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Dagoberto Luaces: lo importante es hacer teatro en cualquier lugar
por Jesús Dueñas Becerra
jesus@infomed.sld.cu

 
 
 
 

Conversar con el dramaturgo Dagoberto Luaces, director de Teatro de Bolsillo, es viajar —en el tiempo— a los espacios campestres de nuestra exuberante geografía insular, pues el también licenciado en Educación por la Universidad de Ciencias Pedagógicas de La Habana Enrique José Varona es natural de Guayamal, un pueblo perteneciente al municipio de Caimito, en la provincia de Artemisa.

En 1989, se graduó en la Escuela Nacional de Instructores de Teatro y en cada una de las puestas de su agrupación teatral, fundada hace ocho años, ha llevado a escena las más disímiles modalidades, cuya contexto referencial son las vivencias y experiencias acumuladas como artista de la plástica y maestro dulcero.

Mi interlocutor coincide plenamente con la premisa del dramaturgo Julio César Ramírez, director de Teatro D'Dos, quien estima que se debe hacer teatro donde sea, porque cualquier lugar es idóneo para llevarle al público —desde una óptica eminentemente estético-artística— el mensaje ético-humanista que toda obra teatral debe transmitirle al espectador, única razón de ser y existir de quienes ejercen las artes escénicas.

El diálogo lo desencadenó una evocación, que Luaces conserva intacta en su memoria poética: «la sala estudio del teatro Bertolt Brecht se estrenó con un espectáculo de Teatro de Bolsillo. Fue una experiencia única e irrepetible. Frente a un grupo de personas, el teatro adquiere una dimensión diferente».

Hizo una breve pausa para buscar anécdotas en el «baúl de los recuerdos», y luego continuó: “hace muchos años existieron en la capital las salitas de bolsillo. Eran muy pequeñas; y en esos estrechos locales, se hacía el tipo de teatro que rescatamos en el Brecht».
 
«Edificar un teatro —precisó— siempre implica una inversión considerable de recursos económicos y humanos. Todos los días no podemos inaugurar una sala como la Raquel Revuelta o el Teatro Miramar, por solo mencionar dos ejemplos nada más».

Al respecto, opinó: «con menos recursos se pueden crear salas pequeñas en cualquier lugar que, aunque requieran estéticas y diferentes formas de hacer, constituyen al final un puerto seguro para el quehacer teatral», comentó quien —desde el 2004— decidió libre y soberanamente llevar el teatro hasta un municipio, o sea, fuera de la Ciudad de las Columnas

Cuando indago en qué circunstancias concretas se creó Teatro de Bolsillo, me responde sin titubear: «recibí varias ofertas, pero —en última instancia— fui a parar a mi pueblo natal por el deseo inmenso de transformar el lugar donde nací y crecí. Comencé como instructor en la Casa de Cultura.

«En 1990 —aclaró— se funda en el municipio de Caimito, Teatro D'Dos, dirigido por Julio César Ramírez, y por espacio de cuatro años, laboré con ese colectivo en funciones de asistente de dirección, en la producción y en todo lo que hiciera falta.

«Para subsistir durante los duros años del “Período Especial”, en la última década del pasado siglo, hacía y vendía dulces en mi casa, hasta que, en 2001, me proponen impartir clases de dirección y actuación en la Escuela de Instructores de Arte “13 de Marzo”, del municipio de San Antonio de los Baños. En esas funciones docente-educativas estuve cerca de un lustro. Un año después, o sea en 2002, Francisco Martínez Marichal, presidente del Consejo Provincial de las Artes Escénicas, en la antigua provincia de La Habana, me invita a desempeñarme como especialista de esa entidad cultural, donde organicé el evento Teatrales de Invierno, cuyos orígenes se remontan a principios de los años noventa».

Según explicó Dagoberto, «esa plaza me vinculaba al movimiento profesional. Así tuve el valor suficiente —que, por cierto, nunca me ha faltado—  para sugerirle a Marichal la fundación de mi propio grupo de teatro. Durante un año estuve seleccionando a las personas que integrarían el elenco artístico. Finalmente, el 10 de marzo de 2004 vio la luz del sol el grupo Teatro de Bolsillo».

Acerca de su decisión de fundarlo en Bauta y no en Caimito, evocó no sin cierta nostalgia: «el teatro de Bauta, durante mi etapa de aficionado, era el más lindo, el mejor equipado y poseía las mejores características teatrales de la antigua provincia de La Habana. Por lo tanto, me vi en la disyuntiva de escoger entre los municipios de Caimito y Bauta. Los grupos de teatro siempre necesitamos una casa y el Teatro Municipal de Bauta me ofrecía esa posibilidad, aunque no sea nuestra sede oficial», acotó.

¿Por qué Teatro de Bolsillo?

«Creo que parte de esa respuesta la esbocé al principio de esta entrevista, pero —de todas formas— lo complaceré fundamentándola un poco más. Me interesa mucho la relación íntima y estrecha con el público. La cercanía deviene una de las más poderosas razones que me motivan para crear. El pequeño formato y el teatro de cámara es algo que siempre me ha ilusionado, o mejor, fascinado.

«Busco, por ejemplo, un teatro que vaya a la esencia humana del individuo, del ser existencial, sin subestimar las bondades del gran formato, la espectacularidad, los musicales. Todas esas premisas estético-artísticas las aplico al teatro de pequeño formato. Unido a ello, las cosas imprescindibles, las más necesarias, las llevas en un bolsillo. Es un nombre que tiene “gancho” y en el bolsillo nos echamos al público y lo llevamos para nuestra casa ¿Satisfecho?».

¿Y cómo configuran el repertorio?

«Para los grupos que trabajan en los municipios —indicó— es sumamente difícil crear estrategias. Los repertorios en un municipio envejecen con mucha rapidez. Bauta está ubicado en la frontera con la capital; hecho que, lejos de favorecernos, nos hace más vulnerables en cuestión de públicos. Por su cercanía con la ciudad nos vemos obligados a tener un repertorio mucho más activo, más dinámico, más atrayente.

«Aunque no es nuestra línea fundamental de trabajo, incluimos el teatro para niños, pues es un grupo etáreo muy vulnerable. Ese es el centro de trabajo de muchos grupos en los municipios. Algunos títulos que recuerdo de manera muy especial son: La otra historia de la Cucarachita Martina, Todos somos necesarios y El patio de Caruca, un proyecto comunitario donde los actores del grupo improvisan acerca de los problemas que afronta esa etapa privilegiada de la vida humana».

No obstante, enfatizó: «la razón de ser de Teatro de Bolsillo es el público adulto, pero hemos demostrado que se pueden llevar paralelamente las dos líneas de trabajo. En ocho años, hemos estrenado nueve espectáculos infantiles y cuatro para adultos»

Al mencionar los desafíos y retos que enfrentan los grupos que hacen teatro alejados de las capitales provinciales, afirmó: «es en extremo difícil hacer teatro fuera de la capital de la nación, porque te vuelves un ser vulnerable. Los recursos son vitales para las producciones teatrales. A veces no contamos ni con un foco para alumbrarnos ni tenemos un buen equipo de audio. Ahora, con la nueva división político-administrativa, se están diseñando nuevas estructuras en el país, que —al parecer— traerán beneficios para los municipios […], siempre y cuando quien dirija tenga la suficiente sensibilidad artística y humana para apoyar a los grupos de teatro.

«En ese sentido, agradezco todo el apoyo material y moral de que he sido objeto por parte de la Dirección Municipal de Cultura, el Gobierno de Bauta y Héctor Piloto, el vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial. A propósito, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas va a crear condiciones para reparar el tabloncillo en un local aledaño al teatro de Bauta. Será un espacio similar a la sala del Bertolt Brecht, con algo de luces y sonido».

Por otra parte, exploro cuál es la línea ideo-estética que identifica al grupo. «Azudianzam, de Ricardo Muñoz, es una obra con un gran vuelo poético, que marca la línea estética total que el grupo ha seguido en su casi una década de existencia en el espectro teatral caribeño.

«Es un texto con mucha poesía que complementa la imagen teatral, la cual desempeña una función básica indispensable. Para mí, el teatro es un performance con un alto grado de acciones plásticas, diseño e indicadores visuales que uno tiene que respetar. Dicha obra responde —íntegramente— a esos intereses».

Como profesional de la salud mental que fuera en una época de mi vida,  no podía dejar de inquirir acerca del valor que Luaces les concede a las relaciones interpersonales en el contexto escénico. «Tenemos la suerte de contar con el apoyo de Teatro D'Dos. Somos parte del resultado de su trabajo. Disfrutamos la complicidad con el director Julio César Ramírez, quien es un padre intelectual y espiritual que nos guía y nos enseña el camino correcto que debemos transitar.

«A veces, los teatristas nos distanciamos, porque pensamos que el mundo se acaba donde comienza nuestra obra. Eso nos lleva a cerrarnos puertas y ventanas entre nosotros mismos, y olvidamos olímpicamente que en la unión está la fuerza.

«En Teatro de Bolsillo, hemos tratado de establecer vasos comunicantes con entidades y teatristas de toda Cuba. Contamos con el apoyo de Carlos Díaz, el “rey Midas de las tablas cubanas”, de la Casona de Línea, de la sala-teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, del maestro Gerardo Fulleda León, director de la cincuentenaria compañía teatral Rita Montaner, y en particular, de Marvin Yaquis, director del Centro Cultural Bertolt Brecht», concluyó.

Jesús Dueñas Becerra - psicólogo, crítico y periodista 27 de junio de 2013
jesus@infomed.sld.cu
 

Publicado, originalmente, en la web de Cuba Literaria http://www.cubaliteraria.com/ el 27 de junio de 2013

 

Link: http://www.cubaliteraria.com/articulo.php?idarticulo=16110&idseccion=32

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 21 de octubre de 2013


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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