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Cuando los indios descubrieron España |
"Es
el primer triunfo de un Caribe en Europa, este momento tiende el puente
que va a unir a los dos hemisferios mejor que todas las conquistas" Germán Arciniegas.- El coloquio con Juanita Ramírez
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Desde
que se nos contó lo del descubrimiento de América, se nos mostró,
pegada al pizarrón, la lámina del Billiken, con lujo de color, la
llegada triunfal del gran almirante Colón, al que recibían satisfechos
los Reyes Católicos en el palacio de Barcelona. Ellos sentados en sus
tronos, contemplan al almirante, de rodillas, en actitud de mostrar lo
traído: indios, papagayos, objetos de oro, monos, frutas, flores exóticas,
rodeados de pendones, grímpolas y gallardetes, entre soldados de
armadura. El lugar de llegada, gran salón de recepciones, frente a
"la plaza del rey" en pleno barrio gótico que era el mismísimo
sitio en que se desarrolló el evento, según la lámina de nuestra
infancia, ahora convertido en museo de exposiciones de arte hispano.
A poco de pagar mi ticket, un cicerone nos impuso del asunto mientras se descolgaba con un florido discurso sobre los tapices de una exposición de provincias y allá al fondo, sobre tarima, sentados en sus tronos de utilería, dos figuras grotescas de una pareja que recordaba los gigantes y cabezudos a los que son tan afectos los hijos de España. Daban la sensación de dos farristas a los que les llegó la madrugada todavía con la resaca y fuera de casa tenían un cierto parecido con Isabel y Fernando, pero nadie aventuró aclarar la identidad, no fuera cosa que metiéramos la pata. |
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¿No era éste el recinto donde
llegó Colón luego de su primer viaje? Pregunté admitiendo que el
salón era igual al de la vieja lámina escolar. "Pues
verá usted, que todo eso es puro cuento. Aquí ni llegó Colón, ni
estaban los reyes, ni trajeron indios, ni papagayos, ni aguacates, ni
plantas exóticas, por la sencilla razón que al rey Fernando, para
aquella fecha estaba casi moribundo de un lanzazo que le fuera
propinado en un atentado ocurrido en Aragón. Por este motivo la reina
Isabel se tuvo que hacer cargo de los asuntos del reino y de dar su
merecido a los rebeldes que casi le mataron a su real esposo. Ya sabéis
que su Majestad Católica era severa y eficaz en cuanto a poner orden
a quien se levantara en armas. Conque en este recinto no ha podido ser
tal acto" Así
las cosas, mi decepción fue grande, pero más grande fue mi asombro,
al enterarme, de boca de los propios hispanos, avezados en su
historia, cuando siguió el cicerone con su plática: "Llegado
Colón a estas costas de España, ancló en un ignorado puerto de la
desembocadura del Tajo que fue la primera tierra propia que pisaron.
Todos los que descendieron de " La
gente, por la calle, iba toda cubierta con trapos y paños no dejando
ver si no la cara y las mujeres apenas las pantorrillas y las manos
vieron lavanderas lavando trapos con una cosa que hacía espuma, que
les arrojaron entre risotadas. ¿Estarían desnudas debajo de tanto
envoltorio? Pasaron carros tirados por animales enormes con terribles
cuernos que luego supieron se llamaban bueyes. Vieron las ruedas de
los carros que transportaban trastos pesados. De pronto se echaron a
repicar las campanas y les dijeron porque era la fiesta de regreso.
Los españoles, al pasar por la puerta de Juanita
Ramírez, que era la más alborotada, se acercó lo más que pudo a
los indios, dándole a beber al más próximo un trago de vino, pero
el recién llegado torció su amplia boca escupiéndolo. Evidente que
aquello tan fuerte no le gustó. Como lo vio temblar le alcanzó un
cucharón con buen caldo de puchero y el indio sonrió complacido.
Juana se arrimó aún más al foráneo diciéndole: a mí la gente me
llama Juanita. Y el indio repitió bien clarito: Juanita. La muchacha
dijo: repite eso otra vez. Y el indio: Ju a ni ta, con cara sonriente
y chorreando sopa. Gran ovasión entre los parroquianos. Se había
establecido el puente entre las dos culturas. Fue
el primer indio aplaudido en Europa. Aquello fue la mejor cosa que
ocurrió en el viaje.
Y
todo esto nos deja que pensar: ¿si a América hubiera venido A
los tiempos se supo que aquellos nueve indios traídos para que
se conociera el producto humano de Las Indias, habían muerto de frío,
mala comida y peores tratos... y desde entonces América se cubrió
con las sombras de la codicia, lejos, muy lejos de aquella mano amiga
que tendió Bibliografía:
El Coloquio de
|
Susana Dillon
12 de octubre de 2009
Gentileza de "Ciudadanos autoconvocados de Río Cuarto"
http://ciudad4.blogspot.com/
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