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La casa, un espacio topológico en la narrativa hispanoamericana
por Lic. Miguel Fajardo Korea |
La casa se ha convertido en un tema estelar para un análisis topológico en la narrativa hispanoamericana moderna. La casa constituye una manera de representar la personalidad humana. Cada parte de ella mantiene un paralelismo con el cuerpo: el techo es la cabeza; las puertas y los balcones, lo sensorial; la bodega, lo inconsciente. Desde esa perspectiva, se buscará las relaciones de integralidad en el discurso de los personajes, con base en las cuatro obras narrativas seleccionadas.
El propósito de este trabajo es ofrecer un cuerpo contextual desde donde se focalice la actuación de los personajes, en cuatro obras narrativas hispanoamericanas, a saber: “Aura”, de Carlos Fuentes; “Casa Tomada”, de Julio Cortázar; “El Túnel”, de Ernesto Sábato y “Este Domingo”, de José Donoso. Se propone un marco comparativo que permita discernir cómo la casa condiciona la actitud de los personajes en sus inherentes acciones discursivas.
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En “Aura”, de Carlos Fuentes, las características de la casa provocan un condicionamiento: “esta casa siempre se encuentra a oscuras. Te obligarás a conocerla y reconocerla por el tacto” (Fuentes, 1979: 23). Así mismo, la casa, como recinto, se personifica, lo que obliga a los personajes a justificar sus ausencias, sus vacíos: “Esta casa está llena de recuerdos para nosotras. Solo muerta me sacarán de aquí” (Ibíd. p, 29).
En “El túnel”,
de Ernesto Sábato, la casa se pluraliza, porque Castel entra y sale de
alguna para seguir con su proceso pesquisidor tras María: “Tuvieron que
recorrer a refugiarse en la casa. Mi corazón comenzó a latir con
dolorosa violencia” (Sábato, 1973: 147). Se observa que Castel, en una
experiencia límite, ha estado vigilando la casa donde se encuentra María
para cometer el asesinato. La ausencia de luz en el cuarto que debería
ocupar María, provoca un desgarramiento interior en Castel, quien,
obcecado, aduce: “desde un café telefoneé a la casa de Allende “(Ibid.
p, 144). En “Casa tomada”, de Julio Cortázar, el personaje expresa: “Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (…) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia” (Cortázar, 1969: 1). La casa es un código temático que insinúa las dualidades recuerdo/infancia; infancia/soledad. En este texto, la casa dinamiza un movimiento centrífugo, que se aleja del centro hacia la periferia, razón por la que los hermanos lanzan la llave en una alcantarilla cuando son expulsados de su cronotopo idílico,¿feliz?
No cabe duda de que la casa redimensiona el problema de la identidad de América Latina. ¿Es la casa el continente americano que sufrió expulsiones o reclusiones durante el proceso de la conquista? El habitante autóctono debió abandonar su espacio para cedérselo a los inquilinos de la cultura advenediza. ¿Es la casa el límite que refleja el drama de existencia- como un reclusorio- de las familias hispanoamericanas? ¿Simboliza la casa el proceso de transculturación? O un relanzamiento: ¿Es la casa un espacio ordenador de la tradición e identidad familiares?
En “Este domingo”, el perfecit es un proceso de anulación del íncipit: “cuando entreguen la casa a los demoledores, se abrirán las puertas y las ventanas. La luz volverá a entrar como antes” (Ibid. p193). Aquí, se observa las dicotomías antes/ahora; cerrado/abierto; dueños/demoledores; oscuridad/luz. Es decir, subyace un fresco social que busca su identidad. Es la sugerencia de un volver a comenzar. ¿Acaso América Latina tiene que hacerlo para que entre la nueva luz? Puede pensarse, además, sobre la confrontación América-Europa. Los deícticos antes, ahora, refuerzan el concepto de temporalidad, como una especie de recuperación de la memoria histórica, esto es, de la imagen como identidad impuesta.
En “Aura”, la casa no es un sitio que configure felicidad, por el contrario, hay desdicha, el recuerdo de lo no realizado. Su interior es una amenaza. Su exterior es la opción de libertad, pero los personajes no acceden a esa posibilidad, porque son prisioneros de sí mismos y la casa determina su comportamiento traumático. Es como el sí mismo en la búsqueda de la identidad, tanto individual como colectiva.
En “El túnel”, Castel y
María entran y salen, la casa funciona como un espacio donde se
desplazan hacia adentro y hacia afuera. Él monta vigilancia y siente
celos cuando María no está con él, y la sabe con otro(s). En este
momento, la casa se convierte en una celda opresiva, es un cronotopo de
martirio. La casa permanece intacta. Ella es asesinada y él va al
manicomio, un nuevo espacio de reclusión. “Aura” maneja el dinamismo centrípeto, porque Felipe ingresa y no sale; Aura quiere salir – movimiento centrifugo - , pero no puede. La casa, como ente estructural, sufre alteraciones físicas y se establece una lucha de poder, de querer, de ser, de estar…
La expulsión de los hermanos, en “Casa tomada”, es su separación del espacio conquistado, de su patrimonio. En esa imagen de salida, subyace la tradición de la identidad de lucha entre el interior y la periferia. La casa es un centro, un universo y el movimiento centrífugo de la expulsión puede simbolizar la realidad histórica de América Latina, donde el habitante autóctono fue expulsado de su omphalos y recluido en la periferia, en un arrinconamiento de minusvalía sociogeográfica y geopolítica. Para Aínsa, puede ser “el espíritu expulsado de Europa” (Ibid. p, 51).
En “Este domingo”, la casa es el espacio de ciclos familiares, pero los abuelos mueren, entonces, la casa pierde la magia que había poseído en el mundo infantil de los protagonistas. El narrador endiña: “era incómoda, fea, vieja, de materiales bastante innobles, porque la verdad es que nunca fue una gran casa: (Ibid. p, 190).
CONCLUSIONES
La casa ha tenido una función determinada en la configuración de los procedimientos narrativos. Su estructura topológica establece una red de relaciones tipificadas con los motivos y los acontecimientos: hospitalidad, desconfianza, adulterio, culpabilidad, rupturas sentimentales, autoagresión, incesto, soledad, transfiguraciones. Opera, además, como un microespacio aniquilador, donde los seres son extraños en su propio mundo.
El recuerdo es un motivo cohesionador en las obras en estudio, porque permite retrotraer los motivos, básicos en la visión evolutiva o involutiva de los personajes. La casa adquiere diferente valoración, dependiendo del grado del recuerdo selectivo que, por lo general, es una vuelta a la infancia (orígenes), donde la casa se proyecta como un ombligo, un omphalos. Dicho símbolo, según Mircea Eliade, indica la creación del mundo.
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por Lic. Miguel Fajardo Korea
Premio Omar Dengo,
Universidad Nacional de Costa Rica
Académico en la Universidad Nacional de Costa Rica
minalusa-dra56@hotmail.com
twitter:
@Mifajak
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