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Lo que costó la fundación de Córdoba
Susana Dillon

Al analizar las fechas en que fueron empadronados los comechingones no bien descubiertos por Jerónimo Luís de Cabrera que venía del Norte a fundar ciudades, nos damos cuenta que a partir del año 1600 se acaban los datos de los censos, no porque se hubiese suspendido esa labor de estadística sino porque los indios habían desaparecido, los habían exterminado y aquellos que huyeron hacia lo más oculto de las sierras, permanecieron conservando sus vidas pero perdieron su cultura, su trabajo comunitario en los ayllus, su idiomas y sus cultos, es decir se aculturizaron, desmembrándose de sus sacate.

La riqueza que encontraron que eran precisamente esos primitivos pobladores, pronto se dilapidó, sin tener en cuenta que se quedaron sin mano de obra para construir las iglesias, conventos, cabildos, casas solariegas, estancias y obrajes.  

Por ese motivo tuvieron que entrar en el vil negocio de la esclavitud que se había prohibido en Europa pero que se instaló en América con el beneplácito de la Iglesia que también la adoptó para sus construcciones y vida social. El esclavo negro suplantó al indio, de allí que se iniciara este nuevo flagelo para estos desdichados venidos del África.

La ciudad de Córdoba, sus soberbias Catedrales, sus suntuosos templos, sus casas solariegas, su cabildo están edificados sobre los despojos y la sangre de los nueve pueblos de las inmediaciones, entre ellos Quilino, San Jacinto, Soto, PichanasNono, La Toma, Cosquín y San Martín de Nonsacate. Con el paso del tiempo y siendo Sobre Monte Gobernador Intendente de Córdoba, volvió a mandar otro censo y en poco más de 200 años sólo anotaron 531 aborígenes.  

Según nuestro historiador Miguel Ángel Gutiérrez, que conoce a los serranos, de la región de Achiras, porque fue durante 37 años maestro rural, colgado de las sierras, dice que los actuales pobladores nativos conservan las mismas características físicas y costumbres de los comechingones, descriptos por los colonizadores españoles, agregando que son personas retraídas, de pocas palabras, con una notable resistencia física al clima duro de las altas sierras, a las que se han adaptado durante centurias.

Hay un trabajo muy interesante de la Dra. Beatriz Bixio, titulado "Los pueblos indígenas de Córdoba en el siglo XVII. Desnaturalizaciones étnicas y derecho a la tierra", editado en la revista "Memoria del Primer Congreso de Culturas Originarias", 11, 12 y 13 de Oct. de 2005, Cba. Pág. 17 que expresa: "y paralelamente a este proceso de caída rápida y abrupta demográfica, encontramos que esta ciudad de Córdoba, que en sus orígenes no fue más que un fuerte donde habitaban aproximadamente cien españoles, en ese mismo período sufrió un proceso de mejoramiento enriqueciéndose de modo tal que incorporase rápidamente sus vecinos feudatarios al tráfico comercial interregional, al vida política y a la vida económica".

"Pueden, hasta el punto que Córdoba, a fines del siglo XVII ser una de las ciudades más florecientes del interior".

"Este es el período menos conocido que hay, porque hay menos investigaciones en relación a este tema. El pronto enriquecimiento trajo el asombro y el repudio de los funcionarios superiores venidos desde el Alto Perú (especialmente de la Audiencia de Charcas) que comprobaron los excesos cometidos con los indígenas por el sistema de las encomiendas a la que se unía el despojo de las tierras adjudicadas a los naturales para su subsistencia".

Con este sistema, los que se hacían propietarios de tierras por medio de la expropiación ilegal pasaban a tener derechos económicos y políticos, pasando a participar de cargos en el cabildo, por lo tanto ascendidos en su condición social. La posesión de las tierras no sólo dio rindes económicos, sino participación en el poder y ascenso en la escala social.

A todo esto, la corona española hizo la vista gorda, pues la despoblación no coincidía con las leyes de protección al indígena al que se le debía alimentar, proteger la salud, instruirlo en la doctrina cristiana y darle descanso.

El encomendado debía trabajar de sol a sol todos los días del año, sin domingos ni feriados, eran por lo tanto esclavos, sin ningún derecho. Apartados de su familia y del ayllu.

Jerónimo Luís de Cabrera en esto daba el ejemplo, tenía más de 200 indios esclavos encomendados en su estancia.

Los oidores de Charcas, anotaron en sus informes que se sintieron horrorizados por el resultado del trato: la desaparición de esta etnia.

Los jesuitas, tratando el mismo tema lo resumieron de esta manera desde la misma Córdoba: "Los indios en esta ciudad trabajaron más que los israelitas en Egipto".

Lorenzo Suárez de Figueroa en 1571 encontró en la región aledaña a Córdoba 30.000 indios cuando los censaba para encomendarlos en la construcción de la futura ciudad, ya lo hemos consignado, en 200 años no quedaban más que 531 y es útil recordar estas cifras para no seguir levantando monumentos a los invasores que venían con el objetivo de fundar ciudades para aniquilar luego a sus constructores.

Tanto los templos como los palacios y las casas de los españoles se ornamentaron con lo que luego se llamó "el arte mestizo" en que trabajaron también nuestros comechingones: tallas de imágenes esculpidas en maderas finas, muebles, altares, sillería, frentes esculpidos en piedra, columnas con riquísimos decorados, púlpitos recamados y recubiertos de láminas de oro, fueron también tallados por nuestros primitivos habitantes que aprendieron de los profesionales venidos de España a embellecer los lugares en que iban a residir. También trabajaron en el arte de la pintura. Hay millares de obras religiosas esparcidas por toda América realizada por pintores nativos que se agruparon en las grandes capitales americanas. Así surgieron obras maravillosas de las Escuelas Cuzqueñas, limeñas, potosinas y también las nuestras, durante la época colonial. Sin embargo esas telas valiosas no llevan la firma de su autor por ser indio. Se les estaba prohibido.

El acelerado crecimiento de nuestra capital y la abundancia de suntuosos templos y edificios oficiales se debe a la sangre y el sudor de los 30.000 indios de su entorno.

 

Susana Dillon

1 de noviembre de 2009
Gentileza de "Ciudadanos autoconvocados de Río Cuarto"
http://ciudad4.blogspot.com/

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