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Cosmovisión de José
Martí Dr. Jorge Cuéllar Montoya |
Es verdad que no fue un filósofo con obra sistematizada, sin embargo hizo filosofía en toda su producción intelectual. Gran Filosofía, porque abordó la subjetividad humana con sentido cultural y complejo. Penetró en la naturaleza humana con razón y sensibilidad, y jamás separó el hombre del contexto cósmico en que transcurre. Precisamente por eso, su obra se cualifica en una ecosofía[2] de alto vuelo, expresada en un discurso plural y un lenguaje incluyente con espíritu ensayístico y poético[3]. Su visión
filosófica, sigue creadoramente a los clásicos griegos. “Conocer las
causas posibles y usar los medios libres y correctos para investigar las
no conocidas – enfatiza Martí - es ser filósofo.
Pensar constantemente con elementos de ciencia, nacidos de la
observación en todo lo que cae bajo el dominio de nuestra razón y en su
causa he ahí los elementos para ser filosofo. ’’[4] Y
consecuente con esta concepción integradora se expresa su método: “Método bueno filosófico es aquel que, al juzgar al hombre, lo toma en
todas las manifestaciones de su ser; y no deja en la observación por
secundario y desdeñable lo que, siendo tal vez por su confusa y difícil
esencia primaria no le es dado fácilmente observar. Debilidad científica,
filosófico raquitismo, censurable anemia voluntaria de todos esos, en la
forma severos y marmóreos, y en el fondo incompletos y arenosos sistemas
de accidentes[5], así como la función de la filosofía en su
expresión metodológica: “Debe tomar el hombre la Filosofía, no como
el cristal frío que refleja las imágenes que cruzan ante él; sino, como
el animado seno en que palpita, como objeto inmediato y presente, la
posible acomodación de lo real de lo que el alma guarda como ideal
anterior, posterior y perpetuo- al objeto en la vida se dedican todos
estos realistas objetivos[6].
¿Y
qué es la filosofía para José Martí? Sin reducirla a una fría
definición, Martí, como es propio de su método, se acerca al objeto de
indagación a través de profundas aproximaciones, acercamientos y
caracterizaciones. Así, nos dice: “La filosofía no es más que el
secreto de la relación de las varias formas de existencia”[7].
“Filosofía es la ciencia de las causas”[8].
“Filosofía
es el conocimiento de las causas de los seres, de sus distinciones, de sus
analogías y de sus relaciones”[9]. “La
filosofía es la ciencia de las causas, de la causalidad”[10].
“El
hombre tiene una fuerza de conocer: la aplica observando: he aquí lo que
se llama ciencia filosófica. Y no debiera llamarse así, porque ciencia
es lo inmutable e innegable, y la ciencia filosófica es distinta en cada
sistema. Observar con juicio desapasionado, y escribir las observaciones
en lenguaje claro, son dos deberes difíciles de la potencia filosófica”[11].
“Filosofía
es el conocimiento de las causas. Y si no es esto, esto debe ser. La
filosofía no es precisamente una ciencia: es una potencia, es una condición
del ser humano, es una fuerza”[12].
Para Martí, la filosofía es una concepción integral del mundo,
en vínculo estrecho con el hombre. No es una ciencia. Es más que eso: es
una visión universal creadora del cosmos, incluyendo al hombre, como
microcosmos. Por eso dice, con grande sensibilidad
preludiante: “Este
siglo prepara la filosofía que ha de establecer el siglo que viene. Este
es el siglo del detalle: el que viene será el siglo de síntesis…”[13].
Parece que nos está hablando para el siglo XXI, también. Siglo
de unificación de saberes emergentes. ¡Cuántas
aproximaciones caracterizadoras del objeto de la filosofía nos aporta
Martí, sin agotarlo! ¡Cuántas verdades preludia que la praxis actual
está confirmando o exigiendo! Él está consciente que las definiciones
abarcadoras y completas no existen, porque la realidad que refleja y
construye es más rica que la reflexión humana. Por eso busca, discierne,
interroga, suscita… Está convencido que una visión unitaria del ser no
deviene de una asunción simplista del mundo y del hombre. El espíritu
griego lo acompaña y enriquece, y el de la Modernidad, también, pero no
se queda en ellos. Vio más
lejos. Por eso seguimos tras él… Su
convicción filosófica amplia e incluyente, impregnó su espíritu ecuménico,
su mirada múltiple y su discurso plural a toda realidad analizada. En su
obra se dejan ver influencias del cristianismo temprano[14]
de su variante mística[15],
del romanticismo, del positivismo, del krausismo, del trascendentalismo, y
de otras tendencias y corrientes de pensamiento; pero todas superadas por
la creación personales decir, el espíritu que anima las ideas es de Martí,
independientemente que utilice categorías y conceptos de otros, llevan el
sello martiano. Por supuesto, el krausismo, tal y como muestra el Dr.
Elier Amat, desempeñó un papel integrador, respecto a las varias
influencias superadas por su creatividad.
Debe destacarse que la obra creadora de Martí,
su diferencia de las fuentes influyentes y coincidentes, su originalidad,
está determinada, en gran medida, por su carácter revolucionario. Sus
ideales políticos lo conducen a hacer de su patria agonía y deber, y
esta posición política ideológica lo diferencia de Rubén Darío y
otros modernistas; así también como de las influencias recibidas. Desde
su juventud hasta su muerte, su decisión de echar suerte con los pobres,
le alumbró nuevos caminos. Con ello su pensamiento se terrenalizó,
aterrizó en la vida, como decimos los mexicanos, soslayando así las
especulaciones abstractas. Los propios valores, en Martí, son concretos,
refieren a conductas reales, y no a imperativos categóricos o a entes
puramente sentimentales. Fue un hombre de acción, y esto, le dio características
propias a su pensamiento. Un pensamiento crítico, que exigía cambios, y
que ponía al hombre entre sus primeras prioridades. Esto no se puede
olvidar al analizar la obra martiana y su autonomía y originalidad
indiscutibles. Al mismo tiempo, no se puede obviar que el electivismo, como posición filosófica que asumía creativamente todo
lo que se considerara positivo, con independencia de su procedencia, sobre
la base de la comprensión que el conocimiento y los valores no tienen dueños,
constituyó un instrumento lógico de extraordinario valor en la
conformación de la concepción martiana de la educación. Los grandes
iluministas cubanos del siglo XIX: el Padre José Agustín Caballero[16],
Félix Varela y José de la Luz y Caballero[17]
fueron electivistas, y forman parte de la tradición más rica de filósofos
y educadores, de la cual se nutrió Martí, en su formación en general y
en su visión de la educación, en particular. Especialmente Luz y
Caballero ha sido reverenciado por José Martí, y Luz consideraba la
educación como formación humana integral. Sobre Luz, dijo Martí, destacando su papel como educador: “El, el padre; el silencioso fundador, él,
que a solas ardía y centelleaba, y se sofocó el corazón con mano
heroica, para dar tiempo a que se criase de él la juventud con quien se
había de ganar la libertad que sólo brillaría sobre sus huesos; él,
que antepuso la obra real a la ostentosa, -y a la gloria de su persona,
prefirió ponerse calladamente, sin que le sospechasen el mérito ojos
nimios, de cimientos de la gloria patria; él que es uno de nuestras
almas, y de su sepultura ha cundido por toda nuestra tierra, y la inunda aún
con el fuego de su rebeldía y la salud de su caridad; él, que se resignó,
para que Cuba fuere -a parecerle, en su tiempo y después, menos de lo que
era; él que decía al manso Juan Peoli, poniéndole en el hombre la mano
flaca y trémula, y en el corazón los ojos profundos, que no podía
"sentarse a hacer libros que son cosa fácil, porque la inquietud
intranquiliza y devora, y falta el tiempo para lo más difícil, que es
hacer hombres; él, que de la piedad que regó en vida, ha creado desde su
sepulcro, entre los hijos más puros de Cuba, una religión natural y
bella, que en sus formas se acomoda a la razón nueva del hombre, y en el
bálsamo de su espíritu a la llaga y soberbia de la sociedad cubana; él,
el padre- es desconocido sin razón por los que no tienen ojos con que
verlo, y negado a veces por sus propios hijos"[18] Su interés por la formación humana del
hombre cubano, lo condujo a buscar el
saber en todas partes. En educación introducía los conocimientos y
las nuevas técnicas europeas. Fue un electivista sembrador de
conocimiento y valores que encontraron concreción en la educación; y
Martí, a través de su preceptor: Rafael María de Mendive, conoció la
obra del gran Maestro, del “silencioso fundador,” como él lo llamó. El electivismo de los grandes filósofos y
pedagogos cubanos y latinoamericanos, son fuentes, por supuesto, de toda
la obra martiana. Precisamente, fue grande, porque supo elegir. Su espíritu
ecuménico le abrió insospechados horizontes.
Por
eso, y por muchas causas más, es difícil ubicar a Martí en
un ismo determinado. ¿Es posible ubicarlo como idealista, si su
gnoseología es sensorracionalista por excelencia, pues deriva los
conceptos, juicios y raciocinios de la realidad? ¿Que valoró en alto
grado la subjetividad humana, el valor del espíritu, la voluntad y la
fuerza de las ideas? Precisamente su vocación utópica realista lo
consagró como hombre y como guía espiritual de la humanidad, como
merecidamente lo ubica la UNESCO. De
todas formas estos temas se explicarán a continuación, en la medida que
se trabaja su cosmovisión. Visión
unitaria del ser ¿Cómo asumir la cosmovisión martiana sin desvirtuar su propia esencia? ¿Cómo revelar la complejidad sistémica de su pensamiento filosófico y sus determinaciones concretas en la historia, la educación, la política, la ética, la estética, los valores y la cultura en general? Toda la obra de José Martí pone de manifiesto su visión unitaria compleja del ser, que incluye: la naturaleza, la sociedad y al propio hombre individual, como microcosmos, capaz de reflejar el Universo y poseer sentido cósmico aprehensivo de la realidad[19]. “Todo
va a la unidad, todo a la síntesis, las esencias van a un ser; los
existentes a lo existente…de lo uno sale en todo lo múltiple, y lo múltiple
se refunde y se simplifica en todo en lo uno”[20].
La unidad entre lo uno y lo diverso, lo múltiple, su dialéctica de
conversión recíproca, es una constante en Martí. Para él“…El Universo es lo universo. Y lo universo, lo uni-vario, es
lo vario en lo uno…”[21].
Es síntesis cósmica de lo
uno y lo múltiple, de la unidad y la diferencia, del todo y las partes, y
viceversa, pues, “…Que
el Universo haya sido formado por procedimientos lentos, metódicos y análogos,
ni anuncia el fin de la naturaleza, ni contradice la existencia de lo
hechos espirituales…”[22].
“El Universo, con ser múltiple, es uno… Y en todo ese Universo múltiple,
todo acontece, a modo de símbolo del ser humano, como acontece en el
hombre…” “…El
Universo es siervo y rey el ser humano. El Universo ha sido creado para la
enseñanza, alimento, placer y educación del hombre…”[23].
Esa una totalidad cósmica. “…Universo – enfatiza Martí - es
palabra admirable, suma de toda filosofía: lo uno en lo diverso, lo
diverso en lo uno”[24].
Al mismo tiempo es principio del ser y del conocer humanos. “…El
Universo es la reunión de todas las cosas, lo que implica reunión de
todos los principios del conocer de las cosas. El Universo es el principio
de los conocimientos humanos”[25].
La base, sobre la cual el hombre realiza su ser esencial como
persona humana. Esta
concepción unitaria del ser, que implica al mismo tiempo, la diferencia,
lo diverso, Martí la revela
en el ser humano y
en el saber
del hombre, en búsqueda de las causas, los por qué,
tanto en su proceso como en su resultado. Se trata de una unidad
contradictoria, como lo es la existencia misma. En Martí, el filósofo es un hombre que busca, discierne y explica, sin agotar la realidad. Por eso la filosofía más que una ciencia, es “una potencia”, “una fuerza”, una cosmovisión sobre el mundo en relación con el hombre. Al mismo tiempo, la relación sujeto – objeto, en sus análisis filosóficos realistas[26], no puede faltar. Igualmente el recurrente problema de la verdad. “Y en toda representación, bien se reflexione sobre cosas externas, bien sobre actos internos propios existe dualidad inevitable entre el objeto pensado y el sujeto pensante. El sujeto no puede pensar sin que existiese antes la cosa sobre la que se piensa. La cosa pensada es una y anterior al pensamiento del sujeto sobre ella que es posterior y otra: He aquí la dualidad inevitable que destruye la imposible identidad”[27]. Su discurso – tal y como señala el Dr. Pupo - no se encierra en el pensamiento mismo, penetra en el propio proceso formativo del conocimiento, siguiendo la tradición sensorracionalista[28]. “Los sentidos – señala - nos trasmiten las sensaciones. Las sensaciones son producidas por los objetos exteriores’’[29]. Tampoco soslaya el papel de la subjetividad humana en la construcción del saber en la asimilación de la realidad. “El objeto está fuera de mí, determina Martí, pero la inteligencia del objeto está en mí. Yo me comunico con él’’[30]. Hay un interés perenne de soslayar el objetivismo despersonalizado, que excluye la subjetividad humana[31]. “Los hechos por sí solos - señala Martí - nada explica si la inteligencia no los examina y los fecunda Toda deducción de los hechos es una verdad ideal. Las verdades reales – continúa Martí - son impotentes si no las animan las verdaderas ideales. El hecho es la verdad real. La verdad ideal es el resultado de la reflexión sobre los hechos. Así, en lo humano de los hechos se desprenden las verdades, de los hechos semejantes las verdades comunes[32]. De las verdades comunes, lo común de la verdad. Así , fructificando con la inteligencia la materia, la inteligencia firmemente apoyada en terreno de verdad sólida y firme concibe primero y necesita luego y entiende siempre la necesaria e inevitable verdad fundamental’’[33]. Es que el hombre en la asimilación de la realidad parte de las necesidades e intereses, y a través de los fines proyecta lo que desea y lo concreta en la realidad. Sencillamente, “(…) en lo humano de los hechos se desprende las verdades (…)”. Y el método con que asume la realidad debe ser consecuente desde el punto gnoseológico y metodológico “Método bueno filosófico, nos dice Martí, es aquel que, al juzgar al hombre; lo toma en todas las manifestaciones de su ser; y no deja en la observación por secundario y desdeñable lo que, siendo tal vez por su confusa y difícil esencia primaria no le es dado fácilmente observar”[34]. La
orientación filosófica profunda de Martí, la captó de modo
extraordinario Medardo Vitier. En su criterio,
"su mente es
especulativa y propende a formular asertos pertenecientes a dos
"regiones" filosóficas (...) la ontológica y la axiológica
(...) En efecto, lo que tiene
de sentencioso -y no es poco- se le vierte por esos declives, donde los
problemas, siempre abiertos, incitan y parecen retar al intelecto: el ser
y los valores, la íntima contextura del universo y del hombre, por una
parte, y el sentido de toda acción, por otra",[35]
a pesar de que "no organizó un sistema; no estudió metódicamente filosofía[36];
pero tuvo genuinas aptitudes de pensador[37] que se evidencia en numerosas páginas, y poseyó
criterios -algunos dolorosamente elaborados- acerca del mundo y de la vida
humana"[38]; pero sobre todo, "eso, la naturaleza
humana, su modo de comprenderla, es lo que late en toda la obra de Martí".[39].
Una naturaleza humana inserta en el Universo.
El sentido cósmico nuclea su cosmovisión.
Hay una concepción unitaria del ser complejo, determinado por la
analogía, el equilibrio y la armonía universal.
"Martí vivió -dice Vitier- como una fuerza espiritual -eso
era en esencia- en contacto perpetuo con el misterio del universo.
Recuérdese aquella línea de sus versos sencillos: "y crece
en mi cuerpo el mundo”. De ahí que sintiera como suyo ese modo de panteísmo
que vibra en Emerson, desligado de todo credo formal.
Por eso, haciendo alusión a Emerson, dice Martí: "Para él
no hay cirios como los astros, ni altares como los montes, ni predicadores
como las noches palpitantes y profundas."[40] No
podemos olvidar que la concepción unitaria del ser
en Martí, está sustentada en su Filosofía de la Relación[41], o la determina como visión integradora del
mundo en estrecho vínculo con el hombre. Martí, no separa lo material de
lo espiritual. Todo lo contrario, los une en lo diverso y complejo. “…
Tan metafísicos son los que por ignorancia o soberbia espiritual niegan
la importancia indiscutible del elemento material en nuestra vida, y la
dependencia de la materia a que está sujeto el espíritu, -como aquellos
que, por ignorancia también, y también por espiritual soberbia, niegan
la importancia visible del espíritu en la vida del hombre, y la
dependencia del espíritu a que la materia está también sujeta”[42]. Esta idea es expuesta ya desde su polémica en
México con los positivistas, en el Liceo Hidalgo, donde Martí fundamenta
la imposibilidad de separar lo material de lo espiritual
en el hombre, afirmando que él mismo como persona de cuerpo y
alma, es un ejemplo de dicha
relación. Por eso en otro momento fustiga y critica al materialismo
vulgar, por su simplismo epistemológico: “las dos manifestaciones de la
vida, la espiritual y la material, subraya Martí,
aparecen a la vez y se desarrollan en los seres vivos. Mas, ¿qué
demuestra en eso que el espíritu sea una mera secreción de la materia,
como quieren los materialistas? Valdría tanto como afirmar que la materia
es una mera obra del espíritu[43]. No hay razones de ninguna índole, para separar
lo inseparable, en criterio de Apóstol, pues lo ideal es expresión del
desarrollo de lo material, pero existen en unidad estrecha, inseparable.
Por eso es consecuente en su concepción de la teoría del conocimiento o
gnoseología:” Ni existe el principio absoluto de los conocimientos
humanos que busca Fichte con tanto afán en su Doctrina de la Ciencia. En
cada ser hay un principio de conocimientos, pero no es un conocimiento
principio de los demás; es una inteligencia capaz de conocimientos y
dispuesta a conocer…El principio de conocimiento está en las cosas
mismas. Se conocen tantas cosas como cosas hay. Cada cosa es principio de
conocimiento de sí. El universo es la reunión de todas las cosas, lo que
implica reunión de todos los principios del conocer de las cosas. El
universo es el principio de los conocimientos humanos”[44]. Al
mismo tiempo, si bien critica las divisiones abstractas entre lo material
y lo espiritual, destaca lo positivo del materialismo, al destacar el
principio material, cuando muchos han querido ver lo espiritual como algo autónomo,
independiente de lo material: “La filosofía materialista, que no es más
que la vehemente expresión del amor humano a la verdad, y un
levantamiento saludable del espíritu de análisis contra la pretensión y
soberbia de los que pretenden dar leyes sobre un sujeto cuyo fundamento
desconocen; la filosofía materialista al extremar sus sistemas, viene a
establecer la indispensabilidad de estudiar las leyes del espíritu. De
negar el espíritu-la cual negación fue provocada en estos tiempos, como
ha sido en todos, por la afirmación del espíritu excesiva,- viene a
parar en descubrir que el espíritu está sujeto a leyes y se mueve por
ellas, aceleradas o detenidas en su cumplimiento por las causas mecánicas
y circunstancias rodeantes que influyen en la existencia y suelen ser tan
poderosas que la tuercen o determinan[45]. Estas
ideas, a veces, leídas ligeramente, sin detenimiento en su esencia, dan
cuenta de la profundidad de la Filosofía de la Relación martiana. Una
filosofía con sentido histórico[46], de amplio horizonte heurístico - cultural,
porque no separa lo material de lo espiritual y al hombre de la
naturaleza. Su
visión unitaria del ser complejo se concreta en todas sus
concepciones e ideas filosóficas, tales como su concepto de la vida, la
muerte, la patria, el amor, la bondad, la belleza y la verdad, por sólo
citar algunas determinaciones. En su cosmovisión, “...la
vida de lo existente es la armonía…”[47], pero no una vida exenta de contradicciones,
pues en el criterio del Maestro, la armonía presupone lo diverso y
contradictorio. “La vida es la relación constante de lo material con lo
inmaterial”[48].
Se trata de una totalidad que
funciona en sistema, donde la vida, es una parte del Universo, hecha
cultura. “¿Y el objeto de la vida? El objeto de la vida – responde
Martí - es la satisfacción del anhelo de perfecta hermosura; porque como
la virtud hace hermosos los lugares en que obra, así los lugares hermosos
obran sobre la virtud...”[49]. Para el Maestro, la vida forma parte del
microcosmos, y responde al Cosmos, como parte suya. Es un prodigio
engendrado par la naturaleza y la cultura, un hecho cultural
“…La vida es sutil, complicada y ordenada, aunque parezca
brusca, simple y desordenada al ignorante. La vida es una agrupación
lenta y un encadenamiento maravilloso. La vida es un extraordinario
producto artístico…”[50]. Y
como producto cultural humano, lleva la impronta de las
convenciones humanas,
que también la deforma y hace estéril, cuando falta la libertad. Por eso
dice: “... Se viene a la vida como cera, y el azar nos vacía en moldes
prehechos. Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera, y la
verdadera vida viene a ser como corriente silenciosa que se desliza
invisible bajo la vida aparente, no sentida a las veces por el mismo en
quien hace su obra cauta…”[51]. Por
otra parte, en el concepto de la vida[52],
Martí asume ideas de la teoría de la evolución, pero sin reducirlo a la
biología, pues ve la relación dialéctica parte – todo y viceversa.
“Se sabe ya suficiente sobre la manera y condiciones de producción de
la vida para tener derecho a esperar que se sabrá más, y no quedará en
biología más misterio que el de la producción de seres primitivos,
aquel misterio que irrita y desafía a la mente humana. Pero la biología
no resolverá los problemas, ni desvanecerá la confusión que aún ofrece
la formación de la vida, sino busca la respuesta a sus preguntas por las
vías que se derivan de la teoría de la Evolución,... que pudiera
llamarse, por lo universal de la vida, en esencia idéntica y varias
formas armónicas, la teoría de la expansión análoga. Todo se vierte y
se convierte; pero todo en acuerdo con cada uno de los seres y objetos, y
con todos”[53]. En
la concepción martiana de la vida, como en toda su obra, el optimismo
aflora. Cree en la bondad, la verdad, la belleza y el amor que une y
edifica[54]. Cuando la vida se vierte a los demás y se
cumple con el deber humano, fructifica y trae felicidad: la mayor: la del
deber cumplido. Al
mismo tiempo, sus credos espiritualistas lo dirigen a concebir la
preexistencia y postexistencia del alma, del espíritu[55].
Considera que la vida no termina con la muerte. “¡No! ¡la vida humana no es toda la vida! (...) La tumba
es vía y no término… La muerte es júbilo, reanudamiento, tarea nueva.
La vida humana sería una invención repugnante y bárbara, si tuviera
limitada la vida en la tierra”[56].
Congruente
con su visión unitaria del ser, y
con visión cultural, Martí, asume la muerte, como lo que es: algo
natural, es decir, un momento de la vida[57].
Por eso dirá: “... la muerte no aflige ni asusta a quien ha vivido
noblemente: solo la teme el que tiene motivos de temor: será inmortal el
que merezca serlo: morir es volver lo finito a lo infinito...”[58]. Simplemente, “... el morir, cuando ya se ha
ganado un poco de amor, es tan apetecible y justo como vergonzoso e inútil
es salir de la vida sin haber merecido con el trabajo y la bondad el
descanso de ella. A la muerte se la ha de cortejar, con la virtud y el
trabajo cordial, como a una amiga hermosa…”[59].
Bellas palabras, nacidas de un hombre que nunca dejó de ser,
porque llevó muy dentro el Cosmos, las razones humanas y el deber: “La
muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida; truécase
en polvo el cráneo pensador; pero viven perpetuamente y fructifican los
pensamientos que en él se elaboraron…”[60]
. Se
nota claramente cómo su visión unitaria del ser
determina una concepción de ribete cósmico, donde todo lo que hay
en la naturaleza está en el hombre y viceversa. El hombre es un ser
activo, un sujeto que cambia sus circunstancias, según Martí, pero al
mismo tiempo es un ser natural que nace, se desarrolla y muere; pero el
morir para él es vía y no término, como es toda la realidad existente
para su pupila crítico – dialéctica. Por supuesto, esto está matizado
por la influencia espiritualista de su cosmovisión, sin restar valor
a la riqueza de sus
aprehensiones magnas y geniales. El
hombre, la naturaleza y la sociedad. Martí continúa la tradición de la filosofía griega de concebir al hombre como un microcosmos, que pose en sí todo lo que hay en el Cosmos, en la naturaleza, y que se revela en la unidad inseparable con ella. Su ensayo Emerson[61], es un ejemplo elocuente, entre otros trabajos suyos. En la visión martiana del ser unitario y complejo, incluyendo al hombre, como su elemento central, el concepto naturaleza ocupa un lugar central, o quizás el ser unitario, se derive de ella, ya que en su concepción filosófica, todo lo existente es naturaleza, incluyendo el espíritu del hombre, y el propio Dios[62]. “¿Qué es la naturaleza? El pino agreste, el viejo roble,
el bravo mar. Los ríos que van
al mar como a la Eternidad vamos los hombres: La Naturaleza es el rayo de
luz que penetra las nubes y se hace arcoiris, el espíritu humano que se
acerca y eleva con las nubes del alma, y se hace bienaventurado.
Naturaleza es todo lo que existe, en toda forma, espíritus y cuerpos,
corrientes esclavas en su cauce, raíces esclavas en la tierra, pies,
esclavos como las raíces, almas, menos esclavas que los pies. El
misterioso mundo íntimo, el maravilloso mundo externo, cuanto es
deforme o luminoso u oscuro, cercano o lejano, vasto o raquítico, licuoso
o terroso, regular todo medido, todo, menos el cielo y el alma de los
hombres, es naturaleza”[63].
En
criterio del Dr. Pupo, “en
su visión de la naturaleza, siempre en relación con el hombre y la
sociedad, además, donde el hombre se naturaliza y la naturaleza
se humaniza, está presente ese sentido cultural e histórico que
le es inmanente al discurso martiano y que en los tiempos actuales hace de
su cosmovisión una ecosofía para bien del hombre y la sociedad. Sienta
las bases para el desarrollo de la conciencia ecológica que tanto urge en
la formación humana de la
contemporaneidad”[64]. Esta
idea, resulta interesante y pone de manifiesto cómo el Apóstol se
adelantó a su tiempo histórico, para así convertirse en un contemporáneo,
cuyas ideas hicieron mucho, y tienen mucho que decir aún. En su
ensayo “Emerson”, la concepción
unitaria del ser adquiere destacada significación, y la naturaleza
en vínculo estrecho con el hombre, se desarrolla con inusitada belleza
expresiva y como núcleo estructurador de todo el comportamiento humano.
Lo que hay en ella, está en el hombre, y viceversa. “(…)
La naturaleza – escribe Martí - se postra ante el hombre y le da sus
diferencias, para que perfeccione su juicio; sus maravillas, para que
avive su voluntad a imitarlas; sus exigencias, para que eduque su espíritu
en el trabajo, en las contrariedades, y en la virtud que las vence. La
naturaleza da al hombre sus objetos, que se reflejan en su mente, la cual
gobierna su habla, en la que cada objeto va a transformarse en un sonido.
Los astros son mensajeros de hermosuras, y lo sublime perpetuo. El bosque
vuelve al hombre a la razón y a la fe y es la juventud perpetua. El
bosque alegra, como una buena acción. La naturaleza inspira, cura,
consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre. Y el hombre no se
halla completo, ni se revela a sí mismo, ni ve lo invisible, sino en su
íntima relación con la naturaleza…”[65]. Sencillamente,
“… La Naturaleza “llena de sorpresas” es toda una. Lo que hace un
puñado de tierra, hace al hombre y hace al astro. Los elementos de una
estrella enfriada están en un grano de trigo. Lo que nos mantiene sobre
la tierra está en la tierra…La analogía de muchos compuestos orgánicos
y ciertos grupos de simples, pasma a los químicos…”[66].
Al mismo tiempo no escapa al Maestro el momento epistemológico de
dicha relación hombre – naturaleza, pues ésta “…es la única
fuente filosófica. El hombre observador es el único agente de la Filosofía”[67].
Pero una comprensión de la relación hombre – naturaleza, plena de
sensibilidad humana y sentido cultural. No se trata del hombre depredador
de la naturaleza, sino del hombre que ve en ella su cuerpo inorgánico. Sobre
el conocimiento de esta relación, Martí determina el objeto de estudio
de la Filosofía, sin separarlo de la naturaleza.
“Dedúcese que la filosofía debe estudiar al hombre que observa,
los medios con que observa y lo que observa: Filosofía Interna, Filosofía
Externa y Filosofía de Relación. Repitamos,
para esclarecer, una parte de la naturaleza es tangible, y por lo tanto
material: la Filosofía que lo estudia se llama Filosofía Física. Otra
es inmaterial, y versa sobre lo que se llama generalmente-para combatirlo
o para aceptarlo-espíritu: la Filosofía que la estudia, se llama Metafísica[68], así como su clasificación, en correspondencia
con el objeto que refleja. “Hay,
pues, en Filosofía sujeto que conoce, y que aislado, produce la Filosofía
subjetiva alemana: objeto conocible, que aislado, produce la Filosofía
naturalista moderna y medios de conocer”[69],
hasta determinar con racionalidad comprensiva profunda la esencia de la
investigación filosófica. “A esto se reduce toda la investigación
filosófica: yo, lo que no es yo y como yo me comunico con lo que no es yo,
son los tres objetos de la filosofía”[70].
Es
destacable, además, cómo, sobre la base de la comprensión histórico
– cultural del hombre, la
naturaleza, la sociedad, la filosofía y su objeto, Martí, expone ideas
valiosas en torno a la propia historia de la filosofía. Ideas que poseen
total actualidad: “¿Qué
será, pues, Historia de la Filosofía? Ciencia moderna, debe conformarse
a la acepción moderna de la Historia. Antes se asignaban hechos; ahora se
encadenan y razonan. Antes se narraba; ahora se traba, se funde, se
engranan los sucesos y explican. …Historia de la Filosofía no querrá
decir exposición de los diversos sistemas filosóficos, porque eso, dicho
está, lleva exposición y no es historia. Quiere decir estudio de los orígenes,
desarrollo, estado actual, porque el probable venidero no me compete; de
los conocimientos filosóficos, enumerando sus accidentes, sus adelantos,
sus reacciones, las razones que ha habido para cada una de estas variantes
y el espíritu sucesivo que los ha ido determinando y modificando.
Historia de la Filosofía es pues el examen crítico del origen, estados
distintos y estados transitorios que ha tenido, por qué ha llegado la
Filosofía a su estado actual”[71]. Una
idea muy importante atraviesa a esta concepción. La historicidad de todo
saber y la posibilidad de
enriquecerse continuamente e integrarse al campo de la cultura. Para la educación representa mucho, pues la formación
humana sigue ese mismo camino. Igualmente sucede con la comprensión de la
relación hombre –
naturaleza – sociedad, comprendida en su carácter
sistémico, y sus condicionamientos culturales. Por eso dice.
“Yo no afirmaría la relación constante y armónica del espíritu y
el cuerpo, si yo mismo no fuese su confirmación”[72].
. Sencillamente para Martí, partiendo de su concepción del ser unitario,
y del hombre como microcosmo que refleja y se refleja en la naturaleza, no
hay dicotomía entre lo espiritual y lo material. “Si el desarrollo
espiritual depende del cuerpo, lo que hay que probar es que conforme se va
desarrollando el cuerpo, se va desarrollando el espíritu[73].Al mismo tiempo,
“... el espíritu humano tiene tendencia natural a la bondad y a
la cultura, y en presencia de lo alto, se alza, y en la de lo limpio, se
limpia...”[74]. Es
que Martí, no separa lo
natural de lo sociocultural. Son dos momentos de una misma unidad, de una
totalidad integrada[75]. En
su visión integradora del mundo y el hombre, la relación hombre –
naturaleza – sociedad, constituye un proceso único, engendrado en una
totalidad inseparable[76]. El hombre y la sociedad son históricos y
naturales por esencia, y sólo se revelan en esas cualidades. Por eso”
(…) Cuando las condiciones de los hombres cambian, cambia la literatura,
la filosofía y la religión, que es una parte de ella; siempre fue el
Cielo copia de los hombres... Cada sacudida en la historia de un pueblo
altera su Olimpo”[77].
Una naturaleza que se torna historia y viceversa. Y es que “(…) los
hombres son productos, expresiones, reflejos. Viven en lo que coinciden
con su época o en lo que se diferencian marcadamente de ellas (…)[78]. Estas
ideas convertidas en todo un ideario filosófico, en torno al hombre, la
sociedad y la naturaleza, encuentran aplicaciones concretas y
determinaciones dialécticas profundas en la política, la ética, la estética,
la literatura, la economía, el derecho, etc. Sirve de fundamento, como ya
se explicó en la primera parte, para
la revelación del ser de nuestra América, su latinoamericanismo,
así como para el antiimperialismo que encauza su filosofía política, en
defensa de la identidad de nuestra América, y del hombre natural como
sujeto auténtico de los grandes cambios, sin seguir los modelos extraños,
con su actividad creadora. “Imitemos. ¡No! – Copiemos ¡No! – Es
bueno, nos dicen. Es americano, decimos. Creemos porque tenemos necesidad
de creer. Nuestra vida no se asemeja a la suya, ni debe en muchos puntos
asemejarse. La sensibilidad entre nosotros es muy vehemente. La
inteligencia es menos positiva, las costumbres son más puras ¿Cómo con
leyes iguales vamos a regir dos pueblos diferentes?”[79]. Una
razón identitaria latinoamericanista y antiimperialista, penetra toda la
filosofía política del Maestro, lo cual se refleja también en la relación
que establece entre la economía y la política: “Quien dice unión económica,
dice unión política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende,
sirve. Hay que equilibrar el comercio para asegurar la libertad…El
influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en
influjo político. La política es obra de los hombres que rinden sus
sentimientos al interés, o sacrifican al interés una parte de los
sentimientos. Cuando un pueblo fuerte da de comer a otro, se hace servir
de él… El
pueblo que quiere ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus
negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir alguno,
prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos”[80].
Se
preocupa por asegurar la libertad, concepto donde su discurso hace cátedra
en cuanto a profundidad y sentidos hermenéuticos de refiere[81].
“(…) La libertad cuesta muy cara, y es necesaria o resignarse a vivir
sin ella, o decidirse a comprarla por su precio”[82], pues cuando no hay libertad, el hombre se
pierde como sujeto, y con él la nación, la patria. Se trata de una
cualidad humana, social, y natural, también. “(…) Sin libertad, como
sin aire propio y esencial, nada vive. El pensamiento mismo, tan
infatigable y expansivo, sin libertad se recoge afligido (…)-así es la
Libertad la esencia de la vida. Cuanto sin ella se hace es imperfecto,
mientras en mayor grado se la goce, con más flor y más fruto se vive. Es
la condición ineludible de toda obra útil. Esto, que en todo es cierto,
¿cómo no ha de serlo en el comercio y en la industria? (...) Sólo la
libertad trae consigo la paz y la riqueza”[83]. Es indudable que la concepción de Martí sobre la relación del hombre con la naturaleza y la sociedad, se inserta en su Cosmovisión unitaria del ser[84], y a pesar de ser un hombre de la Modernidad, no estableció separación alguna en dicha unidad dialéctica. Aquí Martí, como humanista preclaro, se adelanta a su época y no continúa la línea del paradigma moderno. Ensayos de la valía de Emerson, Nuestra América, Cecilio Acosta, el Prólogo al Poema del Niágara, por sólo mencionar algunos, son ejemplos convincentes. Referencias: [1] Algunas de estas ideas han sido desarrolladas con gran profundidad en la obra del Dr. Rigoberto Pupo “Identidad y subjetividad humana en José Martí”, Universidad Popular de la Chontalpa, Tabasco, México, 2004, y en otros ensayos. [2] La ecosofía es una corriente que, dentro de la ecología y a fines del siglo XX, rebasa la posición antropocéntrica del movimiento ecológico, involucrando su dimensión espiritual y global. Ve también la necesidad de tomar medidas no sólo para la protección del medio ambiente, sino de impulsar un cambio profundo de la visión del mundo, que retorne a los principios universales. Sobre esto puede visitarse el sitio: www.ecologiasocialnqn.org.ar La concepción
de la formación humana en Martí,
está permeada de sentido ecosófico, en la medida que no
separa el hombre de la naturaleza, de su hábitat. Su obra se
sintetiza en un saber ecosófico complejo para la formación del
hombre con ciencia y con conciencia. No importa que el término no se
empleara en su época y que sea de reciente uso. Lo importante y
necesario es el contenido
de un discurso ecosófico - humanista,
que lo convierte en guía espiritual para la formación humana. [3] En muchos trabajos del Dr. Pupo, esta idea se trabaja y se desarrolla con fuertes argumentos. [4] Martí, J. Juicios. Filosofía. O. C. T. XIX. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1964, p. 362. [5] Martí, J. Juicios. Filosofía. Obras Completas. T. 19, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1964, pp. 364 – 365. [6] Ibídem, p. 365. [7] Martí, J. Prólogo al Poma del Niágara. Tomo 7. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963, p. 232. [8] Martí, J. Juicios. Filosofía. Obras Completas. T. 19, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1964, p. 362. [9] Ibídem., p. 359. [10] Martí, J. Cuadernos de Apuntes no. 1. Obras Completas. T. 21. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1965, p. 42. [11] Martí, J. El artículo de Gostkowski.- La juventud buena y la torpe.- Páginas de Filosofía. T. 6. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963, p. 332 [12] Ibídem, p. 333. [13] Martí, J. Escenas norteamericanas. T. 9. Editorial nacional de Cuba, La Habana, 1963, p. 226. [14] El pensamiento social del cristianismo – el del cristianismo temprano, particularmente - influye en la formación del pensamiento ético filosófico de Martí, en toda su obra, con resonancia más visible en sus obras tempranas: las cartas a la madre, El Presidio político en Cuba, etc., tal y como se muestra en la tesis. Nótese cómo los símbolos cristianos, bíblicos están presentes en toda su obra, la constante referencia a Dios, Cristo, los apóstoles, etc., muy bien reflejado en la obra de Cepeda. Veamos como en su ensayo “Peter Cooper”, por sólo poner un ejemplo, se refleja su simbolismo cristiano: “Amó, fundó, consoló. Practicó el Evangelio humano. Puso paz en los corazones rencorosos, pan en las manos tendidas, alimento en las inteligencias avarientas, dignidad en la vida, ventura en sí, y gloria en su pueblo. Deja un colegio donde aprenden dos mil artesanos, donde leen, –con lo que se apaciguan, –millares de hombres; ¡pues no hay altar en Catedral alguna que levante a su santo más alto que a Peter Cooper levanta este colegio! Durante su vida cavó la tierra, desmontó bosques, zurció telas, inventó máquinas de cortarlas, máquinas para hacer tranquilo el sueño de los niños, para vaciar las minas, para navegar los canales, para enfrenar el vapor, antes de él rebelde, como colérico de verse preso. La tierra, como próvida madre, le abría su seno. Hirvió metales, que es ejercicio que da singular fuerza: parece que en las hornallas bullen mundos nuevos: el resplandor de estos hornos da a los hombres aspecto de dioses.
Vivió serenamente, porque vivió sin pecado. Su esposa no fue para él,
como otras esposas, amazona impía que lleva mal al caballo de la
brida,–sino ala. Era tan tierno que parecía débil; pero tenía esa
magnífica energía de los hombres tiernos. Lloraba de oír a un niño;
pero echaba a andar por las selvas la primera locomotora que cruzó
con éxito tierras de América; y de hacer, con su arte de sombrerero,
un gorro a una anciana vecina, se levantaba para dibujar con mano
firme una máquina de avasallar y utilizar el poder de las mareas”
(Tomo 13. Edición citada, p.
49.) Pero
todo matizado por su humanismo realista, pues como certeramente señala
Carlos Rafal Rodríguez, Martí fue un religioso sin religión. No
hizo culto a religión alguna, sino veía a Dios en la bondad, la
verdad, la belleza, en el trabajo, en el amor. Esto ha conducido a
varios estudiosos martianos a calificarlo como panteísta, pero los
ismo no siempre son necesarios, pues otros, sobre la base del panteísmo
han querido ubicar a Martí en las puertas del materialismo, cuando él
mismo afirma que se sitúa entre el materialismo y el idealismo,
consecuente con su Filosofía de la Relación, que no separa lo
espiritual de lo material, lo objetivo de lo subjetivo, aunque por
supuesto, prioriza con toda razón la SUBJETIDAD HUMANA, el papel
activo del ser humano como sujeto que cambia la realidad, mediante su
praxis.
[15]
El
propio Martí dice“A mis horas
soy místico, y a mis horas estoico. La razón misma me dice que no
hay límites para ella; por lo que allí donde ya no tiene fundamento
visible de hecho, sigo, en virtud de la armonía que su existencia y
aplicaciones me demuestran, razonando lo que no veo en conformidad con
lo que he visto, lo cual no es deserción de la razón, sino
consecuencia de ella, y mayor respeto a ella, que el de los que la
reducen a esclava del hecho conocido, y convierten a la que debe abrir
el camino en mero lleva –cuentas”(O.C. T. 21, P. 52.). Aquí hay
una profunda defensa de la espiritualidad del hombre, de su
subjetividad. También Marinello en “Españolidad literaria de José Martí” y
sobre todo, en “Martí, escritor americano”, hace énfasis en lo místico
en Martí, destacando la influencia de los místicos españoles,
particularmente de Teresa
de Ávila y Juan de la Cruz; pero su misticismo, como él mismo dice
es temporal, “a ratos”, no es el misticismo que se entrega
totalmente a la vida espiritual, a una contemplación al margen del
mundo, al retiro religioso. No, ese no es el “misticismo”
martiano. Sí fue un místico del deber, un misionero de humanidad.
Por supuesto, ser místico religioso no impide ser místico del deber,
como lo fueron la Madre Teresa de Calcuta y el Papa Juan Pablo II, por
sólo poner dos ejemplos. No
se pueden olvidar además, sus palabras escritas en México, y que están
desarrolladas en la tesis de este modo: “En México, el tema
de la identidad nacional – y también regional – fluye en el
pensamiento de Martí. Lo
acompaña a manera de obsesión: “Extinguido el culto a lo místico,
álcese, anímese, protéjase el culto a la dignidad y a los deberes.
-Exáltese al pueblo: su exaltación es una prueba de grandeza”[15]
Aquí impugna el culto a lo místico, y se dirige al deber patrio. Por
supuesto, no se puede olvidar que está en México, y refiere a México,
donde el clero católico desempeñaba un papel reaccionario. Y donde
el positivismo se enfrentaba a la Iglesia, en defensa de la ciencia.
En México se estaba dando una cruzada contra el misticismo
reaccionario de la Iglesia católica, y a su poder económico y
espiritual. Siempre
estuvo convencido de la necesidad de la religión, pero sin fanatismo,
ni Dioses en la tierra.
“… Todo pueblo- enfatiza Martí - necesita ser religioso. No sólo
lo es esencialmente, sino que por su propia utilidad debe serlo. Es
innata la reflexión del espíritu en un ser superior, aunque no
hubiera ninguna religión todo hombre sería capaz de inventar una,
porque todo hombre la siente. Es útil concebir un GRAN SER ALTO;
porque así procuramos llegar, por natural ambición, a su perfección,
y para los pueblos es imprescindible afirmar la creencia natural en
los premios y castigos y en la existencia de otra vida, porque esto
sirve de estímulo a nuestras buenas obras, y de freno a las malas. La
moral es la base de una buena religión La religión es la forma de la
creencia natural en Dios y la tendencia natural a investigarlo y
reverenciarlo. El ser religioso está entrañado en el ser humano.
Un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la
virtud, las injusticias humanas; es necesario que la justicia celeste
la garantice”. (19:392). Pero por supuesto, sin disminuir el papel
del ser humano para lograr una eticidad concreta en la vida, en el
trabajo, en la sociedad, es decir, la religiosidad martiana, no
disminuye el lugar del hombre en la formación humana. [16] Ver de Buch, R. José Agustín Caballero. Iniciador de la reforma filosófica en Cuba. Editorial Félix Varela, La Habana, 2001. [17] Ver de Chávez, A. Varela y Luz. Fundadores de la ética cubana. Universidad Popular de la Chontalpa, Tabasco, México, 2003. [18]
Martí, J. José de la Luz y Caballero, O.C. T.6. Edit. Nac. De Cuba,
La Habana, 1963, p. 314. [19]
“Quién lea
los Versos Sencillos- señala el Dr. Pupo-
hallará no pocas estrofas transidas de eso que pudiéramos
denominar sensibilidad cósmica.
Se siente allí un espíritu atraído por la Naturaleza, ganoso
de descansar de los hombres... |
Yo sé de Egipto y Nigricia, de
Persia y de Jenofonte, y prefiero la caricia del
aire fresco del monte." "Yo sé las historias viejas del hombre y de sus rencillas, y prefiero las abejas volando en las campanillas."[19] |
Al
sentido cósmico, presente en el pensamiento filosófico de Martí, M.
Vitier agrega, el finalismo, que según él, "(...)
late acá y allá en sus artículos.
Recuérdese esta aserción suya: "corren leyes magníficas
por las entrañas de la Historia".
Esos credos, que caen en lo metafísico, le robustecían la fe
en cosas más inmediatas y palpables.
He ahí cómo lo cotidiano se nutre de lo eterno.
Esa es la unidad profunda que vio.
Vidente, pues, en ese sentido. A
veces declara explícitamente su visión de la existencia. Es
insustituible su texto a ese respecto: "Que el Universo haya sido
formado por procedimientos lentos, metódicos y análogos, ni anuncia
el fin de la Naturaleza ni contradice la existencia de los hechos
espirituales". Insiste
en eso -en la sustantividad de lo espiritual-.
El le halla esfera propia.
También gravitan sus concepciones en torno a la unidad de
todo. Por eso dice:
"El Universo, con ser múltiple, es uno".[19] [20] Martí, J. Cuadernos de Apuntes No. 2. Obras Completas t. 21. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1965, p. 52. [21] Martí, J. Escenas norteamericanas. T. 11. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963, p. 164. [22] Martí, J. Emerson. T. 13. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1864, p. 25. [23]
Ibídem, p. 26. [24] Martí, J. Venezuela. T. 7. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963, p. 250. [25] Martí, J. Cuadernos de Apuntes No. 2. T. 21. Editorial Nacional de Cuba, La habana, 1965, p. 56. [26]“La
cosa pensada es una y anterior: el pensamiento del sujeto sobre ella
es posterior y otra: he aquí la dualidad inevitable que destruye la
imposible identidad”. (Martí, J. Obras Completas. T. 21. Edición
citada, p. 57).
[27] Martí, J. Cuaderno no. 2. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1965, p. 57. [28] Ver de Pupo, R. Humanismo y valores en José Martí. (Ensayo inédito) [29] Ibídem p. 53. [30] Martí, J. Kant y Spencer. O.C. T. 19 Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1954, p. 369. [31] Ver de Pupo, R. Humanismo y valores en José Martí. ( Ensayo inédito) [32] Alguien pudiera ver influencia del positivismo en Martí, pero resulta insostenible si conocemos bien su cosmovisión. [33]Martí,
J. Cuaderno No 2, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1965, p. 54. [34]Martí, J. Juicios. Filosofía. O. C. T. XIX. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1964, p. 364. [35]
El sentido histórico-cultural
-inmanente a su estilo- aflora espontáneamente en su aprehensión
martiana. Sencillamente
hay que ser sensible -y M. Vitier lo fue en grado sumo- para captar
sensibilidad y ésta se percibe culturalmente
[36] Aunque no se puede olvidar que se graduó de Licenciado en Filosofía en la Universidad de Zaragoza, España e impartió Filosofía en Guatemala, como docente. [37] Yo diría, de filósofo. [38]
Su
concepción del hombre, el sentido de la vida y los valores que le
sirven de cauces de realización humana.
Logra en función del objetivo propuesto, "situar a Martí
en su mundo, mostrando su mentalidad y eticismo, y las corrientes de
cultura que alcanzó y reflejó".
El autor devela los caracteres de cubanidad, americanidad,
hispanidad y universalidad del Maestro, incluyendo la dimensión filosófica
y sobre todo la axiología que encauza su programa filosófico-pedagógico.
Con gran maestría Medardo Vitier descubre los temas
esenciales, subalternos y ocasionales en la obra del Apóstol. [39]
Ibídem, p. 318.
[40] Ibídem. [41]
“Kant.-Idealista
platoniano- Se dedicó a estudiar la elaboración del conocimiento. En
él comienzan dos filosofías: la subjetiva, Fichte; la objetiva y
pesimistas, Schopenhauer:- Fichte estudia el hombre en sí, como
sujeto de cuanto piensa, y se queda en él. Schelling
ve al hombre análogo a lo que le rodea, y confunde el Sujeto y el
Objeto. Hegel,
el grande, los pone en relación y Krause, más grande, los estudia en
el Sujeto, en el Objeto, y en la manera subjetiva individual a que la
Relación lleva el sujeto que examina al objeto examinado.- Yo tuve
gran placer cuando hallé en Krause esa filosofía intermedia, secreto
de los dos extremos, que yo había pensado en llamar Filosofía de
Relación”. (Martí, J. Obras Completas. T. 19. Edición citada, p.
367). Por supuesto, Martí se equivoca al poner a Krause por encima de
Hegel, pero no se puede olvidar que posiblemente Martí no leyó a
Hegel en sus fuentes originales.
[42] Martí, J. Sección constante. Obras Completas. T. 213. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1965, p. 365. [43]
Ibídem. [44] Martí, J. Obras Completas. T. 21. Edición citada, p. 56. [45] Martí, J. Obras Completas. T. 15. Edición citada, p. 395. [46]“No hay nada más útil que desear conocer la formación de nuestro mundo, y sus cambios y épocas y las relaciones de los objetos que lo pueblan, y la transformación de unos y otros… (Martí, J. Obras Completas. T. 23. Edición citada, 267) [47] Martí, J. Obras Completas. Tomo 21. Edición citada, p. 62. [48]
Ibídem, p. 242. “La
vida es ideal y real, con realidad en el orden de la idea y realidad
en el orden exterior universal”. (Ibídem,
p.62).
[49]
Martí, J. Obras Completas. T. 13. Edición citada, p. 25. [50]
Ibídem, p. 426. [51]
Martí, J. Obras Completas. T. 7. Edición citada, p. 230. Esta
idea aparece también en su libro proyectado “El concepto de la
vida”. Obras
Completas. T. 18, P. 290. [52]
Ver anexo no. 1 [53] Martí, J. Obras Completas. T. 13. Edición citada, p. 426. [54] Ver anexos 1,2, 4, 6, y 10. [55] Ver de Pupo, R. Identidad y subjetividad humana en José Martí. Obra citada. Pp. 139- 178. [56] Martí, J. Obras Completas. T. 7. Edición citada, p. 236. [57] Naturalmente, no se puede olvidar las vetas espiritualistas en Martí. Él creía en la preexistencia y postexistencia del alma, y con ello, en la realidad de una postvida. [58] Martí, J. Obras Completas. T. 13. Edición citada, p. 24. [59] Martí, J. Obras Completas. T. 5. Editorial nacional de Cuba, La Habana, 1963, p. 306. [60] Martí, J. Obras Completas. T. 6. Editorial nacional de Cuba, La Habana, 1963, p. 420. [61] Ver anexos 1 y 5. [62] Esto ha determinado que muchos autores ubiquen a Martí como panteísta; pero soy remiso a los encasillamiento, y más cuando se trata de un pensador que defendía la total autonomía y rehuía a los sistemas. [63]Martí, J. Juicios. Filosofía. O. C. T. XIX. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1964, p. 364. [64] Ver de Pupo, R. Identidad y subjetividad humana en José Martí. Universidad Popular de la Chontalpa, Tabasco, México, 2004, pp. 142 – 143. Este aspecto del ideario martiano ha sido trabajado también, con nuevas ideas en una investigación de carácter pedagógico que está realizando en el Centro de Estudios martianos, aún inédito. [65] Martí, J. Obras Completas. T. 13. Edición citada, pp. 25 – 26. [66] Martí, J. Obras Completas. T. 11. Edición citada, pp. 164 – 165. [67] Martí, J. Obras Completas. T. 19. Edición citada, p. 360. [68] Ibídem, p. 361. [69]
Ibídem, p. 362. [70] Martí, J. Obras Completas. T. 21. Edición citada, p. 367. [71] Martí, J. Obras Completas. T. 19. Edición citada, p. 365. [72] Martí, J. Obras completas. T. 19, p. 362. (Edición citada) [73] Martí, J. Obras completas. T. 21. Edición citada, p. 387. [74] Martí, J. Obras completas. T. 15. Edición citada, p. 390. [75]
“La vida es la relación constante de lo material con lo
espiritual”. (Martí,
J. Obras Completas. T. 21 Edición citada, p. 242.) [76]
Ver anexos 1, 2, 5, 10. [77] Martí, J. Obras Completas. T. 13. Edición citada, p. 33. [78] Ibídem, p. 34. [79] Martí, J. Obras Completas. T. 21. edición citada, p. 216. [80] Martí, J. Obras Completas. T. 6. Edición citada, p. 160. [81]
¡Sólo perdura, y
es para bien, la riqueza que se crea, y la libertad que se conquista,
con las propias manos!...” (Ibídem, p. 139). “Se
abren campañas por la libertad política, debieran abrirse con mayor
vigor por la libertad espiritual, por la acomodación del hombre a la
tierra en que ha de vivir”. (Ibídem, p. 26). “…Ciencia
y libertad son llaves maestras que han abierto las puertas por donde
entran los hombres a torrentes, enamorados del mudo venidero... (Ibídem,
p. 24). “…La
libertad no es una bandera a cuya sombra los vencedores devoran a los
vencidos y los abruman con su incansable rencor: la libertad es una
loca robusta que tiene un padre, el más dulce de los padres- el amor,
y una madre, la más rica de las madres- la paz”. (Ibídem. T.19, p.
56). “Libertad
es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y hablar
sin hipocresía…” ((Ibídem, t.18, p. 304). “…La
primera libertad, base de todas, es la de la mente”. (Ibídem, T.
12, p.348). “Dos
cosas hay que son gloriosas: el sol en el cielo, y la libertad en la
tierra”. (Ibídem, T. 10, p. 447).
“Las
libertades perecen donde el bienestar no las sustenta: viene la masa
inculta: viene el demagogo, para fama del tirano, que la desordena,
luego viene el tirano”. (Ibídem, T. 22, p. 232). “Amamos
a la libertad, porque en ella vemos la verdad. Moriremos por la
libertad verdadera; no por la libertad que sirve de pretexto para
mantener a unos hombres en el goce excesivo, y a otros en el dolor
innecesario. Se morirá por la república después, si es preciso,
como se morirá por la independencia primero”. (Ibídem, T.2, p.
255).
“El
mundo tiene dos campos: todos los que aborrecen la libertad, porque
solo la quieren para sí, están en uno; los que aman la libertad, y
la quieren para todos, están en otro…” (Ibídem, T. 4, p.
389). “Más
bella es la naturaleza cuando la luz del mundo crece con la de la
libertad…” (Ibídem,
T. 4, p. 382). [82]
Martí, J. Obras Completas. T. 21. Edición citada, p. 108. [83]
Martí, J. Obras Completas. T. 9. Obra citada, p.p. 451 – 452. [84]
“Los hechos son la base del sistema
científico, sólida e imprescindible base, sin la cual no es dado
establecer, levantar edificio alguno de razón. Pero hay hechos
superficiales, y profundos. Hay hechos de flor de tierra y de
subsuelo. Y a veces, así como el rostro suele ser diverso del hombre
que lo lleva, así la forma superficial y aparente del hecho es
contraria a su naturaleza más escondida y verdadera. Y hay hechos en
el mundo del espíritu. Cuando se estudia un acto histórico, o un acto individual, cuando se les
descomponen en antecedentes, agrupaciones, accesiones, incidentes
coadyuvantes e incidentes decisivos, cuando se observa como la idea más
simple, o el acto más elemental, se componen de número no menor de
elementos, y con no menor lentitud se forman, que una montaña, hecha
de partículas de piedra, o un músculo hecho de tejidos menadísimos:
cuando se ve que la intervención humana en la Naturaleza acelera,
cambia o detiene la obra de ésta, y que toda la Historia es solamente
la narración del trabajo de ajuste, y los combates, entre la
Naturaleza extrahumana y la Naturaleza humana, parecen pueriles esas
generalizaciones pretenciosas, derivadas de leyes absolutas naturales,
cuya aplicación soporta constantemente la influencia de agentes
inesperados y relativos. Sociología Americana. Leyes absolutas de
sociología aplicadas a América. Pues digan: Si no hubiera acaecido
el descubrimiento de la América-presentaría hoy la América el mismo
estado que por un hecho absolutamente casual, e individual, presenta?
¡Pretender fijar las leyes que dan forma y guía al hombre sin contar
con el hombre! Sería aquella virginal, sensata, patriarcal, artística
América de los indios, de sí propia desenvuelta en tierra propia,
juntando y concretando en sí las seculares influencias de un
continente fastuoso y sereno y las condiciones peculiares y directas
de razas esbeltas, perspicaces y afines,—lo que es nuestra América
híbrida, con pies monstruosos, con pies de español, vientre de sajón,
sangre de indio, corazón envenenado, y cabeza solar y alborotada,
llena de esos pensamientos mojados en sangre, fango y hiel, que como
sedimento de sus viejas pasiones, le da a beber Europa. Dóblese sobre el hombre el que quiera revelar las leyes del hombre. Y no constituyan con la sotana científica la sotana religiosa. La buena fe del intento, la buena tendencia del intento no excusa sus yerros, porque los hace más peligrosos. Se han de estudiar a la vez, si se quiere saber de sociedades humanas, las influencias extrahumanas, los motivos generales de agencia humana, y las causas precipitantes o dilatorias que han obrado para alterar el ajuste natural entre estas dos fuerzas paralelas” ( Martí, J. Obras Completas. T. 23. Edición citada, p.p. 43- 44.) |
Dr. Jorge Cuéllar Montoya
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