Deseando a la mujer
Julio Escoto 

Deseara a la mujer que aprovechando

mis ebriedades ciclópeas

o los intersticios cárminos de ajuste de personalidad

desmontara y arrancara mis postrimeros trapos vigentes

desgarrada escenificación, vejez apenas velada,

o sea morena península de la que luego

narrará fábulas innecesarias.

 

La mujer pues que deshoje esta final dignidad

hembra que asalte y beba en mis grifos ocultos,

pródigas fuentes bíblicas

como donde el verano ultima al pozo.

 

Esta mujer imaginaria, entonces, ajena a clepsidras

que enseña tras el trote de los espejos

cadera euclidiana y botón edénico

es decir cisura crepuscular y sello o lacre

de donde, si pudiendo, lame mi lengua ríspida

bordes continentales y secretos

igual que náufrago en la mar

o como ave que rondando el azul

aire del espacio doma al cielo

 

De esa pues, insisto, mujer descomedida

cuyos pezones híspidos

descendiendo lentamente hacia mi rostro

tizan aerolitos gemelos en la comprometida oscuridad,

fruta oscilante, varona o especie de gota hendida

que ha de lloverme

incluso

sin que desenvuelva del todo mi paraguas sorprendido,

vislumbraré sus gestos vívidos

veloces desarropes y el amarre

de sus muslos de sable herodiano

la sombra de sus cabellos que la cubre hasta el ecuador

su boca ígnea

las pupilas con que inmoviliza a la presa

y cierto rictus húmedo de saliva disolutoria

previo a ser consumido

antes de que a la puerta se despida

balanceándose

desde donde traza anónimo adiós.

Julio Escoto 
(10.05.01)

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