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José Martí: El ojo del canario. |
“[…] Las cualidades
esenciales del carácter […], |
No hay duda de que una de las motivaciones fundamentales que aguijonearon el intelecto y el espíritu del maestro Fernando Pérez para escribir el guión y dirigir -con acierto indiscutible- el filme “José Martí: el ojo del canario”, estructurado en cuatro “tempos” cinematográficos, y consecuentemente, llevar a la pantalla grande la infancia y la adolescencia del más universal de los cubanos, se deben -en muy buena medida- a la frase martiana que ilustra esta crónica. Para lograr ese objetivo -nada fácil, por cierto- el ilustre realizador cubano, valorado como uno de los mejores cineastas de Nuestra América, se enfrascó en el estudio de la psicología infanto-juvenil; disciplina que, al igual que la psicología general (rama de las ciencias sociales de la que se nutre), estudia las leyes, categorías y principios sobre los cuales se estructura la personalidad en formación y consolidación del niño y el adolescente…, pero con la peculiaridad de que tanto uno como el otro son personas únicas e irrepetibles, que se hallan inmersos en un proceso continuo de desarrollo bio-psico-socio-cultural y espiritual. Por consiguiente, tienen virtudes, defectos, inconsistencias, debilidades, rebeldías, necesidades de toda índole, temores (no miedo que paraliza, ya que si Martí lo hubiera sentido, jamás hubiera escrito una línea a favor de la independencia de Cuba ni en contra del “estatus quo” imperante en la exuberante geografía insular), y muchos otros componentes imposibles de reseñar en este material periodístico. |
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Con esas armas psicológicas en mano, Fernando Pérez se dio a la ardua tarea de buscar a los bisoños actores que interpretarían los papeles de José Martí (Damián Rodríguez, niño, y Daniel Romero, adolescente) Fermín Valdés Domínguez (Eugenio Torroella, niño, y Francisco López, adolescente). Esos encantadores retoños de las artes escénicas caribeñas supieron prestarles a esos “amigos del alma” piel y espíritu…, sin dejar de aportarle al personaje (niño o adolescente) que desempeñaban algo de su cosecha muy personal, lo que hizo más creíble y encomiable su actuación, caracterizada -básicamente- por la naturalidad, la ternura y el candor que identifican a esas edades privilegiadas de la vida humana. La formación de la personalidad del niño-adolescente Martí estuvo signada por la incomprensión de que fue objeto por parte de sus progenitores, quienes no comprendían -no podían entenderlo- que su primogénito era un ser humano con una gran capacidad intelectual y una privilegiada sensibilidad poético-literaria. Tanto fue así, que su vigente doctrina política se basa en el amor y el perdón…, sin que su “alma limpia y blanca” pudiera alimentar insectos venenosos o despedir olores pestilentes (odio, rencor, sentimientos de venganza).
vida en Dos Ríos- y en contra de los atropellos inherentes a la esclavitud (“una de
las grandes penas del mundo”), nunca albergó resentimiento alguno contra
la Península Ibérica ni contra los españoles: el estrecho vínculo
afectivo que estableció con Don Salustiano (Manuel Porto) es un ejemplo
fehaciente de ello. “El armónico desarrollo de la personalidad (desde la infancia y adolescencia hasta la adultez) depende de factores orgánicos (carga genética), dinámico-familiares y sociales. Pero, ninguno de ellos aisladamente ni todos en convivencia pueden determinar su desarrollo. Además de todos esos factores circunstantes, está el propio hombre, que es el factor decisivo de su desenvolvimiento, según lo que se ha presupuesto filosófica y antropológicamente que es el “homo sapiens”: un ser humano […] en continua evolución hacia el progreso, el cual depende de sí mismo”. No quisiera finalizar sin antes referirme a una escena que retrata de cuerpo entero al fundador del periódico “Patria”. Cuando el oficial español trata de convencerlo de que renuncie a sus ideas independentistas, el joven contempla al canario enjaulado, que se encuentra en el despacho del militar, y que constituye todo un símbolo: es preferible morir libre a vivir en una jaula…, aunque sea de oro. Estoy seguro de que los niños, adolescentes, jóvenes, padres y maestros, así como los cinéfilos en general, que vean el largometraje “José Martí: el ojo del canario” experimentarán -desde lo más hondo de su ser- el goce estético-artístico que les proporcionará conocer a un hombre excepcional, a quien hay que amar y respetar por ser quien es y como es, y además, porque nunca dejó de ser un “pequeño príncipe”. |
Jesús Dueñas Becerra - psicólogo, crítico y
periodista
jesus@infomed.sld.cu
Publicado, originalmente, en la web de la Asociación de Cine, Radio y TV de la UNEAC http://www.uneac.org.cu/
Link: http://www.uneac.org.cu/index.php?module=columna_autor&act=columna_autor&id=6
En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 20 de mayo de 2013
Autorizado por el autor, al cual agradecemos.
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