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Éste era un señor que fue al casino por un whisky o dos, mirar mujeres, jugar nunca, expresó: pero a modo de broma ya está, puso una ficha al 5 y se le dio desgraciadamente. De ahí para adelante es la historia de siempre. Hasta abunda tanto el desengaño que una noche fatal el numerito aquel se le negó muchísimas veces. Entonces ha salido apurado a la calle, seco de solemnidad, y dirigiéndose al parque elige un árbol, prefiere no sé qué rama y fallece. Sin duda que al árbol se le desprendió una lágrima; pero allá en el casino, cuando se enteraron, a nadie se le movió una hoja. |
Jorge
Leónidas Escudero,
“Los Grandes
Jugadores”
(El
cero y 36 poemas vecinos)
sin sello editorial, ciudad de San Juan,
provincia de San Juan, la Argentina, 1987.
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