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Todos los niños son especiales (2007) |
Vigo, 11 de agosto del 2012
Mi querida discípula:
Si bien nunca seguí el consejo cortazariano de hacer turismo en la India, esa recomendación que nos había dado a los lectores, en su libro en dos pisos, El último round, mi viaje a la India ha sido a través del cine, particularmente, a partir de ese gran descubrimiento, que fue Shalom, Bombay! de Mira Nair, de 1988, y la cinta que alguna vez me pediste que comentara, Agua (2005) de Deepa Mehta, directoras de nuestra generación, nacidas en la década de 1950, después del vil asesinato de Mohandas Gandhi, quienes no son precisamente representantes del cine cómico y escapista Bollywood, con su inclinación a la comedia musical, quienes se preocupaban más por ese vínculo que se crea entre individuo-sujeto y la sociedad, que marca los destinos de los seres humanos, muchas veces, de una forma trágica. |
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Tu solicitud de que viera y comentara esta nueva película de Aamir khan, Todos los niños son especiales, me encontré con un producto típicamente bollywoodense, más cercano al cine comercial, pero no por ello despreciable, un poco más en la línea del Slumdog Millonaire (2008), cinta de Danny Boyle, que no me gustó demasiado. Todos los niños son especiales arrancó fascinándome con esa introducción, donde las letras se entrecruzan como en una partida de Scrabble, letras, morfemas, lexemas, palabras, fórmulas matemáticas, hasta llegar a provocar un caos que nos introduce en la mente de un niño disléxico, muy en la línea de un movimiento plástico que se está dando en Delhi que es el Sarai Program del Centro de Estudio para las Sociedades en Desarrollo, como sede de investigación en ciencias sociales y humanidades, en el campo del arte electrónico y digital. Aquí en Vigo, en le MARCO, el museo de arte contemporáneo vi una lindísima muestra de arte interactivo, en el que te metías en un espacio repleto de letras y palabras virtuales, que era algo así como un viaje al País de las Maravillas, de la mano de Lewis Carroll. Me pareció muy interesante que Aamir Khan, lo que hace es llevarnos al interior del alma de un niño disléxico, para que podamos comprenderlo y poder ver a través del cristal de un pequeño, otra forma de percibir el mundo de una manera distinta a la de los supuestos seres normales, pues estoy convencido con el Caetano Veloso que de cerca, nadie es normal. |
Y tal vez, por eso, en la primera parte nos somete al mundo autoritario que rige sobre el pequeño, tanto en la familia, como en la escuela normal y en el internado para niños especiales, donde se lo condena a la otredad, al lugar de lo deleznable y excluíble, mientras se lo acusa de ser tonto o perezoso, sin poder entender todo el potencial de esa hermosa criatura. Eso es lo que pasa cuando no nos ponemos en la tarea de comprender los problemas de nuestros semejantes, algo que ilustra ese espontáneo test de la familia, que el chiquillo nos muestra de una forma animada en su libreta, donde dramatiza de una manera genial su propio drama familiar y el proceso de exclusión, como si se tratara de un verdadero test proyectivo, como el que nos ha enseñado a practicar Elisabeth Munstenrberg Koppitz [1], en el que se constanta todo un proceso de alejamiento, al ser el hijo que decepciona frente a los ideales de tener un niño competente y competitivo, como resulta ser su hermano mayor, un as barbado para el deporte. Ishaan hiere el narcisismo de los padres y ese ideal que impone la cultura global neoliberal, al constituir como paradigma la competencia, con los imperativos de un superyo darwiniano que nos censura si fallamos al mandato de un ideal del yo que nos impone dar al mundo una generación más suelta, más capaz, más apta, porque de lo que se trata es volver a la ley de la selva, donde la supervivencia se le concede a aquel que se considera más fuerte, la Banca, por ejemplo. El rechazo de la familia, de la escuela para supuestos niños normales, la institucionalización, la pedagogia autoritaria, hacen que las lindas fantasías en las que se refugiaba el niño, al principio de la película, realizadas con una magnífica animación, devengan horrorosas ansiedades paranoides, donde hasta los seres fantásticas persiguen al pequeño, ya de suyo llevado a los confines de la psicosis, gracias a una transmisión de la irracionalidad, como nos diría Theodor Lidz [2], sin que nadie estuviera capacitado para romper el terrorífico cerco de goma [3], dispuesto a anularlo como sujeto, con lo cual, lo que se lograba era la retracción libidinal del pequeño, el mutismo y la inhibición de sus capacidades más prístinas, por ejemplo, cuando se niega a dibujar para el nuevo maestro, sin que pareciera que, antes de su aparición, a nadie le preocupara ni siquiera preguntarse: ¿qué le pasa a este niño? El nuevo profesor, aparece como un genio brotado de una lámpara maravillosa, representado por el propio director, Aamir Khan, quien nos brinda un producto típicamente bollywoodense, con danzas, un tono comprensivo y un final apoteósico, que recuerda mucho de los finales felices de Hollywood, tras una película que tiene un ritmo irregular, a veces demasiado lenta, a veces demasiado rápida, pero que tiene grandes logros tanto de forma como de contenido. Para empezar, la bella actuación de Darsheel Safary como Ishaan, un niño que nos recuerda al Freud de El creador literario y la fantasía [4], cuando lo vemos recrearse en el juego acuático de la pesca de guppys en las acequias o mira bailarinas en las peceras o cuando puebla el mundo con sus fantasías, representados por lindos dibujos animados más cercanos a la plástica infantil que a los muñecos hermosos pero estereotipados de Walt Disney, con lo que se logra un cine de animación distinta, acompasado con la deliciosa y variada música de Shankar-Ehsaan-Loy. |
Te confieso que, para mi gusto, el profesor es bastante hollywoodense y, de pronto, le falta profundidad en su caracterización; sin embargo logra plantear cosas interesantes al asumir la posición de un verdadero maestro, no sólo preocupado por la transmisión de un conocimiento, sino por la formación integral del sujeto, que anda en camino constituirse a sí mismo. Un docente de una calidad totalmente distinta a los anteriores profesores de Ishaan, puesto que se implica en el proceso de ir reconociendo a su alumno, de comprender el problema, para ayudarle a superar sus supuestos fracasos, pues yo, pienso, mi querida discípula, que un buen maestro debería ser como el Buen Pastor, que se preocupa por la oveja perdida, ¡en eso si que yo sería evangélico! |
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Los profesores, a la manera que sugiere Hans Zulliger, en su texto sobre los niños difíciles [5], los pueden llevar a cabo detenidas intervenciones pedagógicas, como la realizada por Ram Shankar Nikumbh, quien lejos de ser un auténtico payaso, como se nos presenta en un principio, es un buen maestro, que llena de color, de afecto, el mundo descolorido de la institución educativa para niños especiales, con toda la conciencia de que el amor no basta; él sabe que además de esta pasión se requiere de conocimientos, para producir un verdadero estallido dentro de un ente pedagógico, que funciona como muchos de esos internados ingleses, que quisimos hacer explotar, en compañía del Malcolm Mc Dowell de If…, en los años de nuestra alegre juventud; lo que pasa es que al volverse un crítico, desde dentro del sistema de poder, hay que buscar soluciones más amable que la propuesta por el director británico, Lindsay Anderson. Es muy preciso tener presente lo que señalaba Paulo Freire [6], acerca de que es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta, cuando siempre hemos estado bajo el peso de una pedagogía de la respuesta, en la que los profesores contestan preguntas que los alumnos jamás se han formulado. |
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Me parece que es muy valiosa la elección, por parte de Aamir Khan de ese tema tan polémico y cuestionado que es el de la dislexia, para aportar un granito de arena a la discusión y al esclarecimiento del concepto que, desde los tiempos de Julián de Ajuriaguerra [7], viene puesto en tela de juicio, problema, frente al cual, Aamir Khan trata de sentar su posición, para señalar una posible salida terapéutica, en la que ustedes, los psicólogos escolares y pedagogos, tienen un papel de mucha más importancia que nosotros los médicos, psiquiatras y psicoanalistas de niños, que ya sí debemos asumir la parte de las causas y consecuencias emocionales del problema. El CIE-10 lo define como un trastorno que se da desde los primeros estadios del desarrollo, en el que están deterioradas las formas normales del aprendizaje, en el que el deterioro no es sólo consecuencia de falta de oportunidades, ni consecuencia de traumatismos o enfermedades cerebrales adquiridas, sino que surge de alteraciones de algunos procesos cognitivos, en gran parte secundarios a algún tipo de disfunción biológica, más frecuente en varones que en mujeres. De una forma más específica sería un déficit significativo en el desarrollo de la capacidad de leer, que no se explica por el cociente intelectual, ni por problemas en la agudeza visual, ni por una escolarización inadecuada, en lo que se estaría de acuerdo con los postulados de Ajuriaguerra y colaboradores, en el Coloquio sobre las dificultades y los fracasos en el aprendizaje de la lengua escrita, organizado por el Centro de Investigación de la Educación Especializada y la Adaptación Escolar, celebrado en París, en 1970. Tal problema puede cursar con cierta disortografía, que suele persistir en la adolescencia, a pesar de logros terapéuticos; como antecedentes puede haber trastornos del habla y del lenguaje y conducir al fracaso escolar, con ausentismo, como cuando el niño hace novillos y se escapa del colegio, a problemas de adaptación social. Para su diagnostico el rendimiento en lectura del niño debe ser significativamente menor que el esperado para su edad cronológica, su inteligencia general y su nivel académico, para lo cual hay tests específicos para evaluar la lectura y su comprensión y en las fases más tempranas del problema puede haber dificultades para recitar el alfabeto, hacer rimas simples, nombrar las letras, analizar y categorizar los sonidos, a pesar de una agudeza auditiva normal, para luego presentarse omisiones, substituciones, distorsiones, adición de palabras o partes de palabras, lo que lleva a una gran lentitud en la lectura, con grandes vacilaciones, pérdidas del sitio del texto en el que se lee, como cuando a Ishaan le bailan las letras. No me importa demasiado si la dislexia tenga una base genética o constitucional, aunque los datos en ese sentido, que incluye en su esquema conceptual, referencial y operativo, el maestro Ram Shankar Nikumbh, pues ellos aún no se consideran definitivos, al fin y al cabo, lo genético muchas veces no se expresa hasta que no se dé una serie de impactos que lo hagan emerger, como nos lo enseña Stephen M. Stahl. [8] No descarto que haya, dentro de la complejidad de la etiopatogenia del trastorno, problemas neurofisiológicos, tanto estructurales como funcionales, como los que se dan en el planum temporale, que incluye las áreas de Broca y de Wernicke, con disfunción de las células magnocelulares del tálamo y el cerebelo. Es posible que estos niños padezcan de disminución en los procesos fonológicos, visuales y de estímulos temporales, implicados en la atención y la capacidad lectora. Esa alteración en la percepción visual es lo que hace que bailen las letras, como le sucede a Ishaan, un viejo fenómeno, ya descrito por Samuel Orton, en 1925, quien describió fallas en la percepción y la memoria visual de los disléxicos, a los que se añadía la clásica inversión de letras, con cambios, por ejemplo de la b por la d, debido a un trastorno del sistema oculomotor. Aquí puedes ver el Bender de un niño que tenía rasgos disléxicos, tan violentado como Ishaan: |
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En la prueba son observables como el punto se va transformando en un círculo que rellena para luego dar lugar a un simple círculo vacío, lo cual da cuenta de una inmadurez y una fatiga perceptivo motora más el giro de la figura 3, que debería ir en esta orientación: |
A la vez que hay una inversión de la figura 7, que a diferencia de cómo el niño la dibujó, debería ir así: |
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La inhibición de las automatizaciones estorba al reconocimiento y la identificación de palabras, donde entra en juego, de un lado el cerebro pero también juega el entorno, en el que se genera un trastorno grave, en el ámbito de lo académico, que debería preocupar tanto a la comunidad escolar como a la familia, en la cual, la ansiedad del ambiente puede agravar en mucho la situación del niño, como bien lo demuestra la película. El problema fonológico tiene que ver con las dificultades del sujeto para usar los códigos alfabéticos, para identificar palabras, lo que entorpece la comprensión y la adquisición de los códices necesarios para segmentar las cadenas significantes, los sintagmas en fonemas que se conviertan en grafemas. [9] El disléxcico tiene dificultad para recordar lo leído, lo que indica una problema de la memoria a corto plazo, con déficits atencionales para la denominación rápida de colores, objetos y letras, lo que le impide sacar conclusiones del texto y que este le sirva para aumentar su conocimiento general aunque se excluyan las alexias y dislexias adquiridas, los trastornos secundarios a problemas emocionales y la disortografía pura, sin que el DSM-IV se diferencie mucho en su definición del problema. Aamir Khan viene a cuestionar el modelo de la educación especial, frente al cual plantea como alternativa una educación para todos y cada uno de los alumnos, lo que implicaría una reingeniería pedagógica, de la que adolece muchas veces la educación en el mundo, con un abandono completo de los ideales de rendimiento competitivo, que opera en las instituciones burocratizadas, las cuales con el fin de mantener la pertenencia a ellas y garantizar la identidad y el amparo institucional, producen agregados de Saber y Poder, en el sentido foucualtiano, lo cual se resiste a todo análisis profundo, para no cuestionar viejos pactos, acuerdos, alianzas y disociaciones en el interior de las instituciones mismas, lo cual si seguimos a Fernando Ulloa, sólo puede cambiarse desde el interior de la institución, a partir de un elemento novedoso, como lo sería Ram Shankar Nikumbh, el protagonista adulto de la película, quien logra superar las resistencias al cambio, mientras sortea todas las defensas que se dan en el grupo cuando hay el riesgo de que este se dé y puede ser vivido, por ese conglomerado humano, como catastrófico pero lo importante sería que este impulso del místico, sea sostenible y se logre mantener en el tiempo, gracias a una especie de revolución permanente, gracias al autocuestionamiento, al autoexamen institucional, para evitar sometimientos a amos, para lo cual pueden ser tan útiles los grupos de reflexión psicoanalíticos y las intervenciones institucionales en la crisis, con el fin de abordar momentos de angustia y regresiones que se dan en períodos de ausencia de los lugares fijos, que siempre se han ocupado. La escuela, en la película de Kahn, funciona como verdaderos entes burocráticos, en las que se dan desconocimientos del otro, al que se le obliga a asimilarse al resto, para hacer parte de un grupo homogéneo y sincrético, en la línea de José Bleger [10], de grupos isomórficos en el sentido de René Käes [11]o los grupos burocratizados, propiamente dichos, de nuestro querido maestro Marcos Bernard [12]. En contextos como éstos, habría que preguntarse cómo hacer con esos otros, que ni siquiera se perciben como seres singulares, sino que son condenados al espacio inmundo, fuera del mundo, al de la otredad deleznable y despreciable, como sucede durante la primera parte de la cinta de Khan, con Ishaan Awashti, donde ni siquiera se puede diagnosticar la dislexia, por ignorancia de la familia y de los profesores y, mucho menos, encontrarla como oportunidad más que como una deficiencia, de tal forma que se cortaban los sueños de un pequeño con la gran capacidad en las artes plásticas, que descubriera su nuevo maestro. Por eso, es que se lo somete a una exclusión paulatina, hasta que, con la complicidad de la Institución Educativa, la familia lo pone al borde de un falling for ever y un proceso de desintegración del sí mismo winnicottianos, de cercanía a un punto de no retorno bioniano, del que un maestro genial, como Ram Shankar Nikumbh, logra rescatar, gracias al establecimiento de una transferencia favorable y los métodos del juego y de la creación artística, en la medida que el profe asume un valioso reto, una magnífica propuesta erótica, bajo el lema de que la unión hace a la fuerza. Es así; parientes, pedagogos, psicólogos y médicos deberíamos preguntarnos por qué nos resulta difícil un niño, con el fin de buscar bases científicas para entenderlo, alicientes que nos sirvan para ayudarlo, para orientarlo y buscar un libre desarrollo del sujeto, lo cual es un derecho fundamental, muchas veces violado en el contexto de la cotidianidad pura y dura. Para lograrlo se requiere de una dosis de rebeldía, de buena conciencia, para tratar de redimir la miseria cotidiana de tantos seres humanos, que sufren y padecen la violencia de las instituciones. Se precisa entonces de seres como Julio Cortázar y nuestro querido Ernesto Sábato, que saben que la ciencia debe ser humana, para no cometer los grandes crímenes que se han cometido a su nombre, para citar a Poincaré, que hace que se corra el riesgo de convertirla en una máquina diabólica, capaz de producir megabombas; por eso, pienso que Ram Shankar Nikumbh se nos convierte en paradigma de un maestro que hace un uso erótico y creativo de los conocimientos científicos, pedagógicos y humanos para no hacer una explosión como las de Hiroshima y Nagasaki, sino producir un estallido de colores y de alegría en el apoteósico final de la película, que se le perdona, en su espectacularidad, cuando pudo haber un final más sencillo, por el hecho de que muestra como se produce cambio de actitud colectiva en el entorno, con una asombrosa capacidad de que las ideas nuevas sean fecundas, sin dejarse aplastar por el establishment, por lo establecido y demostrar que es verdad el pensamiento que se transmite en el título en inglés de la película: Every child is special, traducción que supera en mucho la española de Todos los niños son especiales, porque incluye menos la generalidad mientras la primera se ocupa de la singularidad, por encima de todo. Te quiere, Jesús Referencias: [1] Koppitz, E. M. Psychological Evaluation of Children’s Human Figure Drawings. Grune & Stratton, New York, 1968, 341 pp. [2] Lidz, Th. y cols. El medio interfamiliar del paciente esquizofrénico: la transmisión de la irracionalidad en Interacción Familiar. Ediciones de Buenos Aires, Buenos Aires, 1980, 327 pp. [3] Wynne, L.C. y cols. Pseudo-mutualidad en las relaciones familiares de los esquizofrénicos en Interacción Familiar. Ediciones de Buenos Aires, Buenos Aires, 1980, 327 pp. [4] Freud, S. El creador literario y el fantaseo en Obras Completas (t.IX). Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1976, pp. 123-135. [5] Zulliger, H. Los niños díficiles. 4ª. ed. Editorial Morata, Madrid, 1986, pp. 95-115. [6] Freire, P. Hacia una pedagogía de la pregunta. Conversaciones con Antonio Faúndez. Ediciones La Aurora, Buenos Aires, 1986, 190 pp. [7] de Aguriaguerra, J. y cols. La dislexia en cuestión. Dificultades y fracasos en el aprendizaje de la lengua escrita. Pablo del Río Editor, Madrid, 1977, 202 pp. [8] Stahl, S. M. Psicofarmacología esencial. Bases neurocientíficas y aplicaciones clínicas. 2ª. ed., Ariel Neurociencia, Barcelona, 2002, 117-122. [9] Serrano, F. y S. Defior. Dislexia en español: estado de la cuestión. Revista Electrónica de Investigación Psicoeducativa y Psicopedagógia, 2(2): 13-34, 2004. [10] Eiguer, A. La terapia grupal y el grupo, según José Bleger. Revista de psicología y psicoterapia de grupo 11(1): 47, 1988. [11] Käes, R. El apoyo grupal del psiquismo individual: algunas consecuencias teóricas en relación a los conceptos de individuo. http://www.estudiantesdefsoc.com.ar/sociologia/44-historia-del-conocimiento-sociologico-ii/174-el-apoyo-grupal-del-psiquismo.html [12] Bernard, M. Consideraciones sobre la tendencia a la burocratización en los grupos terapéuticos: dramatización e interpretación. Revista de psicología y psicoterapia de grupo 5(1): 41-52, 1982.
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Jesús
María Dapena Botero
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