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Véanlo en su elemento. Es que sufre y le gusta expirar en el juego atrevido. Déjenlo que asista a sus nocturnas muertes, nadie afecte su libertad entendida como herirse. Nadie toque su libertad ni siquiera con la hoja de un lirio. Es lógico que todos lo miren con reprobación; pero hay que dejarlo que se desfleme y exude los líquidos de su imaginación excesiva. |
Jorge
Leónidas Escudero,
“Los Grandes
Jugadores”
(El
cero y 36 poemas vecinos)
sin sello editorial, ciudad de San Juan,
provincia de San Juan, la Argentina, 1987.
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