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Los dioses rotos
Del realizador Ernesto Daranas
por Jesús Dueñas Becerra
jesus@infomed.sld.cu

 

El laureado filme cubano Los dioses rotos, del talentoso realizador Ernesto Daranas, está inspirado en la obra literaria San Isidro 1910. Alberto Yarini y su época, de la poetisa, escritora e investigadora Dulcila Cañizares.

Ese largometraje, protagonizado por Silvia Águila (Laura), Carlos Ever Fonseca (Alberto), Annia Bú Maure (Sandra) y Héctor Noas (Rosendo), entre otros ases de las artes escénicas caribeñas, le muestran al espectador que, en nuestra geografía insular, se puede hacer cine de impecable calidad estético-artística y eficaz desempeño actoral, conducido por un hábil director. 

La trama de Los dioses rotos gira alrededor de una profesora universitaria que, como parte de su tesis doctoral, investiga sobre la vida del famoso proxeneta cubano, Alberto Yarini, asesinado a balazos por sus rivales franceses que, encabezados por Louis Letot, controlaban el negocio de la prostitución en La Habana, en las primeras décadas del siglo XX.

La prostitución, las drogas, el juego y otras muchas realidades sociales complejas enlodaron la Cuba republicana desde 1902 hasta 1958. Ahora bien, la aspirante al grado científico de doctor, interesada en demostrar la vigencia del legendario personaje, se adentra en una de las zonas más complejas y sórdidas de La Habana de hoy.

       
En el desarrollo de la trama, se revela la verdadera personalidad de  Alberto, graduado universitario, y chulo por devoción al sexo y al dinero fácil; cómo discurrió su azarosa vida en el barrio de San Isidro, donde, al igual que Yarini, nació y creció…; cómo se enamoró perdidamente de Sandra; vivió un romance apasionado con una empresaria extranjera, así como con una de sus profesoras, y por último, con Laura.

El error de Alberto y Rosendo fue involucrarse sentimentalmente con Sandra, ya que esa pasión letal les costó la vida a los dos chulos. Alberto fue inmolado por Rosendo, mientras que Sandra mató al victimario con la misma arma con que el finado pensaba defenderse de un traicionero ataque del celoso proxeneta, que alardeaba de poseer una prenda que había pertenecido a Yarini.

Carlos Ever Fonseca (actor en óptimo proceso de crecimiento artístico, humano y espiritual), y Héctor Noas (actor ya consagrado en los medios), liberaron en escena los demonios ocultos en el componente instintivo del inconsciente freudiano de un proxeneta. Y con apoyo en el uso racional de sus excelentes recursos histriónicos, defendieron el papel que desempeñaran en ese polémico filme.      

Silvia Águila y Annia Bú Maure tejieron artísticamente los rasgos personológicos que configuran el complejo entramado psicológico en que se estructuran sus respectivos personajes. En consecuencia, adaptaron al ambiente donde se desarrolla la acción dramática, la forma de pensar, sentir y expresar los conflictos y contradicciones existenciales de Laura y Sandra, a quienes prestaron piel y alma en el set de filmación. 

En mi opinión, en Daranas hay un psicólogo sagaz, que percibió —con meridiana claridad— que entre el chulo y la prostituta se establece una relación simbiótica o sado-masoquista, donde el victimario maltrata física y psicológicamente a la víctima y vive a expensas de explotar el cuerpo y el alma de la meretriz. Por otra parte, ella acepta y disfruta morbosamente los vejámenes y la extorsión de que es objeto por parte del proxeneta.

Ese vínculo enfermizo chulo-prostituta deviene un negocio (rentable para el victimario y pésimo para la víctima), uno de los  eslabones que hiere en pleno rostro a una sociedad que lucha sin cuartel por eliminar las drogas, el jineterismo y la corrupción, entre otras secuelas que opacan ese sol del mundo moral que ilumina a los cubanos desde enero de 1959.  

Aunque basado en hechos reales, Los dioses rotos es una cinta de ficción, cuyo contexto es un barrio de La Habana Vieja, donde los chulos y las prostitutas crecen silvestres como el marabú, o mejor, como espectros vivientes que emergen de una coyuntura socio-histórica que ha quedado sepultada en el tiempo.

En el proceso de elaboración de la trama y las sub-tramas desarrolladas en esa película, Ernesto Daranas tuvo en cuenta dos componentes fundamentales de nuestra identidad nacional: el delicioso ajiaco multi-étnico-cultural que, según Don Fernando Ortiz, alimenta la personalidad básica del cubano, así como el sincretismo religioso que mediatiza su espiritualidad.

Por último, un mensaje por vía subliminal, dirigido a los proxenetas de nuevo cuño para que no olviden —como les sucedió a Alberto y Rosendo, y por ende, encontraron la muerte— el aforismo de Luis Letot que ilustra esta crónica.         

Los Dioses Rotos Official Trailer

Jesús Dueñas Becerra - psicólogo, crítico y periodista
jesus@infomed.sld.cu
 

Publicado, originalmente, en la web de Cuba Literaria http://www.cubaliteraria.cu

 

Link: http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=13736&idseccion=77 - La Habana, 20 de octubre de 2011
 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 24 de noviembre de 2015


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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