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Entrevista a la doctora Araceli García Carranza, bibliógrafa de la Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) |
Encuentro con la sabiduría |
[…] Conocerse a sí mismo y […] ser humilde […] es la primera lección de la sabiduría”. José Martí. |
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La doctora Araceli García Carranza, bibliógrafa de la Biblioteca Nacional José Martí (BNJM), recibió —desde hace una década— el Premio Nacional de Investigación Cultural 2003, que otorga el capitalino Centro (hoy Instituto de Investigación Cultural) "Juan Marinello", en justo reconocimiento a su larga y fecunda trayectoria en la esfera de la investigación cultural, y concretamente, en el campo bibliográfico.
La también profesora titular adjunta de la Universidad de La Habana es miembro del Tribunal de Categorías Científicas del Ministerio de Cultura y labora, desde 1962, en la BNJM, donde desempeña la función de jefa de Investigaciones y redactora de la emblemática Revista de la Biblioteca Nacional.
La doctora García Carranza ha sido la bibliógrafa de figuras legendarias de la cultura caribeña y universal, así como de las publicaciones cubanas del siglo XIX: la Revista Bimestre Cubana y La Gaceta de Cuba. Y por otra parte, ha publicado veintitrés libros y más de noventa colaboraciones en catálogos y revistas nacionales y extranjeras, que constituyen aportes básicos al desarrollo de la cultura cubana. |
La obra de la laureada bibliógrafa e investigadora deviene fuente de consulta y orientación en la labor de investigadores, docentes y estudiantes, quienes en todo momento han encontrado en ella apoyo, estímulo y asistencia especializada.
La doctora Araceli García Carranza, con la amabilidad que la caracteriza, accedió a conversar con las lectoras y los lectores de la revista Mujeres (versión impresa) acerca de su infatigable quehacer en el campo de la investigación bibliográfica.
Desde los puntos de vista profesional y personal, ¿qué significa para usted haber sido galardonada con el Premio Nacional de Investigación Cultural 2003?
Desde los puntos de vista profesional y personal es un reconocimiento que nunca soñé, ha sido totalmente inesperado, y aunque no le voy a decir si lo merezco o no, sí me siento muy orgullosa de haber tenido el inmenso privilegio de trabajar ininterrumpidamente en la BNJM desde el 10 de febrero de 1962.
¿Por qué la bibliotecología, y concretamente la investigación bibliográfica, acapararon no sólo la atención de aquella joven doctora en Filosofía y Letras, sino también condicionaron su entrega en cuerpo, mente y alma al desarrollo de esas disciplinas científico-humanistas?
Mi entrega en cuerpo, mente y alma, como usted bien dice, primero estuvo condicionada por la carrera que escogí: estudié Filosofía y Letras orientada no sólo por mi vocación hacia las letras, sino por una ilustre profesora que tuve en el Instituto No 1 de La Habana, la doctora Mercedes García Tudurí, y después estuvo condicionada por mi redescubrimiento de la Biblioteca en la medida que avanzaron mis primeros años de trabajo, en esta mi querida y centenaria institución. Yo me identifiqué desde el principio con la Biblioteca de tal forma, que todo lo que hacía en ella me parecía muy fácil y muy útil, y aunque no había estudiado bibliotecología el conocimiento de esta disciplina me parecía reconocerlo paso a paso como si lo hubiese estudiado antes.
¿Qué huella han dejado, en su intelecto y en su espíritu, la BNJM y su Revista, identificada como enciclopedia de la cultura cubana?
La huella de la BNJM en mi vida es definitoria, es mi vida misma, aquí conocí a Julito, mi esposo, y con él y trabajando en este centro he vivido más años que sin ellos, y por supuesto […], me ha desarrollado intelectualmente, porque una biblioteca bien trabajada es una rigurosa universidad, y espiritualmente también, porque la biblioteca cultiva, refina y desarrolla los mejores valores del ser humano. Enfrentarse cada día, de una u otra manera, al saber y a la memoria del hombre hasta llegar a tener un concepto exacto del valor patrimonial del mundo documental ha ido construyendo y transformando mi personalidad, y aunque no soy perfecta, creo en “el mejoramiento humano” y la biblioteca es una vía indiscutible para lograrlo.
¿Y la Revista...?
Durante diez años suspiré por poder publicar en ella, y eso al fin sucedió en 1972 cuando logré publicar la Biobibliografía del doctor Ramiro Guerra, para mi fue un apreciable logro pues como decía su sabio director, Juan Pérez de la Riva, en la Revista no publicaba cualquiera. Después lograría otras colaboraciones, nada menos que en la Revista de la BNJM, la cual como bien dice usted es una verdadera enciclopedia de la cultura cubana. Y pasaron los años, y en 1998 el director Eliades Acosta Matos me hizo su jefe de redacción, nada que peldaño a peldaño he tenido la satisfacción de publicar en la Revista, y ahora la de ser su redactora.
¿Qué representa para usted ser "albacea testamentaria" de tantas figuras legendarias de la cultura caribeña y universal?
No es exactamente ser albacea. Yo he compilado la vida y obra de grandes de la cultura cubana, y en especial, al iniciar la compilación de la obra de Alejo Carpentier, en 1971, le escribí a Paris donde fungía como Ministro Consejero de la Embajada de Cuba en Francia, para que me proporcionara más información de la que ya poseía la BNJM. Ello motivó que en el verano de ese año me visitara aquí en mi cubículo, y ahí sentado donde está usted me entregara una primera parte de su documentación, primera piedra de lo que es hoy su colección depositada en vida por el autor de El Siglo de las Luces en la Biblioteca Nacional, una colección invaluable para la cultura cubana, y por supuesto en términos económicos, una colección millonaria. Carpentier cada verano traería consigo nueva documentación hasta poco antes de su muerte, acaecida el 24 de abril de 1980. A partir de ese año su viuda Lilia Estéban de Carpentier sigue enriqueciendo la Colección con nuevos donativos, libros en más de 20 idiomas y nuevos originales. En estos días, con motivo del centenario de Carpentier, Lilia donó Verídica Historia, novela inconclusa que Alejo escribía en los días que precedieron a su muerte.
Al llegar a mis manos esta preciosa Colección hice un análisis de ese material hasta plasmarlo en un catálogo diccionario y paralelamente compilé con fuentes impresas su Bio-bibliografía (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1984). Posteriormente, con los suplementos publicados en 1989 y 1999, y con el que compilo actualmente, he tratado de seguir paso a paso el movimiento editorial de Alejo Carpentier en Cuba y en el mundo.
Y por el enfrentamiento a la tan rigurosa demanda que exige semejante obra he logrado otros repertorios: ensayos bibliográfico-críticos acerca de la bibliografía utilizada por Carpentier en cada una de sus grandes novelas, la presencia de América y de España en su obra, y sobre otras temáticas dentro de la obra carpenteriana, que resultan hilos conductores para los estudiosos de la vida y la obra de ese maestro… tan cubano como universal.
Su labor intelectual no se circunscribe, en modo alguno, a la investigación bibliográfica, sino también a la práctica docente-educativa en la bicentenaria Universidad de La Habana. ¿Qué puede decirnos acerca de esa poco divulgada faceta de su carismática personalidad?
Yo no ejerzo como profesora de manera regular, pero fui auxiliar de kindergarten en los años 50, después maestra primaria, profesora de secundaria básica, luego unos años sin magisterio, hasta que me desempeñé durante un tiempo como profesora titular adjunta de la Universidad de La Habana, pero yo preferí el magisterio que ejerce el bibliotecario, porque el bibliotecario enfrenta un universo mayor en cuanto a conocimientos, diverso en cuanto a tipos de usuarios, que en este caso son los alumnos, y transmite el conocimiento persona a persona, sin desdeñar las aulas que son inapreciables trincheras de amor y de conocimiento.
Desde su proverbial sencillez y humildad, ¿cómo valora el hecho de que sea considerada la mejor bibliógrafa de Iberoamérica en el pasado siglo?
Creo que es una apreciación suya muy personal, pero no creo que nadie sea el mejor en ninguna profesión, todos los profesionales heredamos experiencias anteriores que las transformamos, las desarrollamos y las proyectamos al futuro, y en ese futuro también serán transformadas y desarrolladas, pero eso no depende de una sola persona, sino de muchos cerebros. No existen el mejor abogado, ni el mejor maestro, ni el mejor médico, ni el mejor bibliotecario, ni el mejor bibliógrafo, sino mejores abogados, mejores médicos, mejores maestros, mejores bibliotecarios, mejores bibliógrafos […].
Alguna sugerencia o recomendación a los(as) jóvenes que se inician en el apasionante mundo de la bibliotecología y la investigación bibliográfica.
Primero que busquen desesperadamente su verdadera vocación, y después entrega, estudio, paciencia, dedicación, para que logren el verdadero disfrute dentro de su profesión. Creo que aunque la felicidad total no existe, existe a ratos cuando nos realizamos con nuestro trabajo o en nuestra vida personal, cuando obtenemos frutos, cuando acertamos, cuando ofrecemos lo que sabemos, cuando ofrecemos lo mejor de nosotros con alegría y amor. |
Jesús Dueñas Becerra - psicólogo, crítico y
periodista
jesus@infomed.sld.cu
Publicado, originalmente, en Mujeres (versión impresa). 2005; (2): pp. 62-63.
En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 20 de mayo de 2013
Autorizado por el autor, al cual agradecemos.
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