De acuerdo con el también profesor del Instituto Internacional de
Periodismo José Martí, el Apóstol le imprimó al ejercicio periodístico
una serie de valores que signaron su fecundo quehacer en los medios
masivos de comunicación.
Según Rodríguez López, se percibe un interés creciente por conocer la
vida y la obra del más universal de los cubanos. Martí deviene una
referencia obligada, sobre todo para los colegas de la prensa, quienes
utilizan —sistemáticamente— las citas martianas relacionadas con nuestra
profesión. Por lo tanto, precisó, la inmensidad del Héroe de Dos Ríos ha
invadido — ¡y de qué forma!— el universo intelectual y espiritual de la
humanidad.
Los balbuceos periodísticos de José Julián comenzaron en plena
adolescencia, pero no fue hasta que llegó a México, donde verdaderamente
entró de lleno en el ejercicio de nuestra noble profesión. Percibida por
el fundador del periódico Patria como fuente nutricia de ética,
humanismo, patriotismo y espiritualidad.
A partir del momento en que comienza a colaborar con la revista
Universal, el Maestro integra la intelectualidad mexicana de la época
socio-histórica que le tocó vivir en la patria del Benemérito de las
Américas, don Benito Juárez (1806-1872). De ahí, que sus contemporáneos
conocieran de cerca al Martí periodista, ya que escribía no solo para
esa publicación periódica, sino, posteriormente, para los medios
estadounidenses e hispanoamericanos más importantes e influyentes del
siglo XIX.
Los lectores de las crónicas, artículos y críticas artístico-literarias
que escribía el joven periodista habanero percibían —con meridiana
claridad— lo que le brotaba de la mente y el alma, y consecuentemente,
expresaba a través de su prosa poética, que los cautivaba. No hubo rama
del saber humano que escapara a la sagacidad periodística de Martí. Por
consiguiente, llevaba al lector —con la ayuda de la prensa plana— al
conocimiento de las disímiles culturas que configuran el legado material
y espiritual dejado como herencia a la sociedad decimonónica.
Ahora bien, destacó, el fundador del Partido Revolucionario Cubano
alcanzó la plena madurez periodística en Nueva York, donde residió por
espacio de tres lustros, y colaboró con varias publicaciones periódicas.
Esa urbe estadounidense marcaba el desarrollo del periodismo —sobre todo
de tipo mercantilista (¿cuál otro podía ser?)— en toda la Unión.
Las escenas norteamericanas devienen su graduación como el gigantesco
profesional de la prensa que fuera, es y será. Tanto es así, que él le
otorgaba una fuerza insospechada al poder ejercido por la imagen, como
genuina expresión de su pensamiento filosófico. Leer esas crónicas era
percibir, a través de la letra impresa, los hechos que acontecían en
aquella sociedad, donde el hombre vale no por lo que es, sino por lo que
tiene, sabe o sirve.
Tenía una gran capacidad de síntesis y de receptividad para captar todo
cuanto acontecía a su alrededor. En todo momento, ejerció un periodismo
de opinión, caracterizado —fundamentalmente— por la ética, ese "sol del
mundo moral", que según el poeta y ensayista Cintio Vitier (1921-2009),
iluminara su efímera, pero fecunda existencia terrenal.
Por otra parte, no cabe duda alguna de que el poeta mayor de la patria
grande latinoamericana maduró como periodista durante su estancia en
Estados Unidos, donde con su pluma —empleada como afilado bisturí—
diseccionó las entrañas del naciente imperialismo norteamericano.
En el vecino país norteño, descubrió el periodismo moderno, escrito en
la lengua shakesperiana, la cual llegó a dominar al pie de la letra,
pero no por ello dejó de ser un eterno enamorado y gran estudioso del
idioma castellano. La crítica especializada lo considera un lingüista
consumado.
El periódico Patria constituye su obra cumbre, no solo desde el punto de
vista periodístico, sino también desde la vertiente político-ideológica.
Su discurso mediático estaba dirigido lo mismo al intelectual o
profesional, que al tabaquero, combatiente revolucionario en la manigua
redentora o ama de casa.
Para José Martí, la honradez es la premisa esencial que identifica a un
verdadero periodista. El profesional de la prensa que no lo sea, no
puede ostentar ese título de dignidad, concluyó. |