Latido, idea original de la primera bailarina, maestra y coreógrafa Lizt Alfonso, directora general de la compañía que lleva su nombre, música del maestro César López y asesoría dramatúrgica de Eberto García, es el título del espectáculo que, con carácter de reposición, lleva el Ballet Lizt Alfonso a la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso (GTHAA), escenario de los grandes éxitos nacionales de la emblemática agrupación.

Dicho espectáculo, que estará en cartelera los dos primeros fines de semana del mes de junio, cuenta con la presencia de los bailarines panameños Edgar Santamaría y Yabir Castro, quienes acompañan al profesor y ensayador Juan Carlos Costoya.

Ahora bien, la participación de esos artistas centroamericanos no constituye —en modo alguno— el único atractivo con el que la compañía focaliza la atención e interés de los amantes del género fusión, cuyos bailarines cultivan desde hace más de dos décadas, ya que Latido marca el regreso al vetusto Coliseo de La Habana Vieja de la bailarina y maestra Idania la Villa, quien fuera primera solista del Ballet Nacional de Cuba (BNC), que jerarquiza la “prima ballerina assoluta” Alicia Alonso, miembro de honor del Consejo Internacional de la Danza.

Por si todo ello fuera poco, forman parte del elenco, en calidad de solistas, los bisoños bailarines Yordano Burgar (pareja 12) y Yadian Rodríguez (pareja 10), dos de los competidores del popular espacio televisivo Bailando en Cuba 2. Yordano y Yadian se unen a las primeras bailarinas Yadira Yasell y Sandra Reyes, figuras consagradas de ese conjunto músico-danzario que —junto a otras— debutan en esta renovada entrega del Ballet Lizt Alfonso.  

El objetivo fundamental de esa reposición es acelerar, una vez más, los latidos cardiacos de los espectadores locales y foráneos, y por ende, hacer vibrar de emoción a los fieles seguidores de la agrupación, la cual ha llevado lo mejor del arte danzario insular a los cinco continentes.

La puesta en escena comienza con la presentación de una fase previa del entrenamiento que reciben los bailarines; apertura que evoca en el archivo mnémico del espectador procesos teatrales latinoamericanos generados en los años noventa del pasado siglo.

Latido constituye una exitosa aproximación a estéticas posmodernas, signadas —básicamente— por el género fusión, que identifica a ese colectivo artístico en cualquier escenario nacional o extranjero, y que funde en cálido abrazo danzas folclóricas, clásicas, contemporáneas, e incluso, populares, pero sin subordinarse —en modo alguno— a estructuras estáticas; por el contrario, incorpora estructuras muy dinámicas y flexibles.

El óptimo desenvolvimiento técnico-interpretativo de los primeros bailarines y danzantes invitados, así como de los solistas y miembros del cuerpo de baile, es libre como el viento y el vuelo de las aves, sin transgredir —nada más lejos de la realidad— los principios básicos esenciales en que se sustenta el estilo de cada una de las manifestaciones danzarias llevadas al proscenio.

Por lo tanto, se alejan años luz de la poética, caracterizada por la precisión y exactitud casi matemáticas que han singularizado a la agrupación; poética que ha pautado las magistrales actuaciones del Ballet Lizt Alfonso durante más de dos décadas.

Con apoyo —sobre todo— en la danza contemporánea, la directora general de la compañía explora con pleno conocimiento de causa y efecto, no solo las posibilidades reales y potenciales del cuerpo, sino también las de la mente y el alma de los intérpretes. Los bailarines saben aprovechar al máximo la novedosa concepción poética y estético-artística adoptada por Lizt Alfonso, para intelectualizar y espiritualizar los movimientos corporales en que descansa el arte danzario en general.

Los danzantes buscan, y logran encontrar, la luz que irradia el mundo interior del artista. En consecuencia, la proyectan sobre el público y acarician el intelecto y el espíritu de los admiradores de una de las mejores agrupaciones de su tipo en el mundo.

La música, compuesta en su totalidad por el director de la agrupación Havana Ensemble, hace transitar al auditorio por el “tempo” psíquico y el espacio, para hacerle evocar —en la intimidad del ser— una cálida sensación, que llena con creces cualquier vacío existencial.

Latido es un espectáculo, cuya revisitación estoy seguro deja una huella indeleble en la memoria de quienes asistimos a la sala García Lorca del GTHAA, ya que —sin discusión alguna— contribuye a consolidar una nueva etapa en la carrera artístico-profesional de los integrantes del Ballet Lizt Alfonso.

Ver, además, del mismo autor: Ballet Lizt Alfonso: veintiséis años en el espectro danzario universal