Secretas alcobas del poder |
"Cambiaste el Riachuelo a Plaza de Mayo" |
"Cambiaste
el Riachuelo a Plaza de Mayo"
"Tener
agallas como vos tuviste, fanática, leal, desenfrenada, con el candor de
la beneficencia pero la única que se dio el lujo de coronarse por los
sumergidos.
Tener
agallas para gritar basta aunque nos amordacen con cañones". María
Elena Walsh. Eva.
"Debo
gran parte de mi éxito político a las mujeres. Por
lo demás, nada se obtiene en el mundo sin su apoyo". Pierre
Trudeau. |
Cuando
los militares de la revolución del 4 de junio advierten los planes que se
trae bajo la gorra el coronel de los trabajadores y la oligarquía huele
que la sublevación de los sumergidos por tantos años puede estallar en
las estancias, en las fábricas y empresas por inspiración de la justicia
social que se hace cada día más evidente, presionan al presidente de
facto Farrell para que desaloje al "primer descamisado". Se
vienen encima los acontecimientos del 17 de octubre de 1945: grandes masas
de obreros, gente del pueblo, marginales e idealistas son sacados de fábricas,
talleres, puestos de trabajo y proyectados a las calles y plazas, donde
piden que liberen a su líder, preso en Martín García. La leyenda escoge
a Evita como abanderada de esta gesta. Ella y gente de los sindicatos que
fueran adoctrinados oportunamente moverían ese estallido. Hay quien
afirma que los descamisados se movieron espontáneamente, hay quien le
niega protagonismo. Naturalmente, siendo mujer, ¿qué valor podría tener
en una patriada que siempre había dado lugar solamente a los hombres? Las
señoras gordas del Barrio Norte advierten con repugnancia que corren
otros aires. Los aires que tienen olor no a Mme. Rochas, sino a sudor de
los cabecitas negras que se fueron a bañar en las fuentes públicas luego
de un día de forcejeo con la cúpula militar, que por fin debe liberar a
Perón. Las persianas de las grandes residencias se cerraron con estrépito. Mientras
el coronel está prisionero le escribe una carta a "su negrita"
proponiéndole seriamente una vida en común, lejos de las luchas. Pero en
el justo momento que él claudica, Eva se larga a la calle y salva la
situación. Ella removió los cimientos de su obra, sacudió a los
dirigentes, lanzándolos a la Plaza de Mayo como catapulta. Luego
siguió la inexorable marcha hacia el poder. Con Evita Duarte y los
descamisados, el coronel llegó victorioso a las elecciones. Era
de cajón que el romance terminara en el altar. No sólo se casaron como
se debe (ante la desaprobación del generalato), sino que Evita hizo
borrar del Registro Civil de Junín el estigma de su ilegitimidad. Las
comadres pueblerinas comenzaron a morderse la lengua. El
cenit. "Única reina que tuvimos, loca" Ya
general, Perón lucía a la primera dama en funciones del Colón, en
inauguraciones, fiestas cívicas y protocolares. Evita mostraba
despampanantes modelos venidos de París. Le cargaron lujos, volados y
rulos. Aquello era una provocación y un atentado al buen gusto, según
las elegantes del gran mundo. ¿Quién
ocuparía el lugar clave en la Secretaría de Trabajo y Previsión, allí
donde los obreros, los descamisados, los cabecitas, los últimos de la
cola iban a contar sus cuitas y recibir ayuda? María Eva Duarte de Perón.
El inmenso poder popular pasa a sus manos. Trabaja incansablemente,
aprende rápido. Es ducha en el manejo de la gente. Se organiza. La actriz
debe dejar paso a la primera dama. Su ilusión por la pantalla de plata es
reemplazada por la realidad rutilante de su protagonismo. Se archivan las
películas que habían sido su más cara ilusión. El
país opulento, la Argentina que tiene los pasillos del Banco Central
llenos de oro, oro de su respaldo, oro juntado mientras Europa se
desangraba, está también en las delicadas manos de la chica de Junín. Las
damas de la Sociedad de Beneficencia, reducto de la oligarquía, crema de
la aristocracia, no le van a entregar ni muertas la presea de la
presidencia, cargo que han ocupado siempre las esposas de los presidentes
como timbre de honor. Evita las ve venir, y espera. Las damas de dos y
tres apellidos cabildean. Mueven influencias (a ver si vamos a homenajear
a una malnacida). Argumentan que dada su juventud (28 años) no puede
ejercerla. Ella sonríe y les trae a doña Juana, su madre. Por la edad
ella puede, si ésa es la cuestión. De un manotón les desbarata la patraña,
se les ríe en las narices. Las goza. Ahí la tienen a Juana Ibarguren que
de puestera de estancia la eleva a madre de la primera dama, por arriba de
todas las patrañas. Les ha puesto la pata encima a "las cogotudas
porteñas". Esa anécdota la define. Ha comenzado a cobrarse las
cuentas atrasadas. Viaja
a Europa con una espectacular comitiva, con un despliegue de lujo que se
comenta en uno y otro extremo del mapa. Es el gran show de los nuevos
ricos en la Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial. España la
recibe bajo palio, a ningún rey tanta pompa y circunstancia. Evita luce
sus pieles y sus brillantes. Demasiado recargada, dicen las elegantes de
alcurnia. La
vuelta promocionada como gran suceso la pone en el tope de la gloria. Los
diarios, el cine, la radio, no se cansan de ponderar sus dotes. Perón
monopoliza la prensa. La muchedumbre se electriza al sonido de la voz
apasionada, que desconoce la gravedad coloquial de una cultura mediana. Se
instala para los grandes fastos en él balcón de la Casa Rosada. El líder
y su bella y querida mujer. La pareja del idilio. Ningún dictador tuvo
mejor ministro de propaganda, dirían después algunas españolas
falangistas. Comienza
"el imperio de balcón": los diálogos entre las muchedumbres
con cartelones, emblemas y consignas clamando "la vida por Perón".
La pareja de gobernantes más parece una pareja real. ¿Acaso alguien duda
que Evita gobierna? Viaja en trenes especiales "por los caminos
polvorientos de la Patria", arroja a ambos lados máquinas de coser
(como las que soñó la Juana siendo peona), planchas, dinero, ropa,
medicinas, guardapolvos blancos. Les da empleo a los que se lo piden. A su
familia le regala ministerios, diputaciones, senadurías. Arrebata micrófonos,
besa a los enfermos, alza a los chicos miserables. Suplanta a las damas de
beneficencia por la fundación que lleva su nombre, crea la Rama Femenina
del Justicialismo, les da el voto a las mujeres, las lanza de prepo a la
política. Perón la deja hacer, a veces la aconseja, pero ella asciende a
puro instinto. Cuando todo se ha preparado para la segunda presidencia,
cuando lo tan ansiado, la fórmula Perón-Perón está al alcance de su
mano, la oligarquía aprieta al generalato. Ya basta de esta mujer que los
pospone en las audiencias por horas en que pasa primero el pobrerío. Ya
están hartos de que se luzca con los modelos más exquisitos traídos en
avión desde París, que brille entre joyas de miliunanoches, que los
sobre gozosa desde la espuma de sus pieles, mientras los grasitas la
adoran y los ricos, sobre todo ellas, las biencomidas, braman.
"En
los altares populares, santa
hiena
de hielo para los gorilas". Pero
ella no ocupará ese lugar porque está enferma. La leucemia le devora la
sangre y sin embargo insiste en seguir al frente de su secretaría. Tiene
muchos proyectos para los obreros, los pobres, los ancianos, los niños y
las mujeres, esas mujeres que van llevando a rastras sus hijos ilegítimos,
sus guachitos, los arrinconados por la fortuna. ..ya ella el tiempo se le
acaba. Había
construido en seis años más que los viejos políticos en varias vidas.
Pero ni se detuvo en hacer balance. Cuando ya estuvieron agotados los
tratamientos, los médicos famosos se retiraron. Ella todavía insiste en
salir su último 4 de junio de 1952 a presidir el acto oficial en el
Congreso, la asunción al segundo período de gobierno. La verán pasar en
limusina descubierta; sus largas manos saludan desde el puño de pieles.
Su rostro es sólo una mueca detrás de la sonrisa maquillada. Sostenida
por un armazón de metal está parada la muerte revestida en visón. Es
hasta un martirio el verla. Sin embargo, Perón concede y hasta se dice
que la usa. Se aguanta la interminable ceremonia, a menudo escupe en un pañuelo
que le alcanzan. Los argentinos la ven estrenando la TV. Esta vez ella no
enardecerá a las multitudes desde el micrófono. Es ya una sombra que
pasa... "Cuando
los buitres te dejen tranquila y huyas de las estampas y el ultraje
empezaremos a saber quién fuiste". Pero
ella no ocupará ese lugar porque está enferma. La leucemia le devora la Por
las paredes del Barrio Norte apareció escrito: "¡Viva el cáncer!".
Otra vez el odio de los poderosos. Al fin respiraban tranquilas las reinas
del jet set, los estancieros, los grandes empresarios. Perón, sin ella,
se quedó sin brújula. El general se quedó sin pólvora y le llegó la
hora a los brujos.
"Calle
Florida,
túnel
de flores podridas
y
el pobrerío se quedó sin madre
llorando
entre faroles con crespones
llorante
en cueros, para siempre, solos". Los
milicos de "la libertadora" (Revolución Libertadora que derrocó
a Perón en 1955) robaron su cadáver, lo ultrajaron, lo violaron en actos
de necrofilia, le quemaron el pecho con cigarrillos, lo llevaron lejos, lo
escondieron del pueblo. Ellos, que tienen una larga y siniestra
experiencia en desacralizar la muerte, iniciaron una diáspora decretada,
porque siempre tendrían miedo de aquello que dijo una vez: "Volveré
y seré millones". Bibliografía Carmen
Llorca. Llamadme Evita. Carmen
Llorca. Las mujeres de los dictadores. Eduardo
Galeano. Las venas abiertas de América Latina. Eva
Perón. La razón de mi vida. |
Susana Dillon
8
de agosto de 2010
Secretas alcobas del poder
Diario Puntal (Córdoba, Arg.)
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