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Miradas del espectador |
"La ciudad", de Tomás Piard |
La ciudad, de Tomás Piard, es el filme de estreno que, producido por RTV Comercial, con la colaboración del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), fuera exhibido en las principales salas oscuras de la capital cubana. Tomás Piard, director y guionista, es Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana, Licenciado en Arte de los Medios de Comunicación por la Universidad de las Artes (ISA); y Máster en Artes por la Escuela de Dirección y Realización de Televisión y Sonido de Benposta, Galicia, España. Ha cursado posgrados en Museología, Arte Oriental, Psicología infantil y de la Adolescencia y Dramaturgia de la Telenovela, así como también en varios festivales de cine y vídeo. |
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Ejerce la docencia artística superior en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) del ISA, la Escuela Gallega de Cine, en Vigo, y la Escuela de Cine de la Universidad Veritas de San José de Costa Rica. Sus filmes, entre los que sobresalen Los desastres de la guerra (2012) y la versión cinematográfica de la obra Si vas a comer espera por Virgilio (2013), han sido proyectados en Cuba y otros países. Además, ha sido jurado en certámenes cinematográficos nacionales y foráneos. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y SIGNIS-Cuba. Por sus notables aportes al desarrollo de la cinematografía caribeña e iberoamericana, ha recibido numerosos premios y reconocimientos; entre ellos, la Orden al Mérito Artístico, otorgada por el Ministerio de Cultura de la República de Cuba. La ciudad es un drama muy humano y espiritual acerca de circunstancias y conflictos actuales que enfrentamos quienes vivimos, amamos, creamos y soñamos en nuestro archipiélago. El elenco lo integran artistas de la talla de Luisa María Jiménez, Patricio Wood, Omar Alí, Héctor Hechemendía, Dania Splinter y Herminia Sánchez, quienes se destacan no solo por la excelencia artístico-profesional que los identifica en los medios (teatro, televisión principalmente) en que suelen incursionar, sino también por prestarles cuerpo, mente y alma a los personajes que interpretan. Completan el elenco, los noveles Martha Salema, Carlos Solar y Aidana Febles, en quienes el público y los colegas de la prensa especializada percibieron algunos desbalances en su desempeño actoral. La emigración, la espiritualidad, la nostalgia, la fe, la amistad, el amor y la desilusión son algunos de los principales indicadores en que se sustenta la acción dramática, y devienen un leitmotiv en los medios audiovisuales locales. Se trata de un filme cuyo guion se estructura en tres historias, diferentes entre sí, pero el hilo conductor, o concepción ideo-estético-artística que las vincula es —precisamente— el controversial tema del éxodo, la emigración y el dilema de aquellas personas que se van, y luego, regresan en busca de sus raíces, o como diría el laureado escritor, musicólogo y periodista Alejo Carpentier (1904-1980), Premio Cervantes de Literatura 1977, emprenden un «viaje [de retorno] a la semilla». Ese fenómeno se muestra al público a través de las vivencias de personajes contemporáneos, que pertenecen a distintas generaciones y sexos, y experimentan el dolor lacerante generado por las separaciones, las cuales son —en grado sumo— traumáticas y dejan huellas indelebles en la mente y el alma humanas. Son personas que emigran por asuntos religiosos, por amor o por aspiraciones profesionales o de otra índole. Los personajes de los tres relatos cortos, supuestamente no tienen nada que ver entre sí, solo se cruzan — ¿por azar?— una vez en el malecón habanero. Por otra parte, La Habana constituye —por derecho propio— la síntesis de cuanto acontece en nuestro país que, en estos momentos, se encuentra enfrascado en un proceso de acuciosa transformación socio-económica. La trama se desarrolla aquí y ahora, es de palpitante actualidad y trata sobre el proceso de restauración del espíritu de ese mestizo, único e irrepetible que —no obstante nutrirse del ajiaco multi-étnico-cultural que alimenta nuestra personalidad básica— se ha deteriorado desde el punto de vista humano, se ha denigrado desde la vertiente afectivo-emocional, así como en muchos aspectos más, porque el complejo contexto actual y los “valores” que en muchas ocasiones se presentan como cartas de triunfo (posesión de bienes materiales, triunfo de la individualidad a cualquier precio, entre otros factores) han influido de forma muy negativa en las cualidades humanas y espirituales, concebidas como el conjunto de acciones que el hombre y la mujer realizan, y que le dan pleno sentido a su existencia. A este cronista le duele, no solo admitir esas realidades objetivo-subjetivas, sino también plasmarlas en estas páginas. En la tríada de cuentos que integran el filme no aparece una sola familia que esté completa, a todas les falta un miembro que emigró, y están lamentablemente fracturadas o son disfuncionales. La cinta registra todos esos años de ausencia y silencio, así como la idea —no pocas veces enfermiza— de irse de Cuba, que acompaña a las nuevas generaciones, mientras otro factor —ajeno por completo a la capacidad volitiva de los personajes involucrados en ese drama (sin calificativo)— es la imposibilidad de amar como consecuencia de la distancia geográfica que los separa, las relaciones eróticas y afectivo-sentimentales que no fructifican, y como secuela de la emigración, se pierden en el tempo psíquico. Si bien los personajes no tienen relación directa con El Capitolio, ese emblemático edificio —símbolo de la nación y la República— desempeña el papel de un personaje más en ese largometraje, y funciona como una suerte de paralelismo, ya que algunos sitios habaneros paradigmáticos (El Prado, El Malecón, por ejemplo) hablan de los cubanos, de cómo somos y de lo que queremos ser en un futuro. En mi opinión, los verdaderos objetivos de La ciudad fueron: alejar al espectador de la vulgaridad y lo feo (entendido como todo aquello que, de una u otra forma, lesiona la dignidad humana); y escapar —en la medida en que ello sea posible— de las miserias materiales y espirituales que se exacerbaron con la llegada del tristemente célebre «Período Especial», salido —como por arte de la peor magia— de la incertidumbre dejada por el desplome del bloque socialista este-europeo y la desintegración de la Unión Soviética; hechos acaecidos a finales de los años 80 y principios de los 90 de la pasada centuria, respectivamente. |
trailer para ntv de "La ciudad", de Tomás Piard |
Jesús Dueñas Becerra - crítico y
periodista - Foto: Ismael Almeida
jesus@infomed.sld.cu
Publicado, originalmente, en la web de Cuba Literaria http://www.cubaliteraria.cu
Link:
http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=18786&idseccion=32 - La Habana,
6 de agosto de 2015
En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 20 de noviembre de 2015
Autorizado por el autor, al cual agradecemos.
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