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Formas narrativas posmodernas en La Hora de la
Estrella de Clarice Lispector |
El juego del elástico: Intertextualidad y parodia El narrador como autor: metaficción La protagonista como antihéroe IntroducciónLa hora de la estrella es la última novela publicada en vida de la escritora brasileña Clarice Lispector. Nacida en Ucrania, pero “absolutamente brasileña”, tal como ella se definió, llegó a Brasil con su familia, teniendo sólo dos meses, para establecerse en el nordeste, en la ciudad de Recife. Estudió Derecho y se casó con un diplomático, lo que la llevó a vivir en distintos lugares fuera de Brasil. Aún sin pretenderlo, su destino parece haber sido desde siempre cosmopolita. Dos temas atraviesan de manera recurrente su obra literaria: el misterio (en todas sus manifestaciones) y la condición femenina. En alguno de sus cuentos, como en El huevo y la gallina, estos temas se |
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corresponden. Casualmente, y no tanto, Clarice elige este cuento para ser leído en el Primer Congreso Mundial de Brujería de Bogotá, al que fue invitada a participar en 1975. Para este Congreso escribe una ponencia llamada “Literatura y magia” en la que asegura que “todo lo que sucede en el mundo lo hace por algún tipo de magia”. A continuación, relata un episodio que le ocurrió y que entiende inexplicable: Un 1 de enero de 1964, una amiga mía entró en su casa a buscar algo y yo me senté en la escalera a esperarla. De repente, me entró una desesperación tan grande con aquel sol y agua vacía, el primer día del año, que dije: “«¡Ay, Dios mío, dame al menos un símbolo de paz!». Cuando abrí los ojos tenía una paloma junto a mí. Después fui al cine. Las tiendas estaban cerradas, pero junto al cine Paissandú, en un escaparate, había un plato con cuatro palomas que, al día siguiente, compré. Ahora lo tengo medio abandonado…Pero el tercer hecho fue el más impresionante: iba a la ciudad un día de calor, tomé un taxi y estaba tan cansada, con las gafas oscuras, que apoyé la cabeza en el asiento de enfrente. De repente, noté una cosa entre el ojo y las gafas y miré qué era. Era una pluma de paloma…después fui a hacer una visita de camaradería a un amigo mío, médico, y le conté la historia. Le pregunté: «¿Cómo te lo explicas?». El sólo dijo: «Lo bueno no necesita explicación…». Y preguntó: «¿Quieres una pluma de paloma? ». Asustada, le respondí: «¿Tienes una?». Entonces, el cogió una y me la dio…Otra vez, cuando iba al médico, tomé un taxi que, durante el trayecto, dio un frenazo brusco. Le pregunté al taxista: «¿Qué ha pasado?». Y me dijo: «Gracias a Dios, he evitado matar a una paloma». Una historia increíble…” (Dónde se enseñará a ser feliz 163 ) Borges en su ensayo “El arte narrativo y la magia” dice que “la magia es la coronación o pesadilla de lo casual, no su contradicción.” (Discusión 112) En este sentido, la magia, o aquello que se experimenta y no se puede explicar, es para Clarice motivo para creer y esa fe un modo de ver el mundo. Es así que, precisamente, por ello, aquel interés metafísico predomina en sus novelas. Se trata de una percepción que busca ser genuina, sin academicismos. Cuando el crítico Affonso Romano de Sant`Anna utilizó la palabra “óntico” para referirse a la presencia de animales en sus cuentos, Clarice preguntó: “¿Qué es óntico?”. (Dónde se enseñará a ser feliz 214) En distintas entrevistas, y siempre que se le preguntó, Clarice insiste en no saber mucho de filosofía. Cuando se la tildó de existencialista, o se mencionó que tal o cual novela suya lo era, ella afirmaba con vehemencia no haber sido una gran lectora de Sartre o de otros filósofos existencialistas. Sí recuerda haber leído mucho a Kafka, coleccionar pequeños papeles con notas que surgían de la lectura de este autor, y que la primera novela que leyó y confiesa que le causó gran impacto fue El lobo estepario de Hermann Hesse. Del mismo modo, no pareció sentirse particularmente halagada cuando se la comparó, luego del éxito de su primera novela, con Virginia Wolf. Dice no advertir con claridad cuáles pudieran haber sido sus influencias. Estas afirmaciones, podrían tener que ver más con la creación del personaje Clarice Lispector escritor[1] que con su realidad biográfica, ya que se contradicen con algunos textos de juventud y con otras declaraciones en las que dice leer con mucha pasión ensayos y textos críticos. Fuera cierto o no, aquello de no haber sido una gran lectora, lo que sí lo es, es ese modo de comprender el mundo de manera sensible que se vislumbra en sus primeros escritos de estudiante. En un artículo llamado “El derecho a castigar” publicado en 1941 por la revista de la Facultad de Derecho A Epoca, Clarice argumenta: Nota: un colega nuestro ha dicho que este artículo es “sentimental”. Quiero aclararle que el Derecho Penal trata de cosas humanas por excelencia. Sólo se puede estudiar, pues, humanamente. Y si el adjetivo “sentimental” se debe a mi alusión a ciertas cuestiones extrapenales, le diré que no se puede llegar a conclusiones en ningún campo sin establecer las premisas indispensables. (Dónde se enseñará a ser feliz 67) Hemos querido referir esta nota en su totalidad, así como el episodio de las palomas, porque ello revela un modo de comprender que busca salirse de los límites establecidos como forma de encontrar otras respuestas a las mismas preguntas. Acorde con esto, su obra literaria se organiza narrativamente mediante procedimientos complejos que no sólo crean un relato de ficción sino además cuestionan, reflexionan e indagan sobre la realidad social, el lugar de la mujer y el texto literario. En adelante, trabajaremos sobre la novela de Clarice Lispector, La hora de la estrella, a la luz de las propuestas de teóricos del posmodernismo como Linda Hutcheon, Brian Mc Hale y Manfred Pfister. El juego del elástico: Intertextualidad y parodiaEn la última entrevista que concedió para la televisión de su país en 1977, Clarice comenta de qué trata la novela en la que está trabajando: “Es la historia de una muchacha que sólo comía perritos calientes, la historia de una inocencia pisoteada, de una miseria anónima”. Cuando se le preguntó cuál era el nombre de esa novela, ella respondió que la novela tenía trece nombres. En efecto, La hora de la estrella es uno de los nombres que lleva la novela, seguido y precedido por una conjunción disyuntiva que los equipara y coloca a un mismo nivel con los otros doce. Por lo tanto, es la historia de la nordestina pero también la de su autor, Rodrigo S. M., escribiendo una novela romántica y la historia que cada uno de estos trece nombres condensa. El estilo narrativo de Clarice aparece definido desde su primera novela, Cerca del corazón salvaje, y de igual modo que en ésta de 1945, como señala Laura Freixas, en La hora de la estrella, “la intriga -también- es bastante folletinesca”. Aquí estaríamos en el umbral del primer procedimiento que maneja la novela La hora de la estrella. Según nuestra interpretación la de ser una parodia- en breve aclararemos qué tipo de parodia- del conglomerado literario que representan las nouvelle sentimentales. Se trata de narrativa ficcional breve, de temas populares que ha dado subgéneros entre los que podemos contar las “novelitas sentimentales”, como las llama Beatriz Sarlo, cuya popularidad se extendió en las grandes ciudades del continente y de Europa durante las primeras décadas del siglo XX: “Entre 1917 y 1925 (estos fueron sus años de apogeo) -comenta Beatriz- circularon en cientos de miles de ejemplares y, a su manera, respondieron a las necesidades de un público al que, por otra parte, contribuyeron a formar” (El imperio de los sentimientos, 19) Este tipo de literatura de distribución masiva, cuya intriga redundaba en temas amorosos, producida por encargo y dirigida principalmente a mujeres jóvenes y adolescentes supo ser un éxito editorial. Denominada genéricamente “novela rosa”, como un modo de distinguirlas de la novela romántica del siglo XIX, las ramificaciones del género han dado nuevas y diversas versiones de esta narrativa. Hoy, bajo el término “chick lit,” es posible encontrar títulos con las mismas inquietudes románticas que planteaban aquellas, aunque en un contexto que se declara post feminista. En él convergen decisiones en relación a la independencia económica, la dedicación a una carrera profesional y de qué modo es posible conjugar esto con las ambiciones amorosas de sus protagonistas. Entre los títulos publicados en Argentina encontramos: Luz, cámara, acepto, de Julia Larotonda, Mi libertad por un novio, de Viviana Kahn; Los enredos de la señorita pacman, de Marina Macome y las globalmente difundidas Sex and the city de Candance Bushnell y El diario de Brigite Jones de Helen Fielding. En un tono más bien humorístico y no tan lacrimógeno como el de las novelas sentimentales, la narrativa encuadrada en éste género sigue teniendo como destinataria principal a la mujer joven. Su carácter sigue siendo formador, como decía Sarlo a propósito de las Novelas semanales, a la vez que responde a las necesidades de la sociedad de consumo siglo XXI. En este sentido, predomina su carácter pasatista y de entretenimiento. Es una lectura de placer que no busca incomodar, cuya directriz es la de ser lo más actual posible. Delimitado el corpus que consideramos como textos parodiados, definiremos brevemente qué entendemos por parodia. Para Noé Jitrik:“la parodia es un tipo particular de intertextualidad, en el sentido de que toma otros textos conocidos y los opera específicamente, con una determinada direccionalidad.” (Para leer la parodia 10). Munfred Pfister en su trabajo llamado “¿Cuán posmoderna es la intertextualidad?”, va aún más allá en la demarcación del concepto. Sosteniene que la intertextualidad, en el contexto del postestructuralismo, se presenta no como un procedimiento entre otros sino que es central como principio constitutivo del texto. Considera que ello es el resultado de lo que John Barth había denominado la “literatura del agotamiento,” cuya causa es el resultado de la imposibilidad de abordar temas nuevos, lo cual, trajo aparejada la proliferación de juegos narrativos sofisticados, entre los que se puede nombrar: la alusión, la cita, la parodia y el collage. Por su parte, Linda Hutcheon, caracteriza a la parodia como “la perfecta forma posmoderna, ya que, en algunos sentidos, paradójicamente, incorpora y rebate aquello que parodia.” (Teorizando lo posmoderno 142). En este sentido, La hora de la estrella, entendida como ficción posmoderna, mediante la incorporación de ciertas convenciones de la novela sentimental, como puede ser la del triángulo amoroso que se da entre Macabea, Olímpico y Gloria, revalida el género sin dejar de cuestionar los modelos que éste propone y la cultura popular que ella representa. A su vez, paralelamente, ese mismo recurso autorreflexivo la prefigura como el producto de las teorías críticas que se debaten en el ámbito académico. A un nivel mayor, la tesis sustentada por Alejandro Herrero-Olaizala enfatiza el carácter desestructurador de éste tipo de narrativas que denomina “híbridas”. En el contexto del boom, las estrategias narrativas de los relatos enmarcados dentro de la ficción posmoderna responden a la dicotomía Norte-Sur. Los márgenes se trasladan al centro para cuestionar, entre otras cosas, los discursos establecidos autoritarios e imperialistas. Acorde con estas apreciaciones se encuentran las opiniones en la voz del narrador: “…está escrita bajo el patrocinio del refresco más popular del mundo… A pesar de tener el gusto del olor de la laca de uñas, del jabón Aristolino y de plástico mascado. Nada de eso impide que todos lo amen con servilismo y sumisión. También porque –y voy a decir ahora una cosa difícil que sólo yo entiendo-, porque esa bebida que tiene coca es hoy. Es el medio del que dispone una persona para actualizarse y pisar en la hora presente.”(La hora de la estrella 24) Esta reflexión apunta al carácter simbólico de Coca-cola, como ícono de la cultura popular y de la hegemonía económica que representó Norteamérica desde los años ´50 en adelante. Otra referencia a la cultura de masas pero esta vez de índole estética se expresa a través los ojos de Macabea:“…miraba con admiración y respeto la sala en que se encontraba. Allí todo era de lujo. Plástico amarillo en las butacas y sofás. Y también flores de plástico. El plástico era lo máximo.” (La hora de la estrella 68) A su vez, con respecto a esta cita, es posible observar cómo el uso de la ironía marca una diferencia de carácter sociocultural entre Macabea y su autor. La parodia posmoderna, entonces, no busca tanto el efecto cómico, como pudo haberlo hecho en el pasado. Su enfoque, en el marco de la ficción posmoderna, tiende al replanteo crítico de los modelos establecidos. Pero en un tono que no es solemne o quejumbroso, sino que mantiene algunos tintes de hilaridad: “Había un anuncio, el más preciado, que reproducía en colores el bote abierto de una crema para la piel de mujeres que simplemente no eran ella. Mientras, según aprendiera, hacía el gesto fatal de abrir y cerrar los ojos, dejaba volar la imaginación con delicia: la crema era tan apetitosa que, si tuviese dinero para comprarla, no sería tonta. Qué piel ni qué nada, se la comería, sí, a cucharadas, del propio bote.”(La hora de la estrella 38) El narrador como autor: metaficciónEn la figura del narrador se concentran las estrategias discursivas mediante las cuales se realiza el juego metaficcional. En ese ejercicio autorreferencial es posible señalar el segundo procedimiento que vincula la novela con la ficción posmoderna. Como hemos dicho, una de las consecuencias del efecto paródico es la de colocar en el centro aquello que tradicionalmente permanece en los márgenes: “…es obligación mía hablar de esa muchacha (…) Porque tiene derecho al grito. (…) es una verdad de la que yo no quería saber (…) Para las demás personas ella no existía.”- declara el narrador. Este narrador se presenta como un personaje más dentro de la novela. Al hacer explícita su intervención como personaje, narrador y autor, hace ostensible la estructura narrativa de la novela: “(ya he avisado que era literatura de cordel, aunque me niegue a mostrar la menor piedad)”(La hora de la estrella 33) Declara su intención de escribir una novela romántica. Pone el centro de atención en la realidad social de una muchacha pobre en una ciudad, que como también nos dice, está hecha toda contra ella, y además pide que nos reconozcamos, porque todos somos faltos de algo… Utiliza el paréntesis como si fuera un aparte para realizar digresiones con las que interrumpe y retraza el relato de manera conciente: “(Si estoy demorando un poco en hacer que ocurra lo que ya preveo vagamente, lo hago porque necesito tomar algunas fotos de esa alagoana…)” (p. 38) Reflexiona sobre su tarea de escritor: “¿Por qué escribo? Ante todo porque capté el espíritu de la lengua y así, a veces, la forma forja un contenido.” (p.19) Realiza consideraciones acerca del espacio ficcional y confronta de este modo el “mundo de ficción” con el “mundo real”: “Quiero agregar, a modo de información sobre la joven y sobre mí, que vivimos exclusivamente en el presente porque siempre y por la eternidad estamos en el día de hoy, y el día de mañana será un hoy…” (p.19) Mediante este procedimiento el mundo ficcional se inscribe en el mundo del lector. La referencia a “hoy”, entendida como deíctico, sitúa el enunciado en un contexto por fuera del relato. Ese “hoy” en el que viven eternamente el narrador y su personaje es el “hoy” del lector al momento de ser leída la novela. En sintonía con estos procedimientos mediante los cuales se desdibujan los límites entre ficción y realidad se encuentra la razón de existir del narrador. De tener un destino a partir de la existencia de su personaje y de su extinción luego de la muerte de éste: “Macabea me mató.” (p.80) También, como un guiño irónico al lector, mediante el cual, espacio ficcional, autor implícito y autor representado se confrontan es posible entender esta afirmación: “…hasta lo que escribo lo podría escribir otro. Otro escritor, sí, pero tendría que ser hombre, porque una mujer escritora puede lagrimear tonterías.” Finalmente, se establece una relación entre ficción y realidad a través de la intención del narrador de crear desde ese espacio de ficción de una persona viva: “De una cosa estoy seguro; este relato tratará de la creación de una persona integra” ( p. 20) “Cuando se despertaba no sabía quién era. Un poco más tarde pensaba con satisfacción: soy mecanógrafa y virgen, me gusta la coca-cola.” (p. 36) Como contrapartida, es posible suponer que, a la inversa, una persona viva construye su identidad de la misma manera en que se crea un relato de ficción. La protagonista como antihéroeResulta ilustrativo, en este punto, realizar un análisis comparativo entre La hora de la estrella y alguna novela sentimental. A medio camino entre el folletín y las chick lit, se encuentra Rocío secretaria, una novela juvenil breve que tomaremos para comparar con La hora de la estrella. Publicada en 1964, por la editorial española Felicidad dentro de la colección Franja Esmeralda, ésta novela es promocionada en su portada con la foto de la actriz Rocío Durcal. Rocío secretaria, relata las aventuras de Rocío en su primer empleo. Rocío pide a su tío Rodrigo que la emplee en su empresa de importaciones. Su tío impedido de negarse a los requerimientos de la dulce y seductora Rocío, le da una oportunidad y pide a su antigua secretaria, la anciana, gorda y malhumorada Gloria, que le enseñe cuáles serán sus tareas. La habilidad de Rocío para aprender y su simpatía hacen que ni Gloria pueda resistirse a la encantadora Rocío. Apresurada para no llegar tarde en su primer día de trabajo, Rocío casi es atropellada por “un apuesto galán, algo maduro, muy rubio y muy repeinado”, que tendrá implicancias en el conflicto que desarrolla la novela. De la síntesis que hemos realizado, es posible desprender algunas transferencias de coincidencia e inversión que se da entre ambos textos. En cuanto a la construcción de los personajes podemos hacer el siguiente análisis: Rocío es linda: “-Mira, Rocío…tú..tú te casarás algún día. E…eres muy bonita y las mujeres bonitas nunca quedan solteras.”(p.:22) Macabea es fea: “grotesca como es” (p. 76) Rocío es admirada: “-Rocío. Estás hecha una mujer importante.” (p. 45) Macabea es despreciada: “Llamarte por teléfono para oír tus bobadas”(p. 45) Rocío es capaz: “Gloria está encantada contigo. Dice que algún día serás una secretaria tan buena como ella.” (p: 64) Macabea es incapaz: “ella se equivocaba demasiado al escribir a máquina” (p.:25) En la comparación vemos que se trata de personajes con características opuestas. El autor construye deliberadamente a su protagonista sin ninguna cualidad apreciable. En cualquier relato donde haya una heroína, podemos destacar alguna cualidad que la salva, o por así decirlo, que la lleva al éxito. El caso de Macabea es casi insostenible. No es bella, ni inteligente, ni culta, ni poderosa, es desarreglada y ni siquiera es “muy limpia” como Madame Carlota.“Hay los que tienen. Y hay los que no tienen. Es muy simple: la muchacha no tenía. ¿No tenía qué? No es más que eso mismo: no tenía.” (La hora de la estrella 26) Tampoco puede contentarse con ser la excusa que contiene al huevo, como la gallina, en el cuento de “El huevo y la gallina”, porque, como dice el narrador, sus ovarios estaban secos. ¿Qué es entonces lo que hace de Macabea una heroína? Parece ser que su única cualidad es la de estar viva. Y es ahí donde reside el por qué de su existencia tan menguada. Porque desprovista de todo pero viva Macabea puede sentir: “Quien vive, sabe, aún sin saber que sabe”, dice el narrador casi al comienzo de la novela. En efecto, Macabea tiene mucha sensibilidad, tanta, que es tenida por tonta: “Es tan insignificante como una idiota, sólo que no lo era”(p. 26) y además, “Tenía lo que se denomina vida interior y no sabía que la tenía”( p. 37) En su literatura, el elemento intuitivo es fundante como un modo de conocer el mundo. Esta es la razón por la cual el personaje de Macabea se construye por oposición. Los personajes secundariosHaciendo un somero análisis actancial, diremos que Macabea, tiene pocos ayudantes: En primer lugar, está su autor que es “el único que la ama” y Madame Carlota que es, en definitiva, quien la encamina a su final pero que, además, es la única que parece mirar a Macabéa con ternura y tener palabras felices para con ella: “Entra, cielito. Tengo una clienta en la salita del fondo, tú espera aquí.” (p. 68) La relación que se establece en adelante entre Macabea y Madame Carlota es maternal. La tarotista le cuenta acerca de su vida y le da consejos:¿Tú sabes, cariño, que el olor de hombre es bueno? Hace bien a la salud.” (p. 69) La trata con respeto. Le pregunta: “Cariñito, ¿te estoy aburriendo con mi historia?” Es quien por primera vez, en todo el relato, la tiene en cuenta y la reconoce. Leyendo las cartas de tarot entiende quién es, se conmueve, la compadece y decide regalarle un poco de felicidad y un futuro que, como sabemos por el desenlace, Macabea no puede soportar. Es así, que Madame Carlota se comunica con Macabea en un lenguaje que ella entiende: el de las emociones. Y esto es importante porque retomando aquello que decíamos en la introducción, la experiencia sensible, la percepción de aquello que es complejo de explicar pero que se conoce intuitivamente tiene un valor central, tal es nuestra hipótesis, en obra literaria de Clarice Lispector. En cuanto a los personajes de Olímpico y Gloria basta decir que se presentan con rasgos de crueldad que los opone a Macabea. Dijimos que Madame Carlota es uno de sus ayudantes porque colabora en el acercamiento de Macabea con su destino. Ese destino, es un destino de felicidad, pero esa felicidad no es un “final feliz” con príncipe azul de cuanto de hadas, sino que tal como se lo describe, es un contacto íntimo y verdadero: “Entonces -allí tumbada- tuvo una húmeda felicidad suprema, porque había nacido para el abrazo de la muerte (…)La muerte es un encuentro con uno mismo” (La hora de la estrella 79-80) ConclusionesA lo largo de este trabajo hemos querido destacar ciertos rasgos constitutivos de La hora de la estrella que la emparentan con la ficción posmoderna como la intertextualidad, la parodia y la metaficción. Ejemplificando con citas el modo en que hemos entendido el texto. Tomando en cuenta aquello que declara el narrador sobre que“ a veces la forma forja un contenido”, hemos partido de lo que creemos es ese contenido: conocer lo que se sabe y es difícil de explicar. Para luego ahondar sobre algunas de las formas en que el texto propone conocer el mundo y conocerse a sí mismo. Ese contenido o carácter que podríamos considerar como más elevado que el que pudiera tener una novela de ficción cuyo interés es el entretenimiento pasajero es lo que nos llevó a pensar en la hipótesis de la parodia. La idea de usar como título la metáfora del juego del elástico para el desarrollo de los procedimientos que maneja la ficción posmoderna, proviene de la cantidad de estrategias discursivas que ésta utiliza. En el juego del elástico, el elástico se salta, se pisa, se tuerce, se sube y se baja. De igual modo, la ficción posmoderna juega con los límites de relato: los salta, los pisa, los tuerce, volviéndose sobre si mismo, los eleva y los baja en la parodia. BibliografíaBorges, Jorge Luis (1997): Discusión, Alianza Editorial, Buenos Aires Chozas Ruiz-Belloso, Diego (2005):“La literatura de cordel brasileña y sus conexiones con la Edad Media” en http://www.ucm.es/info/especulo/numero30/cordelbr.html De Toro, Alfonso (1990); Posmodernidad y Latinoamérica, Acta literaria Freixas, Laura; Cerca Del corazón salvaje: Filosofía disfrazada de folletín, Freixas, Laura (2001): Clarice Lispector; Vidas literárias; Ediciones Omega, Barcelona. Herrero-Olaizola, Alejandro (2005): Narrativas híbridas: parodia y posmodernismo en la ficción contemporánea de las Américas; Verbum, Madrid. Hutcheon, Linda (1991): La política de la parodia posmoderna, en Criterios, La Habana, julio 1993, p. 187-203 Hutcheon, Linda (1996): Teorizando lo posmoderno, en Conjuntos Nro. 4, p.131-159. Igle, J. A. (1964); Rocío Secretaria, Editorial Felicidad. Madrid. Jameson, Friedrich (1992): El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, Paidos, Buenos Aires Jitrik, Noé- Hutcheon, Linda (2006): Para leer la parodia; UBA, Filosofía y Letras Lispector, Clarice (2007): La hora de la estrella, Siruela, Madrid. Lispector, Clarice (2012): Dónde se enseñará a ser feliz; Siruela, Madrid. Libertella, Mauro (2009): “Chick lit: El género de las chicas”, en Revista Brando Nro. 40. Martinez, Elena (1996): Reseña de Brian Mc Hale, Postmodernist fiction, en Revista ibero-americana, Nro.196, p.534-537. Pfister, Manfred (1996): ¿Cuán posmoderna es la intertextualidad? en Conjuntos Nro. 4, p.195-218 Sarlo, Beatriz (2011): El imperio de los sentimientos, Siglo veintiuno, Buenos Aires Nota: [1] Aparece aquí “escritor” y no “escritora” porque es así como ella misma se define en un artículo algo autobiográfico publicado en el suplemento cultural de La nación. 27 de marzo de 2010, llamado “Cronicas de una dama sutil”. |
Natalia Davico
natdavico@gmail.com
Seminario de Literatura Latinoamericana
IES Nro. 1- Turno Mañana
Año: 2012
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