Apología de la locura |
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Tu Silla, y tus Zapatos, Van Gogh, me comunican laceria y abandono. El derroche de amarillo en tus cuadros me seduce, y me lleva a recorrer contigo las estrechas calles de Arlés. Cómo deploro ese encuentro tuyo con Gaugin. Y ese arrebato que te llevó a mutilarte un lóbulo --que no una oreja – me consterna. ¡Pobre Vincent cubriendo con su soledad las paredes desnudas de un burdel! Me aventuro a creer que compartiste con Gaugin la misma puta. Aquella tal Rachel, que aceptó horrorizada como un regalo tu lóbulo, envuelto en un pañuelo. Y que pegaste un grito cuando el amigo desleal se quiso largar a Tahití, a pintar nativas robustas y tetudas. ¡Así es la vida, amigo! ¡Así es la vida! Pero, quién te iba a decir entonces, que poco más de un siglo después, un grupo de chicos españoles posmodernos revivieran el mítico incidente nombrándose a sí mismos para tu gloria: “ La Oreja de Van Gogh“. |
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René Dayre Abella
renedayre@gmail.com
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