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Río Cuarto, Portal De La Trapalanda |
Revolviendo
las notas dejadas por don Livio Cónsole, respetado periodista de otros
tiempos, he encontrado una página en que nuestro sabio y ameno antecesor
nos cuenta de esa Trapalanda que él estudió conforme iban sumándose
historias con un pié de leyenda que se remontaban al año 1528 Don Livio argumentaba que esta villa fue el portal de la Trapalanda, fabuloso país de riquezas extraordinarias, por donde se iba (sabe Dios por cuales rutas) a la Ciudad de los Césares a la que los conquistadores trataron vanamente de encontrar, para hacerse ricos de una buena vez. De ese modo podían volver a España, no sólo pisando fuerte, sino exhibiendo riqueza y aquello que más los ufanaba: honra, fama y nombradía. |
El tema histórico no dejó pluma quieta y las grandes rotativas
trabajaron febriles para aventar la historia. La Nación, La Prensa, La
Voz del Interior, La Capital de Rosario y otros periódicos de fuste se
dieron cita para publicar el asunto que como leyenda nos puso en primera
plana, pero que en siglos permaneció en el misterio. Tantos fueron los buscadores de la mítica Trapalanda o la Ciudad de los Césares o el país de Lin-Lin(otro cacique) con resultados negativos, que si bien no dieron ni con una mísera pepita de oro, se conocieron caminos, se confeccionaron mapas, se levantaron pueblos. Según don Livio, esta verdadera pasión por descubrir la maravillosa ciudad duró hasta el siglo XVIII, sin embargo, la entrada o portal seguía siendo la Villa de Río Cuarto, una población mísera, sacudida por malones, lugar de paso, fortín visitado por gente de toda laya, descanso y recreo de carreteros, posta y fogón, camándula de pillos y rufianes. Levantada tantas veces como fue destruída, centro neurálgico y geográfico que se iba formando en la encrucijada de caminos abiertos a todos los vientos, donde alguna vez don Carlos Mastrángelo llamó tras muchos estudios "La capital del cuento argentino". ¿Sería predestinación o será que desde el vamos nos gustó contar las cosas más grandes de los que son o nos complacemos con fanfarronadas que se quedan para siempre? Se critica a los habitantes de esta villa de ser veleidosos, agrandados, amigos de lucirse en la vidriera, darse corte, contar grandezas, jactarse de tener amigos influyentes, creerse que se está en la cresta de la ola... El hecho de gloriarse de ser del Imperio, ya denota que les gusta la bambolla.[1] A menudo, en charlas amigables, alguien me cuenta que desciende de algún
cacique ranquel y si es dama, que su abuela fue princesa pampa. Nadie,
todavía me ha contado que sus antepasados fueron indios rasos, sin
jinetas, no señor, acá todos son caciques y nadie se achica, faltaba más.
Y si hay miseria que nos se note (consigna inventada por nuestra gente). Somos gente descendiente de seres con imaginación portentosa. Venimos de
inventar ciudades fantásticas de techos de oro y calles de adoquines de
plata, donde la mujer de la guadaña no tenía trabajo porque se vivía en
perpetua juventud y salud. Ahora, nadie dijo que se viviera en permanente
jolgorio. A esto lo inventaron los nuevos trapalandones.[2] |
Susana Dillon
martes 10 de noviembre de 2009
Gentileza de "Ciudadanos autoconvocados de Río Cuarto"
http://ciudad4.blogspot.com/
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