Hizo una breve pausa para buscar anécdotas en el «baúl de los
recuerdos», y luego continuó: “hace muchos años existieron en la capital
las salitas de bolsillo. Eran muy pequeñas; y en esos estrechos locales,
se hacía el tipo de teatro que rescatamos en el Brecht».
«Edificar un teatro —precisó— siempre implica una inversión considerable
de recursos económicos y humanos. Todos los días no podemos inaugurar
una sala como la Raquel Revuelta o el Teatro Miramar, por solo mencionar
dos ejemplos nada más».
Al respecto, opinó: «con menos recursos se pueden crear salas pequeñas
en cualquier lugar que, aunque requieran estéticas y diferentes formas
de hacer, constituyen al final un puerto seguro para el quehacer
teatral», comentó quien —desde el 2004— decidió libre y soberanamente
llevar el teatro hasta un municipio, o sea, fuera de la Ciudad de las
Columnas
Cuando indago en qué circunstancias concretas se creó Teatro de
Bolsillo, me responde sin titubear: «recibí varias ofertas, pero —en
última instancia— fui a parar a mi pueblo natal por el deseo inmenso de
transformar el lugar donde nací y crecí. Comencé como instructor en la
Casa de Cultura.
«En 1990 —aclaró— se funda en el municipio de Caimito, Teatro D'Dos,
dirigido por Julio César Ramírez, y por espacio de cuatro años, laboré
con ese colectivo en funciones de asistente de dirección, en la
producción y en todo lo que hiciera falta.
«Para subsistir durante los duros años del “Período Especial”, en la
última década del pasado siglo, hacía y vendía dulces en mi casa, hasta
que, en 2001, me proponen impartir clases de dirección y actuación en la
Escuela de Instructores de Arte “13 de Marzo”, del municipio de San
Antonio de los Baños. En esas funciones docente-educativas estuve cerca
de un lustro. Un año después, o sea en 2002, Francisco Martínez Marichal,
presidente del Consejo Provincial de las Artes Escénicas, en la antigua
provincia de La Habana, me invita a desempeñarme como especialista de
esa entidad cultural, donde organicé el evento Teatrales de Invierno,
cuyos orígenes se remontan a principios de los años noventa».
Según explicó Dagoberto, «esa plaza me vinculaba al movimiento
profesional. Así tuve el valor suficiente —que, por cierto, nunca me ha
faltado— para sugerirle a Marichal la fundación de mi propio grupo de
teatro. Durante un año estuve seleccionando a las personas que
integrarían el elenco artístico. Finalmente, el 10 de marzo de 2004 vio
la luz del sol el grupo Teatro de Bolsillo».
Acerca de su decisión de fundarlo en Bauta y no en Caimito, evocó no sin
cierta nostalgia: «el teatro de Bauta, durante mi etapa de aficionado,
era el más lindo, el mejor equipado y poseía las mejores características
teatrales de la antigua provincia de La Habana. Por lo tanto, me vi en
la disyuntiva de escoger entre los municipios de Caimito y Bauta. Los
grupos de teatro siempre necesitamos una casa y el Teatro Municipal de
Bauta me ofrecía esa posibilidad, aunque no sea nuestra sede oficial»,
acotó.
¿Por qué Teatro de Bolsillo?
«Creo que parte de esa respuesta la esbocé al principio de esta
entrevista, pero —de todas formas— lo complaceré fundamentándola un poco
más. Me interesa mucho la relación íntima y estrecha con el público. La
cercanía deviene una de las más poderosas razones que me motivan para
crear. El pequeño formato y el teatro de cámara es algo que siempre me
ha ilusionado, o mejor, fascinado.
«Busco, por ejemplo, un teatro que vaya a la esencia humana del
individuo, del ser existencial, sin subestimar las bondades del gran
formato, la espectacularidad, los musicales. Todas esas premisas
estético-artísticas las aplico al teatro de pequeño formato. Unido a
ello, las cosas imprescindibles, las más necesarias, las llevas en un
bolsillo. Es un nombre que tiene “gancho” y en el bolsillo nos echamos
al público y lo llevamos para nuestra casa ¿Satisfecho?».
¿Y cómo configuran el repertorio?
«Para los grupos que trabajan en los municipios —indicó— es sumamente
difícil crear estrategias. Los repertorios en un municipio envejecen con
mucha rapidez. Bauta está ubicado en la frontera con la capital; hecho
que, lejos de favorecernos, nos hace más vulnerables en cuestión de
públicos. Por su cercanía con la ciudad nos vemos obligados a tener un
repertorio mucho más activo, más dinámico, más atrayente.
«Aunque no es nuestra línea fundamental de trabajo, incluimos el teatro
para niños, pues es un grupo etáreo muy vulnerable. Ese es el centro de
trabajo de muchos grupos en los municipios. Algunos títulos que recuerdo
de manera muy especial son: La otra historia de la Cucarachita
Martina, Todos somos necesarios y El patio de Caruca, un
proyecto comunitario donde los actores del grupo improvisan acerca de
los problemas que afronta esa etapa privilegiada de la vida humana».
No obstante, enfatizó: «la razón de ser de Teatro de Bolsillo es el
público adulto, pero hemos demostrado que se pueden llevar paralelamente
las dos líneas de trabajo. En ocho años, hemos estrenado nueve
espectáculos infantiles y cuatro para adultos»
Al mencionar los desafíos y retos que enfrentan los grupos que hacen
teatro alejados de las capitales provinciales, afirmó: «es en extremo
difícil hacer teatro fuera de la capital de la nación, porque te vuelves
un ser vulnerable. Los recursos son vitales para las producciones
teatrales. A veces no contamos ni con un foco para alumbrarnos ni
tenemos un buen equipo de audio. Ahora, con la nueva división
político-administrativa, se están diseñando nuevas estructuras en el
país, que —al parecer— traerán beneficios para los municipios […],
siempre y cuando quien dirija tenga la suficiente sensibilidad artística
y humana para apoyar a los grupos de teatro.
«En ese sentido, agradezco todo el apoyo material y moral de que he sido
objeto por parte de la Dirección Municipal de Cultura, el Gobierno de
Bauta y Héctor Piloto, el vicepresidente del Consejo de la
Administración Provincial. A propósito, el Consejo Nacional de las Artes
Escénicas va a crear condiciones para reparar el tabloncillo en un local
aledaño al teatro de Bauta. Será un espacio similar a la sala del
Bertolt Brecht, con algo de luces y sonido».
Por otra parte, exploro cuál es la línea ideo-estética que identifica al
grupo. «Azudianzam, de Ricardo Muñoz, es una obra con un gran vuelo
poético, que marca la línea estética total que el grupo ha seguido en su
casi una década de existencia en el espectro teatral caribeño.
«Es un texto con mucha poesía que complementa la imagen teatral, la cual
desempeña una función básica indispensable. Para mí, el teatro es un
performance con un alto grado de acciones plásticas, diseño e
indicadores visuales que uno tiene que respetar. Dicha obra responde
—íntegramente— a esos intereses».
Como profesional de la salud mental que fuera en una época de mi vida,
no podía dejar de inquirir acerca del valor que Luaces les concede a las
relaciones interpersonales en el contexto escénico. «Tenemos la suerte
de contar con el apoyo de Teatro D'Dos. Somos parte del resultado de su
trabajo. Disfrutamos la complicidad con el director Julio César Ramírez,
quien es un padre intelectual y espiritual que nos guía y nos enseña el
camino correcto que debemos transitar.
«A veces, los teatristas nos distanciamos, porque pensamos que el mundo
se acaba donde comienza nuestra obra. Eso nos lleva a cerrarnos puertas
y ventanas entre nosotros mismos, y olvidamos olímpicamente que en la
unión está la fuerza.
«En Teatro de Bolsillo, hemos tratado de establecer vasos comunicantes
con entidades y teatristas de toda Cuba. Contamos con el apoyo de Carlos
Díaz, el “rey Midas de las tablas cubanas”, de la Casona de Línea, de la
sala-teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, del maestro Gerardo
Fulleda León, director de la cincuentenaria compañía teatral Rita
Montaner, y en particular, de Marvin Yaquis, director del Centro
Cultural Bertolt Brecht», concluyó. |