Estrategias contra un envidioso
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1) Rebajarás tus éxitos. Le harás saber todo el tiempo que te va mal y buscarás su solidaridad en la mala. 2) Le darás a entender que él está por encima de vos en carácter y en talento, y que lo admirás sin desmayos. 3) Sugerirás con el cuerpo y la palabra que él es tu jefe y vos, su subordinado. 4) Exagerarás tu autocrítica: literalmente, despedazarás tus propios logros, relativizarás tu pericia y adjudicarás todo el tiempo tus aciertos a la suerte. 5) Profetizarás tus inminentes fracasos una y otra vez. 6) Estarás muy atento a lo que el envidioso haga y saludarás la mínima acción positiva. No sólo le celebrarás los goles; también le festejarás los laterales y los córners. 7) Te comunicarás con él por medio de la lástima, destruirás a sus enemigos y buscarás su complicidad para hablar mal de terceros. Como se sabe, nada cohesiona tanto como el odio. El odio es más fiel que el amor. 8) Le dirás de vez en cuando que lo envidiás. Pero que lo envidiás sanamente. 9) Lo acostumbrarás a ser vulnerable al elogio. Y lo elogiarás siempre. 10) Nunca bajarás la guardia: al envidioso la envidia le brota espontáneamente, y podés pasarla mal. 11) Te alejarás lentamente y nunca le darás la espalda. Y lo más difícil de todo: no te contagies. La sustancia del envidioso es altamente contaminante. 12) Un envidioso construye una cadena de envidias. En un grupo, un envidioso es como una manzana podrida. La envidia es una lepra que no se cura. Y por favor: no le envidies nada al envidioso. Es un pobre infeliz. Y lo sabe. Estas doce instrucciones humorísticas no sirven más que para introducirnos con cierta sorna en uno de los temas más viejos y profundos de la historia de la Humanidad. Una vez más le encargamos a la ensayista y doctora en Filosofía Diana Cohen Agrest la producción de tapa de esta semana. Ella articula en serio lo que yo escribo en broma. Y lo hace apelando a filósofos como Georg Simmel, pensadores como Ian Suttie y Victor Frankl, escritores como Laurence Sterne, psicoanalistas como Melanie Klein y Luis Kancyper, lingüistas como Ivonne Bordelois y antropólogos como R. Karstens. Cohen Agrest piensa también por su cuenta y recorre la vida antigua y moderna, lo culto y lo popular: va desde la Biblia hasta la Antigua Grecia; desde el mundo del tenis hasta los tangos de Gardel y Le Pera. Todo sentimiento humano es cultura. Y la envidia, como tantas otras formas del odio y el resentimiento, ha movido el mundo desde el principio de los tiempos. Victor Hugo creía que la envidia era una declaración de inferioridad y Leonardo da Vinci, que era mil veces más terrible que el hambre "Porque es hambre espiritual". Schopenhauer también se ocupó del asunto: "La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás muestra cuánto se aburren". Ojalá que disfruten de este ensayo y que les sirva como talismán. |
por Jorge
Fernández Díaz
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