Mis aldeanas iban, un día, por una vereda. Desde el poro de las rocas y la piel de la tierra se desprendía un vapor que partía en dos la mirada. Era como si el aire húmedo y caliente cercano a la tierra fuera parte de una película surrealista y mis aldeanas se sentaron. a observar. Mis aldeanas no conocían la nieve pero asociaron el frío, la nieve y el calor con una misma cosa y cantaron una canción. Cuando se cansaron de ver el vaho dándole forma de película de cine a las rocas y a la tierra de color marrón, rojo y morado se levantaron y traspasaron la barrera del no tiempo dispuestas a proseguir su camino por la vereda para recoger flores silvestres, llenar con ellas sus canastas y venderlas en el mercado.
Técnica mixta, acuarela con acrílico
