Doctor Guillermo Franco Salazar In Memoriam

por Jesús Dueñas Becerra
jesus@infomed.sld.cu

El Dr. Guillermo de Jesús Franco Salazar con su hija, la Dra. Sonia Olga Franco Odio,

profesora y anatomopatóloga del Hospital Oncológico de La Habana

Hace solo unos días, conocí la triste noticia relacionada con el deceso del doctor  Guillermo Franco Salazar (1925-2018), eminente internista y cardiólogo cubano.

El doctor Franco Salazar fue jefe del servicio de Clínica, miembro del Consejo Científico y de la Comisión Editora de la Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana (HPH), así como profesor principal de los posgrados en Medicina Interdisciplinaria impartidos en la década de los 70 de la anterior centuria, en esa institución de salud mental y rehabilitación psicosocial.

Conocí al también profesor universitario en el año 1972, cuando —junto con el comandante, doctor Eduardo Bernabé Ordaz (1921-2006), se encontraba organizando la I Jornada de Patología Somática, que tuvo como sede el capitalino Hospital Psiquiátrico.

Desde ese momento, se estableció entre nosotros una sólida relación profesional y afectivo-espiritual, que se mantuvo incólume hasta que, en 1986, se acogió a la jubilación por vejez, y dejamos de vernos, pero no de apreciarnos y respetarnos mutuamente.

Evoco —con no disimulada emoción— las clases magistrales que el profesor Franco Salazar dictara en los posgrados en los que participara como docente, así como en las sesiones científico-médicas cuando hacía uso de la palabra; en consecuencia, el auditorio podía apreciar —con meridiana claridad— sus excepcionales dotes pedagógicas y la gran capacidad que lo caracterizara para comunicar y transmitir sus conocimientos científico-médicos y culturales, anchos y lejanos como la Pampa argentina, porque no se cansaba de reiterar el vigente aforismo médico: «quien solo sabe Medicina, ni Medicina sabe».

Tuve el honroso privilegio de enseñarle, en un curso especial solicitado expresamente por él, los indicadores teórico-metodológicos y prácticos rorscharchianos, que asimiló e incorporó a su saber-hacer hipocrático con asombrosa rapidez.

El doctor Franco Salazar escribió varios libros, cuyas líneas temáticas cubrían desde la Cardiología hasta la Electroencefalografía, entre otras no menos relevantes.

Cuando cumplió 80 años de edad, en 2005, la nueva dirección del HPH le celebró sus ocho décadas de vida, y me encargó que escribiera y leyera —ante el cuerpo facultativo de ese centro asistencial— el elogio al doctor Guillermo Franco Salazar, lo cual hice con el mayor placer, y que el homenajeado calificara —exageradamente, en mi humilde criterio— «como verdadera pieza oratoria […], que conservaría con mucho afecto y cariño».

Era, además, miembro titular de la sociedades cubanas de Medicina Interna y Cardiología, así como miembro honorario de la Liga Cubana contra la Epilepsia. A propósito, en la década de los noventa del pasado siglo, su presidente, el profesor, doctor en Ciencias, Luis Rodríguez Rivera (fallecido), me pidió que pronunciara el discurso de bienvenida a los nuevos miembros de honor del Capítulo Cubano de la Liga Internacional contra la Epilepsia; entre los cuales se hallaba —por supuesto— el profesor Franco Salazar.

El doctor Franco Salazar escribió una cantidad considerable de artículos para la Revista del HPH, una de las publicaciones periódicas especializadas más importantes de Iberoamérica, según los resultados de un estudio bibliométrico realizado por la hispana Universidad de Murcia, así como para la revista Espacio Laical, de la que se convirtiera en un asiduo colaborador, entre otros medios nacionales y foráneos de prensa no menos importantes.

No obstante su fecunda trayectoria profesional, la desaparición física de su idolatrada hija, la doctora Sonia Franco Odio, patóloga del Instituto de Oncología y Radiobiología (INOR), lo sumió en una grave depresión de la que no quiso salir hasta que su alma fue a encontrarse con el Espíritu Universal hace aproximadamente dos años.

Doctor Guillermo Franco Salazar duerma en paz el martiano sueño de los justos, porque usted puede mostrar al cielo —con legítimo orgullo— su obra científico-médica y docente-educativa acabada.

Jesús Dueñas Becerra - crítico y periodista
jesus@infomed.sld.cu
 

Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

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