos. ¿Y en América, qué hace? Hágame caso, diviértase, y mucho, es su edad. Disfrute de todo lo lindo y sereno que le ofrece la vida.

-¿Disfrutar? ¿Es esto lo importante?

-Me parece que la conozco bien y sé que ninguna diversión podrá desviarla de la seriedad de sus nobilísimos sentimientos propensos a considerar la vida por lo que realmente es: un don de Dios que debemos estimar precioso y del cual asumimos nuestras responsabilidades.

La interrogó acerca de sus estudios. La escuchaba con tierno interés, moviendo la cabeza con suavidad: - Apruebo plenamente que se ocupe de Sociología. Porque hoy es casi necesario, también para las mujeres, ser conocedoras en materia social. En cuanto a la licenciatura, déjeme que se lo diga, querida niña...Yo preveo que usted, antes de terminar los cursos universitarios, será esposa feliz. Lo cual, créame, vale más que ser doctora.

Ante las protestas, sonrió dulcemente: - Usted tiene preciosas cualidades y sería una verdadera lástima no dedicarlas a una familia suya.

También la joven se sonrió, aunque de otra manera y con una punta de malicia. ¿No preconizaban los suyos que sería una esposa desastrosa?

La condesa expresó su sincero pesar por las dificultades que había tenido que enfrentar el padre de su huésped: -Los tiempos no son fáciles ni alegres para la industria, lo sé... tiempos difíciles para los dadores de trabajo. Hay cierta incomprensión al respecto. La gente no se da cuenta de la sobrecarga moral y material que presiona la vida de los industriales. Pero yo no soy pesimista, y si bien muy, muy vieja, miro con serena esperanza al porvenir.

Le palmeó la mano, cariñosamente: - Pasará también este desbarajuste mundial. Por lo menos, es de esperar que cada clase retome el camino de la razón. Por suerte, la fuerza moral de su padre pudo superarlo todo. Le doy mis parabienes...

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Mientras tomaban el té tocaron el tema de sus relaciones sociales.

-La vida que se conduce aquí usted la conoce, querida. Con los buenos y fieles amigos de siempre... ¿No tendrá tiempo de visitarlos, no? No se preocupe. Nosotros, prácticos de la vida, comprendemos perfectamente que su tiempo debe de estar todo colmado. Ahora están los jóvenes que traen vida y movimiento. Los hijos del Conde Gola, bellísimos y despiertos. Las marquesitas Sommi de Picerana, lindas y florecientes. Si usted se quedase podría contar con excelente compañía.

-Sobre todo con la de su amorosa Rosita. ¿Donde está ella? Tenía tanta ilusión de encontrarla aquí, hoy. ¡Con las ganas que tengo de abrazarla! Iba a pedirle que volviera a tocar el "Largo" de Häendel como cuando quería premiarme porque había hecho bien mis ejercicios de piano...

Algo imperceptible, una sombra o una mueca, más una vibración que una forma sobre la cara de la dama que, con los ojos bajos, empuña la tetera para volver a llenar las tazas Pero enseguida vuelve a apoyarla sobre la mesita rodante, como si le quemara...

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Señala un gran retrato, obra del Conde Gola, renombrado pintor lombardo amigo de la familia. Tres deliciosas niñas, faldas fluctuantes, enormes moños en el pelo suelto y en la cintura....

Su mirada se pierde en un desconsuelo infinito: - Desdichadamente halla muy triste a nuestra casa, - musita por fin, con los ojos fijos en la pintura. - No reproche a su fiel ex - casera si no se lo dijo. Fui yo que se lo pedí porque... no quería afligirla. Mi Rosa no hubiese querido apenarla. La quería tanto a usted, la recordaba con tanto cariño... y estoy segura de que preferiría que la recordara llena de vida como cuando le enseñaba a tocar el piano, y yo oía llegar sus risas desde la sala de música... Se llevaban tan bien... Usted la seguía a todas partes y la hacia reír y ella la apreciaba tanto... Ni se notaba la diferencia de edad que, después de todo....... Seis años parecen muchos entre una niña y una joven. Entre dos adultas, ya no son nada. Ella deseaba tanto volver a ver a su pequeña amiga hecha mujer. La verdad es que, durante meses, mi adorada Rosa estuvo enferma de gravedad... No, no quiero afligirla describiéndole lo que sufrió mi corazón de madre...

( "¡Oh Dios, no basta volver! ¡Hay que volver en tiempo!")

-Todo fue intentado. ¡Inutilmente! Y yo tuve que ver, hora tras hora, desmejorar a esa angélica criatura sin poder aliviarla. Dios me concedió una fuerza moral y física que no suponía poseer. Me contenía en presencia de mi amada y de los míos. Pero, cuando me quedaba sola, había momentos en que desfallecía. Ay si no hubiese tenido el sostén de la fe. ¡Fue duro Calvario!

Levanta el rostro y lo enfrenta con una dimensión que la joven no puede medir pero que percibe, como una temperatura: - No me parece verdad este doloroso presente Cuando pienso en los lindos años tranquilos y serenos pasados en nuestra bella intimidad familiar ... Yo me casé ya grande y mis hijas tardaron en nacer hasta que llegaron una después de otra, cuando ya no osaba esperarlas. ¡Nunca hubiera podido pensar que, a mi grave edad, me estaba reservado esto! Dios, a quien invocaba siempre, me ayudaría... ¡Seguía siempre en mi corazón, junto con el dolor atroz, la grande esperanza de un milagro!

La madre suplica con humildad: - Rece usted también por el alma de mi Rosa.

"Volver... es golpear a la puerta de un amigo y encontrar una tumba..."(2)

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Más tarde pasearon con lentitud en las alamedas bordeadas por un gran numero de hortensias rosa y azuladas que en otros estíos la joven había visto florecidas; entre robles y añosos castaños que se entrelazaban sobre sus cabezas. Esa atmósfera de tiempos lejanos, perdurables... ¿Perdurable? Aquí abajo corrió y jugó la pequeña Rosa. ¿Qué queda de ella, ahora? La voz de su madre, casi reducida a un eco... "Usted es el alfa de la vida y yo, el omega..."

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-Y la querida, siempre exquisitamente gentil mamá suya, ¿cómo está? , - volvió a preguntar después de seguir el hilo de sus pensamientos. - Salúdela por mi, con especial y afectuosa simpatía. Dígale que le estoy siempre agradecida por la prueba de cariño que me dio en la dolorosa pérdida de mi adorada Rosa.... porque a usted no se lo escribimos, pero a ella, sí...

Se quiebra su voz. La que la escucha no se atreve a decir nada. ¿Para qué?

Después de un momento, reprimiendo las lágrimas que asoman a sus mansos ojos cansados, prosigue la vieja señora con toda sencillez:

-¿Cree, querida señorita Sveva, que yo estoy asombrada de seguir viva? Mis hijas, mi marido, me rodean de tiernos y delicados cuidados, pero... El pesar se agrava. Cada vez siento más nostalgia de aquel dulce rostro... Dios piadoso me concedió una fe firme. Es ésta mi fuerza.

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Al despedirse, no le soltaba las manos.

-Todavía gracias por recordarse de mí. Esté sana y alegre y no estudie demasiado. Hoy es un estudio en sí contemplar la vida con todas sus complicaciones.

Cruzaron lentamente el parque crujiente de grava gris, hasta la calle.

-Presiento que, muy pronto, nos llegará la noticia de su compromiso. Déjeme que le exprese cuán afectuosamente participaría de su dicha.... Siga mi consejo. Fórmese una familia. Cuando llegue ese día, recuerde que yo me felicitaré también conmigo misma por el consejo que le di . Llegada, como el doctor Faust, "al extremo de la más extrema edad", la experiencia me ha convencido de que la mujer está hecha para la familia. Puede dedicarse a cualquier forma de arte, pero la mayor entrega del corazón y de la mente es mejor que sea para la casa y para los seres queridos que la animan. Creo que es éste el gran secreto para mantener unida la familia.

Hasta lo último, ya cerca de la salida , insistió con sus recomendaciones, sus profecías.

-No me deje sin saber de sus bodas, así rezaré una especial plegaria a Dios, en ese día, para usted y para el compañero de su vida.

La abrazó. Y puesto que, entre la risa y el llanto, por enésima vez replicó la joven que muy improbables eran tales bodas puesto que no había sombra de novio a la vista, la dama volvió a sacudir la cabeza con el aire de saber muy bien lo que decía y, suavemente, cerró la preciosa cancela.

1. Gnucchi: duros (dialecto lombardo); (2) "La Crisalida", por la misma autora

Nisa Forti Glori
Este cuento pertenece al libro inédito: Los falsos retornos

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