Buscando el Paraíso I |
"Al oriente de la cordillera, había un paraíso, al cual ningún
hombre podía resistirse: ganado vacuno y yeguarizos en abundancia, valles
fértiles, frutales variados, pasturas tiernas, agua a cada paso, aves de
todo tipo y tamaño, roedores, quirquinchos, matacos, mulitas, ciervos y
lo que era más atractivo: La abundancia, que provocara que todo estuviera
al alcance de la mano" Juan José Estévez. Pincén, vida y leyenda ¿O
sería el desierto?, como le llamaron a la extensa llanura en la que cabría
más de un importante país europeo También se le nombró "País del
diablo", "Tierra incógnita" porque se dejaron llevar por
la leyenda del oro, hasta la compararon con la mítica Trapalanda, y
supuesta ruta a la ciudad de los Césares por la que se perdieron en los
guadales y médanos los que deliraron por encontrar algo más rico que el
Perú o México. La sola
mención de desierto provocaba estremecimientos entre los que hacían
comentarios en fogones, tabernas, fortines y postas. La fantasía popular
ante lo desconocido tejía leyendas e historias macabras. Para abonar el
salvajismo de sus pobladores nativos, el joven Estanislao Zeballos que
anduvo recorriendo parte del misterioso país y frecuentando su frontera
escribió desde 1871 al 78 obras ricas en observaciones y datos como Viaje
al país de los Araucanos y La
conquista de 15.000 leguas. En ambas publicaciones Zeballos se adhirió
bravamente a la teoría del General Roca de eliminar a sus pobladores por
la fuerza y como solución final para llevar la civilización, el
ferrocarril y el telégrafo a esta región de gigantesca y potenciales
riquezas. Era su filosofía: "Quitar a los Pampas los caballos y las
lanzas y obligarlos a cultivar las tierras, con el rémington al pecho
diariamente, he aquí el único medio de resolver con éxito el problema
social que entraña la sumisión de estos bandidos". |
La imagen
que creó Zeballos del mundo indígena, consolidó el juicio de la
historiografía argentina que llegó hasta 1992, en que al querer festejar
los 500 años, del descubrimiento de América, desde la misma España y
desde los centros indígenas de México y Perú surgió una revisión
impensada hasta entonces que se extendió por toda Indoamérica. Desde allí
la historia se comenzó a escribir también bajo la mirada de los pueblos,
quedando claro cómo fue mistificada la que se escribió desde el poder,
pero ya había pensadores y escritores que con tiempo habían hecho su
trabajo bajo la lupa desapasionada de buscar nuestras raíces. Así se
comenzó a reconstruir la realidad de la raza perseguida y diezmada, el
genocidio y la esclavitud para integrarla a la historia que todavía no se
había contado. Así, desde el primitivo vocablo equivocado a sabiendas
(descubrimientos), se comenzaron a desandar vida y hechos de los que
habitaron mucho antes que nosotros estas tierras que hoy pueden alimentar
a 300 millones de habitantes, que no son precisamente nuestros aborígenes.
A ellos los sacaron de la pampa y de la historia, pero se olvidaron de
sacarlos de la memoria colectiva y no contaron con su resistencia a dejar
su cultura, su lengua y sus escondidos dioses... El desierto, esa extensión que discurría entre la línea de frontera una curva conteniendo las actuales provincias de Buenos Aires, La Pampa y el Sur de Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza hasta los ríos Limay y Neuquén. |
Susana
Dillon
De "Se vienen Los
Pampas"
Imprenta Graficop - Río Cuarto - setiembre 2006
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