Representación
y memoria desde la interculturalidad
Resumen:
El
presente trabajo pretende contribuir al estudio de las representaciones de
los indígenas mapuches de Chile (Araucanos), intentando la superación de
los análisis centrados sólo en representaciones massmediáticas. El
estudio de las Relaciones de Sucesos aporta la dimensión histórica y una
genealogía crítica para comprender el juego de representaciones sociales
de los grupos, en este caso étnicos, presentes en los distintos discursos
públicos.
Palabras
clave:
Relaciones de sucesos; Memoria; Formas paleoperiodísticas; Indígenas
mapuches de Chile (Araucanos); Discurso público.
1.
Antecedentes
Los estudios realizados sobre las representaciones de los indígenas, como
el caso de los mapuches en Chile, se centran tradicionalmente en las
representaciones que se hace de ellos en los medios de comunicación
masiva. De tal forma que prevalecen dos sesgos metodológicos y epistemológicos:
a.
Se trata de representaciones que se presentan como ahistóricas, es decir,
como si las representaciones consistieran en una mera construcción
discontinua y determinada sólo por valorizaciones de actualidad.
b.
Se trata de representaciones que se presentan como parte de un estudio
centrado más en los medios como objeto de estudio que las propias
representaciones, es decir, constituyen estudios del comportamiento de los
medios y los hábitos de consumo.
Para
iniciar nuestro recorrido, conviene precisar qué entenderemos por una
Relación de Sucesos. Y, en un sentido muy general, la consideraremos un
texto que relata hechos, ocurridos o no, con los propósitos de informar y
entretener.
Siguiendo
el trabajo de PENA (2001: 43-47), las Relaciones de Sucesos constituyen
textos:
a.
No periódicos ni permanentes, en los cuales se narran hechos con propósitos
similares a los que actualmente podemos adjudicar a la prensa periódica.
b.
Que incluyen un solo acontecimiento, pero de muy diferentes características:
políticos, festivos, religiosos, sobrenaturales, viajes, etc.
c.
De forma y extensión muy variada, que va desde el volante al libro.
d.
De soporte manuscrito e impreso.
e.
Anónimos, en el caso de los breves, y con autoría, en el caso de los
extensos.
f.
Que se vendían, pero circulaban masivamente y era frecuente su lectura en
voz alta en lugares públicos.
g.
Dirigidos a distintos lectores, según su grado de complejidad.
Las
Relaciones de Sucesos surgen en la Edad Media, pero se consolidan en el
Siglo XV. Este período de desarrollo está vinculado a la aparición de
la imprenta y tendrá un aspecto importante en su contenido: el nuevo
mundo. Y es precisamente en el contexto del “nuevo mundo” en el cual
emergen las representaciones discursivas y públicas de los indígenas
mapuches (Araucanos) de Chile.
Por
otra parte, la mayor producción de Relaciones de Sucesos será en el
Siglo XVII, debido a:
a.
Las exigencias del conflictivo panorama sociopolítico.
b.
La necesidad de bajar los costos de producción que suponía el libro.
c.
Las posibilidades asociadas a la propaganda política e ideológica.
Otra
característica fundamental es que el narrador intenta permanentemente
lograr la legitimidad y credibilidad de su relato, utilizando al inicio
expresiones como: verísima, verdadera relación, etc.
Más
tarde surge la Gazeta, que convive con las Relaciones de Sucesos durante
los siglos XVII y XVIII, y las Relaciones de Sucesos se mantendrán hasta
principios del Siglo XX, especialmente en sus formas de relato ocasional
sobre acontecimientos no periódicos.
La
riqueza de estos textos, especialmente para lograr una mejor comprensión
de las formas actuales y pasadas de representación del “otro”, en
referencia a un “no-s-otros” histórico y las relaciones existentes,
es un argumento significativo, como para superar la apatía manifestada
hacia estos textos paleoperiodísticos, los cuales han sido marginados,
durante siglos, de la investigación historiográfica, literaria, antropológica,
sociológica y comunicacional.
Hasta
ahora no existe un catálogo completo de las Relaciones de Sucesos, sino más
bien experiencias de catalogación general. Los esfuerzos de registro de
estos relatos se inician con el trabajo de Jenaro Alenda y Mira, en 1903,
quien cataloga más de dos mil quinientas Relaciones referidas a fiestas.
Un ejercicio similar hace Salvador Carreres Zacarés, en 1926. Más tarde,
serán significativos los aportes de Mercedes Agulló y Cobo, quien en
1966 realiza el primer catálogo general; José Simón Díaz, en 1976 y
1982; y Ana Vásquez Estévez, en 1988. En la línea de teorización y
comprensión de las Relaciones de Sucesos, más allá de los registros,
son valiosos los trabajos de José Simón Díaz, de 1981; Ettinghausen, de
1984 y 1990; Agustín redondo, de 1989; José Gotor, de 1988 y María
Dolores Sáiz, de 1983, por nombrar algunos trabajos.
2.
Problema
Tomando,
pues, las restricciones anteriores, uno de los objetivos de este estudio
es posicionar las representaciones de los indígenas mapuches de Chile en
los medios como parte de un proceso profundamente histórico, de un
“continuo histórico representacional”, en el cual podemos observar
comparativamente imágenes que se repiten en el juego de construcciones
mediáticas, como lo podemos constatar en las primeras formas periodísticas.
En
este sentido, es fundamental comprender qué entenderemos por el indígena
mapuche en tanto objeto / sujeto de representación pública-mediática.
Basta recordar, a modo de ejemplo, que en los medios de comunicación en
Chile los indígenas aparecen como tales, esto es como objetos / sujetos
de representación mediática con identificación propia, sólo a partir
de fines de la década del ‘80, pasando de la identificación como
“Araucanos rebeldes y bárbaros que es necesario evangelizar” durante
la colonia y la globalización religiosa, hasta “Araucanos rebeldes y bárbaros
que es necesario pacificar” durante la globalización del modelo
Estado-nación; o “campesinos, marginales, proletarios, pobres e
indigentes, etc.”, en los diferentes proyectos sociopolíticos. Y sólo
a partir de fines de la década del `80 podemos observar representaciones
de este grupo, en el discurso público mediático, como “indígenas
mapuches”, con características sociales y culturales (no políticas)
“diferentes”, aunque no comprendidas, sino caracterizadas primero por
“lo exótico” y luego, como “lo conflictivo”.
Los
recientes estudios abordados por los principales “centros de producción
del pensamiento político” en Chile , se caracterizan por dos enfoques:
a.
Desde la lógica del conflicto, ya sea en una perspectiva cultural o de
riesgo (principalmente para los grupos empresariales); y
b.
Desde una lógica de la seguridad / inseguridad ciudadana, con énfasis
especialmente en las tensiones generadas por las movilizaciones de las
comunidades indígenas mapuches.
3. Marco teórico y conceptual
La reconstrucción histórica a partir de las Relaciones de Sucesos
permite observar una serie de representaciones que, especialmente desde
España, se construían sobre las colonias y contribuye, por lo tanto, a
la comprensión global de los actuales procesos de representación
intercultural.
Para
la comprensión de las Relaciones de Sucesos, desde un punto de vista
epistemológico, se utilizan dos aproximaciones teóricas, muy
relacionadas:
3.1. El uso de factualidades en la producción de los relatos:
Para
POTTER (1998), el lenguaje, o más ampliamente, el discurso, no es un
reflejo de la realidad:
“la realidad se introduce en las prácticas humanas por medio de las
categorías y las descripciones que forman parte de esas prácticas. El
mundo no está categorizado de antemano por Dios o por la Naturaleza de
una manera que todos nos vemos obligados a aceptar. Se constituye de una u
otra manera a medida que las personas hablan, escriben y discuten sobre él”.
(POTTER, 1998).
De
este modo, “las descripciones y los relatos construyen el mundo o, por
lo menos, versiones del mundo” (POTTER, 1998). No obstante, no sólo el
mundo se construye, sino también los “hechos” que constituyen este
mundo. Y son estos hechos los que suelen pasar inadvertidos, especialmente
en un tipo de “discursos y prácticas” como las de carácter mediático,
y las Relaciones lo son; donde las formas de legitimación y de producción
de verdad son muy elocuentes.
3.2. El modelo de las representaciones sociales:
Este
modelo aborda la pregunta sobre la formación de nuestra visión de la
realidad y la pregunta sobre cómo esta visión influye en nuestras prácticas
cotidianas. (IBÁÑEZ, 1988). En efecto, las prácticas cotidianas de los
sujetos son influidas por su visión del mundo y, por supuesto, su visión
sobre dichas prácticas. En el caso de nuestro análisis, los productores
de los “discursos y prácticas” emplean una visión de la realidad al
momento de dicha producción.
Naturalmente,
en este proceso de producción se integran tanto elementos cognitivos como
sociales. Es decir, el sujeto productor del relato utiliza tanto elementos
individuales como elementos construidos en las prácticas sociales. De tal
manera que, desde un punto de vista analítico, una representación social
no se origina sólo a partir de los discursos públicos mediáticos, sino
también desde otros procesos como las actitudes y los “campos
representacionales” de los sujetos.
4. Estrategia metodológica: materiales y método.
Sobre
cobertura y tratamiento del tópico “indígenas mapuches de Chile
(Araucanos)”, se registran sólo 5 Relaciones de Sucesos (ver tabla),
encontradas en los tres archivos más importantes disponibles para ello:
(a) La Biblioteca Capitular Colombina de Sevilla,
(b) la Biblioteca
Nacional de Chile, y
(c) La Base de datos del Boletín Informativo sobre
las Relaciones de Sucesos Españolas (http://rosalia.dc.fi.udc.es/BORESU).
Sin embargo, hasta ahora sólo ha sido posible encontrar copia de uno de
los cinco textos, el cual, para los resultados de este estudio, constituirá
el material de análisis. De los otros cuatro textos existe sólo la
referencia.
Para
el análisis, se aplicará un modelo discursivo-textual. Textual, porque
se considera al corpus como un complejo textual, en el cual intervienen no
sólo elementos del texto, sino también, y especialmente, del contexto; y
discursivo, porque se considera a este complejo textual como un tipo
particular de discurso público, sometido a la lógica de la estructura,
organización, producción, circulación y consumo o recepción.
5. Análisis y resultados
Observemos,
antes del análisis de Relaciones de Sucesos, algunos ejemplos de cómo se
ha construido la imagen del indígena latinoamericano en la historia, es
decir cómo ha sido (d)escrito, particularmente por los cronistas
extranjeros (europeos). De esta forma, entendemos estas representaciones
como parte de procesos de representación histórica que superan, en el
tiempo, a las propias Relaciones de Sucesos:
Texto
1:
“Porque
donde pende todo el daño de estos naturales es de las borracheras
hordinarias que hazen y de aquí resultan las fuerzas y amancebamientos y
sodomias e incestos, y allende de esto tengomaveriguado que ninguna
borrachera se haze sin idolatrías”.
(sic, DE TOLEDO, Francisco, 1572).
Texto
2:
“Yacen
en la más estúpida imposibilidad moral; aman su abatimiento, como los
cuerpos graves, el reposo; viven sin la conciencia de su personalidad,
como las ostras adheridas a la roca, sin que los embates del infortunio
los conmuevan, sin que el dolor ni la esperanza los movilicen”.
(sic, ZAVALA, Miguel,1868).
Notemos
que ambas citas, aunque con varios siglos de diferencia, ponen en escena
un juego de imágenes del “otro”; esto es, ambas descripciones del
“otro-indígena” constituyen referencias desde el “no(s)otros” y
su contexto. Por lo tanto, se trata de una cierta poética de lo diverso
centrada más en lógicas de “criollización” (GLISSANT, 1998), aunque
con una resistencia a través de oposiciones binarias constituyentes del
discurso:
(a)
En el primer caso, el juego de imágenes que se construye se centra en la
dualidad: profano / sacro que forma parte, a su vez, del contexto y del
imaginario del autor, del “no(s)otros” que construye la imagen del
“otro”. “Borracheras”, como parte de lo profano e “idolatrías”
como apelación al hereje, en oposición a lo sacro. Estas referencias nos
dan cuenta más del contexto religioso del que habla que del “otro”,
que es referido –y diferido.
(b) En el segundo caso, la situación es muy similar, aunque hay un
desplazamiento desde la dualidad de lo profano / sacro (persiste lo moral
como referente), hacia conceptos “modernos”, con nociones como la
“conciencia” y la “condición social”. Hay, pues, en esta mirada más
amplia del otro, un “no(s)otros” que analiza, que examina y que
penetra: el hablante nos habla de la imposibilidad moral, del abatimiento,
de la conciencia de su propia personalidad y del infortunio y la
esperanza. No hay dudas. El juego de imágenes sigue siendo autorreferente,
puesto que no sólo un “no(s)otros” habla del “otro” a través de
si mismo, sino que en este hablar, el sujeto que habla, habla a través de
si mismo y desde esta posición ve en la otredad su mismidad, su vida, su
condición, sus conflictos.
Lo
que resulta interesante es no sólo las oposiciones binarias del juego de
imágenes: profano / sacro; otros / nosotros; sino las primeras formas de
criollización presentes en una construcción de un “otros” desde un
“nosotros”, en cuyo caso se genera una suerte de síntesis
representacional que habla más de un nuevo sujeto discursivo que emerge
de ambas.
Ejemplos
similares se observan en los Estados-nación latinoamericanos, pues
existen perfiles policiales construidos en base a características de los
indígenas en las cuales predominan el color, la textura, la estatura, los
rasgos faciales, etc. Los indígenas lideraron y lideran aún las nóminas
de sospechosos policiales, como ocurre hoy con los musulmanes en Estados
Unidos y los inmigrantes del África sub- sahariana en Europa.
Por
otra parte, es interesante reiterar que los indígenas mapuches aparecen
en el discurso público mediático en Chile con cierta “identidad
propia” recientemente; es decir, no representados con otras “imágenes”:
proletarios, campesinos, obreros, pobres, marginados, etc.
Texto 3 (Relación de Sucesos):
“Descuidados
estaban del peligro que les amenazaba los moradores de la ciudad de
Santiago de Chile, cuando a las diez de la noche Lunes trece de Mayo de
mil seiscientos y cuarenta y siete, sobrevino un temblor, y terremoto tan
horrible, y espantoso, que en menos de cuatro credos, asoló, y derribó
todos los edificios de la miserable ciudad, no dejando en todo ella piedra
sobre piedra con tan desusada conmoción de tierra que sacudiendo aún de
sus subterráneos los más fuertes fundamentos, los dejó inhábiles para
poderse reedificar sobre ellos. En tan repentino suceso, que sobrevino sin
rumor, ni ruido antecedente, quien podrá significar la turbación, y
susto tan sin esperanza de vida, que ocupó a todos. Unos se arrojaban a
los patios, otros en los jardines y calles, y algunos de los corredores
altos. El peligro de perder la vida fue igual, y en él perecieron más de
mil personas, como dice en su relación la Real Audiencia, y al sur el
desastrado suceso a la una de la noche, pocos pusieron a salvo sus vidas
[...] ”
El
narrador se posiciona como observador-externo “descuidados estaban”,
pero empleando detalles en la narración que lo acercan al relato, como
estrategia de legitimación del discurso periodístico (TUCHMAN, 1983):
“tan repentino suceso, que sobrevino sin rumor, ni ruido antecedente,
quien podrá significar la turbación [...] Unos se arrojaban a los
patios, otros en los jardines y calles, y algunos de los corredores
altos”; o bien, apelando a las emociones: “y susto tan sin esperanza
de vida, que ocupó a todos”.
Por
su parte, hay dos referencias a los indígenas mapuches (Araucanos) en
esta relación:
“Causó
singular compasión la ruina de dos monasterios de religiosas; uno que
profesa la regla de S. Agustín, y otro que se recogió a esta ciudad de
las ruinas de las ciudades que asoló el Araucano rebelde, y profesa la
regla de Santa Clara [...] Dio la mano su Alteza al señor Don Antonio de
Heredia, ministro celoso y cuidadoso del bien común, que socorrió y
desenterró al señor Ilustrísimo. Visitó a los tristes y afligidos
monasterios de Monjas, recogió los soldados que pudo, y desenterrando las
armas, puso cuerpo de guardia en la plaza, oponiéndose al rumor que entre
el quebranto de tan desmedido afán corrió, de que los indios y esclavos
(aprovechándose de la ocasión) intentaban borrar el nombre Español en
Chile, con que obvió el inconveniente que se temía, obra digna de tan
gran ministro”.
Naturalmente,
no es posible establecer generalizaciones, tratándose de un sólo relato
(imposibilidad metodológica); sin embargo, podemos aproximarnos al análisis,
gracias a los antecedentes que tenemos (posibilidad epistemológica). En
tal sentido, quisiera llamar la atención en dos aspectos:
a.
La presencia del “otro” indígena mapuche (Araucano), en un doble
discurso. Uno específico, basado en la representación negativa del
“otro”: “que se recogió a esta ciudad de las ruinas de las ciudades
que asoló el Araucano rebelde [...] entre el quebranto de tan desmedido
afán corrió, de que los indios y esclavos (aprovechándose de la ocasión)
intentaban borrar el nombre Español en Chile”; otro general,
desprendido del anterior, que se basa en el desconocimiento del
“otro”: una representación generalizada del “otro” se sustenta más
en la comodidad del desconocimiento que en el esfuerzo de la comprensión,
por eso las representaciones del “otro” en el discurso público
tienden a ser negativas.
b.
La ausencia del “otro” indígena mapuche (Araucano). Llama la atención
que los indígenas están presentes (negativamente, por cierto) en un
antes y un después del terremoto: en un antes, “las ruinas de las
ciudades que asoló [en otro momento histórico] el Araucano rebelde”; y
en un después, “los indios y esclavos (aprovechándose de la ocasión)
[una vez ocurrido el terremoto] intentaban borrar el nombre Español en
Chile”.
En tanto que están ausentes durante el terremoto, ¿afectó el
desastre selectivamente a los no-indígenas?.
Evidentemente no, por lo
cual hay una evidente invisibilización del indígena que, “estando ahí”
durante el terremoto, permanece invisible en el relato del mismo, siendo
la referencia que se hace de ellos atemporal, en relación al “tiempo
del desastre”, y, en cualquier caso, negativa.
A
pie de imprenta de la Relación se indica:
“Impresa
con licencia del señor Don Atanasio Ximénez de Arellano del Consejo de
su Majestad, y su oidor de la Real Audiencia de esta ciudad, en Sevilla,
por Francisco de Lyra, año 1648”
6. Consideraciones finales
Aunque
hasta ahora sólo se cuenta con una Relación de Sucesos para el análisis,
razón por la cual estamos en una etapa muy preliminar, el texto es muy
rico en información sobre la construcción de la representación del indígena
mapuche de Chile (Araucano) como “otro”, siempre en referencia a un
“no-s-otros”; en cuyo caso sugiero:
a.
Considerar los hallazgos como aplicables al resto de las Relaciones de
Sucesos, aún no encontradas, principalmente debido a que se trata de no más
de tres autores, uno de los cuales concentra tres textos; y porque se sitúan
en un breve período: 1640-1648, lo cual otorga elementos de contexto
(socioculturales) muy precisos, que nos hace pensar más en similitudes
que diferencias en la representación del otro.
b.
Considerar los hallazgos como elementos fundantes de las representaciones
posteriores del “otro” indígena mapuche (Araucano), especialmente
para el proceso de formación del Estado nacional, en el cual prevalecerá
la ausencia, invisibilización y, en muchos casos, negación.
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