Rafael Ángel Herra, balances escriturales |
La
cultura es el quehacer cotidiano desde todos los frentes del factor
humanidad. En ese sentido, la
acción de cada uno de los individuos es la suma de un conjunto, a favor
de las mejores causas de nuestra condición. Además, es importante
destacar la jornada de una
serie de escritores, quienes, con sentido crítico, ayudan a fortalecer el
espacio vital de las manifestaciones culturales, en procura del
mejoramiento humano, sin enquistarse en marcos geográficos específicos,
porque la cultura responde, también, a las expectativas raigales del ser
integral, contra fronteras. Esto es, lo que Néstor García Canclini
denomina Glocalización. En
ese contexto, la obra del escritor costarricense Rafael Ángel Herra
(1943) es una exégesis plurisignificativa y raigal. Su encuentro con el público
guanacasteco fue una ocasión propicia para aprender de su perspectiva
integral sobre la cultura sin fronteras, ni horarios. Rafael
Ángel Herra Rodríguez es Bachiller en estudios clásicos.
Licenciado en Filosofía en la Universidad de Costa Rica. Doctor en
Filosofía por la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia, Alemania.
Catedrático de filosofía y Director de la Revista de Filosofía de la
Universidad de Costa Rica. Dirigió la Escuela de Ciencias de la
Comunicación Colectiva. Fungió como editor del suplemento cultural “Áncora”.
Ha sido profesor huésped en
las universidades de Bamberg y Giessen.
Asimismo,
Herra Rodríguez ganó un concurso centroamericano y del Caribe de
radioteatro artístico con la obra “Narcizo y las dos hermanas”. Ha participado en coloquios e impartido conferencias en
diferentes países del mundo. Ha escrito en revistas especializadas de
Alemania, Portugal, Inglaterra, Austria,
Checoslovaquia, España, Brasil,
Argentina, Canadá o Costa Rica. Es
miembro de número de la Academia Costarricense de la Lengua.
Colaborador cultural de “La Nación”. Ha sido Embajador de
Costa Rica en Alemania y en la UNESCO Ha
publicado sus libros en diversos géneros, a saber: cuento, novela,
ensayo, poesía, radioteatro e investigaciones.
Entre sus títulos más significativos mencionamos: “Lo
monstruoso y lo bello”, 1978; “El soñador del penúltimo sueño”,
1983;”Había una vez un tirano llamado Edipo”, 1983; “Sastre y los
prolegómenos a la antropología”, 1984; “Violencia, tecnocratismo y
vida cotidiana”, 1984; “La guerra prodigiosa”, 1986; “El desorden
del espíritu. Conversaciones con Amighetti”, 1987; “El genio de la
botella”, 1990; “Las cosas de este mundo”, 1990; “¿Sobrevivirá
el Marxismo?”, 1991; “Viaje al reino de los deseos”, 1991;
“Escribo para que existas”, 1993 y “Autoengaño”, 2006.
Conserva inéditas dos novelas y un poemario. Esbozaré un
acercamiento, a vuela pluma, sobre nueve libros del autor costarricense. En
“Lo monstruoso y lo bello”
plantea la relación semántica y semiótica, de índole bisémica,
entre ambos conceptos en la obra artística. Lo Ungeheuer (monstruoso) y
lo Unheimlich (bello). En esa red de lenguaje, dichas conceptualizaciones
permean la creación. Es
interesantísimo, en este libro, el
exhaustivo abordaje discursivo realizado sobre la actuación narrativa de
dos personajes kafkianos, tanto Joseph K como Gregor Samsa. En
“El soñador del penúltimo sueño”
centra su mirada narrativa en replanteamientos intertextuales, a partir de
personajes como Esopo, Minos,
Pedro, Ulises, Icaro y Caronte. Me
gustó mucho su cuento sobre la palabra Laberinto que se dice de muchas
maneras. Su arte cuentístico
lleva a sus lectores por caminos insospechados y desconcertantes, pero ese es el arte del verdadero escritor: el deslumbramiento. En
“Había una vez un tirano llamado Edipo”. Aquí, torna la mirada escrutadora sobre los designios del
poder. Ahora, sus actantes
son Diógenes y el Emperador, el hijo de Pasifae, Barrabás.
En una segunda parte se centra sobre la figura de Edipo, quien
“descubrió que el poder es dudoso y que por ello debía ser doblemente
despiadado” (p.37). El
autor reconoce diversas deudas y citas breves modificadas o adaptadas al
discurso de Sófocles o Plutarco, entre otros, pues revelan trágicamente
la misma esencia del poder circular, muchas veces enfermizo.. En
“Desorden del espíritu. Conversaciones
con Amighetti” se muestra un texto dialógico donde se inquiere, con
pasión, sobre la obra de un artista tan relevante como Francisco
Amighetti. En las evocaciones
se pasa revista a los diversos caminos recorridos y los acentos personalísimos
de tan distinguido y versátil artista: sus acuarelas, sus grabados,
sus xilografías. Recuerdo las hermosas xilografías que el Maestro Amighetti
creó para el libro “Vidas indianas”, del Dr. Rubén Vela, distinguido
poeta-embajador y amigo argentino, quien compartió con nosotros desde la
revista “HOJAS DE GUANACASTE” (1982-1984). En
“El genio de la botella”,
que contiene xilografías de Amighetti, son relato de relatos, donde su
abordaje discursivo es contiguo, es decir, un texto nos remite al otro
mediante su título. En dichos textos, el Perropinto se encuentra una
botella donde estaba el Genio Aldebarán, quien tenía mil años de estar
encerrado. Existen situaciones límite en sus nudos de significación.
Narra una serie de importantes
readaptaciones escriturales, que el creador costarricense construye o
reelabora, a partir de textos de la literatura universal.
Por ejemplo, en “Había una vez dos veces”,
reescribe el cuento sobre Caperucita Roja. “Sobrevivirá
el Marxismo”. Como
compilador de este texto, Herra ofrece un documento de 396 páginas,
destinado a formular una sistematización de 25 puntos de vista ideológicos,
políticos y de teoría social, así como a dicho modelo de pensamiento,
sus prácticas y los proyectos en la sociedad. Entre quienes colaboran con
sus textos menciono a Leonardo Garnier, Rodolfo Cerdas, Miguel Sobrado,
Luis Camacho, Helio Gallardo, José Luis Vega, Héctor Pérez Brignoli,
Fernando Leal, Carlos Molina, Arnoldo Mora, Daniel Masís, Franz
Hinkelammert, Manuel Formoso, Giovanna Giglioli o Cristina Eguizábal. En
“Viaje al reino de los deseos”,
quizá, su obra más conocida, tanto por su calidad como por ser uno de
los libros de lectura recomendada en X año de la enseñanza media
costarricense. Es una novela
de gran experimentación formal. A los jóvenes les agrada su lectura,
siempre y cuando sea dirigida por profesores abiertos al cambio de canon.
Su inicio es un abrebocas: “Érase una vez un titiritero flaco,
de mediana edad y fantasiosos que se creía máquina” (p.9).
Sus aportaciones a la narrativa significan una oxigenación a la
nueva narrativa costarricense. Se requiere de lecturas intertextuales, pero su estructuración
responde a los nuevos paradigmas escriturales en América Latina. En
“Escribo para que existas”, su primer poemario, es una incursión
muy interesante, con base en 78 textos muy breves, pero intensos en su
expresividad y en la incorporación de
imágenes lúdicas que amplían el registro subjetivo del yo lírico.
El poemario deja leer multiplicidad de elementos, léxicos y
corporales, que condensan sus propuestas poéticas con honda calidad,
asidos a la brevedad de su contención intensiva. En
“AUTOENGAÑO”. -Palabras para todos y sobre cada cual-.
Para Herra, hablar del autoengaño equivale a mirarse en el espejo.
La primera fórmula del autoengaño es condenar mis defectos en el
otro. El autoengaño no se
confina en sí mismo, sino que remite a los demás, porque siempre
encuentro a alguien a quien le va peor que a mí y, desde luego, yo nunca
soy tan malvado como los demás.
Nos gusta saber las desdichas de los otros, por eso, la prensa
amarillista reproduce esas desdichas con macabro placer. Y Nosotros
seguimos esas historias con mucha complicidad. ¿O
no? Sostiene
Herra que el autoengaño es una forma de autopercepción de lo que hago,
adecuada a mis deseos, valorativa y orientada a calificar mi cuota de
responsabilidad en los resultados. Por
ello, el autoengaño me justifica o me da la ilusión de disculparme; dado
que permite castigar a los demás con mis propios vicios, sin que los
asuma como propios; enmascara las fuentes de mi conducta. Por
ello, el autoengaño es metafórico.
El arte es un engaño permanente de los sentidos.
El autoengaño es un viaje al espejo (véase los ejemplos de la
seducción, la denegación: donde me odio en el otro, que me reproduce
como no acepto verme. Algunos
ejemplos crueles son: la víctimización, el racismo, el machismo, la
confesión). En
otro orden, la desculpabilización tiene sus patrones: la conciencia
moral, el proceso de remisión: atribuir nuestros defectos a los demás;
el síndrome de la buena fe, el síndrome del inquisidor o
el deber… Por
su parte, se puede abordar el sistema paraíso: su requerimiento o
imposición; la permisión, la restricción o el castigo. Asimismo, puede
verse en la seducción y el deseo. Además,
la conquista de la naturaleza tiene sesgo de autoengaño. Cercanamente,
la globalización y la ética son formas de autoengaño, así como los
medios de masas. Las
construcciones imaginarias: Las cavernas, Don Quijote.
El encantamiento de Werther, los estereotipos, los mitos, la moralidad. Valga
decir que su discurso de incorporación a la Academia Costarricense de la
Lengua se intitula “Encantadores me persiguen… Autoengaño y ficción
en don Quijote”. Esta
novela condensa muchos ejemplos de autoengaño: los molinos de viento,
caballeros, encantadores, mitos, doncellas...
Es una de las vetas de su riqueza discursiva. En
otro apartado, se puede hacer un abordaje sobre los trucos circenses, los
teológicos, simbólicos. Asimismo,
se aborda el espectáculo de los pueblos prohibidos, el racismo, las
semejanzas y las diferencias, las ambigüedades éticas, la
interculturalidad, el delito, la lealtad y sus conflictos, la obligación
libre o la obligación forzada.
Me permito transcribir algunos textos poéticos y cuentísticos del Dr. Rafael Ángel Herra. ¡Disfrútenlos! |
La
Creación (El soñador del penúltimo año”),
Rafael Ángel Herra “El primer día creó
Dios la luz, y vio que estaba bien. El segundo día creó
Dios las aguas y las rocas y vio que estaba bien. El tercer día creó
Dios los peces y los bosques, y vio que estaba bien. El cuarto día creó
Dios los animales terrestres y las mariposas, y vio que estaba bien. El quinto día creó
Dios el infinito y la eternidad, y vio que estaba bien. El sexto día creó
Dios al hombre y guardó silencio. Vino entonces el da séptimo,
y como vio Dios que aún no existía, se creó a sí mismo y descansó”. Invocaciones
(“El genio de la botella”), Rafael Ángel Herra “Ariadna Gracias, Teseo, por
venir a liberarnos de nuestra propia imagen.
El tirano Minos fue el producto de nuestro miedo.
El Minotauro Soy el miedo al miedo
de Minos: gracias, Teseo, por venir a liberarme de esta cadena de miedos.
Minos Gracias por venir a
liberarme de mi identidad, Teseo, pues no soy otra cosa que el miedo que
provoco”. Cap.
42
(“Viaje al reino de los deseos”), Rafael Ángel Herra “Tremolán
se encontró con una carroza de
carnaval. Los actores
ensayaban. Un viejo con
cara de mono parodiaba al Gran Gobernador de
la Patria frente a una piñata. Cada
vez que simulaba darle un golpe para reventarla,
se ponía de cuatro patas en el suelo
y decía con voz recitativa, arrastrando las
vocales: “Siempre hay alguien próximo a donde
cae el grueso de la piñata. ¿Seré yo ese
alguien? ¿Seré yo? ¿Seré yo?” Mientras estaba
en ésas, los actores acompañantes, haciendo muecas de reverencia, le abanicaban el trasero”. |
Cinco poemas de (“Escribo
para que existas”), Rafael Ángel Herra 21 “Estoy lleno de
secretos. Hoy te hablo para
decir que estoy lleno de
secretos: adivínalos con un
solo roce de tu piel. Estoy lleno de
palabras: escúchalas con un
solo roce de tu piel”. 35 “Soy lo que deseo: ¿por qué me
incendias entonces con esos ojos de
preguntas?” 36 “Cuando estoy
triste no tengo ganas de
vivir. Estoy triste a veces cuando tengo ganas de
vivir” 43 “Llueve afuera y yo estoy lleno de
silencios. Llueve afuera y yo estoy lleno de
tormentos”. 52 “Te escribo para
desearte con las palabras porque no quiero
imaginarte de otro modo; te escribo para
hablarte del deseo, pues, ¿qué otra cosa puedo hacer para que existas?” |
En
síntesis, la obra del costarricense Rafael Ángel Herra está construida
sobre la base de la perseverancia, el estudio, la capacidad analítica, la
calidad introspectiva, el análisis profundo de los casos de la condición
humana de siempre. En su
trabajo, nada es fortuito, por el contrario, todo tiene su razón de
existencia Como
artista de la palabra, el Dr. Rafael Ángel Herra sintetiza su búsqueda
artística recurrente, pero personalísima: “Soy
lo que deseo… y no acabo nunca de inventarme”. Con su obra, Herra Rodríguez aporta una singular voz, literaria y cultural, que estamos seguros de que te dejará huella, con su acercamiento, a los rincones más escondidos de la condición humana, que él trata de develar en cada una de sus creaciones artísticas. |
Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Educación Mauro Fernández, 2008
miguelfajardokorea@hotmail.com
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