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El pequeño deseo de la mujer
Del siglo veintiuno:
Temeroso, ajeno, expectante.
Un conejo de dos meses,
Esperando salir a la pradera.
¡Es tan tuyo mujer,
Es tan tuyo tu deseo,
Que ya no tienes que pelear
Por él, contra los otros!
No hay zorro ahí,
No hay hiena, ni cuervo.
Te has apropiado del mundo,
Lo has vuelto tuyo.
Ya no sirven las metáforas,
Ni las estadísticas desfavorables.
Nada dicen hoy las pruebas
De laboratorio con animales.
El que alguna vez te maltrató,
Es hoy un imbécil frente al televisor.
Haz que ese conejo descanse, maduro.
Que pueda correr libremente,
Con otros a su lado.
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