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Charangueando en el Palacio de la Rumba, por Jesús Dueñas Becerra
por Jesús Dueñas Becerra |
En el capitalino Palacio de la Rumba, en el barrio de Cayo Hueso, se escuchó el sonido inconfundible de cuatro agrupaciones charangueras, devenidas emblemáticas en el pentagrama musical caribeño y universal: las orquestas Sublime, la Pachanguera de Cuba, que está celebrando el aniversario 60 de vida artística, Sensación, «que hay una sola», la danzonera Siglo XX y Estrellas Cubanas. Las palabras de presentación estuvieron a cargo de la carismática actriz y locutora de la televisión cubana, Laritza Camacho, quien felicitó a los integrantes de la Sublime, así como a los periodistas y demás miembros del equipo de trabajo de la emisora provincial Radio Cadena Habana, que está cumpliendo 76 años en el éter. Esa cita vespertina con la música cubana, expresión legítima de nuestra identidad nacional, sirvió de contexto idóneo para clausurar la X Edición del Encuentro Charangueando, que comenzara con un concierto dominical de la legendaria Orquesta Aragón en el Teatro de Variedades América, continuara con el Evento Teórico, donde se analizó in extenso el estado actual y perspectivas de las charangas en nuestro país, un fraternal mano a mano entre las orquestas Aragón y Sublime, efectuado en el Salón Rosado de la Tropical, y culminara con gran afluencia de público en el Palacio de la Rumba, donde esas agrupaciones de ayer, hoy y siempre, cuyo timbre sonoro constituye una auténtica manifestación de cubanía, amenizaron la actividad bailable que cerró con broche de oro esa fiesta de las charangas insulares.. |
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Las orquestas Sublime, Sensación, Siglo XX y Estrellas Cubanas hicieron un recorrido de más de media hora cada una por los más disímiles géneros de nuestra música, la verdadera, la que cautiva a bailadores criollos y foráneos, sin tener en cuenta el grupo etario al que pertenezcan, y en consecuencia, los hace vibrar de emoción a los acordes melódicos del danzón, nuestro baile nacional, el chachachá, creado por el maestro Enrique Jorrín, el son, distinto por completo al que interpreta un conjunto sonero, el bolero, y otros géneros, entre los que se incluyen los números más contemporáneos y los antológicos que exaltaron a esas agrupaciones a los planos estelares que ocuparan entre los años 40 y 70 de la pasada centuria, tanto en nuestro archipiélago, como en el exterior. El sello distintivo que las caracteriza, no obstante poseer el mismo formato instrumental (piano, bajo, violines, flauta, tumbadora, güiro y paila), es el estilo que las singulariza y diferencia de cualquier otra, porque cada una tiene su forma sui generis de llevar al pentagrama cualesquiera de los ritmos cubanos que incorporan a su repertorio. De ahí, que ninguna se parezca a la otra, como suele suceder —lamentablemente— con las agrupaciones que, según los «expertos» en la materia, sí le agradan a la juventud, y que es imposible identificarlas, porque todas tocan de la misma manera para tratar de ¿cubanizar? géneros musicales que no tienen nada que ver con la personalidad básica de ese mestizo único e irrepetible, que vive, ama, crea y sueña en la mayor isla de las Antillas. De ahí, que los realizadores y directores de espacios musicales, radiales y televisivos (con honrosas excepciones, que las hay), hayan invisibilizado de nuestros medios de comunicación, no solo las orquestas típicas, sino también las de jazz band y los conjuntos soneros, porque «esa música no motiva a la juventud (¿?)». No se ven ni se escuchan; esa es la razón fundamental por la que los «pinos nuevos» desconocen su existencia, la rica historia acumulada por esas agrupaciones en los anales de la música cubana de todas las épocas y todos los tiempos. No solo como crítico y periodista cultural, sino también como consumidor de nuestra buena música, estoy de acuerdo en que todos los colectivos musicales, pertenezcan al género que pertenezcan, tengan un espacio, tanto en las ondas hertzianas, como en la pequeña pantalla. La falacia sustentada por los detractores de esas agrupaciones la desmintió, de manera categórica, la laureada cantante Yulaisy Miranda, ganadora del Primer Premio en el recién finalizado Concurso Sonando en Cuba quien, acompañada musicalmente por la Pachanguera de Cuba, vocalizó —junto al coro y con perfecto acople y empaste de las voces— el clásico Lágrimas negras, que —cual potente imán— atrajo hacia la pista de baile a numerosas parejas jóvenes que fueron a echar un pie y a divertirse sanamente con el ritmo único e irrepetible de las orquestas Sublime, Sensación, Siglo XX y Estrellas Cubanas, ya que, al decir del doctor José Loyola, «la música charanguera no morirá jamás, porque forma parte indisoluble de nuestra cultura […]». Ver, además: Su Majestad: La Charanga |
Jesús Dueñas Becerra - crítico y
periodista
cagliostroduenas@gmail.com
Publicado, originalmente, en la web de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) http://www.uneac.org.cu/ 16 de Noviembre de 2016
Link: http://www.uneac.org.cu/secciones-periodisticas/opiniones/charangueando-en-el-palacio-de-la-rumba
En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 20 de Noviembre de 2016
Autorizado por el autor, al cual agradecemos.
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