Francisco Madariaga: “Sólo contra Dios no hay veneno”  

Entrevista de Jorge Fondebrider

 

El Fondo de Cultura Económica acaba de publicar un libro que probablemente marcará el año poético 88: la recopilación de la obra completa del correntino Francisco Madariaga (1927), que pone nuevamente en circulación muchos libros hoy inhallables y agrega poemas inéditos. La ocasión parecía ideal para una conversación con Madariaga, a la que se agrega una “Antología Personal”, mínima muestra de la obra del poeta de Las jaulas del sol y Llegada de un jaguar a la tranquera preparada por él mismo para Diario de Poesía.

-Joaquín Giannuzzi, Alfredo Veiravé y Arnaldo Calveyra —poetas que poco tienen que ver con su manera de concebir la poesía— han manifestado públicamente la admiración que le profesan. Por otra parte, la crítica, siempre remisa a ocuparse de la poesía, lo ha tenido muy en cuenta. ¿Qué sensación le produce el interés de sus contemporáneos? ¿Cómo se siente al leer lo que la crítica escribe sobre usted?

-Creo que los poetas que menciona son básicamente valiosos y honestos. Aun siendo diferentes a mí, sienten afinidad por lo que hago, lo que me honra. Respecto a la crítica, siempre me provoca una curiosa sensación. Algunos aciertan y otros no. Son cosas de la crítica. Yo no tengo especial interés en averiguar por qué escribo como escribo. A veces leo con asombro que alguien “descubre” cuál es mi postura frente al paisaje —para dar un ejemplo— y, fíjese, yo no sé cuál es esa postura mía. Creo que en la poesía se es el paisaje y no el tratamiento del mismo. Hay un ras y la evidencia de este mundo me la revela ese dios Ras de las cosas.

-No obstante, ¿reconoce algún propósito deliberado en su poesía?

-No puede haber propósitos deliberados en la poesía. Dar testimonio de un mundo antiguo, arcaico a través de una experiencia moderna: ésa tal vez fue mi tentativa inconsciente.

-¿Qué más diría de ese mundo arcaico que no esté presente en su poesía?

-Que provengo de la aislada, bellísima campaña de cierta parte de Corrientes, con enormes esteros milenarios, lagunas y palmares virginales y restos del antiguo gauchillaje y labriegos. Hombres de a caballo o de canoas. Un país bilingüe y de inocencia; dramático y político y, cuando era un chico, también desamparado y bandolero, de hechicerías y de crímenes, donde la miseria y la ignorancia no han podido anular a la móvil poesía de las aguas y los colores.

-¿Qué sabe esa gente de lo que usted escribe?

-Nada. Esa tierra queda a doscientos kilómetros de la capital correntina. La gente que vive allí es muy primitiva. Cuando viajo es para descansar... Sólo una vez alguien se acercó a mí y me dijo que había leído poemas míos en un diario de///Corrientes. Fue algo muy curioso. Esa persona —muy humilde— me dijo: “Sólo contra Dios no hay veneno”.

-¿Habla guaraní?

-Sí, pero el que se habla en Corrientes que, seguramente ha sufrido muchos cambios con relación al que hablaban los indios, al igual que en el Paraguay, donde ha pasado lo mismo.

-¿Piensa que el guaraní y sus estructuras pueden haber influido en su escritura?.

-Algunos han pretendido eso, pero —para mi desconcierto- no sé dónde se ve. Yo no viví ninguna cultura guaraní. Mi región es mestiza; posee rasgos que le son propios y otros que comparte con el resto de la Argentina. Uso el guaraní para manejarme en la campaña. Tuve la suerte de que mis padres no me prohibieran el contacto con los más bajos niveles de la población. Así aprendí el guaraní, entre viejecillos y viejecillas que no conocían el castellano. Viví una vida mestiza. Después pasé a Buenos Aires.

-A propósito, tengo entendido que no siempre escribió a partir de lo que usted llama “país natal"...

-Es cierto. Mi descubrimiento del país natal no fue inmediato. Al principio lo rechazaba. Pasé allí la infancia y la pre-adolescencia. Después estudié en Buenos Aires. Sólo de a poco fui rebelándome contra la ciudad. Siempre sentí enamoramiento por Corrientes. Paulatinamente perdí el temor a sentirlo. Pero hubo una época en que me sumergí en la ciudad. Me llené de lecturas: la tradición española, Rilke, Milosz... De ahí salieron muchos poemas, los anteriores a los libros publicados— que poco tienen que ver con el país natal.

-¿Cómo se siente ahora frente a esos poemas?

Algunos deben tener algún valor, pero, en general, los siento muy distantes.

-¿Por qué los incluye, entonces, en sus poemas completos, que acaban de ser editados por el Fondo de Cultura Económica de México en Buenos Aires?

-Porque están ligados a lo que vendría después. Son claves de una época de mi vida. Quise ser coherente. No los he reescrito... Mire, ahora siento una interrupción en la escritura. Es como si ya hubiera dado todo. Por eso quiero recoger también esos viejos poemas, de los que me restan muchos aún.

-¿A qué atribuye esa sensación?

-Tengo la impresión de que la forma que asumió en mi vida la poesía me ha agotado un poco.

-En una entrevista anterior usted me dijo que la poesía eclosionaba desde el caldero que era el poeta y que sus primeros libros reflejaban muy bien esa eclosión. Después, recuerdo, me comentó que su intervención en lo que escribía fue más consciente...

-Sí. No me siento un escritor sino un peón del planeta que, a veces, trata de captar y de proyectar las eclosiones que le dictan desde muy abajo. Supongo que cuando hablamos de esa intervención más consciente le habré dicho que era una caída. Hubo un momento en que empecé a mencionar directamente a hombres, lugares y paisaje por sus nombres. Antes yo no escribía así. Después, como nunca había abusado de esa manera, me sentí con licencia para nombrar, sin más, un país natal... Hablemos de país natal porque no me gusta hablar de nación. El concepto de nación nos remite a un país abstracto, a una realidad administrativa. Hay en la idea de nación una pérdida de magia, geografía y mundo natural.

-En sus últimos poemas fue manifiesto su deseo de ampliar los límites del país natal confiriéndole características universales. Pienso en un poema como “Criollo del Universo”. Ahí el criollo adquiere dimensión arquetípica.

-Ese es el lugar al que, sin duda, quería llegar mi inconsciente. Ese poema cierra... Es una síntesis de todo. Eso lo entiendo ahora. Antes era un poema.

-Precisamente, usted habla de haberse agotado, no obstante en su último libro —Resplandor de mis bárbaras— se inaugura un ámbito mayor para su poesía.

-Puede ser. Tal vez sea como en mis inicios, tal vez sea otra dirección. Al principio, cuando recién empezaba, había una cantidad de rumbos que deseaba explorar. Algo de eso se verá en esos primeros poemas de los que antes hablamos. Son anteriores a mi primer libro, publicado en 1954.

-¿Cómo surgió ese primer libro?

-Fue un poco un producto de mi relación con el surrealismo. El conocimiento de primera mano de los documentos surrealistas influyó poderosamente en mí.

-Qué fue lo que le interesó tan intensamente en el surrealismo? ¿Fueron los poemas o la actitud de los poetas surrealistas frente a la poesía?

-Primero, los poemas. Después, la postura. Hay que ver que los poetas surrealistas, en momentos muy críticos para la poesía, asumieron su defensa. Esto me recuerda la actitud que tuvo Shelley en su Defensa de la poesía. Los surrealistas defendieron la poesía con mayor conciencia y coherencia que otros grupos anteriores de vanguardia. Claro, el surrealismo no es una vanguardia; es una rebelión contra la razón europea, es una dirección del espíritu.

-¿Fue como rebelión contra la razón que usted adhirió a ese movimiento?

-No. Lo asumí como algo que me permitió desarrollar elementos estrictamente americanos. No nos olvidemos que Europa y América son mundos diferentes, no tienen la misma manera de concebir la razón. Para mí el surrealismo no fue protesta, sino boda. No me sirvió para rechazar el mundo, sino para celebrarlo.

-¿Diría usted que el surrealismo le permitió descubrir que ciertas cosas podían ser dichas?

-La realidad americana, con sus excesos, ya cumple con la rebelión que los europeos debieron llevar adelante por medio de sus ataques al racionalismo. La expresión de esa realidad americana vinculada a mi país natal siempre estuvo en mí. El surrealismo me ayudó a encontrar la manera. Fue una revelación. Precipitó.

-¿Quiénes lo ayudaron en ese descubrimiento?

-Poetas como Aldo Pellegrini y Enrique Molina. Me relacioné con revistas y en ellas encontré documentación surrealista muy buena. ¿Cómo eran esas revistas? Eran revistas de crítica y divulgación, con materiales de primera mano de la creación contemporánea o de otros tiempos. A partir de cero, dirigida por Enrique Molina, apareció en 1952, desapareció y reapareció en 1956. Recuerdo este fragmento del editorial del primer número: “La poesía argentina suspira todavía oprimida por sus artilugios de ortopedia. Sometida al peso de la tradición española más superficial, sólo de tanto en tanto algún suspiro de nostalgia por la libertad se escapa de sus fauces de bestia domesticada. Hoy como nunca es necesario abrir de una vez las esclusas y recuperar el aire de las cavernas de la gran poesía... Una línea viva y permanente de la más honda poesía apuntando siempre hacia esa meta, desde el gran romanticismo alemán hasta las deslumbrantes experiencias del surrealismo cuyas conquistas ha llegado el momento de capitalizar.” Letra y Línea fue algo así como una alianza de poetas, escritores, plásticos, músicos y cineastas. Apareció en 1953, dirigida por Aldo Pellegrini. Recuerdo este otro fragmento de su primer número: “No basta con que los escritores sean jóvenes; es necesario que respondan íntegramente a las condiciones que imponen la juventud como acto y pensamiento. Con excesiva frecuencia nos es dado encontrarnos con jóvenes impregnados de vetustez, nacidos con gerontismo.” Respecto de Poesía Buenos Aires —con su esplendor, su tenacidad, su generosidad—, ¿quién podría olvidarse de su larga y libre trayectoria?

-¿Por qué hoy en día ya casi nadie lee a Pellegrini o a Lato-rre, para nombrar a dos aguerridos surrealistas?

-No me lo explico. Hay libros de ellos importantísimos.

-La obra de Pellegrini como poeta es muy importante. Su último libro —que, creo, quedó inédito— es un excelente legado donde se capitaliza toda su experiencia surrealista. Pellegrini era un hombre de la materia sagrada. Atacó la mediocridad, la iniquidad, la impostación y la coerción de los poderes utilitarios sobre los inocentes y la imaginación. Alguna vez dijo: “El poeta, mediante el verbo, no expresa la realidad, sino que participa de ella".

-El surrealismo es una expresión vigente hoy en día?

-Mire, permitió una inmensa apertura. Hoy sus logros son de dominio público. Mucho de lo que existe es gracias a que hubo surrealismo. Mucha gente que se opone a él escribe como escribe porque existió el surrealismo y, sin embargo, no reconoce su deuda.

-¿Y después del surrealismo qué?

-Después, individualidades. Ningún otro movimiento surgió con su coherencia y envergadura.

-¿Se considera un surrealista en el sentido en que Pellegrini o Latorre lo fueron?

-No. Nunca me entregué completamente al surrealismo. Supongo que mi infancia en la campaña lo impidió. El mundo del que vengo es muy antiguo. Siempre fui desconfiado y no me entregué totalmente a las novedades de la ciudad. Acusé recibo del golpe, pero conservé un espacio renuente. Latorre o Pellegrini sí fueron surrealistas puros. Mi relación a través del paisaje me ha permitido guardar distancia.

-Además de los surrealistas usted menciona siempre a los poetas rusos, ¿por qué?

-Porque hay cierto parentesco entre esa manera que tienen los rusos de sintetizar la aldea y el universo y mi propia manera de concebir la poesía. Ese choque de mundos siempre me ha tocado muy de cerca. Es el caso de Esenín, por ejemplo. El dijo que era el último poeta campesino, lo cual —claro— no debe ser interpretado en sentido circunscripto. También me han interesado Maiakovski y Gumilév. Nikolai Gumilév, fundador del acmeismo y esposo de Ajmátova, murió joven; lo fusilaron.

-¿Y la poesía en lengua inglesa?

-Tengo menos relación, la siento menos. Quizá la única excepción sea Dvlan Thomas, quien siempre me ha gustado mucho.

-Está leyendo algo en estos días?

-No. En este momento no. Hace un tiempo que estoy alejado de la lectura, lo cual no es conveniente... Me doy cuenta de que tengo lagunas, vacíos por llenar. No leer es parte de mi actual estado.

-¿Qué lecturas recuerda como importantes en su formación?

-No puedo dejar de mencionar, entre otros, a Homero, Esquilo, Hesíodo, los dos Testamentos, Heráclito de Efeso, Virgilio, Donne, Garcilaso de la Vega, Quevedo, Góngora, San Juan de la Cruz, Blake, Shelley, Keats, Hólderlin, Rimbaud, Lautréamont, Baudelaire —el que dijo: “La poesía es la negación de la iniquidad”—, Darío, Rilke, Perse, Apollinaire, Hudson, José Hernández, Juan L. Ortiz, Girando, Guimaraes Rosa y algunos surrealistas de este siglo.

-Es una compañía variada...

-Sí. Pero como dijo Dylan Thomas: “Después de todo qué importa lo que es la poesía. Todo lo que importa es el eterno movimiento que hay detrás de ella, !a vasta corriente de! sufrimiento humano, la locura, la pretensión, la exaltación o la ignorancia, por muy elevada que sea la intención del poema".

Francisco Madariaga lee sus poemas y los comenta - Audio de reunión - 1992

30 sept 2020

Una noche de 1992 en Buenos Aires, el poeta argentino Francisco Madariaga fue invitado al taller de poesía de Félix della Paolera para leer sus poemas a los participantes. Los fue comentando y contando historias sobre personajes antiguos y gauchos forajidos de su “país natal“, el campo correntino donde pasó su infancia y donde quedó para siempre su imaginario vital y poético. Este es el audio de esa noche.

Francisco Madariaga (RECITADO PARTE 1) Universidad Nacional de Entre Ríos 1997

24 sept 2009

Francisco Madariaga (1927-2000) - Poesía Argentina - Recital de poesía y entrevista en la Universidad Nacional de Entre Ríos - Concepción del Uruguay. Año 1997. (RECITADO PARTE 1) Agredecemos profundamente la gentiliza de la Secretaría de Extensión Universitaria y Cultura de la Universidad Nacional de Entre Ríos por facilitarnos este material de su archivo. Para mas información acerca del autor visite el blog: www.franciscomadariaga.blogspot.com

Francisco Madariaga (RECITADO PARTE 2) Universidad Nacional de Entre Ríos 1997

28 sept 2009

Francisco Madariaga (1927-2000) - Poesía Argentina - Recital de poesía y entrevista en la Universidad Nacional de Entre Ríos - Concepción del Uruguay. Año 1997. (RECITADO PARTE 2) Agredecemos profundamente la gentiliza de la Secretaría de Extensión Universitaria y Cultura de la Universidad Nacional de Entre Ríos por facilitarnos este material de su archivo. Para mas información acerca del autor visite el blog: www.franciscomadariaga.blogspot.com

Francisco Madariaga (RECITADO PARTE 3) Universidad Nacional de Entre Ríos 1997

28 sept 2009

Francisco Madariaga (1927-2000) - Poesía Argentina - Recital de poesía y entrevista en la Universidad Nacional de Entre Ríos - Concepción del Uruguay. Año 1997. (RECITADO PARTE 3) Agredecemos profundamente la gentiliza de la Secretaría de Extensión Universitaria y Cultura de la Universidad Nacional de Entre Ríos por facilitarnos este material de su archivo. Para mas información acerca del autor visite el blog: www.franciscomadariaga.blogspot.com

entrevista de Jorge Fondebrider  
 

Originalmente en Diario de Poesía Año 3. Nº 8. Marzo de 1988

Link: https://ahira.com.ar/ejemplares/diario-de-poesia-n-8/

Gentileza de Archivo Histórico de Revistas Argentinas

Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,

que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte

 

Ver, además:

Francisco Madariaga en Letras Uruguay

 

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