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Record mundial e Inferno

De los realizadores Eduardo Lucatero (México) y Thiago Moulin (Brasil)

Discapacidad física y psicosocial

por Jesús Dueñas Becerra
jesus@infomed.sld.cu

Los documentales Record mundial e Inferno, de los realizadores Eduardo Lucatero (México) y Thiago Moulin (Brasil) fueron —entre otras— las opciones audiovisuales que el multicine Infanta incluyera en la programación del XXXVII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

En esta ocasión, el cineasta mexicano, quien se encontraba presente en la sala 1 del capitalino complejo cinematográfico, presentó Record mundial; proyecto audiovisual que, según declaró, le llevó 5 años de infatigable labor: desde que conoció al carismático atleta Gustavo Sánchez Martínez, quien padece las secuelas físicas de una anomalía congénita. Desde la vertiente intelectual, es un chaval normal y muy maduro, no obstante su juventud y las limitaciones que presenta, pero —en modo alguno— han devenido un obstáculo para que alcanzara medallas de plata y de bronce en su país y medalla de oro en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012.

Las secuencias fílmicas correspondientes, recogen los testimonios aportados por los padres (seres encantadores), las dos hermanas mayores, y los entrenadores de natación que ha tenido Gus (como lo llaman sus allegados). Relatan los progenitores que, desde que era un bebé, a Gus le encantaba el agua (su medio natural por excelencia) y nadar; deporte que, con el discurrir del tiempo, lo llevaría a la cima de la montaña en los campeonatos paralímpicos de natación, tanto de carácter nacional como internacional.

Cuando tenía 6 años de edad, el señor Sánchez y la señora Martínez hablaron con el director de la instalación deportiva, donde Gus se formara como atleta profesional. El funcionario solo le formuló una sola pregunta: “¿te gusta el agua?”. “Sí”, contestó Gus. Acto seguido, le incitó, “pues si te gusta el agua, tírate a la alberca (piscina)”. El pequeño príncipe lo hizo sin pensarlo dos veces. Entonces, les manifestó a los padres: “tiene madera para nadador; a partir de hoy, nuestra instalación será su segunda casa”. Y así ha sido y es…, hasta hoy.

De esa forma, comenzó Gus, un muchacho inteligente, sencillo, humilde, que no alberga el más mínimo complejo de inferioridad en relación con la discapacidad física que padece desde que abrió los ojos al mundo, a escribir su leyenda personal en el campo de la natación, apoyado y amado, sobre todo por el padre, quien ha desempeñado una función básica indispensable en la formación de la personalidad de su retoño, la madre, una mujer con una gran visión de futuro y muy confiada en cuáles son los metas que su hijo varón se ha trazado en la vida, las hermanas e instructores de ese deporte, en quienes descubriera los valores éticos, humanos y espirituales en que se estructura la personalidad de un verdadero atleta (paralímpico o supuestamente normal).

El amor que la familia, los compañeros de escuela y los amigos le profesan a Gus fue la llave mágica que le abrió las puertas del éxito a ese joven, cuya capacidad para relacionarse con el otro la descubriera, in situ, el realizador Eduardo Lautaro para llevar a la pantalla grande esa joya del género documental, sustentado —fundamentalmente— en un enfoque ético-humanista y en un soporte estético-artístico por excelencia.

Mi recomendación es que ese material sea proyectado en las escuelas de educación especial para niños y adolescentes con discapacidad física, para que puedan apreciar la gran capacidad de resiliencia que tiene Gus, quien conquistara la simpatía y la admiración (no la lástima) del auditorio desde que se mostrara en pantalla por vez primera.

Inferno, del realizador brasileño Thiago Moulin, desarrolla el polémico tema relacionado con la drogodependencia a las sustancias duras (crack), y cómo el consumo destruye las bases bio-psico-socio-culturales y espirituales en que descansa la salud del homo sapiens y la calidad de vida de quienes consumen esas sustancias, cuyo uso continuado los lleva —inexorablemente— a la depauperación psicosocial y espiritual, e incluso, a caer en los brazos de Tanatos (la muerte).

Las imágenes recogen los testimonios de personas (casi todas jóvenes, la mayoría perteneciente al sexo masculino, y habitantes de las tristemente célebres favelas brasileñas), quienes explican cómo cayeron en las redes invisibles de la

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