Las
luces |
Las luces son ojos girando sobre las columnas heladas de la ciudad, dan vueltas en las órbitas que codician su resplandor mortecino; el oleaje es una protesta que no se gasta en la otra orilla del mar. Interfieren con el recuerdo. Ciertas imágenes planean como pandorgas sin cola en un campo baldío; en un pava hierve el agua para el café, y ella, desgreñada y triste, deambula amparada por el cansancio; los ruegos son manzanas de otro tiempo, frutos que la vida ha podrido: la caricia se bate en retirada o ni siquiera se insinúa; un monosílabo rebota en la quietud, en la irrevocable ausencia. Aquellas luces -láminas de sol en las ventanas enrejadas- se han puesto a girar como carruseles de donde arrojaron su nombre; como orugas resplandecientes se meten en la piel empollando una peste de nostalgia, insertan su lengua en el invierno, en el arduo olvido. El presente ciega como una navaja clavada entre las cejas desde este lado del mar; como terrones de neón amargan el café en un jarro de hojalata. En todos los jarros de hojalata las luces intocables amargan en café.
Alcatraz, 1995 |
Renne Ferrer
reneeferrer@gmail.com
Del libro El resplandor y las sombras, 1996)
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