Los mitos de la serpiente |
La gente de la tierra tenía un profundo
respeto y hasta cierta veneración por las serpientes a quienes
consideraban animales mágicos, ya que su cosmogonía tenía mucho que ver
con la salvación del género humano en el diluvio universal. Así como en la tradición judeo-cristiana
la víbora está asociada al demonio, al mal y a todo lo desagradable ante
lo cual hay que huir, el génesis ranquel la ubica entre los seres
sobrenaturales que se duelen de las penurias de los humanos. Así Trenten, la gran serpiente mítica,
que moraba, en épocas lejanas en lo más inaccesible de las altas montañas,
tenía que proteger a los humanos de un monstruo, también serpiente, pero
negra y terrorífica que habitaba los abismos marinos. Allí en lo más
revuelto de las estaba agazapada y dispuesta a terminar con los hombres.
Era Caicaivilu invadía con las aguas del mar, la tierra habitada. Viendo
el gran peligro que corría la raza humana Trenten, rápidamente los
advirtió de que se subieran a lo más alto de los montes para salvarse
bajo la protección de la serpiente benéfica. Los
primeros en obedecer fueron los animales; los hombres, muchos de
ellos murieron en las aguas tenebrosas, otros fueron convertidos en peces
y muy pocos, los que hicieron caso de las advertencias, se salvaron ya que
Trenten hizo que se elevaran aún más las montañas con el poder de
su magia. Se cansó Caicaivilu de este juego de portentosos titanes, abandonando la
lucha. Al comenzar a bajar las aguas, los peces
volvieron a su primitiva forma humana. Pero hay otra versión que se refiere a
una hermosa aborigen seducida por el Trauco, monstruoso hijo de Caicaivilu
que con sus hechizos paralizó a la muchacha poseyéndola. A salvarla
llegaron los pillan quienes con
el tremendo poder del trueno convocaron a los aliados de la joven e
inundaron el mundo conocido menos la montaña donde al fin se había
guarecido Trentren con la cautiva. Como queda expresado el Génesis mapuche
tiene su diluvio provocado por dos titánicas fuerzas que se oponen y dan
permanente alimentación a las fuerzas del bien y del mal. Es muy probable que, debido a la
simbología de las serpientes los mapuches respetaran tanto a estos
reptiles pues eran sus animales totémicos más recurridos. Esto no quiere
decir que los adoraran como a ídolos. Los indios sabían separar
efectivamente el signo obtenido del significado de lo que representaba.
Para los mapuche-ranqueles la serpiente era símbolo de la sabiduría y la
separación del bien y del mal. Tal vez sea el animal que más se tuvo en
cuenta al querer expresar la renovación de la vida tal como lo hace el
ofidio al cambiar de piel en determinadas faces de su vida. Otra de las simbologías es asociarla al trance de la pubertad, cuando la niña se transforma en mujer y con la lectura de las estrellas. Los cuentos de esta cultura (epeutun) especialmente los de contenido religioso o moral, están impregnados de la sabiduría y la prudencia de las serpientes, como ejemplo didáctico de vida transmitida ingenuamente por boca de las entrañables abuelas, poseedoras de la memoria de su antiguo pueblo. |
Susana
Dillon
De "Huellas de
Ranqueles"
Imprenta Libertad - Río Cuarto - 2002
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