su mejor amigo es la pared, quien oye
todos sus lamentos. Su acompañante, un licor con un olor más robusto de
lo normal.
Durante cinco años, Enzo ha estado viviendo bajo una tempestad que cada
día lo atormenta más. Y junto a él, he tenido que vivir la misma pena
una y otra vez. Lo que quiero es ser libre y estar con mi preciado y
amado Andrés. Andrés… te sigo añorando. Añoro el tiempo en el que
estábamos juntos, cuando compartíamos nuestros profundos secretos y el
sentir de tus brazos. Es irónico desear sentir cuando en realidad
parezco piedra. Mi corazón esta oscureciendo y creo…creo que me estoy
perdiendo. ¿O desvaneciendo? No.
El amanecer ha regresado nuevamente. Como de costumbre, caigo en un
profundo sueño. A veces sueño que estoy con Andrés y tenemos la vida que
tanto anhelábamos. A pesar de su muerte, prometí encontrarlo y así ha
sido. Esta vez nos encontramos cerca de un hermoso lago con un campo
extenso lleno de muchos rosales inmarcesibles. Y el cielo con un azul
etéreo y pocas nubes, blancas como el algodón. Andrés acaricia mi rostro
lentamente hasta acariciar mis lacios marrones cabellos.
-Elizabeth- Andrés dice con elocuencia-.Mi hermosa Eli, ¿Cuándo
regresarás a mí?
-Pronto mi vida, pronto.
-Entonces, ¿Qué te amarra a Enzo?-Su mirada queda fija en mí, esperando
una respuesta.
No puedo responder una pregunta que no he podido contestar. No quiero
una vida en la que estaré entre las sombras de Enzo. Es como si el me
tuviera atada con cadenas. No he podido descifrar porque en los días me
desvelo y me encuentro con Andrés; y en las noches vuelvo de nuevo junto
a Enzo. A pesar de que no recuerdo que fue lo que me ató a Enzo, hay un
recuerdo que no logro eliminar de mi mente. Este recuerdo trágico fue el
que conllevó a que Andrés terminará en un sepulcro. Lo recuerdo como si
fuera ayer…
Todavía estamos en la época en la cual nuestros padres arreglaban los
compromisos de matrimonio a sus hijas. Mi padre había escogido a Enzo
para ser mi esposo. Pero estaba perdidamente enamorada de Andrés. Andrés
fue a pedirle mi mano a mi padre pero él simplemente lo rechazó y pidió
que se alejara de mí. ¡Malditas reglas aquellas! No me importaba que
Andrés no fuera un hombre de dinero o negocios. El luchaba por lo que
quería y estaba dispuesta a luchar contra el mundo junto a él.
Aparentemente el amor no era suficiente para hacer cambiar de opinión a
mi padre.
Me iba a casar con Enzo en el arrebol del atardecer. Enzo, un hombre
rico y con muchos títulos estaba dispuesto a darme todo lo que yo
pidiera. Sé que Enzo me amaba, pero mi corazón ya le pertenecía a
Andrés. Una hora antes de la boda Andrés apareció en su caballo y me dio
la oportunidad de escoger. Quedarme y casarme con alguien que no amaba o
escaparme y dejar a todos en el olvido y vivir una vida feliz junto al
hombre que yo amo. Tomé una decisión y me escape con Andrés. El problema
fue que una de las damas de la casa nos vio juntos y empezó
aturdidamente a gritar. Andrés y yo huimos lo más rápido posible.
La noche era preciosa y las estrellas luminiscentes guiaban el camino.
Llegamos hasta un río efervescente que cuando chocaba entre las rocas se
podía escuchar un sonido melifluo. Decidimos compartir nuestros votos
jurando un amor eterno hasta la muerte. Fue entonces, en un momento de
epifanía que apareció Enzo furioso con un machete en la mano.
-¿Cómo pudiste traicionarme así Elizabeth?-preguntó ferozmente.
Mis piernas no paraban de temblar y ahí fue cuando Enzo saltó encima de
Andrés y comenzaron la guerra. Se agolpearon hasta más no poder y aunque
les gritaba llorosamente y alterada que pararan de pelear, ninguno
escuchaba. En una de esas, Andrés empujó a Enzo y cuando Enzo se levanta
para atacar a Andrés con el machete, quedé mirando a Enzo de cara,
protegiendo a Andrés del ataque. Recuerdo que cuando mire hacia abajo mi
traje blanco quedó manchado de rojo. No podía sentir mi corazón…y caí al
suelo. Me volví a levantar pero no sentía la gravedad. Solo me
encontraba frente a un sepulcro con el nombre de Andrés y otro con mi
nombre. Un público devastador con lámparas incandescentes y una tarde
fría y lluviosa. Ahí finaliza mi único y trágico recuerdo. A veces me
pregunto si estaré condenada a vivir esta miseria de vida por toda la
eternidad.
Contemplo a Enzo, esta noche no parece ser él. Se viste con una chaqueta
negra, agarra una caja que estaba debajo de su cama y por último una
linterna vieja. Sale de la casa y se dirige al cementerio. ¿Porqué
visitará hoy? Hoy no se cumple otro año de mi muerte. Enzo llega hasta
mi tumba y se arrodilla.
-Dulce Elizabeth-comienza a hablar con una voz apagada- vengo hoy aquí
para decirte que me arrepiento del daño que te cause,- lágrimas empiezan
a salir de sus ojos- Solo quería que fueras feliz y al final terminé
quitándote la vida. Nunca me voy a perdonar por eso.
No podía creer que adentro de esa caja tenía una foto mía y el collar
que Andrés me había obsequiado. ¿Cómo pudo encontrarlo? Todo este
tiempo, Enzo lo estuvo conservando. Lo coloca junto a la tumba y escucho
sus últimas palabras.
-Te dejo ir Elizabeth. Te amo y necesito encontrar la manera de seguir
con mi vida, pero no te preocupes porque tu recuerdo siempre vivirá en
mi corazón.
Por primera vez siento como las lágrimas llegan hasta mis mejillas. Veo
como una luz me entorna dirigiéndome el camino hacia la paz. Ya no puedo
ver más mi viejo hogar. Vuelvo a ver a Andrés, parado con su mano
estrecha hacia mí.
-Ya era hora de que volvieras mi amor-dijo con felicidad.
-Perdóname si te hice esperar, prometo que ahora me quedo junto a ti y
esta vez para siempre.
-Eso espero mi vida.
Gracias Enzo por concederme la libertad. Te velaré desde el más allá. Tú
sigue, porque sé que la vida algún día te compensará bien. Te has
arrepentido de tus mal actos y has probado que algún día serás un
luchador en la vida. Y a ti mi querido Andrés, gracias por esperarme, te
aseguró que este no será nuestro final, sino un amor infinito lleno de
gracia, alegría y pasión.
Fin. |