Estudiar de nuevo la historia |
Los
que desesperan ante la voz de nuevos historiadores que abogan por una
nueva mirada, se erizan ante esta perspectiva. Equivale a dos cosas: o
la pereza por volverla a estudiar o no les conviene que cambie. Cuando
niños, nos mandaron a estudiar con determinado autor que debía estar
de acuerdo con lo que pensaba el ministro de educación que nos tocaba
en suerte. Las nociones venían directamente dirigidas. Era peligroso
arrimar nuevas teorías, nuevos descubrimientos. Nada de innovar en
cuanto a lo que demostraban documentos y descubrimientos. Durante centurias se enseñó el descubrimiento de América glorificando a descubridores, conquistadores y colonizadores. Fue silenciada la matanza de los pueblos originarios, que sin embargo los cronistas revelaban en los documentos que se enviaban a España para que los emperadores tuvieran en cuenta las hazañas de sus enviados. |
La
historia oficial, en este punto, quedó congelada. Quedó firme
que:"el indio bueno, es el indio muerto, se prohibieron sus
lenguas, sus creencias, sus culturas, sus ciencias. Había que hacer
tabla rasa con esas civilizaciones que habían alcanzado un alto grado
de desarrollo. Cuando
se cumplieron los 500 años del descubrimiento, vinieron de España no
solamente libros, sino colecciones que deploraban los crímenes de lesa
humanidad perpetrados en América, tanto la del norte como la hispano
lusitana. Cuando tuve en mis manos aquella información me reconcilié
con los españoles de amplio criterio que supieron poner los puntos
sobre las íes. Y cosa curiosa, nuestros recalcitrantes pro-España
conquistadora y brutal ni se tomaron el trabajo de consultarla, ni
escucharon los reclamos de lo que quedó de los pueblos sometidos y
arrasados. Para ellos era y sigue siendo una herejía, dar la otra versión.
Pero no para aquí el problema: tampoco aceptan que hay otra versión de
la guerra con el Paraguay, de la "conquista del desierto", del
reparto de las tierras luego del genocidio, de las masacres en la
Patagonia y en la forestal. A esos temas nunca se llega en los programas
oficiales ni en los privados. Silencio absoluto en todo aquello que es
mejor saberlo a repetirlo. Y
somos tan dicotómicos, que en otras materias valoramos la investigación,
los descubrimientos. En este rubro son los artistas los que se empeñan
en descubrir novedades en su metier, en experimentar, en inventar nuevos
rumbos para remozar toda actividad que los apasiona. Van a la vanguardia
como los científicos que aprovechan sus fracasos para llegar a sus
descubrimientos, tantas veces como sea necesario volver a empezar. Son
dignos de elogio y de seguir sus ejemplos los que perseveran, los que
siempre tras el horizonte avizoran otra novedad, otro camino, otra utopía. Las
que van como las rémoras, siempre siguiendo lo que manda el poderoso
serán el palo en la rueda del progreso. Han
surgido nuevos historiadores, con otro lenguaje, con otras
investigaciones, con otros criterios que nos muestra la cara oculta de
períodos confusos, que merecen ser tratados de nuevo para tener una
idea clara de los acontecimientos. La
historia oficial sigue siendo mentirosa, con héroes asexuados, sin
carnadura humana, puro mármol y bronce, pero con los pies de barro.
Seguir repitiendo como loritos la vieja cantilena sin cuestionarlo, es
como tomarse un medicamento sin haberlo experimentado en humanos, y ¡ojo!
Que eso ya se está probando en lo que nos mandan de lejos en más de un
laboratorio. A
la historia no solamente hay que revisarla, hay que aportar sin
apasionamientos estériles, que se vengan nuevas voces y nuevas fuentes.
La historia oficial de la que Mitre es palabra santa, sin poner ni
quitar una línea, es obsecuente. Recordemos que don Bartolomé, no sólo
fue presidente, sino general de la nación conduciendo la guerra con el
Paraguay fue también su narrador y fundador del diario la nación.
Desde el vamos nuestros presidentes han abarcado algo más que el poder
ejecutivo. Hemos
levantado monumentos, puesto nombres a poblaciones, calles e
instituciones a los que se han merecido el olvido, tales los casos de
verdaderos mercenarios extranjeros contratados para eliminar a los
pueblos originarios como Rauch, Fotheringham, Paunero, Vintter, Levalle
que fueron premiados por asesinar a nuestros indios con extensiones de
tierras (hasta que se les cansara el caballo). Si no tenemos en
cuenta estos datos, estaremos metiendo bajo la alfombra, lo que
barremos. Todos
los militares de rango recibieron decenas de miles de hectáreas de las
mejores tierras para pastoreo y labranza, Roca y sus hermanos todos
quedaron millonarios. Pero el general quiso llamarse "el
conquistador del desierto" y a semejanza de Julio César, esos
territorios fueron "sus galias". Así, con ese slogan, tuvo el
camino allanado para la presidencia, y con la presidencia se abulonó el
fraude. Los
que recibieron 100 hectáreas sin agua y un cuarto de manzana en algún
pueblo para hacerse un rancho fueron los milicos, gauchisoldados a
quienes los cazaron, los engrillaron y los mandaron a combatir sin
alimentos, sin ropa, sin asistencia médica, con míseros sueldos que
llegaban con seis meses y hasta años de retraso. Los
huesos de estos ignorados héroes quedaron blanqueando en la pampa,
mezclados con los de sus enemigos, los indios. Tampoco para ellos hubo
ni recuerdo ni justicia. Se
supo que a la esposa y a la hija del presidente Avellaneda, que dio su
aprobación a la matanza, el Congreso Nacional le votó una ley otorgándoles
18.000 hectáreas. ¿Alguien
se enteró si alguna viuda de soldado de la campaña recibió lo que le
hubiera correspondido? Tampoco
les fue mejor a los gringos que vinieron a colonizar las tierras
prometidas. A muchos los mandaron de vuelta por protestar por el salario
de hambre y por la vida de perros que les dieron sin misericordia ni
leyes, que los protegieran. Tampoco hay recuerdos de las matanzas de los
obreros de la Patagonia ni de la Forestal. Nuestra
historia oficial está enferma de amnesia. Cuando
uno visita los países vecinos y quiere al menos saber algo de su
historia que por supuesto está muy ligada a la nuestra, nos damos
cuenta que en los mismos tiempos y con héroes que compartimos, ellos la
cuentan de manera muy distinta. Al ahondar la investigación ya entramos
en sospechas de que hay gato encerrado, nos vamos encontrando con
amargas verdades que queremos saber... Y nos tragamos los mismos
sinsabores que con la guerra de Malvinas, justo cuando la estábamos
ganando según los noticiosos oficiales, de golpe, nos tuvimos que
rendir. Como ese desenlace, sepamos que hubo otros... Y hay que asimilarlos para no caer como chorlitos en el exitismo crónico. |
Susana Dillon
4 de mayo de 2010
Gentileza de "Ciudadanos autoconvocados de Río Cuarto"
http://ciudad4.blogspot.com/
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