Relente |
Adán vuelve a casa. Intenta recordar el camino quizá una piedra, una miga de pan un tatuaje en la memoria tal vez, un talismán que te lleve al hogar. No me urge parirte un hijo tu niño es todo lo quiero. Eva, vuelve a casa. No eres culpable de mis caídas ni de la expulsión de nadie no amamantes esa idea. No me enseñes a comer del árbol prohibido -se aprende en cualquier esquina de la viña del señor- Tráeme tu infancia entonces, sabrás de dónde vienes, adónde vas. José, vuelve a casa. Cura tu ayer es justo y necesario en el pesebre que aún es tibio hay una hija que esperando está. María, vuelve a casa. Ruega por todas nosotras levanta el velo que consagraron los señores de la inquisición cuéntales, grítales, mujer que no eres menos santa si no vine de la nada que no es pecado nacer en vientre de quinceñera del amor y el placer. María, que se rompa el espejo en él tus hijas no nos podemos ver cualquier intento queda afuera como afuera te han dejado de la Divina Trinidad. María, he vuelto a casa. Aunque no estás obligada a hacerlo: ¿Podrías besar mis heridas? |
Lety Elvir
Mujer entre perro y lobo
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