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Tony, homofobia, y la responsabilidad del arte y los medios
por Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 
 

¿Cómo es posible que mientras la UNEAC, camino a su VIII Congreso, reclama constantemente la aceptación de las diferencias haya espacios estelares de la televisión que jueguen con fórmulas de malo gusto, demostradamente peligrosas?...

Primer acto

Mañana del jueves 30 de enero de 2014; en el policlínico de 15 y 18 (Vedado) una oficinista sin mayor vinculación con las artes, pero que sí sabe de mi obra, me comenta el crimen cometido contra Tony el día antes. Aún cuando uno no conozca a la persona, al menos yo, siempre me impacta saber que hay alguien a quien le han arrebatado la vida… ¿con qué derecho? Me dijo que lo habían degollado… aun cuando nuestra prensa no se haga ecos de tales sucesos, por lo que Radio Bemba sigue siendo el noticiario que más nos ubica en la realidad que se vive a diario y con todo lo especulativo y empírico que le identifica, a cada rato se sufren actos así y ningún vecindario está exento; ya había oído de varios y en efecto, no pocos contra homosexuales que con toda la valentía que ello exige aun en los años que corren, han sabido asumirse como tales; intolerable para quienes todavía se regodean en la morbosa hipocresía.

Tuve que hacer esfuerzos de memoria para tratar de saber de quién me hablaban… quien me contaba, refería algunas de sus obras, entremezclando las que eran y las que no eran… al parecer, ni vivía cerca; sin dudas, Radio Bemba tiene una eficiencia en cuanto a la rapidez de la noticia, que debieran adquirir muchos que por ello cobran, pero sin mayor rigor ni profesionalidad; la teoría del rumor va poniendo lo que es, y lo que no es. No obstante, pude ir reconociendo vagamente a Tony Díaz… ya intuía que era a quien tanto aplaudí en el 2008 con su adaptación del clásico musical Cabaret, en el Centro Cultural Bertolt Brecht capitalino. Había que tener agallas para montar tamaña obra maestra, y además salir, a mi juicio, airoso; por ello, le dediqué una valoración que pude publicar en Cubarte, el órgano digital de nuestro Ministerio de Cultura.

No obstante, lo primero que pensé no fue quién era Tony Díaz… es siempre doloroso enfrentar la muerte, sea como sea… pero peor aun cuando le ha sido arrebatada por otra persona, y para ello no importa si era una celebridad como era el caso, o un total desconocido… Una cultura superior de amor por la vida debiera educarnos en el respeto incluso a la vida de los animales y de las plantas; más de una versión llega como “crimen de odio”… no sé por qué quieren reducir este ¿motivo? a los crímenes por esa sociopatía (como ya, por fortuna, se reconoce cada vez más) que es la homofobia y que en su infinito daño, además de matarlos, suele culpar a otros homosexuales, como igual suelen culparlos cuando el VIH se da en relaciones bisexuales, descartando homofóbicamente que ambos varones pudiesen haber sido infectado por la mujer. Las disputas entre parejas, son mucho más condenadas (lo que el imaginario mucho alimenta, sobre todo para mal) si de parejas homosexuales se trata. En este, como en otros casos, las investigaciones pertinentes aun seguían (¿siguen?) sin una explicación que por otra parte, nadie espera leer en nuestra prensa escrita.

Para los limitados que se proyectan, Tony no era ni siquiera de mi círculo mediato; tal vez, por las propias comuniones en nuestros quehaceres, hayamos coincidido y hasta intercambiado en algún contexto. Solo al conectarme al correo y comenzar a recibir versiones, una incluía una foto… sí, tal vez compartimos algún evento, o algo, sin poder recordar ni mucho menos, precisar… pero no soy de los que necesitan ser amantes ni amigos ni siquiera conocidos, ni tener el mismo color de piel ni la misma nacionalidad ni el mismo gusto sexual, ni ser de la misma especie (en el caso de otros animales) para dolerme por los abusos y agresiones contra nadie; como indicaba Hemingway, nunca preguntemos por quién doblan las campanas… siempre será por todos y cada uno de nosotros, que están doblando.

Segundo acto

Ocaso del sábado 1ro de febrero… con tanta carga de trabajo, adelanto mis quehaceres en la computadora, y para no perder actualidad al mismo tiempo, tengo (casi de fondo) uno de los programas que agradezco: 23 y M. De pronto, algo del programa desvía la atención de mi subconsciente… claro que no se le puede poner mucho caso a tanta letra sin sentido de muchas ¿canciones? Pero esta sí tenía sentido…

“Por la calle andan muchas margaritas
Que confunden las mariquitas con los tostones…
Por eso, yo sigo bateando jonrones,
P’a que sufran esos macarrones...”

Quedé aturdido por lo que me parecía entender… hasta tomé papel y lápiz para tratar de copiar, como en mi infancia hacía con mi madre para incorporar a nuestro repertorio doméstico, aquellos genuinos poemas que eran las letras de muchas canciones. Y sí, mi oído no me había fallado… luego lo comenté con varias personas más: vecinos, amigos, colegas de Cultura y de la misma UNEAC… Era esa la letra, todos habíamos oído lo mismo. Ya se han perdido hasta los cancioneros, pero de haberlos… ¿Habría alguno que publique esto?

No se trataba de un tan criticado (a mi juicio, hasta el exceso… ¿chivo expiatorio?) reguetón. Era La Charanga Habanera, para colmo entre esos grupos, uno de aquellos con los que más he simpatizado. Claro que ya hace muchos años, hemos dejado de pedir lirismo ni mayor elaboración a las letras de las canciones. La mediocridad se impone y tributa al talento con la envidia y sus facilismos característicos, de la misma forma que la vulgaridad no soporta a la elegancia, porque le recuerda que son el desagrado del mundo. Cierto: no todos pueden ser poetas, como tampoco todo músico ni todo pintor ni todo escritor sea artista, aunque la música, la pintura y la literatura sean artes, y de pronto un profesor sabe hacer un arte de una clase, o un cocinero de sus platos… y otros no clasificados socialmente como artistas, lo son mucho más que muchos que como tales se nos presentan; muchos aficionados son más profesionales que muchos que cobran por ello, e incluso, que hayan estudiado (y se hayan graduado, no dudo que hasta con honores) de ello.

No era una letra sin sentido; ojalá lo hubiera sido. Es una letra que incita al desprecio, al odio… a la violencia por la violencia; incita a la vulgaridad, que en cualquier festividad pública aprovecha para quitar el supuesto doble sentido y dejar el único que realmente animaba al ¿compositor?, y de paso compartir con estos “artistas” su sospechosa urgencia de que los demás sepan que son “machos”… que ellos sí que no… que todo el tiempo apuntan (insisto, tan sospechosamente) a “la diferencia”, que es mucho más que eso. Y para que los demás sepan lo que a nadie en realidad importa, lo que sus egopatías nos les permite entender, creyentes de que todo el mundo vive pendiente de ellos, es que nacen estas ¿obras? de tales “artistas”, que por otra parte, cuando no tienen nada que aportar, insisten en no perder el hit parade y hacen cualquier cosa… hasta eso… pasar a la historia como sea, ser comentados como sea… aunque sea como Hitler.

El próximo paso (que se ha dado una y otra vez, y se sigue dando, para vergüenza del género humano) los humanoides que les siguen y más al calor del no menos macho ron sin obviar tantas mujeres incluso sin explicitar lesbianismo, al contrario… anunciándose heterosexuales… que disputan a los hombres el trono de la vulgaridad y de la violencia por la violencia, incitando al marido como perro de pelea y a menudo, ellas por sus propias manos, para demostrar que no son menos… ¿machos?… tienen que mostrarse distantes, luego superiores, luego antagónicos y excluyentes, de todo “sospechoso” de no ser tan “macho”… por lo general el que ven más desvalido (todo abuso esconde a un cobarde) y vienen las burlas, los insultos, las agresiones, las heridas… y no pocos homicidios; en buena medida, se sienten amparados por canciones (y otras obras así) como sus autores… ¿intelectuales?

Durante siglos, los más retrógrados del zoroastrismo, del cristianismo, del islamismo y otras religiones, han incentivado y han sido culpables de no pocos linchamientos y crímenes por homofobia, por adulterios (por supuesto, contra las mujeres básicamente), y por otras múltiples intolerancias, mientras otras disponen de sus hijos desde el nacimiento (cercenando prepucios y en los órganos genitales femeninos) según cada credo… pero ya es notable que no solo a la religiosidad (que igual ha aportado valores y ejemplos muy dignos a considerar) se puede achacar propiciar agresiones. Al exhibirse Brockeback Mountain en la televisión cubana (uno de los grandes méritos e hitos de nuestra pantalla hogareña), una beata se dijo asqueada por aquel beso de apasionado amor entre dos hombres… pero no por el asesinato salvaje contra uno de ellos. Cristo se sentiría ofendido por su nombre, que así (y de muchas otras maneras) han mancillado tales “cristianos”. Urge poner muchos más besos de amor entre hombres, o entre mujeres, para que aprendamos a ver la grandeza y hermosura del amor en todas sus aristas, tan válidos como las escenas (a menudo abusadas y gratuitas) de sexo no solo heterosexual, sino incluso, heterosexista.

Ya vemos que nuevos púlpitos (no propiamente religiosos, y en nuevos templos, como escenarios y sets de televisión) llaman a la intolerancia, al odio, a la agresión, al linchamiento… ¿cómo es posible, apenas a dos días del asesinato contra Tony Díaz, que por demás es (sigue siendo) un pilar de la escena cubana, un espacio estelar de la televisión cubana repita (es lo peor: lo estaban reponiendo) tal mensaje? ¿A qué grado pretenden degenerar nuestra sociedad? A veces da la impresión de que solo faltan las capuchas blancas al estilo KKK … ¿no bastó la terrible experiencia de más de 60 millones de muertos, que fue la intolerancia y ansias de imponerse unos sobre otros, que llevó a la Segunda Guerra Mundial, no solo contra los hebreos… también contra los gitanos, contra los homosexuales, y hasta contra los propios (y tantísimos) arios rubios y de ojos azules que simple y humanamente, discreparan del genocidio?

¿Cómo es posible que precisamente mientras la UNEAC, vanguardia de los artistas cubanos, se prepara para el VIII Congreso, y uno de los reclamos principales sea el llamado a la aceptación e integración con todo tipo de diferencia, o al menos exigir su respeto y esto sí es una exigencia a imponer por otra parte, haya músicos y espacios estelares de la televisión cubana que estén jugando a hacerse graciosos con fórmulas no solo tan facilistas y de tan malo gusto, sino sobre todo tan demostradamente peligrosas? ¿Cómo es posible que quienes defienden la censura (que aunque parezca mentira, aun hay) y se oponen a un beso de amor entre dos hombres… no levanten su voz para censurar lo que sí hay que censurar: que es la propia censura? Porque indiscutiblemente, la homofobia es, por definición, censura… y de las peores.
 
Ay Tony… quizás nadie haya pensado en rendirte el homenaje que mereces, con semejante agravio; a ti, y a toda la dignidad humana, a los más elementales sentidos de convivencia y de respeto por los demás y por uno mismo, que los primeros que se auto-irrespetan son quienes incurren en semejantes desatinos. Por el contrario, lo que debieran haber repetido por televisión es tu puesta de Cabaret, y sobre todo, aquella esencia universal que todos, TODOS debiéramos seguir para ser, en efecto (como sugiere Silvio) un tilín mejores, y un poco menos egoístas… esencia que resumías brillantemente del original de Broadway y de valor universal más allá de los tiempos y de los espacios, al llamado para que todos aprendamos a vivir… y a dejar vivir.

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

Publicado, originalmente en la Asociación de Cine, Radio y TV de la UNEAC - www.uneac.org.cu
Sección Moviendo los Caracoles - febrero del 2014.

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 10 de marzo de 2014


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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