Gente de aguante
Susana Dillon

En la estancia de los Lalor en Del Campillo la ley de la herencia comenzaba por los administradores. La familia de los Mac Louglin fue dando, de generación en generación, el noble material humano para administrar e incrementar los bienes de sus patrones. Ya venia el prestigio de éstos irlandeses cimentándose desde el primer inmigrante llegado a estas tierras, hasta que cercano en el tiempo le tocó a Enrique Mac Louglin hacerse cargo de la responsabilidad heredada. 

No podía el muchacho ser más simpático ni entrador. Aparte de sus dotes profesionales, sus conocimientos y corrección. Tenia fama de incansable en cualquier tarea que emprendía. Así era en el trabajo como en las fiestas. Pero no sólo se destacaba por estos antecedentes. Resultó ser poeta y músico además de cumplido gentleman. Todavía quedan mentas en la región que en oportunidad de una fiesta campestre ordenada por la patronal, conmemorando una fecha patria, Enrique se reunió con algunos destacados payadores de la región para amenizar la celebración. El escenario fue el patio principal de la estancia, coronado por un corpulento y folklórico algarrobo. Como la fiesta comenzó a media mañana prolongándose por veinticuatro horas, horario que se respeta si la gente es aguerrida. Enrique apoyó su pierna derecha en una silla que fue variando de ubicación conforme fuera dando la vuelta la sombra proyectada por el algarrobo. Guitarra en mano, el administrador que ya tenía todo el trabajo previsto y ordenado, fue haciendo las delicias de su auditorio. La concurrencia fue cambiando; unos llegaban, otros se iban, según sus intereses. Pero Mac Louglin seguía firme con su repertorio contrapunteando con cuanto payador se le cruzaba en la fiesta. El gallardo administrador, al cabo de veinticuatro horas se encontró en el punto de partida, apoyado en su silla, tan fresco y lozano como cuando empezó, siempre con la misma inspiración y renovados bríos, en aquellas payadas que hicieron historia. El nieto de aquellos irlandeses que llegaron llenos de esperanzas era un gaucho tan genuino como los que dio esta tierra.

Susana Dillon
De "Los hijos de Irlanda en Argentina"

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