Universidad Nacional de Costa Rica

“La dimensión integral de la praxis educativa”
Lección Inaugural

Miguel Fajardo Korea
Miguel Fajardo Korea
Premio Nacional de Educación Mauro Fernández-2008


Costa Rica, marzo del 2009

Contenido

Educación, herramienta de cambio

1. Hacer es el mejor decir

2. La educación  permite crecer interiormente

3. El diálogo hogareño es educación

4. La educación es una práctica social

5. La educación implica tolerancia

6. Educar es una capacidad para servir a los demás

7. Educar es un ejercicio ético

8. La educación es un legado

9. Guanacaste y la Universidad Nacional

10. Un premio para todos

“Tocan la puerta del mundo”, poema reflexivo

Bibliografía

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Educación Mauro Fernández-2008 

Distinguidas autoridades de la Sede Regional Chorotega, cuerpo académico, personal administrativo, comunidad estudiantil, medios de comunicación, público civil, amigas y amigos en la educación y la cultura.

 

En primer término, agradezco profundamente a las autoridades de la Universidad Nacional de Costa Rica, Sede Regional Chorotega: M.Sc. Orlando De La O Castañeda, Decano; M.Sc. Ólger Rojas Elizondo, Vicedecano; M.Sc. Ana Lorena Camacho Camacho, Directora Académica; M.Sc. Víctor Julio Baltodano Zúñiga, Director Académico y M.Sc. Ivannia Montero Robles, Directora Administrativa, la designación para compartir con ustedes la lección inaugural del  curso lectivo 2009. La ofrezco como profesor de esta Sede universitaria  y en mi condición de Premio Nacional de Educación Mauro Fernández,  con el cual el Estado costarricense ha distinguido mi trayectoria docente de tres décadas, el 2-12-2008.

 

Educación, herramienta de cambio

 

El ser humano, desde tiempos inmemoriales, ha utilizado la educación como una manera de mejorar sus condiciones contextuales.  En esa medida, cada faceta de dichas acciones llevaba consigo, la imperiosa necesidad de buscar muevas expectativas en su entorno vital, muy diferente, desde luego, de las que nos preocupan, hoy, inmersos como estamos, en intrincados espacios globalizadores.

 

La educación siempre ha sido una herramienta de cambio y de mejoramiento socio-individual.  Debemos estar conscientes, además, del privilegio por acceder a ella, si sabemos que su cobertura, nunca llegará a todos.  Dicha inclusión es una de las utopías de este mundo tan dividido.  Máxime,  si nos referimos al ámbito universitario, donde el mismo sistema es tan selectivo entre quienes ingresan en él, tanto es así, que solo el 5,7 % de la población asiste a la instancia superior, según el II Informe Estado de la Educación[1]

 

 Por lo tanto, somos parte de una minoría privilegiada que forma parte del quehacer universitario. De ello se desprende, que solo el 14,4 % de los costarricenses tenga algún nivel de educación superior  Ante dicho panorama, debemos aprovechar las condiciones, tiempo y recursos que, tanto el Estado, el Ministerio de Educación Pública, las Universidades estatales y la sociedad civil ponen a nuestra disposición, por lo que debemos administrarlos con transparencia y responsabilidad, pues dicha conducta encara una de nuestras competencias morales, tanto  como individuos e instituciones.

 

Educar es un término que tiene un amplio registro semántico, por lo que apela a conceptos coligados, tales como alimentar, cuidar, nutrir, instruir, formar y criar.  Estamos ciertos, de entrada, que no todos estamos capacitados para el magisterio, porque aparte de vocación integral, signa una serie de competencias para el eficaz ejercicio de la praxis educativa.

 

En esta oportunidad, me propongo compartir algunas reflexiones, forjadas durante tres décadas de compromiso docente, tanto en la enseñanza media como superior.

 

1. Hacer es el mejor decir

 

Hacer es la mejor manera de decir”, esta máxima del pensador José  Martí (1853-1895) ha sido mi norte de vida. Y ha sido así, ya que provengo de un hogar de raíces extremadamente humildes (de Ramona y José Francisco, ambos en el cielo), quienes me inculcaron que la vida es un ejercicio cotidiano de honradez, lucha y perseverancia. La herencia moral que recibí de mis padres es invaluable. Anda conmigo, sin límite de caminos. Y de ahí se nutre, indudablemente, mi visión y práctica del quehacer educativo.

 

Cada uno debe trazarse sus propósitos de vida, conductas y actitudes por seguir, porque de esa elección deviene el compromiso socio-personal ante la comunidad a la cual nos debemos.  No podemos ir por la vida sin forjar nuestros proyectos de comportamiento, porque nosotros tenemos, tanto la capacidad como la responsabilidad de elegir las potencialidades que nos permitan alcanzar las metas vitales.  Las competencias interiores para enfrentar la vida implican, entonces, el desarrollo de múltiples saberes que conviene recordar: 1. saber, 2. saber hacer, 3. saber ser y 4. saber convivir.

 

2. La educación  permite crecer interiormente

 

Las comunidades sociales engrandecen cuando sus habitantes se superan.  La educación es el instrumento por antonomasia para buscar la luz y cultivar la inteligencia.  Los pueblos, entonces,  son el cúmulo de las experiencias de cada uno de sus miembros. El 9,3 % de la población nacional posee  al menos un grado universitario.  Las nuevas generaciones no deben desaprovechar que el país cuenta con cinco universidades públicas y cincuenta privadas, así como centros parauniversitarios, desde donde pueden contribuir al mejoramiento de su condición personal, como un eje que posibilite un cambio real y positivo, a favor de nuestra patria.

 

Por ello, requerimos de una educación no desapegada de los embates sociopolíticos; por lo mismo, crítica; no ajena de las profundas transformaciones que sufre la sociedad, tanto costarricense como planetaria. Esta era de mundialización nos ha de comprometer con mayores ideales, con más renovados principios para aportar nuestros mejores esfuerzos, en aras de proponer una sociedad más justa, con rostro humano, que no dé paso a los degradantes procesos de impersonalización.

 

En la actual coyuntura de la sociedad del conocimiento, a  la educación superior se le exige una serie de competencias. Carlos Tünnermann aduce: “Podríamos decir que es el desafío de forjar una educación superior capaz de innovar, de transformarse, de participar creativamente y competir en el conocimiento internacional.  Para ello, es preciso que comencemos por priorizar nuestras inversiones en educación y reconocer el papel estratégico que tiene la educación superior en la formación del personal de alto nivel, de la inteligencia científica de nuestros países y en la generación, transmisión y difusión del conocimiento”.[2]  

 

La educación es una instancia de crecimiento interior hacia destinos superiores, por lo tanto, se debe fortalecer, todos los días, con plenas 
decisiones. Por el contrario, soy de la idea de que  cada silla vacía en las aulas costarricenses es un golpe bajo contra nuestro sistema 
democrático, porque los destina a estrechas perspectivas de vida, tanto individual como socialmente, es decir, a situaciones que pueden 
devenir en coyunturas desfavorables y, quizá, degradatorias.

Solo la educación permitirá el crecimiento individual para fortalecer el ámbito social. Por lo tanto,  no debe ahorrarse en el quehacer educativo, 
por el contrario, tiene que procurarse las mejores condiciones infraestructurales y de apoyo a las comunidades estudiantiles. Recordemos que el 
29 % de quienes estudian en universidades públicas tienen la condición de pobreza y solo el acendrado esfuerzo educativo logrará sacarlos de 
ese círculo de limitaciones.

3. El diálogo hogareño es educación

Un problema medular que incide en el proceso de enseñanza-aprendizaje es la falta de diálogo. Hoy existe, lamentablemente, una

comunicación monosilábica[4], en miles de hogares costarricenses y planetarios, cuyos efectos se manifiestan en la violencia, tanto en los

 espacios áulicos como en la sociedad civil.

 

El hogar, no la casa, es una construcción cotidiana. En ellos, debemos procurar ser más dialógicos. La extrema velocidad del mundo nos está 
pasando cuotas de fraccionamiento en la convivencia socio-hogareña. Hay que revisar esa condición, porque desestructura los cimientos de ese
círculo de armonía, 
afectiva y protectora, que históricamente ha distinguido al hogar  como célula primaria de la sociedad.

 

Es decir, en esta explosión globalizadora del conocimiento hay cabida, tanto para  la complejidad como para su celeridad en la obsolescencia, 
porque el conocimiento cambia, ahora, demasiado rápido. El saber se ha multiplicado vertiginosamente, pero al mismo tiempo se  fragmentariza. 
Francisco López Segrera expresa que: “Además, encontramos que hemos acumulado el conocimiento que jamás imaginamos alcanzar; pero ese 
conocimiento no ayuda a detener la crisis mundial; porque observamos que a mayor desarrollo del conocimiento hay mayor deterioro del mundo, 
del hombre y de las relaciones entre los hombres”.[3]
 
En este momento, hay diversas redes competitivas de socialización, pero coexisten en espacios multidimensionales, en las tecnologías  
electrónicas inteligentes y, aunque resulte paradójico, las personas se están comunicando más con individuos desconocidos y lejanos, que con 
aquellos a quienes tienen al alcance del abrazo, es decir, los miembros del ámbito hogareño, a quienes, en muchas oportunidades, se invisibiliza.
La comunicación hogareña no se practica como se debe, porque estamos atrapados, en los contextos próximos, por la velocidad de la 
ciber-comunicación; por una envolvente y dinámica realidad  en la que nunca estamos al día y, por ello, somos portadores de niveles 
estresantes y estadios impersonales, que atentan contra las relaciones confraternitarias.
Los sistemas educativos, en todos sus niveles, son hogares espirituales, donde debemos compartir, con dignidad y ética, para hacer valer uno de 
los más inalienables derechos del individuo: ser mejores, para promover una óptima calidad de vida, es decir, redimensionar el concepto de una 
mayor apertura humana, para el disfrute de las libertades individuales, dentro de un respetuoso espíritu societario.
 4. La educación es una práctica social
 

Las prácticas de urbanidad tienen que vivenciarse desde el hogar.  Si en ese espacio no se cultivan dichos valores, el sistema educativo va

perdiendo esas batallas.  No es la imposición, sino el convencimiento, lo que hará la praxis. Muchas veces, ni siquiera en la familia nuclear se

practican normas de cortesía, pues miles de hogares se han ido convirtiendo en hoteles de entrada y salida, nada más, sin los debidos procesos

comunicativos que materialicen sus relaciones interpersonales.

 

La educación como práctica profesional implica un ejercicio mayor  de integridad e interrelaciones, conciencia de respeto por la dignidad de los

otros; pensar y crear para crecer.  La socialización del conocimiento cambia métodos, pero no debería transformar la particularidad de nuestra

condición humana.

 

En ese sentido, estamos claros del trascendental aporte que significa la cultura informática, pero concordamos con  Carlos Tünnermann cuando

afirma: “es preciso evitar que una sobreestimación de las potencialidades que ofrecen dichas tecnologías produzca un detrimento en la

apreciación del papel del docente.  Estas tecnologías deben siempre ser vistas como instrumentos, como medios de apoyo al profesor y nunca

como sustitutos del mismo.  La relación personal y real docente-discípulo es fundamental y no puede jamás ser reemplazada por la relación virtual

máquina-usuario”.[5]

 

Estamos ciertos de que la inmanejable cantidad de información nos ahoga y angustia. Verónica Gudiña (2009) hace ver que un estudio de la

consultora Netcraft, señala la existencia de 186 727 854 páginas activas en línea en todo el mundo, con un crecimiento del 17 % de páginas

Web[6] durante el 2008. Las cifras son apabullantes.  Ante ello, la praxis educativa debe ofrecer su accesibilidad, así como enseñar el adecuado

aprendizaje para seleccionar, evaluar, interpretar, clasificar y utilizar dicha información, bajo los preceptos de la aplicación ética, porque aunque

estemos  en una época de libre mercado, las ideas y el trabajo intelectual tienen autorías y debemos respetarlas. Debe evitarse la nociva e

irresponsable práctica del copie y pegue, más aún, en el ámbito académico.

 

5. La educación implica tolerancia

 

Los educadores debemos re-encantar la educación, sobre la base de un componente con responsabilidad social y cultural, en un compromiso de   respeto a la dignidad de los otros, servicio a los demás, tolerancia, y una adecuada preparación académica, para el fortalecimiento integral de las diversas comunidades estudiantiles, sin exclusiones odiosas. Ese reto es una de las tareas ineludibles del verdadero educador.

 

No podemos enquistarnos solo a dar clases, muchas veces, aburridas y rutinarias, sino que debemos ser guías y formadores comprometidos, en  contextos de globalización y sus asediantes procesos impersonales; por ello, su compromiso debe construir una educación humanizada para todos, que tome en cuenta, tanto la diversidad social como cultural y cuyo eje pretenda la formación de valores, como instrumento adecuado para alcanzar el desarrollo digno y holista de la persona. En ese sentido, Jacqueline Murillo expresa: “Este es un país alfabeto: ¡gran logro de nuestro sistema educativo! Ahora necesitamos un país alfabetizado”.[7]

 

La tolerancia considera las opiniones y prácticas de los otros, aunque sean diferentes de las nuestras. La convivencia educativa se centra en la expresión del respeto y la comprensión por los demás.  Mucho del clima emocional de violencia y agresión en el espacio aúlico se debe a la intolerancia, el irrespeto, la intransigencia, la insensibilidad y los excesivos niveles de autoridad impositiva, de parte de quienes no acuden al diálogo y se comportan con arrogancia, en una profesión humanista, que requiere del componente y los espacios dialógicos para su disfrute y plenitud.  

 

 6.Educar es una capacidad para servir a los demás

 

El problema no son los programas en sí, sino el abordaje demasiado impersonal y teórico, en muchas materias, donde buena parte de los 
contenidos no sirven para la vida, sino para una evaluación extremadamente sumativa y rutinaria –no formativa-, que se olvida del individuo, a 
quienes, muchas veces se rebaja, para complacer los registros de la fría estadística, que llena los informes obligatorios de la burocracia 
administrativa. 

Los estudiantes significan la razón de ser de nuestro trabajo, por ello, nunca deberán verse como los enemigos por vencer. Todo lo contrario: la 
niñez y la juventud se encuentran ávidos de diálogo, comprensión y tolerancia. Para el maestro, educador, docente o académico, 
verdaderamente comprometido con el mejoramiento integral de la sociedad, ese es uno de los esenciales desafíos piramidales en el ejercicio de la 
docencia.

La ducación es una conjunción de voluntades y su respuesta social se encuentra fuertemente enraizada con las clases menos favorecidas, 
porque su aporte es innegable en la construcción de la vida nacional.
 
 7. Educar es un ejercicio ético

La Costa Rica inmediata  cambiará, en el tanto nuestra actitud varíe.  Si no existe un compromiso individual, menos habrá uno social. La diferencia depende de todos y cada uno de nosotros. No hay otros caminos, sino una nueva perspectiva actitudinal, tanto es así, que todos tenemos la palabra.

 

Los educadores estamos llamados a construir patria, desde la vocación del alma y con el espíritu de compromiso cotidiano por nuestra Costa Rica integral de siempre, que no debemos ver como un ente abstracto, sino como una tangible realidad intrínseca, en una especie de vigilia que procura resultados, a fin de mejorar, cada día,  los índices de la condición humana.

 

La educación signa una de las más hermosas aperturas  de los procesos democratizadores de la cultura, por ello, las aulas deben permanecer abiertas, para seguir forjando el saber, sin marginaciones, pero con el norte académico y humano del compromiso con la realidad, como un código moral que se vivencie con estatura incorruptible, a prueba de siempre.

 

Respetable auditorio: nunca vendamos nuestra conciencia. De las actitudes y de los valores aprendidos, tanto en el hogar, en las aulas como en la vida, dependerá nuestra capacidad ética: esa ciencia de la conducta, ese conjunto de deberes y derechos de carácter moral, inmersos en contextos sociales.  Con nuestro grado de concienciación sabremos diseminar un código moral que privilegie la dignidad, para redimensionar el compromiso de una mayor apertura en el goce de la libertad y  como una respuesta cierta, para enfrentar los constantes desafíos a los que debemos dar soluciones.

 

Cada quien, con la racionalidad de su albedrío, debe establecer principios éticos que guíen su ejercicio vital y profesional, donde exista una propuesta de conciencia, fundamentada en la honestidad, el  servicio y el prestigio, tanto moral como individual y social.  La ética es un insustituible valor agregado en la vida interior, que nos atañe a todos, porque es un compromiso honesto, para seguir adelante y caminar por la vida con la frente en alto.

 

 8. La educación es un legado

 

El legado paradigmático de Mauro Fernández Acuña (1843-1905) seguirá vigente, en el tanto los educadores no dejemos de forjar caminos éticos de mejoramiento holístico, en aras de propiciar una sociedad más justa para beneficio de todos, sin odiosas exclusiones.

 

La función social de los sistemas educativos consiste en preparar individuos con amplios conocimientos y actividades creativas para fortalecer todos los estamentos de nuestra sociedad. En este momento, Costa Rica tiene 157.000 universitarios, pero uno de cada cinco de ellos, es decir, el 22 % enfrenta las líneas sociales de pobreza, con ingresos per cápita de sesenta mil colones mensuales, a pesar de que el costo de la canasta básica se ha establecido en sesenta y siete mil cuarenta y seis colones, a julio del 2008, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

 

Como puede desprenderse, desde esos círculos de pobreza, miles de jóvenes costarricenses libran su mayor esfuerzo y sacrificio, en aras de optar por una mejor calidad de vida y, para ello, alzan la bandera de la educación como su enseña más segura. Aunque la vida se comporte así, debemos saber que la pobreza no debe convertirse en un obstáculo para la superación y poder alcanzar metas superiores de cambio y mejoramiento en el destino de los individuos.

 

Solo en la medida en que nos superemos como individuos, en que podamos convivir en una relación interactiva, seremos mejores.  Seamos honrados con nuestro espíritu de servicio, no solo con los demás, sino con nosotros mismos, para procurar el respeto dentro de la difícil sociedad de la que formamos parte.

 

El individuo tiene que velar por un equilibrio armónico, entre la razón y su espíritu, para que pueda desenvolverse, con calidad y eficacia, en la compleja civilización de este tercer milenio. La sociedad nos conmina, entonces, a ser actores y no observadores en el dinámico proceso del cambio social de hoy.

 

 9. Guanacaste y la Universidad Nacional

 

Guanacaste proviene del azteca “Quauhnacaztli”, que significa “árbol de orejas”.  En ese contexto, hoy,   10 140 kilómetros cuadrados y 322 016 habitantes resguardan el conjunto de características, símbolos, costumbres, que conforman el ser guanacasteco, forjado en el cotidiano discurrir y en los acontecimientos trascendentales. Así sobresalen el pasado indígena chorotega, el hecho extraordinario de la Anexión, la hacienda ganadera, la participación heroica del Batallón de Moracia, las minas de Abangares o la Gesta del Partido Confraternidad Guanacasteca.

 

Se destacan, también, los elementos vernaculares representativos, como el himno, el sabanero, el espeque, el árbol de guanacaste, el quijongo, la pampa soleada, es decir, el moderno concepto, acuñado por el escritor Marco Tulio Gardela, denominado la Guanacastequidad[8], porque la vida de nuestros pueblos se forja en las manifestaciones  cotidianas y en la transición de sus herencias más genuinas.

 

La Universidad Nacional, cuya creación fue ratificada mediante la Ley 5182, el 15 de febrero de 1973, abrió sus puertas el 14 de marzo de 1973, hace 36 años. Es la suya, entonces, una propuesta de mejoramiento social, una herramienta de compromiso con el destino de este espacio geográfico, tan decisivo para nuestra Nación.  La Universidad Nacional, por lo tanto, ha llenado un vacío que reivindica las mejores tradiciones de la democracia, con el espíritu participativo de la sociedad civil, en la formación humanística del pensamiento crítico, el cual  le confiere las bases de su fisonomía autónoma.

 

El primer apartado de su misión  expresa: “La Universidad Nacional es una institución pública  de educación superior que genera y socializa conocimientos de importancia científica y cultural estratégica para el desarrollo nacional e internacional, sin distingo de género, etnias, credos o condición social. Con su acción social integral, la Universidad contribuye a direccionar la sociedad hacia planos superiores de bienestar, equidad, sostenibilidad y libertad democrática, mediante nuevos paradigmas que permitan transformar y revalorar el desarrollo humano.  Está comprometida con el desarrollo de toda la sociedad y en particular con la integración, la potenciación y la ampliación de oportunidades de los sectores sociales menos favorecidos o exclusivos de los beneficios del desarrollo”.[9]

 

En ese mismo 1973, la Universidad Nacional se establece en Guanacaste como una Sección Regional y el 25 de mayo de 1998, con base en su crecimiento académico y a las demandas regionales planteadas, el visionario Consejo Universitario de ese entonces, aprueba su transformación y declaratoria como Sede, con dos campus, tanto  en  Liberia como en  Nicoya.

 

Distinguido auditorio: es importante ser protagonistas de la Historia institucional y no observadores de ella.  Por eso, ustedes tienen, ahora, la posibilidad de ser sujetos protagónicos. Los conmino, entonces, a dejar huella trascendente en sus recintos, con sus estudios y su acción social, dinamizando la vida universitaria desde Guanacaste.

 

La misión  de la Sede Regional Chorotega puntualiza: ”Somos un centro académico de educación superior que forma profesionales de excelencia, desarrolla programas y proyectos académicos en docencia, investigación, extensión y producción, flexibles y pertinentes, con el propósito de efectuar aportes sustantivos al desarrollo local, nacional y mesoamericano hacia planos superiores de bienestar, equidad y sostenibilidad, en atención a los cambios sociales, económicos, ambientales, científicos y tecnológicos universales y, en particular, con la integración, la potenciación y la ampliación de oportunidades para los sectores sociales menos favorecidos de la Región Chorotega”.[10]

 

Por ello, la Universidad Nacional recoge una legitimidad coherente, destinada a la solución de los acezantes problemas de las comunidades, en particular, de la guanacasteca. Por lo tanto, cada estudiante de la Universidad Nacional debe convertirse en una respuesta socio-productiva, porque como dijera, desde su ideal confraternitario, el humanista y Benemérito de la Patria,  Dr. Francisco Vargas Vargas (1909-1995): “Nosotros no somos más que el puente sobre el cual pasarán las futuras generaciones”.[11]

 

Destaco, aquí, la invaluable presencia en Guanacaste del Dr. Miguel Gutiérrez Rodríguez, gran pedagogo costarricense, porque su gestión  significó un relanzamiento en el proceso de dirección, renovación y mejoramiento institucionales.  Él estimuló una visión integradora de trabajo, bajo su lema: “Todos juntos podemos redisoñar la Sede Regional Chorotega”.[12]

 

El Primer Informe de Labores[13] de las actuales autoridades (2007-2012) de la Sede Regional Chorotega, presentado el 29 de agosto del 2008, ahonda en los alcances institucionales, superado el proceso de intervención académica y administrativa.  Entre ellos se destaca la renovación y pertinencia de la oferta académica, comportamiento de matrícula, promoción de profesionales, relevo académico, desarrollo humano, fortalecimiento de la investigación y la extensión, fortalecimiento tecnológico, flotilla vehicular, cursos participativos, vida universitaria, mayor cantidad y calidad de actos académicos, culturales y literarios, relaciones con el entorno, posicionamiento regional, internacionalización del currículo, entre otros alcances.

Por consiguiente, si somos egresados de la Universidad Nacional, no nos asustan los retos, porque los estábamos esperando.  Cada egresado, con su empeño y gracias al grado de concienciación humanística y social, sabrá enfrentar, desde su propia responsabilidad, las coyunturas del siglo XXI.

 

La Universidad se humaniza en cada uno de nosotros, porque todos somos una llave de lucha, un instrumento de superación, un pan de bienestar social. La Universidad Nacional ha estado comprometida, durante sus 36 años de existencia, con los estudiantes de menor ingreso e, igualmente, brinda una gran cobertura en las áreas estratégicas del conocimiento, acordes con los intereses y expectativas de las zonas más alejadas del Valle Central.

 

Esa perspectiva, capitaliza un mayor servicio de proyección social.  Sin duda, podemos afirmar que la Universidad Nacional ha democratizado la educación superior, no como un discurso, sino como una práctica.   En este momento, 8.024 alumnos de la Universidad Nacional, esto es, el 50 % de su matrícula disfruta de alguna categoría de beca. Por ello, el Presbítero Benjamín Núñez Vargas (1915-1994), su primer rector durante (1973-1977), la denominó “La Universidad Necesaria”, porque el estudiante es la razón de ser que vitaliza el espacio académico.  Otros pensadores endiñan que el saber, el maestro y el discípulo son la trinidad de la vida educativa. 

 

Sabemos que la Sede Regional Chorotega mejorará sus actuales fortalezas, para que se enfrente a la competencia y legitime su fructífera trayectoria, cimentada a lo largo de muchísimos años de progreso intelectual con rostro humano, porque estamos claros que en todas y cada una de las luchas estriba “la construcción reflexiva de la realidad dada, como un principio de la multiculturalidad que se percibe en el Guanacaste de hoy, dentro de la globalización”.[14]

 

 10. Un premio para todos

 

Dedico el Premio Nacional de Educación Mauro Fernández, a los miles de alumnos, tanto de enseñanza media como universitaria, a quienes Dios me ha permitido servir; asimismo, a todo el Magisterio, porque soy uno más entre ustedes. Asimismo, al Guanacaste Eterno que amo, porque siempre ha sido honesta presencia estelar y no fondo decorativo, en todos los frentes de mis luchas.

 

Comparto, en esta lección inaugural,  un poema de mi autoría, donde el yo lírico redimensiona el tono reflexivo sobre nuestro tránsito vital y nuestro compromiso, todos y cada uno de los días sobre esta tierra del Norte G.  

Tocan la puerta del mundo[15]

El abrazo

enciende tu libertad.

El oráculo de las señales

al desnudarnos

a contraluz. La inocencia

del jazmín sobre el espejo.

La masacre del odio

rumora  nombres

en voz baja;

esperaron  súplicas

en  noches conmovidas.

Violaron el corazón de las esposas,

acrecentaron la incertidumbre

de las hijas.

Tocan  la pasión

del mundo; se ha roto

en lágrimas tu defensa.

Amenazan con cambiar

la luz para los huérfanos,

las sonrisas encarceladas

por el miedo  a los sátrapas.

El viaje del dolor como un  exterminio,

capaz de mutilar en tu rebelión

el camino  del suicidio

ante el desamparo:

el caracol extendido ante el martirio.

Los espejos alzan

su dignidad

en la cintura virginal

de nuestra  América.

Cierro esta lección inaugural con un pensamiento del Maestro Joaquín García Monge (1881-1958): “Este mutuo conocimiento de cuanto somos(…) esta generosa aspiración a ir juntos a la cita con nuestro común destino, nos hará invencibles.  Estaremos unidos por la cultura, amasada con sangre y espíritu”.[16]

 

Muchísimas gracias. ¡Carpe diem!

 

miguelfajardokorea@hotmail.com

 

Bibliografía

 

Fajardo, Miguel (2005, marzo). Acciones “ residoñadoras” en la Sede Chorotega de la UNA. Anexión,  Nº 142.

 

­­________. (2008, 9 de diciembre). El magisterio cotidiano integral. Foro-La Nación, P.36 A.

 

________. (2009, 5 de enero). Miradas sobre Guanacaste. Foro-La Nación. P. 42 A.

 

________. (2008). Travesías. San José: Jurisis.

 

García Monge, Joaquín. (1981). Obras escogidas. San José: EDUCA.

 

Gardela, Marco; Fajardo, Miguel y Zúñiga, Ligia. (1991). Confraternidad Guanacasteca Siempre. San  José: Zúñiga & Cabal.

 

Gudiña, Verónica. (2009). 17 % de páginas Web durante el 2008.  Recuperado el 5 de enero del 2009, disponible en (www.siliconnews.es/es/news/2009/01/05/).

 

López Segrera, Francisco. (2001).Globalización y Educación Superior en América Latina y el Caribe. Caracas: IESALC/UNESCO.

 

Murillo Fernández, Jacqueline. (2007). La piedra angular ¿Educación? en Costa Rica. Heredia: UNA.

 

Sede Regional Chorotega. (2008). Hacia una consolidación regional. Heredia: UNA.

 

Tünnermann Bernheim, Carlos. (2007). Los desafíos de la Universidad en el siglo XXI. Heredia: UNA.

 

Universidad Nacional (2008). Plan estratégico institucional 2007-2011. Heredia: UNA.

 

________. (2007). Plan estratégico de desarrollo Sede Regional Chorotega (2007-2011). Heredia: UNA.

 

Villegas, Jairo. (2008, 31 de diciembre). Informe Estado de la Educación. El país-La Nación, P. 4 A.  

Ficha biográfica

El Lic. Miguel Fajardo Korea es autor de 18 libros.

 

Premio Nacional de Educación Mauro Fernández, 2008

 

Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural, 2001

 

Premio Jorge Volio, COLYPRO, 1998

 

Premio Alfonsina Storni, Buenos Aires, 1988

 

Premio Joven Creación de Costa Rica, 1980

 

Académico propietario en la Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional.

 

 Profesor en el Liceo Laboratorio de Liberia

Vicepresidente del Centro Literario de Guanacaste

Dirige la columna mensual “Perfiles”, periódico “Anexión”

miguelfajardokorea@hotmail.com  

 

Referencias:

[1] Villegas, Jairo. (2008, 31 de diciembre). Informe Estado de la Educación. El país-La Nación, P. 4 A.

[2] Tünnermann Bernheim, Carlos. (2007). Los desafíos de la Universidad en el siglo XXI. Heredia: UNA, pp. 20-21.

[3] López  Segrera, Francisco. (2001).Globalización y Educación Superior en América Latina y el Caribe. Caracas: IESALC/UNESCO, p. 148.

[4] Fajardo, Miguel. (2008, 9 de diciembre). El magisterio cotidiano integral. Foro-La Nación, P.36 A.

[5] Tünnermann Bernheim, Carlos. (2007). Los desafíos de la Universidad en el siglo XXI. Heredia: UNA, p.29.

[6] Gudiña, Verónica. (2009). 17 % de páginas Web durante el 2008.  Recuperado el 5 de enero del 2009, disponible en (www.siliconnews.es/es/news/2009/01/05/).

[7]  Murillo Fernández, Jacqueline. (2007). La piedra angular ¿Educación? en Costa Rica. Heredia: UNA, p.98.

[8] Gardela, Marco; Fajardo, Miguel y Zúñiga, Ligia. (1991). Confraternidad Guanacasteca Siempre. San  José: Zúñiga & Cabal, p.9.

[9]  Universidad Nacional (2008). Plan estratégico institucional 2007-2011. Heredia. UNA, p.13.

[10] Universidad Nacional (2007). Plan estratégico de desarrollo Sede Regional Chorotega (2007-2011). Heredia: UNA, p.11.

[11] Gardela, Marco; Fajardo, Miguel y Zúñiga, Ligia. (1991). Confraternidad Guanacasteca Siempre. San  José: Zúñiga & Cabal, p.12-13.

[12] Fajardo, Miguel (2005, marzo).Acciones “redisoñadoras” en la Sede Chorotega de la UNA. Anexión Nº 142, p.16.

[13] Sede Regional Chorotega. (2008). Hacia una consolidación regional. Heredia: UNA, p. 4.

[14] Fajardo, Miguel. (2009, 5 de enero). Miradas sobre Guanacaste. Foro-La Nación, p. 42 A.

[15]  Fajardo, Miguel. (2008). Travesías. San José: Jurisis, pp.19-20.

[16] García Monge, Joaquín. (1981). Obras escogidas. San José: EDUCA, p.203.

Lic. Miguel Fajardo Korea

Premio Nacional de Educación Mauro Fernández-2008
miguelfajardokorea@hotmail.com
Universidad Nacional de Costa Rica

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