Un silencio invicto es la caricia. Cuerpo donde olvidamos las barricadas del enemigo. Los desertores se congregan en los gemidos de otros. La caricia es una tregua sin furia, invencible penumbra donde se aman. En su crónica, el ritual olvida al miedo; la tentación al beso, la desnudez recorre todo. El cuerpo tiene miserias, oculta sus latidos. Amaina en la plenitud. En las claridades del asombro entrelazamos al mundo, antes de enfrentar la resistencia. |
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