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Los
cronistas del Incario |
Un imperio tan consolidado como el inca, necesariamente tenía un sistema de información que aún hoy asombra por lo original y eficiente. No tenían escritura, pero los quipus, cuerdas de algodón coloreadas y anudadas eran un método mnemotécnico de llevar contabilidades y relatar noticias escuetas por códigos. También las grecas y dibujos de las vasijas cerámicas tenían un mensaje. Esta labor era desarrollada principalmente por mujeres. Pero lo que llamó la atención de los europeos fue todo un sistema de chasquis que recorría rutas ya estipuladas, a veces de miles de kilómetros, como el camino de Cuzco a Quito (2000 km), que era recorrido en seis días con mensajeros de relevo. Los encargados de este delicado trabajo, o mejor misión, eran jóvenes atletas aptos para la carrera y para todo esfuerzo físico, que debían relevarse cada media legua y en cada relevo ya estaba un indio descansando para reanudar la posta. Buenos corredores, aún hoy asombra su promedio, contando que a pesar de tener camino debían sortear ríos y montañas de gran altura, además de las inclemencias del clima, llevando el mensaje secreto para servir a su reino. El chasqui llevaba un látigo y una porra para defenderse en una mano, en la otra, en una bolsita, los quipus abrigado con un grueso poncho, a la distancia hacía sonar un caracol para alertar al que lo esperaba para el relevo en el TAMPUS, especie de abrigo donde encontraba cama y comida. Los españoles siguieron usando este sistema de comunicación durante doscientos años. |
Para
un cronista los dioses no eran tales Con
un sistema tan perfeccionado como el de los chasquis era lógico que el
Inca se enterase del arribo de gente extraña por las costas del Pacífico
y mandó a sus cronistas para que observaran detenidamente todo lo que
los extraños hacían. Las noticias enviadas por los curacas de la costa
advertían de que aquellos seres pálidos, barbados y con armas mortíferas,
que montaban extraños animales y que usaban vestimenta de hierro para
la guerra hizo que pensaran que era realmente los Viracochas los recién
llegados. Atahualpa,
que había desatado una cruenta guerra civil contra su hermano y
heredero del trono, Huáscar, tenía para estos menesteres todo un
equipo de informantes. Mandó pues a uno de los más
capacitados para que observara los movimientos de los dioses que habían
venido del mar. El
indio, disfrazado de vendedor de pacaes, entró en el poblado fundado
recientemente por los extranjeros sobre una aldea nativa. Se admiró
pues grandemente cuando el herrero Juan de Salinas, hombre de
confianza de los Pizarro - ablandaba y torcía por la acción
del fuego metales tan rudos como el hierro, a su capricho – quedó
fascinado cuando el barbero Francisco López rasuraba las terribles
barbas de sus compañeros, rejuveneciendo en un instante los rostros y
que el domador Hernán Sánchez Morillo gobernaba las terribles bestias
a su antojo. Por otra parte descubrió que los caballos no
comían carne sino hierba, que los perros de guerra no
comían hierba sino carne, casi siempre de indios y el mayor hallazgo,
que los españoles no eran dioses sino hombres... Los descubrió cuando
los vio hacer sus necesidades en una improvista letrina. La elemental
sabiduría del presunto salvaje: el hombre blanco, como a los patos
criollos se los conoce por su bosta. Nada pues de tenerlos en los
altares. Así lo comprendió Atahualpa. Aquellas noticias
se debieron enviar por quipus y resulta oportuno recordar que en la
comunicación entraba primordialmente la memoria. Previamente
se hacía una selección de lo que se debía transmitir, luego se los
memorizaba con la ayuda de los cordeles anudados y luego, cuando
convenía al soberano, tales noticias se pasaban a los
trovadores que las difundían, de lo que se infiere que hubo
datos que no se daban al público, ni los codificaba la historia. Hubo
incas que ejercieron la censura en forma tan despiadada como lo hicieron
luego los dictadores que padeció la América de este siglo. Pachacutec,
en 1438 dio muestras de manejar la táctica de borrar el pasado que no
le convenía. Bibliografía: |
Susana Dillon
6 de enero de 2010
Gentileza de "Ciudadanos autoconvocados de Río Cuarto"
http://ciudad4.blogspot.com/
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