Poemas que nacen de mi alma rota ´ |
Primero Quisiera
morirme ahora. ¡No
despertar del nocturno sueño! ¡Favor
inapreciable que me haría el destino! Pero
no, cada mañana abro los ojos otra vez con
pesar y desencanto. Voy
a tener que enfrentar un día más de
esta estúpida y sin sentido vida que llevo. Estaría
gustosa de cambiársela a alguien que
la necesitara realmente. A
alguien que siendo amado, valorado y querido la
viese escapar irremediablemente de sus manos y la deseara. Se
la daría a alguien que realmente muriera por vivir y
pudiese ser feliz con ella. Pero
no, ¡soy tan cobarde para apretar el gatillo, para
cortar mis venas, para beber veneno! Sueño
con dormir y no despertar nunca. Le
pido al cielo, si es que existe alguien allí, que me venga a buscar que
tenga compasión de mí, pero
nada. Y
cada mañana la cruel condena
de despertarme otra vez Y
otra vez, colocarme la careta de la vida. Y
otra vez tener que maldecir el haberme despertado.
segundo El
amor no existe Al
menos nunca ha existido para mí. Tal
vez porque nunca natura me ha vestido con sus dones, Tal
vez porque mi madre no pudo
aceptar que vendría a este mundo Porque
los que quise jamás me quisieron… Porque
fui toda mi vida motivo de burlas, desprecios, engaños, escarnios y malos
tratos. Nunca
amada, necesitada, deseada, apreciada. No,
el amor no existe, al igual que para los demás yo tampoco existo. Tal
vez sea una ilusión ficticia de telenovela y película romántica. Como
la vida mía, esa estúpida y patética vida que pretendo llevar a cuestas
y que parece no terminarse nunca.
Tercero Acato
con resignación la condena Que
el destino me ha impuesto. Destierro
y soledad, mi propio Patmos. Acato
el no poder jamás saber lo que se siente ser amado Ser
objeto ritual del afecto de otro. Sigo,
sí, y agacho la cabeza aceptando la Dura
bofetada de la vida Que
me sacude y me despierta a los gritos Y
dice abruptamente: “Aborto de la
Naturaleza, te han maldecido los dioses!”. Porque
sí, porque le ha placido escogerte como objeto de su escarnio. Me
han condenado a no ser amada por alguien especial. No
habrá príncipes azules que vengan a mi recate. Soy
demasiado vieja para ello, (Y
además los príncipes ya no son príncipes, ni tampoco azules). No
habrá canto fúnebre en mi despedida. La
condena incluye también morir en el desierto de mi vida y ser Alimento
de los despiadados buitres.
Cuarto ¿Y
si sale el sol después de la tormenta? ¿Y
si alguien decide ser misericordioso y verme? ¿Y
si a la vuelta de la esquina Me
lo encuentro y me abraza y me besa Y
danza junto a mí, pegado a mí, La
danza del romance y de los sueños? ¡Estúpida
fantasía que me embriaga y me seduce! Me
impide concretar de una vez por todas, mi predigitado destino... Y
cuando decido a cerrar los ojos a este mundo, El
tonto pensamiento de
optimismo golpea mi puerta y aleja la mano del gatillo. Por
un rato. Hasta
la próxima vez que me de cuenta del engaño, del ardid Y
sea la cruda realidad y coja el arma Y
el patético pensamiento vuelva Intentando
darme esa nueva oportunidad, que no le he pedido. Quinto
Me
encierro en mi madriguera Cada
tarde. Oculta
de las miradas inquisidoras Que
me recuerdan lo sola y estúpida que me siento. Me
encierro y me saco la máscara Que
durante el día debo colocarme ante los otros Para
que nadie vea mis dolores, y confundan mis lágrimas Con
chispeante buen humor y sarcástico pensar. Me
encierro al finalizar la jornada Me
desnudo de hipocresías, falsas sonrisas y
caritas felices. Vuelvo
a ser yo misma. Triste,
vacía, sin remedio ni fututo Sin
amor ni esperanzas Sin sueños ni ilusiones. Viendo
como la vida se me escurre por los dedos Pero
sin decidirse a hacerme el favor de irse de una vez por todas. Me
acuesto y ruego a los Supremos ¡No
me hagan despertar mañana! ¡Qué
no duela! ¡Que ya no tenga la capacidad de sentir nada! Que
me quede en el sueño eterno de otra vida, otro destino en otro plano En
el que tal vez tenga por fin la buena estrella de escribir mi propia
historia Y
tal vez, ¡quien dice! Capaz que hasta pueda ser feliz. Sexto Cada
arruga de mi vara Me
grita que he dejado mi vida En
manos equivocadas Cada
estría de mi vientre Me
dice que quizá haya sido en vano haber
traído tanta vida que
ahora no me entiende, se aleja y
se muestra indiferente a mi dolor. (Cuando
yo siempre estuve en sus dolores y los hice míos, ¡Crasso error!) Cada
cana de mi pelo Me
insulta y se burla De
mi estúpida esperanza De
hallar a alguien que me ame, en serio… (Por
algo me cambiaron por un modelo varios años más nuevo) ¡A
estas alturas esperar que alguien me vea! Estúpida,
imbécil, engreída y crédula. Ingenuamente
adherida a fantasías vanas De
sueños muertos De
vidas abortadas en otros úteros maternos. Tu
camino se ha cerrado, me dice Destino El
tren de la alegría , partió mientras intentabas Proteger
lo que jamás fue tuyo, Lo
que te robaron del inicio de los tiempos, La
basura inmunda y sin valor de los que tanto amaste. Sólo
queda esperar la última vidita ¡Y
cómo tardea en llegar! Ojala
aquí estuviera, pero no. La
muerte se toma su tiempo conmigo. Sádica,
cruel, no escucha mis lamentos ni mis ruegos de que venga. No
tiene sentimientos y no le interesan los míos. (No
es novedad, jamás a nadie le han interesado, al fin y al cabo) O
sí, tal vez los tenga en cuenta y por eso justamente se demore. Para
regocijarse, en mi quebranto, en mi angustia, en mis desvelos. Tal
vez quiere que yo misma haga el trabajo sucio, y ella así pueda quedar
impune Libre
de culpa y cargo… Pero
lo cierto es que no encuentro wel valor para hacerlo… Todavía. Tal
vez por eso espera. Tal vez, al fin y al cabo, ni siquiera ella desee
venir a buscarme… Tal vez, al igual que la vida, su otra cara, tampoco me quiera a su lado. |
Alicia Cruceira
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