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Corazón absoluto
por Jorge Fernández Díaz 
Director de adn CULTURA

A su cita puntual, el periodista Rodolfo Braceli llevaba una sola pregunta para hacer. Era una pregunta elemental y a la vez filosófica: ¿qué es la poesía? Lo demás sería fruto del difícil oficio de escuchar, del juego del pensamiento, del azar de la conversación y del arte de vivir. Diana Bellessi es una de las poetas más importantes de la Argentina. Publicó más de veinte poemarios; recibió las becas Guggenheim y Antorchas; los premios Konex, Fondo Nacional de las Artes y Fundación del Libro, y fue nombrada ciudadana ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La entrevista no pretendía hablar de teoría literaria. Mutó en charla y en confesión, y también en poesía oral improvisada.

Jorge Fernández Díaz

Bellessi reveló allí el lago interior de su talento y admitió haber sido caminante continental, mochilera, lavacopas, "expropiadora" de supermercados y contrabandista, y también excursionista de una religión inarticulada que alterna catolicismo con budismo, mezquita y sinagoga. Al cabo de esa suerte de sesión de psicoterapia a la que fue sometida, la paciente trazó con ternura y entrega su autorretrato, la presencia de sus padres, el resentimiento de clase, la relación entre preparar un asado y escribir un poema y su vinculación con la muerte. Habló de lo que lleva verdaderamente en la mochila esta poeta de corazón absoluto. Tener lo que se tiene , la antología publicada por Adriana Hidalgo, es el resultado de lo que llevan esas retinas, esa memoria y esa mochila existencial. Y es además uno de los más grandes libros de poesía que haya escrito jamás un escritor argentino.

De regreso de aquel diálogo extenso, Braceli me recordó: "Sabés que me pasaron muchas cosas haciendo reportajes. García Márquez se volvió loco por saber qué llevaba en mi bolso, Borges me confesó que jamás había comido nueces, Fangio me juró que su animal predilecto era la tortuga, Lanza del Vasto se puso furioso porque le pregunté sobre Fidel Castro, Minguito Altavista se durmió y roncó mientras yo le preguntaba". "¿Qué te pasó con Bellessi?", quise saber. "De pronto me pidió permiso para darme un beso." Nos reímos. Estábamos hablando por teléfono pero sé que Rodolfo se ha puesto colorado. Hay algo en su manera de generar intimidad que da pudor. Pero sólo desde ese territorio es concebible conseguir verdades: "A mí el poema me viene entero -le dice Bellessi en voz baja-. Muchas veces estoy caminado a la tardecita, buena hora de resonancia, buena caja de guitarra, digamos, y viene el verso, portando algo, qué, qué, qué... Yo lo escucho y me lo repito, anoto en papelitos. Es la materialidad del verso, el primero el segundo, el tercero... ¡signan todo el poema! Yo no trabajo tanto con la imagen, trabajo con la frase. Viene el tono, algo que de entrada uno sabe que va a sostener el poema entero. Y empieza y termina. A posteriori mucho lo miro fijo al poema y puedo tocar detalles. Melodía y estructura vienen de entrada y después un trabajo finito, así, donde un ´allí´ se transforma en una ´y´. No escribo a lo largo del tiempo yo, agregando. Ésa es una experiencia por la que no he pasado. Me viene el poema enterito, de un saque".

Jorge Fernández Díaz 
Director de adn CULTURA 

jdiaz@lanacion.com.ar
http://adncultura.lanacion.com.ar/ 

24 de julio 2010
Autorizado por el autor

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