Breve historia de la literatura occidental y latinoamericana y su rol pedagógico |
La
Historia de la Literatura comienza desde el mismo momento en que la raza
humana es capaz de procesar una información y transmitirla a través del
lenguaje. Los pueblos mal llamados primitivos comienzan a observar una
serie de fenómenos naturales, como puede
ser una tormenta de nieve o una sequía, el nacimiento de un nuevo
integrante de la comunidad o la muerte de alguno de ellos, una enfermedad,
o un rayo que parte un árbol consumiéndose rápidamente a causa del
fuego que se propaga… El hombre comienza a establecer relaciones entre
los fenómenos y a buscar explicaciones sobre los mismos… es el inicio
de lo que hoy conocemos como mitos. Estos primeros esbozos de comprensión
y aprehensión del mundo que lo circunda evolucionarán hasta convertirse
en mitos cosmogónicos. Paralelo a toda esta construcción de un
pensamiento mítico surge otra forma de relato: el pictórico. El artista
del paleolítico utiliza la representación plástica - pintura y
escultura - como un medio de dominar la realidad. Representando un bisonte
puede obtener su fuerza, pero también puede lograr una buena cacería. El
pensamiento mítico y su representación oral o plástica, coadyuva a la
unión y permanencia del grupo. El artista y el contador de historias
pronto adquieren características cuasi sagradas, por lo que pronto son
equiparados a sacerdotes o chamanes. El artista jugó desde la antigüedad
un rol decisivo en su comunidad. Si la caza, y posteriormente la
agricultura, habían sido malas, el chamán narraba los mitos cosmogónicos
relacionados con el problema a resolver. De esta forma se estaba buscando
una solución, a todas luces mágica. Los mitos cosmogónicos siempre
relatan los orígenes de la vida, de los elementos naturales, y su
recreación permanente asegura el tiempo primordial necesario para la
preservación de la vida, de la especie, del mundo. Pero también regenera
el tiempo, lo purifica. Y por extraño que nos parezca a nosotros, hombres
y mujeres de los siglos XX y XXI, cuando hemos logrado llegar a la luna,
cuando estamos conectados a los más lejanos y disímiles lugares del
planeta vía satelital, cuando el computador e Internet juegan un papel
decisivo en nuestras vidas, cuando diariamente nos paramos frente a un público
de estudiantes para reflexionar
con ellos, o para contribuir en algo a su proceso de formación, nosotros
aún seguimos ligados a esa regeneración del tiempo; y es más la conmemoramos todos los años con la llegada del año
nuevo. Y de una u otra forma, la recordamos a diario cuando utilizamos la
palabra cronología. Y es que no se debe olvidar que Cronos es el dios del
tiempo. El mito cosmogónico está íntimamente ligado al tiempo circular
o tiempo sagrado o tiempo primigenio; es decir al tiempo de los dioses.
Los mitos son entonces las primeras expresiones literarias producidas por
la especie humana. Los mitos pronto dan origen a las leyendas y cuentos.
Pero, ¿Cuál es la diferencia entre estos tres géneros? El
mito siempre se refiere a un tiempo y a un personaje sagrado, es atemporal
y verdadero, es un modelo ejemplar. Se refiere a la creación y sus
personajes pueden ser dioses con apariencia humana o animal, pero pueden
también representar elementos naturales como el rayo o el viento. Al ser
ejemplar es normativo, y sirve para mantener la cohesión grupal, por lo
tanto no puede transgredirse, ni olvidarse, ni ignorarse. El mito está
presente en todas las actividades humanas. Por su parte la leyenda puede
también referirse a un tiempo primigenio, pero también puede referirse a
un tiempo histórico, y sus personajes son héroes, personajes que por
alguna razón se han destacado dentro de su pueblo: un buen cazador, o que
ha salvado a su pueblo de morir de hambre… que a su vez se convierten rápidamente
en semidioses o dioses, son lo seres tutelares de la comunidad. No
necesariamente los héroes tienen que haber sido seres de carne y hueso,
pueden ser también de origen mítico; es por ello que las leyendas pueden
ser sagradas o profanas. Los cuentos, en cambio, son los märchen,
su función es la de divertir y pueden ser
contados sin seguir un rito especial. En las comunidades amazónicas los
mitos sólo se transfieren de hombres a niños, los cuentos se narran a
toda la comunidad. La
característica de los mitos, leyendas y cuentos está basada en la
oralidad. Este aspecto solemos olvidarlo muy a menudo cuando consideramos
que la literatura sólo
existe a través de la palabra impresa. Por lo tanto estamos borrando de
un solo plumazo miles de años de historia del ser humano. Semejante
olvido nos llevaría a borrar también La
Ilíada y La
Odisea, pero antes de estos cantos, estaríamos
ignorando el período védico, cuyas producciones literarias se remontan a
2500 a de C, y donde se encuentran las bases de la cultura occidental. Tras
el período védico surgen los cantos épicos del Mahabharata
y del Ramayana.
El Mahabharata,
en su versión definitiva, es considerado como la obra literaria más
extensa jamás producida por el hombre, pues se compone de 20000 versos. Pero
no solamente tenemos como ejemplo los libros sagrados de la cultura del
Indostán. La tradición hebrea nos legó La
Biblia. Y según Georges Frazer, en su
magnifico libro El
Folklore en La Biblia, nos relata como todos
los acontecimientos que se describen en el Antiguo Testamento corresponden
a antiguos mitos y leyendas de diversas culturas asiáticas. Pero
volvamos a La
Ilíada y La
Odisea, son cantos épicos atribuidos a
Homero. En sus inicios estos cantos eran acompañados de música. Y el
mismo Homero fue un rapsoda que iba de pueblo en pueblo cantando sus
poemas en las casas de los hombres adinerados de su época. Esta costumbre
ha pasado incluso a nuestros días; en pueblos como el bosnio se han
encontrado juglares que aún recitan grandes poemas, estos sobrevivientes
de los juglares del medioevo poseen una memoria a toda prueba. Pero ¿Cuál
ha sido el papel del poeta a través de los tiempos?: “Por
lo general el poeta en Occidente ha sido considerado como un paria de la
sociedad, como un mendigo que vaga de pueblo en pueblo en busca de su
subsistencia, al menos esa era la visión que se tenía en la antigua
Grecia. Según Hermann Fränkel: “...
el cantor iba de lugar en lugar. Acudía a
muchas puertas extrañas sin saber si se le abrirían. Si era admitido,
probablemente permanecería en el umbral, en el lugar de los mendigos,
esperando la invitación para sentarse en el salón. Así vemos largo
tiempo la mesa de sesiones del palacio real de Itaca por los ojos de
Ulises y desde la perspectiva del umbral. En gratitud por la hospitalidad,
el cantor debía plegarse a cualquier indicación del amo y sus huéspedes
para divertir a los comensales”.
(Poesía y Filosofía de la Grecia Arcaica. Impreso en España-Gráficas Rógar.
Fuenlabrada, Madrid, 1993. Pág 29). Sin
embargo el poeta o cantor, como es lógico suponerlo, debía sentirse
bastante vejado, puesto que estaba consciente de su superioridad
intelectual frente al rey que lo acogía en su palacio. Al igual que
Ulises, eran viajeros que habían recorrido el mundo conocido hasta
entonces, habiendo aprendido otras formas de pensar
y de ver la realidad. Para asegurar su sustento, al menos durante
unos días, era necesario que el interés de la audiencia por el tema que
estaba siendo cantado no decayera, de lo contrario el poeta debía
alejarse del lugar y buscar otro sitio donde ser acogido. De ahí la
enorme extensión de los cantos épicos y la libertad que se tenía para
alterar el texto, sobre todo en la épica no escrita: interpolaciones,
olvidos aparentes o recreaciones del texto anterior. Hermann
Fränkel hace alusión a un investigador bosnio de nombre Murko, quien
realizó un trabajo de campo con los cantores de su tierra, habiendo
descubierto que estos hombres dominaban en promedio 30 o 40 cantos, en
algunos casos hasta 140. Y cada canto podía tener una duración de tres
horas, llegando incluso a las 7 y 8 horas, dependiendo hasta que punto el
cantor hubiera logrado captar la atención del público, podía alargar o
acortar una recitación. Por lo tanto el material siempre era
reinterpretado, nunca era narrado mecánicamente. Según Fränkel los
cantores homéricos actuaban de la misma forma. En
la Europa Medieval son los juglares que recorrían los feudos, cantando y
contando los últimos sucesos acaecidos en remotas tierras, los que
reemplazaron a los antiguos cantores griegos. Al igual que los antiguos
griegos, la sociedad medieval miraba con menosprecio la actividad del
juglar. Más recientemente, en el
siglo XIX, los poetas fueron considerados “malditos”, como fue el caso
de los poetas simbolistas: Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé y Verlaine. O
encarcelados como Mallarmé y
Oscar Wilde, quienes fueron condenados al ostracismo social y a la vejación,
por salirse de todos los convencionalismos de la época victoriana. Tanto
los cantores griegos como los juglares siempre acompañaban sus
narraciones épicas con música”(1) Y
si sobre la existencia real de Homero se presentan diversas dudas e hipótesis,
en la Hélade existió otro poeta de quien no cabe la menor duda sobre su
existencia verdadera. Su nombre es Hesíodo, y su obra Teogonía
o Genealogía de los dioses, es un poema de más de mil versos
donde el poeta trata de explicar de una forma racional los principales
mitos griegos. Posteriormente
surgiría el teatro griego, otra forma más de cohesión del pueblo helénico.
El teatro griego tiene sus orígenes en los ditirambos tradicionales; los
ditirambos son himnos que contaban las
aventuras de Dionisos (el dios del vino y de la fiesta), y que eran
interpretados en las fiestas que cada año se celebraban en su honor.
Estos cantos, o ditirambos, rápidamente evolucionaron a cantos de mayor
complejidad, por lo que se estableció un diálogo con el corifeo. Estos
son los inicios del drama y de la tragedia. Surge entonces Esquilo, y como
habían hecho sus antecesores, sus tragedias están inmersas en la fuente
inagotable de la mitología griega. El mito es narrado al espectador a lo
largo de tres obras perfectamente encadenadas la una con la otra. El mito
le sirve a Esquilo para reflexionar sobre hondos problemas, tanto
religiosos como morales. En la tragedia griega el hombre es una marioneta
de los dioses, no tiene libre albedrío y el destino juega con él. El
teatro griego tendría grandes exponentes: 1.Sófocles:
Su teatro es diferente al de Esquilo. El destino es mirado desde el
interior del hombre, no obstante va unido a él, de una manera absoluta.
Dentro de sus obras podemos nombrar a Antígona
y Edipo Rey. 2. Eurípides:
Sus personajes difieren de los personajes de Esquilo y de Sófocles, en
cuanto que son más humanos; las pasiones, defectos o enfermedades son
representadas casi de forma caricaturesca.
3. Aristófanes:
Contemporáneo de Euripídes, Aristófanes se dedica a la comedia. Su gran
aporte a la literatura, y en especial al género teatral, es haber situado
al hombre en las mismas calles atenienses, donde circulan día a día
diversos personajes, muchos de ellos bastante obscuros: Nos muestra la
ambición, la fatuidad, la ignorancia, la maldad o la falsa murmuración.
La vida cotidiana se convierte por primera vez en objeto estético, y
permite reír, disfrutar… pero también reírse de si mismo, puesto que
la mayoría de su público
eran los mismos personajes sobre los que Aristófanes creaba sus comedias.
Se iba a pasar un rato agradable, pero era inevitable no tener la sensación
que se estaba frente a un espejo. Sus obras reflejaban el sentir de un
pueblo, sus debilidades, sus costumbres, su conducta. Dice en voz alta lo
que ningún ateniense osaría decir (aunque se viviese en una democracia).
Atacaba a Pericles, al Senado, a la Asamblea, a los Tribunales, a los
Magistrados... Nadie escapaba a su inteligencia vivaz y aguda. La
tragedia griega pone en evidencia los grandes conflictos humanos, sus
grandes pasiones, pero también sus inmensas miserias. 4. Menandro:
Con este comediante el género gana en calidad estética, en mesura. La
Comedia sufre una transformación radical
puesto que la obra de teatro es más calculada, posee una mayor
estructuración, tiene más desarrollo. Sus personajes son abstractos, más
bien estereotipados, más genéricos: el avaro, el fanfarrón, el esclavo,
el soldado, el joven en busca de fáciles amoríos… Su
obra se conoce con el nombre de Comedia Nueva, y sólo se conservan
fragmentos. En el año de 1958, gracias al descubrimiento de un antiguo
papiro egipcio, se pudo conocer en su totalidad su comedia El
Misántropo. La Comedia Nueva sería
fundamental para el desarrollo de la Comedia Latina. Pero
la literatura griega también evolucionó a la prosa. Esopo es su más
ferviente seguidor. Aunque se le cultiva tardíamente, la prosa responde a
búsquedas estéticas bien definidas. Su misión no es sorprender o
impresionar a la imaginación sino responder a necesidades intelectuales.
Otro género literario cultivado en la época clásica es la oratoria, y
Demóstenes sería su máximo exponente. Pero también la investigación
tendría una plaza muy importante dentro de la Grecia Antigua, me refiero
a la historia, aunque hoy en día la literatura y la historia son
disciplinas claramente delimitadas, en su momento no lo eran tanto.
Heródoto, por ejemplo, narra las batallas famosas, como la batalla
de Termópilas, pero también narra las costumbres de los pueblos que
conoce en sus viajes, narra
también fábulas y leyendas. Otro gran historiador es Tucídides, escribió
la Historia
de la Guerra del Peloponeso.
Guerra en la que él mismo participó, es un documento de gran valor histórico,
máxime que es un relato tomado de su participación in situ.
La literatura Alejan Alejandría
tuvo un papel destacado en todo lo concerniente al cultivo de las artes y
las letras y a su difusión. Para ello contaba con el Museo y la
Biblioteca, ésta última tenía alrededor de un millón de manuscritos
que luego desaparecerían en un cruento incendio. Pero no solo en la
ciudad de Alejandría se podía encontrar un centro del conocimiento y del
saber como era la Biblioteca, también había una en la hermosa ciudad de
Efesos (situada en lo que hoy en día conocemos como Turquía). Apolonio de Rodas: Este
gran erudito ha ido a las fuentes de la literatura para conocerlas y
saborearlas. Homero era el portavoz de la conciencia de su pueblo, los
mitos y leyendas los había escuchado desde siempre y él los canta a su
vez. Apolonio de Rodas, es un lector consumado. Su sapiencia proviene de
los libros, y en su obra esta característica aparece frecuentemente por
las etimologías y descripciones librescas que utiliza permanentemente. En
su extenso poema Los
Argonautas, desarrolla su gran capacidad lírica
e incluso su percepción psicológica. La literatura latina: El
Imperio Romano avasallaría las civilizaciones circundantes: Grecia y
Egipto. No obstante supo
entender la gran importancia de estos pueblos. Especialmente el griego,
por lo que habría de emularlo en todas sus actividades culturales,
incluyendo las religiosas. Roma no fue vencedor sino el vencido,
culturalmente hablando. El pueblo latino es un pueblo a todas luces
helenizado. Sus autores imitan a los autores griegos, sus escultores
imitan a los escultores griegos. Sólo en la pintura y en la arquitectura
(de tipo monumental, la cual expresaría sus ansias de dominio y poder
absoluto) habrían de ser completamente originales, y por supuesto en la
creación del Derecho Romano. El teatro latino: Si
bien el teatro latino continua la tradición helénica, siendo muchas de
sus obras adaptaciones de las obras griegas, no obstante en Italia
ya existía una antigua tradición teatral que venía de la región
de Atella, en Campania. Estas obras se conocen con el nombre de atelanas,
y sus personajes eran estereotipados y grotescos: el glotón, el fanfarrón,
el jorobado… Las atelanas serán fundamentales para la creación, siglos
más tarde de la Commedia
dell’arte italiana. Género teatral que tendría
gran auge en Europa, sobre todo en Francia. En
la comedia antigua se destaca Tito Macio Plauto. Plauto: Este
comediógrafo era un cómico vagabundo, poseedor de una amplia y sólida
cultura. Es una de las principales figuras de la literatura universal. Su fuente
literaria la encuentra en asuntos griegos, pero les imprime su sello
personal. Utiliza lo que se conoce como “contaminación”: Parte de la
Nueva Comedia griega, pero indagando en las obras de los autores menos
conocidos, indaga en las costumbres del pueblo romano y hecha mano de las
atelanas. El resultado es una obra de gran originalidad, reflejo de su sólida
formación teatral. Dentro de sus obras se encuentran, entre otras, Las
Tres Monedas, El Mercader, Las Baquis.
Su
obra maestra lleva el nombre de Anfitrión,
comedia que parte de la mitología, pero desacralizándola, el mito se
convierte en farsa y la comicidad lo inunda despojando a sus personajes de
su naturaleza divina, ya que ellos se convierten en seres humanos comunes
y corrientes. La irreverencia es su nota más característica. La época de la República: En
el siglo I a.C. aparecen dos figuras relevantes: Lucrecio, Catulo y Cicerón. Lucrecio: Este
excelso poeta sufrió de problemas mentales, y en sus épocas de cordura
escribiría De
la naturaleza.
A su muerte la obra no había sido aún revisada ni corregida, y según
parece sería Cicerón quien se daría a la tarea de rescatarlo y pulirlo.
Lucrecio considera a la literatura como un recurso engañador, un halago
para atraer al lector, y así poder imponerle lo que él desea: Sus ideas
científicas y filosóficas. Pero el artificio que pudo haber degenerado
en una mala literatura dio origen a una pluma
vigorosa y ágil, con una brillante interpretación poética. Catulo: Su
naturaleza libertina marcaría por completo su obra literaria, en ella
refleja todos los vicios y pasiones de la sociedad romana. En el fondo su
obra no es otra cosa que un diario íntimo de un joven rico y culto, que
se lanza al cultivo de las más bajas pasiones y costumbres. Cicerón: Poseedor
de una aguda inteligencia, de una sapiencia a toda prueba, este insigne
escritor sigue aún tan vigente como lo era hace 20 siglos. Incursionó en
la poesía y en la prosa, también lo hizo en la política y en la filosofía.
A él se debe la depuración de la lengua latina, puesto que le imprimió
la capacidad de la argumentación filosófica. Sus tratados, como los de
Platón, son en forma dialogada, entre ellos se destacan: Las Tusculanas
y los breves tratados sobre la Amistad
y la Vejez.
Su profesión de orador lo llevó a escribir obras de retórica: Del
Orador, De la Invención, Brutus.
Incursionó también en el género epistolar, y
como su intención era escribir sólo a sus amigos o a su esposa,
sus cartas revelan sus más íntimos deseos, sus angustias y sus alegrías,
su intimidad carece de maquillaje y nos muestra a un Cicerón limpio, auténtico
y humano. La Época Imperial: Virgilio: Su
obra, conocida como Bucólicas,
pertenece al género pastoril. Detrás de sus
pastores se esconden personajes cultos. Que hastiados de la vida desean
emigrar a la Arcadia, lugar paradisíaco, donde la disertación filosófica
y el gusto por las bellas artes, son el deseo de estas mentes más
acuciosas. En Las
Eglogas
describe un
paisaje irreal, poco o nada tiene que ver con la campiña
italiana, ni con los campesinos o pastores que él había conocido en su
infancia. El lenguaje es artificioso, rebuscado, lejos del lenguaje
utilizado comúnmente por los pastores tradicionales; pero impregnado de
una alta calidad poética. Pero
su gran aporte a la literatura se encuentra en La
Eneida, con la cual se vincula a la tradición
homérica. En este extenso poema habla del personaje mítico Eneas y del
pasado mitológico latino. Esta epopeya muestra a una Roma poética y
trascendental, donde su magnífico pasado se une al presente y al futuro.
Virgilio es consciente que en su obra desfigura la historia, para darle más
importancia al aspecto meramente poético y simbólico de la mitología.
Si bien emula a Homero, su obra es ante todo una obra humana, no divina. La
Envidia es
una obra que exalta el sentimiento patriótico y religioso. Horacio: Este gran poeta hace de la cotidianidad un canto, una oda excelsa. Lo cotidiano se convierte en un canto lírico, provisto de la más exquisita belleza. Sus versos han sido considerados como uno de los más hermosos, no sólo de la literatura latina, sino de todos los tiempos. Después de sus Odas, el poeta retoma un estilo que había cultivado anteriormente: la sátira. Escribe Arte Poética, un texto fundamental para la formación de los escritores; en cuanto que su conocimiento y lectura es fundamental para la comprensión de la mentalidad clásica frente a la literatura. Ovidio: La
sociedad libertina de su época habría de verse reflejada en su obra El
Arte de Amar, reflexiones en torno al amor,
a la seducción y al erotismo. Este libro habría de ser uno de los
pilares de la búsqueda literaria del medioevo. Autores, como María de
Francia o Chrétien de Troyes, los leerían e incluso los traducirían.
Esta obra sería fundamental para los siglos venideros, establecería un
canon a seguir y una fuente inagotable para pintar las pasiones de hombres
y mujeres. Séneca: Contrariamente
a Ovidio, Séneca (de origen español) se destaca por profesar la virtud y
es un estoico consumado. Su elevada actitud moral le valdría un destacado
lugar en la Edad Media, donde se le equiparó, incluso, al Apóstol Pablo.
El cristianismo habría de tener en él a una de sus principales figuras.
Séneca, además de la prosa moral, cultivó el género de la tragedia.
Sus obras son las únicas que se conservan actualmente. Su estilo era un
realismo desmesurado, realismo que resalta aún más por el lenguaje retórico
empleado por sus personajes. Sus obras fueron escritas para ser leídas,
no para ser representadas; es muy posible que esta característica sea una
de las causas por la cual pudieron haber sido conservadas. Esto sumado a
la reverencia que se le rindió en el medioevo, siendo traducido por los
monjes, en una labor encomiable y definitiva para la preservación de sus
manuscritos. La literatura en el cristianismo: Para
el año 313 de nuestra era, el cristianismo ya se había afianzado
definitivamente en el pueblo. Constantino lo reconoce oficialmente por
Decreto convirtiéndose en la religión oficial del Imperio. Esto suponía
un cambio radical en el pensamiento religioso, puesto que hasta ese
momento la única religión monoteísta había sido la hebrea. Las
religiones antiguas pasan a ser consideradas creencias paganas, pero el
latín sería durante muchos siglos la lengua culta. Es decir el latín
serviría como vehículo de comunicación entre los pueblos, pero sobre
todo sería la lengua que los eruditos emplearían para discernir y
escribir; lo cual sería fundamental para la propagación del
cristianismo. Las letras van a servir como medio para dar a conocer El
Nuevo Testamento, inicialmente escrito en su
totalidad en griego, a excepción del Evangelio
de San Mateo, cuyo original había sido escrito
en arameo, habiéndose perdido posteriormente. Luego reencuentran los
Padres Apostólicos, como San Ignacio de Antioquia. La Iglesia Griega
contaría con un gran erudito conocido como Clemente de Alejandría, quien
tenía una posición adversa frente a los mitos y leyendas, sin embargo
los conocía muy bien e
incluso dejaría notas y fragmentos relativos a la literatura que decía
no apreciar. La literatura, junto con la pintura y la arquitectura,
representa el más valioso de los instrumentos de la obra educativa que
comienza a realizar la Iglesia Cristiana. La finalidad de educación moral
es el rasgo más relevante de la concepción cristiana del arte y de las
letras. Para
el siglo V el Cristianismo ya no tenía detractores y su afianzamiento era
un hecho consumado; por lo tanto la literatura ya no tiene la necesidad de
cumplir con esa función propagandística de los primeros tiempos. Por lo
que va adornándose cada vez más, su lenguaje se hace más retórico. Se
cultiva el dogmatismo, la moral y el ascetismo. De las bacanales romanas se ha pasado a una
época donde el espiritualismo fue la base de toda normatividad. El
medioevo es una época teocéntrica por excelencia y nada que esté por
fuera de la nueva religión tiene cabida. Dentro de esta nueva comunidad
surge una figura esencial para el cristianismo: San Agustín. San Agustín: Es
considerado como uno de los hombres más importantes que han surgido en
toda la historia de la humanidad. Sus obras abarcan todos los problemas de
la fe católica y lo convierten en uno de sus principales pensadores. Sus Confesiones
no sólo relatan los pensamientos de un alma
dolorida sino que están revestidas de un lenguaje altamente poético e
inteligente. Su prosa está exenta de vanos orgullos y con mucha
frecuencia es bastante coloquial. Característica que dista mucho de los
pensadores clásicos quienes encontraban en la retórica una única forma
de expresar sus pensamientos. El mismo San Agustín se preguntaba: “¿Qué
libro hay de los míos que sea más frecuentemente y con más deleite leído
que el de mis Confesiones?”
Estas palabras siguen tan vigentes como lo
fueron hace más de 1500 años. Por otra parte este santo había conocido
y experimentado la vanidad del mundo, hasta el punto de haber tenido una
amante por largos años. San Agustín tendrá posteriormente una
influencia decisiva en Petrarca y en el Humanismo europeo. La literatura en el medi En
la Alta Edad Media suceden dos acontecimientos que van a ser definitivos
en los siglos venideros. El papel de los monasterios, especialmente los
irlandeses, y la política educativa que impone Carlomagno. Los
monasterios habían jugado un rol preponderante en la trascripción y
traducción de textos antiguos y en el establecimiento de bibliotecas; ya
que las bibliotecas antiguas como la de Alejandría y la de Efesos habían
desaparecido. Pero sobre este tema hablaré más adelante. Carlomagno: Ninguna historia de la literatura quedaría completa si
no se tuviese en cuenta a este notable rey, que si bien nunca se destacó
por tener amplios conocimientos, si supo entender, en una época donde la
educación no tenía aún ningún valor, que la instrucción de sus
funcionarios, del clero y del pueblo era de una importancia trascendental
si efectivamente quería lograr un cambio radical en las costumbres de la
época. Esta sabia decisión tendría unos efectos que aún se sienten en
nuestra civilización. Carlomagno crea en su corte de
Aquisgrán una academia poética, un taller artístico y reúne a
los mejores sabios de la época. Es más, desarrolla un programa cultural
propio. Y aunque su política principal es la de formar
administrativamente a sus funcionarios, la literatura latina tiene un
destacado lugar en cuanto que se le ve como un modelo estilístico a
emular. En su Academia se encontraba todo un círculo literario compuesto
por eruditos y poetas, quienes llevaban a cabo, con cierta regularidad,
sesiones literarias y concursos. Todo el programa cultural de Carlomagno
estaba encaminado a dar una nueva vida a la Antigüedad. El medioevo no es una continuación de
la antigüedad, sino que la redescubre de nuevo. Carlomagno es la prueba
fehaciente de ello. Convierte el estudio de la Antigüedad en una
experiencia cultural, ya que hace de esta experiencia una conquista
cultural, o mejor la recuperación de algo perdido. Con esta experiencia
se da inicio al nuevo hombre occidental. Por otra parte, ya en la época
carolingia funcionaban los scriptorium,
fundamentales para la organización que se haría posteriormente en los
monasterios. Los Monasterios: Una
vez desaparecido el Imperio carolingio,
la ciencia, el arte y la literatura ya no serían competencia de
las cortes, sino de los monasterios. En sus bibliotecas, talleres y
escritorios se realiza ahora todo el trabajo intelectual y manual de su
tiempo. Al respecto Arnold Hauser dice lo siguiente: “El
gran mérito del movimiento monástico consistió en hacer que la producción
del arte se realizara dentro del marco de talleres ordenados, con división
del trabajo, y dirigidos más o menos racionalmente, y que para este
trabajo fueran ganados también miembros de las clases superiores”. (Historia
Social de la literatura y del Arte. Arnold Hauser. Edit. Guadarrama.
Primer tomo. Pág. 214) Fue
en los monasterios donde Occidente aprende a trabajar metódicamente, con
una división clara de los oficios y con las horas claramente delimitadas
para ello. Es en los monasterios donde se aprende la valoración del
tiempo, donde se aprende a ahorrarlo y a dividirlo; se mide le paso del
tiempo con el toque de las campanas. Quienes más se desatacaron por sus
bibliotecas y scriptoria
fueron los benedictinos. Los scriptoria,
de los monasterios benedictinos, eran grandes salas destinadas al trabajo
en comunidad. La labor de copistas y miniaturistas estaba delimitada por
la competencia de los monjes en estos dos oficios. Los miniaturistas se
conocían con el nombre de miniatore,
los calígrafos hábiles eran los
antiquarii, los ayudantes scriptore
y los pintores de iniciales rubricatore.
Pero no todos eran monjes, los había también laicos que trabajaban en
sus casas o en los
monasterios y a los que se les reconocía un modesto salario. Por otra
parte los monasterios e erigieron en verdaderos centros del saber, ya que
fueron fundamentales en la arquitectura, en la escultura, en la pintura,
en la orfebrería, se tejían tapetes, se hilaba la seda, se hacían cerámicas
y se fabricaba el vidrio. Es por ello que al lado de cada gran monasterio
se erigía un pequeño poblado. La supervivencia del uno sin el otro
hubiese sido a todas luces imposible. Esta
primera parte del trabajo estaría bastante incompleta si no nombrase al
menos a los juglares y al rol que jugaron en la transmisión de los
Cantares de Gesta. Estos cantares, como su nombre lo indica, surgen de una
canción que va siendo reelaborada a medida que va siendo reinterpretada
por diversos juglares, hasta convertirse en un poema épico de gran
trascendencia literaria. Pero el juglar, fuera de poeta, debe practicar
diversos oficios: la danza, la acrobacia, la música, debe ser payaso
cuando la ocasión lo requiera, prestidigitador, domador de osos; en otras
palabras se convierte en un bufón, en un hazmerreír para toda clase de público.
Hauser dice al respecto que es a partir del medioevo que la figura del
poeta nunca más se recuperaría, por siglos se le ha equiparado al vago,
al charlatán, al mendigo, su figura se le ha situado entre las
prostitutas, entre los hombres que están fuera de la ley y del orden.
Para ello no es sino pensar en los poetas simbolistas, quienes fueron
llamados por la sociedad de su época poetas malditos. Los juglares iban
de pueblo en pueblos, de castillo en castillo, labrándose un escaso
porvenir; más que porvenir era ganarse el pan de cada día. Nacimiento de la literatura como
profesión universitaria Hasta
ahora nunca me había planteado cuando y como la literatura había
comenzado a ser estudio de ese importante centro académico que surgiría
en Francia hacia el siglo XII y donde se acuñaría la palabra
universitas. La literatura y su quehacer, de una u otra forma siempre ha
estado ligado a la docencia; es por ello que
diría que es con la
excelsa figura de Pedro Abelardo (1079-1142) que la literatura gana un
papel muy importante en la Academia Universitaria. Pedro Abelardo,
maestro en todo el sentido de la palabra, y quien tenía que dar
sus clases en lugares abiertos para que todos los alumnos tuviesen cabida,
tal era la fama de buen profesor. Disertaba sobre temas filosóficos
(principalmente religiosos). Incursionó en la literatura con su trabajo Historia
de las desdichas de Abelardo,
más conocida como Abelardo
y Eloísa, esa extraordinaria historia de amor
que vivió clandestinamente con una joven sobrina de un alto clérigo. Una
vez embarazada se casarían también clandestinamente, pero posteriormente
deberían separarse y vivir una vida monástica. El hijo de Eloísa sería
apartado de su madre en el momento mismo de nacer y sólo lo vería de
nuevo muchos años después, convertido en un monje de la orden que había
fundado el mismo Abelardo. Traigo a colación esta historia, porque la
literatura no puede nunca desligarse de la realidad, ya que son los trágicos
momentos los que marcan a menudo el quehacer literario. No obstante estar
encerrados cada uno en su respectiva orden monástica, Abelardo y Eloísa
siempre intercambiarían una extensa correspondencia. Las cartas de
Abelardo son mesuradas, invitan a la amada a una vida de reflexión,
espiritualidad y ascetismo. Las cartas de Eloísa, en cambio, son
apasionadas, en ellas ya se respira el espíritu de la lírica cortés,
que sería tan importante en María de Francia. La Literatura en el siglo XII y en la Academia: El
siglo XII es una etapa de esplendor y renovación literaria. Contemporáneo
a Abelardo está Bernardo de Claraval (1091-1153), quien recoge toda la
tradición patrística y sienta las bases del misticismo occidental,
principalmente en su exposición del Cantar
de los Cantares. Uno de sus discípulos,
Guillermo de Saint-Tierry escribió un tratado sobre la Naturaleza
del Amor,
emulación cristiana del Arte
de Amar de Ovidio. Pero la literatura, como
materia propiamente dicha aún no se dictaba, ya que era la filosofía la
que había ganado en status e importancia. No obstante no podía
desconocerse la gran trascendencia que siempre había tenido. Yo diría
que la literatura comienza verdaderamente a ser objeto de estudio en el
momento en que se traducen a los clásicos en los monasterios
anteriormente mencionados. Posteriormente
estaría la corte de Maria de Francia, donde la literatura tendría un
papel de una trascendencia absoluta, y si bien la corte no es una
universidad, si fue decisiva para el cultivo de las letras. Sin María de
Francia es muy posible que el genio de Chrétien de Troyes no hubiese
tenido eco, ni las leyendas del rey Arturo hubiesen pasado a la
posteridad. La misma María, poseedora de una sólida cultura latina, leía
y traducía a Ovidio. Es María de Francia quien escribe los lais,
inspirados en la tradición celta que ya
anticipaba la literatura cortés, a la que aludía anteriormente. Otro de
sus protegidos era su capellán Andrés, su obra es fundamentalmente
mundana y cortés (canciones trovadorescas, artúricas y de corte erótico
como las de Ovidio). Al igual que María de Francia no le gusta mucho la
idea del matrimonio, la misma María se burla de los maridos celosos. Podríamos
decir que en esta etapa la corte cumple con un papel universitario, en
cuanto al apoyo y cultivo de las letras se refiere. En España sería
Alfonso X El Sabio, quien apoyaría e impulsaría el estudio y la creación
literaria. El mismo escribiría las Cántigas de amor y de Amigo e hizo
una recopilación de poesía mariana. Siglos
más tarde, en la Baja Edad Media, la cultura ya no sería predominio de
las cortes, una nueva clase habría de surgir: la burguesía. A esta nueva
clase pertenece un joven florentino llamado Dante Alighieri (1265-1321).
En el siglo XIV se afianzan tres elementos dinamizadores de la economía:
la banca, la industria y el comercio, los cuales no sólo dan origen a
esta nueva clase, sino que le permite a la burguesía tener acceso a
conocimientos que anteriormente sólo le estaban permitidos al clero y a
la aristocracia. Se podría decir que la Baja Edad Media es en realidad el
Prerrenacimiento. Es entonces cuando surge el insigne poeta Francesco
Petrarca (1304-1374). A quien su padre, que era notario, le puso en las
manos los libros de Cicerón, pensando que así Petrarca se inclinaría
por el Derecho. Pero la literatura le ganó la partida, y con ella la
humanidad, al contar con este poeta a uno de sus mejores exponentes.
En 1313 nacía Boccaccio, su
padre lo había destinado a la banca, pero nuevamente la literatura habría
de ganar la partida. Ninguno de estos jóvenes asiste a la universidad,
posiblemente porque aún la cátedra de literatura no existe. Habría
que esperar a que el bachiller Fernando de Rojas, como él mismo se
denomina, aparezca en escena para que la universidad entre a jugar un
papel definitivo sino en la enseñanza, al menos en el ejercicio de la
literatura. Es en la Universidad de Salamanca, ciudad donde seguramente
transcurre la acción de La
Celestina, donde Fdo. de Rojas encuentra
amigos que hablan con deleite de Plauto y Terencio. En las aulas de la
Universidad de Salamanca se
comentan sus obras con ingenio, inteligencia y sabiduría. La cátedra de
literatura había nacido, ya que no hay que olvidar que el teatro es un género
literario. Otros escritores como Juan del Encina y Lucas Fernández, también
estaban vinculados a la misma universidad. Orígenes científicos de la literatura Como
se ha visto la literatura ha sido desde sus orígenes un medio de
pensamiento, de reflexión, una forma de responder a innumerables
preguntas en torno al ser humano, a su entorno… y es además, el origen
del pensamiento religioso de todas las culturas y pueblos. Yo diría que
la literatura, aún sin proponérselo, siempre ha indagado sobre lo que no
conoce y sobre lo que conoce. Es decir siempre ha sido una herramienta
científica en cuanto al proceso cognitivo se refiere. Ya se ha aludido al
papel que jugaron los monjes en el medioevo, puesto que sin la labor
acuciosa que emprendieron en la traducción de los clásicos y en la
preservación de sus obras en las bibliotecas monacales, es muy posible
que todo ese saber antiguo hubiese desaparecido por completo de la memoria
de la humanidad. Pero como debe buscarse una época donde este proceso
haya comenzado a ser de cierta forma deliberado, yo diría que no es sino
hasta Miguel de Cervantes Saavedra, que la literatura comienza a dar
vueltas sobre si misma. Se convierte en objeto de su propio estudio. Con
Miguel de Cervantes Saavedra y con la parodia que quiso realizar de las
novelas de caballería la literatura surge como un nuevo mecanismo de
estudio, de reflexión y de recreación literaria. El mismo Rabelais, con Gargantúa
y Pantagruel,
insigne relato escrito 50 años antes que El
Quijote, hace una parodia de las novelas de
caballería y de toda la tradición celta en torno a la leyenda del Rey
Arturo, de Merlín y de Morgana. Pero
es en el siglo XIX con la aparición de la novela realista que la
literatura comienza indagar sobre la sociedad, se cuestiona el rol de la
cerrada sociedad decimonónica, sobre el papel de la mujer en el
matrimonio (Madame Bovary y la infidelidad). Con el Romanticismo la
literatura comienza a indagar sobre su papel histórico, y es consciente
de los cambios que lidera. Al respecto Arnold Hauser escribe: “Sin
la conciencia histórica del Romanticismo, sin la constante problematización
del presente, que domina el mundo mental del Renacimiento, hubiera sido
inconcebible todo el historicismo del siglo XIX, y con él una de las
revoluciones más profundas en la historia del espíritu. La imagen del
mundo hasta el Romanticismo era fundamentalmente estática, parmenídea y
ahistórica, a pesar de Heráclito y de los Sofistas, del nominalismo de
la Escolástica y del Naturalismo del Renacimiento, de la dinámica de la
economía capitalista y del progreso de las ciencias históricas en el
siglo XVIII… Sólo a partir de la Revolución y del Romanticismo, comenzó
la naturaleza del hombre y de la sociedad a ser sentida como esencialmente
evolucionista y dinámica. La idea de que nosotros y nuestra cultura
estamos en un eterno fluir y en una lucha interminable, la idea de que
nuestra vida espiritual es un proceso y tiene un carácter vital
transitorio, es un descubrimiento del Romanticismo y representa su
contribución más importante a la filosofía del presente”. (Hauser, A.
Op. Cit. Pág. 344-345). El
reconocimiento que el ser humano contemporáneo tiene actualmente, en
cuanto a una especie de destino histórico, y que somos lo que somos por
un determinado curso vital trazado por el pasado, es una conquista del
Romanticismo. Otro
de los grandes aciertos del Romanticismo es el haber develado la
existencia del “otro yo”. Es aquí donde tiene lugar el desgarramiento
del alma romántica: El ser humano comienza a realizar una introspección,
una autoobservación metódica, se considera a si mismo como un extraño,
un forastero dentro de su propio cuerpo. Descubre que dentro de su cuerpo
habitan dos almas, que muy dentro de él hay demonios, pero también
jueces… en otras palabras se adelanta casi un siglo a la llegada del
psicoanálisis. Esa búsqueda de lo irracional será ampliamente
desarrollada por los poetas malditos y posteriormente con el expresionismo
alemán, en cuanto a movimientos pictóricos se refiere. Otro
de los grandes aciertos del Romanticismo fue la renovación del lenguaje.
En los siglos anteriores, especialmente en Francia, se había llegado a un
rebuscamiento y amaneramiento total y absoluto en la utilización del
lenguaje. La expresión se destacaba por ser excesivamente alambicada y
poco o nada natural. Los románticos se abandonan a la fuerza y poder del
lenguaje, se dejan dominar
por él, lo cual es considerado como un alto signo de genio artístico. Es
en esta fuente creadora del lenguaje donde se podrían encontrar los
antecedentes de la escritura automática del surrealismo. Para
terminar esta reflexión epistemológica sobre la literatura, diría que
el Romanticismo contribuyó a la creación de un hombre y una mujer
nuevos, que poco o nada tenían que ver con sus antecesores. Por otra
parte no hay que olvidar que el Romanticismo es el primer movimiento
eminentemente burgués. Es el triunfo absoluto de la burguesía sobre la
aristocracia. Incluso para Goethe el ideal de vida es el burgués. Orígenes del quehacer literario en América y en Colombia Génesis de la literatura prehispánica: |
“Haz
que se yerga lo que me hace mujer, consigue
luego que mucho de veras se encienda. Ven
a unirte: es
mi alegría. Dame
al pequeñín, El
pilón de piedra Que
hace nacer la tierra”. Poesía Náhuatl |
El
ejercicio de la literatura siempre ha sido una constante de todos los
pueblos, y América no podía ser una excepción. América, a la llegada
de los españoles, poseía una literatura oral bastante elaborada, en ella
se encuentran desde los mitos cosmogónicos propiamente dichos, pasando
por las leyendas y cuentos. También existía una gran producción poética
e incluso se conocía el teatro. Dentro de los relatos cosmogónicos se
destaca el Popul Vuh, relato mítico quiché, poseedor de una exuberante
belleza, y que ha sido incluso denominado como La Biblia Americana, aunque
esta denominación me parece que le resta importancia a tan excelsa
producción literaria; como si los
pueblos prehispánicos no tuviesen la suficiente capacidad creadora para
lograr componer toda una obra mitológica. En
la literatura prehispánica pueden nombrarse las siguientes obras: El
libro de los Libros del Chilám Balam,
el Memorial de Sololá, Anales de los
Cakchiqueles, la
Poesía Quechua, Araucana y Náhuatl, La Visión de los Vencidos.
Ese
extraordinario relato sobre la visión que tuvo el pueblo azteca sobre
Cortés. En cuanto a Colombia se refiere está La
leyenda de Yurupary, de gran valor estético,
fue transmitido oralmente hasta su recopilación en el siglo XIX. La Literatura en la época de la Conquista: Con
la llegada de los españoles una nueva literatura habría de irrumpir en
el continente americano: Los Cronistas de Indias. Estos narradores lo hacían
por diversos motivos: Oficio pagado por la Corona, éstos serían los
cronistas oficiales, pero también estaban los cronistas que deseaban
plasmar por escrito el asombro, el
deseo de narrar lo inenarrable, y también estaban los indígenas
y…o mestizos que narraron el testimonio de su cruel e inhumana
derrota (La
Visión de los Vencidos).
El
primer cronista que escribiría sobre el Mundus Novus sería Cristóbal
Colón. Posteriormente estarían Hernán Cortés, López de Gómara y Fernán
Díaz del Castillo. En una segunda etapa estaría Gonzalo Fernández de
Oviedo y Fray Bartolomé de las Casas. En 1542 se publicaría la obra Naufragios
de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca. Pedro Cieza de León publica su Crónica
del Perú. Pero
de todos estos cronistas hay uno que se destaca por ser el primero de
ellos en aprender la lengua náhualt, me refiero a Fray Bernardino de
Sahagún. Después de haber aprendido a hablar náhualt, les enseñó a
escribir a los indígenas, en su propia lengua pero con el abecedario
latino. Es así como logró que los ancianos escribieran parte de su
extensa tradición oral. Este es el primer trabajo etnológico, lingüístico
y de antropología cultural que se conoce en América. Posteriormente está
el Padre José de Acosta, quien escribiría Historia
Natural y Moral de las Indias. Dentro
de los cronistas indios podemos nombrar a: Hernando de Alvarado de Tezózomoc,
con su obra Crónica
Mexicayotl,
editada en 1660. Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, con su obra Historia
Chichimeca. Visión de los vencidos: Inicialmente
escrita en lengua náhuatl por Angel Maria Garibay y compendiado y editado
por Miguel León Portilla en 1967. En él se reúnen cantares indígenas y
códices aztecas, recoge también los testimonios de los informantes de
Sahagún, entre otros. A continuación transcribiré un poema que refleja
el desgarramiento de los hombres ante un mundo que desaparecía
irremediablemente ante sus ojos: |
Los últimos días del
sitio de Tenochitlán En
los caminos yacen dardos rotos, Los
cabellos están esparcidos. Destechadas
están las casas, Enrojecidos tienen sus muros. Gusanos
pululan por calles y plazas, y
en las paredes están salpicados los sesos. Rojas
están las aguas, están como teñidas, y
cuando la bebimos, es
como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos,
en tanto, los muros de adobe, y
era nuestra herencia una red de agujeros. Con
los escudos fue su resguardo, Pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad. |
Posteriormente
encontramos al Inca Garcilazo de la Vega (Perú), con su obra monumental Comentarios
Reales;
y a Alonso de Ercilla (Chile) con su obra La
Araucana,
enorme epopeya de los vencidos. El barroco en América Latina: La
influencia del barroco habría de sentirse con una fuerza inusitada en la
arquitectura y en la literatura latinoamericana. Dentro de sus máximas
figuras hay que mencionar, antes que a ninguna otra, a Sor Juana Inés de
la Cruz (México, 1648-1695). Poseedora de una lírica excelsa, habría de
optar por la vida religiosa, ante la imposibilidad de dedicarse pro entero
a la literatura como laica. En el caso colombiano se destacan dos
eminentes autores: Juan Rodríguez Freile (1566-1640), con su obra El
Carnero;
y por supuesto la madre Francisca Josefa del
Castillo y Guevara (1671-1742). El siglo XVIII: En
Colombia el siglo XVIII esta presente en el mundo de las letras con
Francisco Antonio Vélez Ladrón de Guevara (1721-1781), con su Historia
de la Literatura Colombiana.
Primer esfuerzo por sistematizar la incipiente
literatura de nuestro país, y donde el autor aprovecha para publicar
varios de sus poemas. El siglo XIX: José Joaquín Fernández
de Lizardi:
(México, 1776-1827). Periodista y escritor de profesión. Su obra más
importante es, sin duda, El
Periquillo Sarniento.
Una novela que recuerda solemnemente a la novela
picaresca española. Andrés Bello:
(Venezuela, 1781-1865) Insigne figura latinoamericana. En él se conjugan
diversas características que lo convierten en uno de los más importantes
humanistas del habla castellana: Excelente jurista, sabio educador,
periodista incansable, esteta, diplomático, lingüista, poeta y traductor
de Victor Hugo. Presencia del Romanticismo en América Latina: Ya
se ha aludido a la importancia que tuvo El Romanticismo en el quehacer
literario y en la reflexión que hace de la literatura con respecto al ser
humano y a su posición en el mundo. El Romanticismo no habría de ser
ajeno a la intelectualidad del siglo XIX, haría presencia en Argentina y
en Colombia. En argentina está José Mármol, con su obra
Amalia
y en Colombia encontramos a Jorge Isaacs, con su novela insigne La
María. En
Cuba encontramos a Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873); y otro gran
argentino: Esteban Echeverría; en Uruguay, Juan Zorrilla de San Martín.
Colombia también tendría otros grandes exponentes: José Eusebio Caro
(1817-1853) y Rafael Pombo. Modelo universitario y practica pedagógica aplicada a su profesión Uno
de los principales escollos con los que suelen tropezarse los estudiantes
a la entrada a la Universidad, es su escasa comprensión de lectura y su
manifiesta dificultad para
expresar sus ideas de forma
verbal y escrita. Y ésto no es sino el reflejo del poco interés que el
sistema educativo colombiano le ha dado a la literatura, especialmente en
los últimos 20 años. La persona que lee con cierta regularidad no tiene
problemas de comprensión de lectura, y es capaz de elaborar un discurso
coherente. El buen lector se refleja en la forma como arma su texto,
independientemente de la calidad estética y…o científica de la obra o
ensayo elaborado, hay algo que sobresale: La manera como está escrito.
Por otra parte la lectura proporciona un cúmulo de conocimientos
generales que raramente se
suplen con otras disciplinas: A través de la literatura podemos
acercarnos a la filosofía, a la historia,
a la historia del arte, a la antropología, a la sociología, a la
geografía; incluso a la ciencia. Y
es que si yo deseo acercarme a la historia de la medicina, por ejemplo,
puedo acudir a Sinuhé
el Egipcio,
de Mika Waltari. Si deseo conocer la época de los tiranozuelos de América
Latina, puedo leer Yo,
el Supremo, de Augusto Roa Bastos; o El
Otoño del Patriarca, de Gabriel García Márquez;
si deseo acercarme a la compleja personalidad de Simón Bolívar puedo
leer El
General en su Laberinto, también de García
Márquez. Si me interesa conocer la invasión japonesa a China en la
primeros años del siglo XX puedo leer la extraordinaria novela Una
Hoja en la Tormenta, de Lin Yutang. Si deseo
conocer algo sobre música pudo leer Concierto
Barroco y Los
Pasos Perdidos, de Alejo Carpentier. Si como
científica deseo incursionar en las explicaciones que se le han dado a
través de la historia a los fenómenos naturales, me puedo remitir a los
mitos y leyendas de los diversos pueblos que han poblado la tierra a través
de todos los tiempos (labor desarrollada magistralmente por la geóloga
Dorothy Vitaliano, en su obra Leyendas
de la Tierra).
De
lo anterior se desprende que la literatura se erige en una herramienta
imprescindible del conocimiento humano. Si el sistema educativo colombiano
no hubiese menospreciado, por no decir temido, el estudio a todo nivel de
las humanidades, y entre ellas la literatura, otra sería nuestra
historia. Si en el ejercicio del poder hubiese menos técnicos y más
intelectuales, otro sería nuestra realidad social y económica; no sólo
en Colombia sino en el mundo entero. El olvido de las Ciencias Humanas nos
ha conducido a límites insospechados de barbarie y miseria humana. Pienso
en el pueblo kosovar, en el bloqueo económico que ha sufrido Irak desde
hace una década y Cuba desde hace cuatro; en las hambrunas de Etiopía en
los ’90 y en el nordeste brasileño en los ’80. Pienso en Shabra y
Chatilla, en la persecución a la mujer en el gobierno talibán. En los
desplazados de Colombia, en los niños y niñas que deben mantener sus
hogares en el Tercer Mundo. Pienso en la falta de educación, en la
carencia de bibliotecas, en la falta de oportunidades de empleo, en la
migración sur-norte (contraria a la migración norte-sur que se vivía
hace apenas un siglo)… La lista es larga… La
misión de la Universidad es la formación de seres humanos, seres humanos
capaces de construir un puente que soporte los avatares del tiempo, como
los obras de ingeniería romana; pero que también sean conscientes que
antes que una ciudad llena de pavimento está la gente que vive en ella. Modelo filosófico sobre la evolución del pensamiento pedagógico en la literatura La
literatura ha estado siempre íntimamente ligada al quehacer pedagógico
desde los albores de la humanidad. En la primera parte de este trabajo
desarrollé los orígenes históricos de la literatura, y la asocie con
las primeras, pero decisivas, producciones hechas por los pueblos de la
prehistoria; y luego por las civilizaciones griegas y romanas. Me refiero
al mito. El mito no sólo es una explicación plausible del mundo, sino
que sirve como cohesión entre los individuos de un mismo grupo, pero
también como cohesión con otros grupos, intercambio necesario para la
supervivencia de unos y otros, en un mundo hostil, donde la supervivencia
requiere de múltiples estrategias para no sucumbir ante el hambre o la
inclemencia del tiempo, por ejemplo. El mito, por otra parte, se rige por
normativas que varían según el clan, pero en todos los mitos y en todas
las épocas has servido como modelo ejemplar para la comunidad. Y esa base
ejemplar es la que sitúa a la literatura como un quehacer pedagógico
desde sus inicios. No es sino imaginar a un grupo de niños sentados
alrededor del fuego, en una noche fría, mientras escuchan al chamán o a
un anciano relatar por milésima vez el mito cosmogónico, para entender
que la cátedra de literatura es tan antigua como lo es la huella del ser
humano en la tierra. La
tragedia griega, por ejemplo, sirve para desarrollar diversas teorías
sobre el comportamiento humano: los celos, la ambición, el poder, el
destino al cual el hombre griego no creía tener escapatoria… Con la
comedia el quehacer pedagógico toma rumbos diferentes, el autor osa reírse
de los mandatarios o de los hombres más notables de su época, los pone
en evidencia. Visto con ojos del siglo XXI es lo más cercano al
periodismo de denuncia que pudieron haber conocido los hombres de la antigüedad;
y ésta es otra forma de hacer y practicar la pedagogía. Pero
no será sino hasta el medioevo donde la literatura se erija
verdaderamente en práctica pedagógica. Pero ¿Cómo es su surgimiento?
Para responder a esta pregunta habría que remontarse primero a los poetas
aristocráticos, especializados en cantar los poemas heroicos; es decir
los poetas cortesanos, que cumplían con un papel oficial en la corte, y
que no sólo tenían como una de sus labores divertir a la corte, sino que
debían preservar la tradición oral. Pero los
públicos cambian y con ellos la forma de hacer poesía. Surgen
entonces los juglares, mezcla de mimo antiguo y poeta cortesano, pero
también saltimbanqui, músico y danzante… Un nuevo poeta para un nuevo
público: esta vez el pueblo raso. Ya no son los umbrales o salas del
castillo, es la plaza de una aldea o el atrio de una iglesia. Por otra
parte ya se ha aludido anteriormente al papel que jugaron los monasterios
en la difusión de la literatura, así como las cortes, con Alfonso X El
Sabio y María de Francia. Y aunque la Universidad habría de darle
inicialmente una gran importancia a la cátedra de filosofía, como quiera
que sea la literatura estaba presente, inmersa dentro del estudio de la
filosofía. Pero
no será sino hasta el siglo XVII, con El Enciclopedismo Francés, que la
literatura tendrá un lugar prominente en el quehacer pedagógico. Alguno
de sus grandes pensadores y literatos, fueron a la vez preceptores o
bibliotecarios. Entre ellos habría que nombrar La Bruyère, preceptor de
la Casa de los Condé y especialmente Boileau, quien ha sido reconocido
como el prototipo del hombre de letras, su obra más importante es Arte
Poética.
En el siglo XVIII encontramos a otro gran escritor: Voltaire
(1694-1778), y por supuesto a Rousseau (1712-1778). Es a partir de este
momento que la literatura toma un rumbo que había sido siempre ignorado.
Rousseau concibe la literatura como un vehículo de educación y libertad.
Su novela La
Nueva Eloísa, anticipa la sensibilidad que
caracterizaría años más tarde al Romanticismo. Pero es con su obra Emilio
o de la Educación, que plantea todo un método
de enseñanza. Y es aquí
donde surge la dualidad del espíritu de Rousseau; mientras en teoría el filósofo y literato trataba de
defender al niño de la sociedad, aludiendo que “el hombre nace libre
pero la sociedad lo corrompe”, en la realidad abandona a sus siete hijos
en un hospicio, con todo lo que semejante lugar podía significar en pleno
siglo XVIII. Pero
¿Qué fue la Ilustración? Antes que todo fue un movimiento
revolucionario, en el sentido que fustigó ampliamente al poder
desmesurado de la Iglesia, denunció los privilegios que ostentaba el alto
clero y puso en evidencia el supuesto derecho divino de la realeza. Pero
también puso en evidencia el ocio de la aristocracia. La Ilustración
hizo posible que el pensamiento político evolucionara hasta hacer posible
la Revolución Francesa, y todo lo que este momento histórico significaría
para la historia de Occidente, incluyendo a América latina; para ese
momento Estados Unidos ya había logrado la independencia de Inglaterra.
Para los Enciclopedistas la educación sólo es un aparato ideológico que
sirve para perpetuar y defender los intereses y la ideología de la nueva
clase dominante. La Ilustración Francesa habría de influir en América
Latina, y es con la eminente figura de Andrés Bello que habría de hacer
presencia. En el caso que nos ocupa Bello surge como un educador poseedor
de una gran sabiduría e inicia la reflexión sobre la pedagogía en América
Latina. En
el siglo XIX, vale la pena nombrar a Rafael Pombo, como el escritor que
pensó en un público diferente: los niños y niñas. Con sus poesías
hemos incursionado en la literatura, y personajes como La
Pobre Viejecita y
Simón el Bobito, perduran en la memoria de
los colombianos y colombianas por el resto de sus días. El rol de Pombo
en la enseñanza de la literatura es fundamental, y esta diserción no
quedaría completa sino lo trajese a colación. Incluso José martí habría
de referirse a él en uno de sus artículos: “de
sus melodiosos versos se desprende aquella armonía y canción de amor
inefable que por fortuna jamás faltan por entero”. Y
por supuesto es José Martí (1853-1895), otra insigne figura de la
educación en América Latina, quien escribe sobre la educación en el
extranjero: “…El
peligro de educar a los niños fuera de su patria es casi tan grande como
la necesidad, en los pueblos incompletos e infelices, de educarlos donde
adquieran elementos necesarios para ensanchar su país naciente, o donde
no se les envenenen el carácter con la rutina de la enseñanza y la moral
turbia en que caen… es grande el peligro de educar a los niños afuera,
porque sólo es de padres la continua ternura con que ha de irse regando
la flor juvenil, y aquella constante mezcla de autoridad y el cariño, que
no son eficaces, por la misma justicia y arrogancia de nuestra naturaleza,
sino cuando ambas vienen de la misma persona. Es grande el peligro, porque
no se ha de criar naranjas para plantarlas en Noruega, ni manzanos para
que den frutos en el Ecuador, sino que el árbol deportado se le ha de
conservar el jugo nativo, para que a la vuelta a su rincón pueda echar raíces”.
(Páginas Escogidas. José Martí. Editorial Oveja Negra. 1985. Pág.
97). Martí
reconoce la importancia de la educación, pero al mismo tiempo considera
que es necesario formarse fuera, con todos los inconvenientes que ello
pueda acarrear, pero también como la posibilidad de salir del ostracismo
y contribuir al enriquecimiento intelectual, y por ende económico y
social de América Latina. Y
por supuesto nos adentramos en el siglo XX. Y es cuando el programa de
Letras surge en el panorama universitario. Se reconoce en la literatura,
no sólo su posibilidad de recreación intelectual, sino una herramienta válida
para el conocimiento humano. Bibliografia ELIADE, Mircea.
Aspects du Mythe. Editions Gallimard. 1983. Idem
, El Mito del Eterno Retorno. Alianza/Emecé. 5º Edición. 1984. HAUSER, Arnold.
Historia social de la Literatura y el Arte. Editorial Guadarrama/
Punto Omega.
Tomos I-II-III. Barcelona. 14º Edición. 1978. MARTI,
José.
Páginas Escogidas. Colección Historia de la Literatura Latinoamericana.
No 12. Editorial Oveja Negra. 1985. PEÑA
GUTIERREZ, Isaías.
Manual de la Literatura Latinoamericana. Educar Editores.
Bogotá. 1987. RIQUER,
MARTIN de,
José María Valverde. Historia de la Literatura Universal. Tomos
I-II-III. Editorial Planeta S.A. Barcelona. 2º Edición. 1968. VALENCIA
SOLANILLA, César.
La Escala Invertida. Ensayos sobre Literatura y Modernidad.
Fondo Mixto para la Cultura del Tolima. Pereira.
1996. VITALIANO,
Dorothy.
Leyendas de la Tierra. Biblioteca Científica Salvat. Barcelona.
1986. Citas bibliográficas: 1. ESTRADA ESTRADA, Berta Lucía. ...de ninfas, hadas, gnomos y otros seres fantásticos. Publicado en Letras Uruguay. http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/estrada_berta_lucia/de_ninfas_hadas.htm |
Berta Lucía Estrada E.
beluesfeminas.blogspot.com
Publicación autorizada, para
Letras-Uruguay, por parte de la autora, el día 12 de febrero 2008
Ir a índice de América |
Ir a índice de Estrada E., Berta Lucía |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |