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Desde la adolescencia, dio muestras fehacientes de su talento y maestría
en diferentes disciplinas artísticas. Con solo 17 años de edad fue
contratada como profesora en la exigente Escuela de Arte Dramático de La
Habana.
En los inicios de su carrera como actriz formó parte del elenco de las
Brigadas «Francisco Covarrubias», con las que representó Santa Juana
de América. Integró los elencos artísticos de Radio Progreso y Radio
Liberación.
En la pequeña pantalla insular, actuó en programas dirigidos por Roberto
Garriga, Sergio Nicols y Antonio Vázquez Gallo, quien le entregó el
protagónico femenino (Honorata de WanGould) en Las aventuras
del Corsario Negro; papel que le granjeó excelentes críticas y gran
popularidad.
Durante su breve estancia en el Instituto Cubano de Arte e Industria
Cinematográficos (ICAIC), fue asistente de dirección de Roberto Fandiño
y del danés Theodore Christensen, con quien trabajó como investigadora y
coguionista en el documental Ella.
Como profesora, en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT),
impartió numerosos cursos de Guión y Dirección, Análisis Dramatúrgico y
Formación a camarógrafos y diseñadores de iluminación.
En 1991, viajó a España para ocuparse de la cátedra de televisión de la
Escuela Superior de Imagen y Sonido de Benposta, Ourense. En Galicia,
considerada por ella como su segunda patria, encontró acogida y
reconocimiento.
Con el apoyo de la Casa da Xuventude de Ourense, tuvo la oportunidad de
cumplir un viejo sueño: la creación del Obradoiro de Teatro de Loly
Buján; agrupación donde durante quince años impartió clases, formó a
jóvenes promesas y montó obras del repertorio universal.
Loly Buján se ha marchado rodeada del cariño y el respeto que supo
ganarse con su carácter y con la leyenda personal que escribiera durante
su tránsito terrenal. Deja a la cultura caribeña un rico legado
intelectual y espiritual y el agradecimiento eterno de quienes fueron
sus alumnos y compañeros de labor, así como de los millones de cubanos
que disfrutaron sus programas, donde demostró que, a pesar de todos los
obstáculos y prejuicios, la televisión puede ser —y es— un tremendísimo
arte.
¡En paz descanse, maestra, porque usted, al decir martiano, ha cumplido
bien la obra de la vida! |
