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José Ángel Buesa,
el poeta del amor, proscrito y olvidado en su propio país |
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Cuando la revolución cubana triunfó en 1959, José Ángel Buesa era el poeta más leído y recitado, no solo en Cuba sino en toda Latinoamérica. A pesar de que en aquella época no existían grandes editoriales como ahora, sus libros se reeditaban una y otra vez. Sus poemarios fueron, aunque todavía no se había acuñado el término, verdaderos best sellers. Recuerdo que eran ediciones en rústica que los jóvenes románticos de entonces —desde La Habana hasta Bogotá— leían en los recesos de los institutos. Y las señoritas —desde Guayaquil hasta Managua— en la soledad de sus habitaciones. Uno de sus libros más conocidos, Oasis, publicado en 1943, fue traducido a varios idiomas y vendió miles de ejemplares en todo el mundo. Muchos de sus lectores guardaron con celo esa primera edición. ¡Cuántos grandes amores nacieron al calor de su versos! ¡Cuántas lágrimas de desamor humedecieron sus páginas! Conozco un matrimonio de ancianos que aún conserva uno de aquellos libros junto al viejo álbum de fotografías de su boda. Pero nada de eso importó para que la revolución, a través de algunos mezquinos intelectuales que se sumaron a ella, comenzara a atacar a José Ángel Buesa, tildándolo en la prensa oficial como un poeta que representaba los valores de una época ya pasada y criticando su obra como “cursi y fácil” y calificándola como “burguesa”. No les importó que ese “poeta menor”, como le llamaban, hubiese sido galardonado unos años antes con el Premio Nacional de Literatura. Tampoco les importó, lo cual era más importante todavía, que ese poeta de “temática monocorde” hubiese conquistado el corazón de toda una generación de cubanos. Lo peor de todo fue que algunos de esos mismos intelectuales que exigían su crucifixión podían recitar de memoria —sin temor a equivocarse ni en las pausas— los primeros versos del Poema del renunciamiento: “Pasarás por mi vida sin saber que pasaste. / Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar, / fingiré una sonrisa como un dulce contraste / del dolor de quererte y jamás lo sabrás”. O aquellos del Poema de la despedida: “Te digo adiós y acaso te quiero todavía. / No sé si he de olvidarte, pero te digo adiós. / No sé si me quisiste, no sé si te quería / O tal vez nos quisimos demasiado los dos”. Lo cierto es que Buesa, un hombre decente y bueno, no pudo soportar la presión del gobierno ni el ninguneo de los “poetas mayores” que lo vituperaban —Cintio Vitier y Roberto Fernández Retamar, entre ellos— y abandonó Cuba. Ese mismo día el gobierno castrista, al igual que hizo con otros escritores cubanos exiliados, enterró en vida a José Ángel Buesa en el panteón de los proscritos y lo borró de la historia oficial. Es decir: como si nunca hubiese existido. De La Habana el poeta viajó a México y de allí a España, comenzando así su doloroso peregrinaje de exiliado. Vivió también en El Salvador y en Santo Domingo, donde se radicó definitivamente y donde tanto lo quisieron. Allí trabajó, hasta su muerte en 1982, como profesor de Literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. A casi cuatro décadas de su muerte, discutir la valía de José Ángel Buesa puede resultar ocioso. De eso ya se encargaron sus detractores y sus defensores. Los primeros con furia revolucionaria; los segundos, con una devoción a toda prueba. Lo que no es ocioso, para beneficio de las nuevas generaciones de cubanos, es lo que siempre hemos hecho aquí en el exilio. Esto es: rescatarlo del olvido y tratar de reivindicarlo. Hace unos años, como ha ocurrido con otros escritores cubanos proscritos en vida, a José Ángel Buesa, en un despreciable intento por apropiarse de su nombre, lo han vuelto a publicar en la isla. Muy poco y muy tarde, habría que decir. Vergüenza debería sentir esa despreciable dictadura. Y también deberían sentirla, junto con ella, sus miserables inquisidores oficiales. Manuel C. Díaz es un escritor cubano: manuelcdiaz@comcast.net . Su libro más reciente es “Escritores cubanos exiliados: sesenta reseñas literarias”, publicado por Ediciones Universal. |
por Manuel C. Díaz
Publicado, originalmente, en: El Nuevo Herald 24 de diciembre de 2020
Link del texto: https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article248079685.html
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José Ángel Buesa en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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