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Testimonio sobre el proceso hacia una antropología urbana cubana
por Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

La Antropología Urbana, aunque se conforma como necesidad evolutiva de la ciencia antropológica, desde su génesis ha padecido de incomprensiones, prejuicios, subvaloraciones y tergiversaciones. Este libro la reivindica en todas sus potencialidades con lo que la revoluciona para la Antropología y mucho más allá, con una genuina interdisciplinariedad orgánica y esencial, en la más auténtica cultura integral de que urge el desarrollo, a fin de buscar soluciones científicas a las más disímiles problemáticas tanto en contextos citadinos como en otros.

Avelino V. Couceiro (La Habana, 1957), investigador, profesor universitario e incansable promotor cultural, tiene publicados ocho libros, numerosos artículos, guiones de televisión y catálogos de artes visuales. Hacia una Antropología Urbana... obtuvo mención en el Premio Nacional de Ensayo 2000 y Premio Anual de Investigación en el centro "Juan Marinello" (2006). Está validado en la práctica cotidiana de estas y otras comunidades e instituciones tan distintas como distantes, por lo que brinda una herramienta científica imprescindible para estudios de identidad-imagen, tradición-contemporaneidad, ética, familia, comunicación-educación, pertenencia y el complejo universo que generan; preservación del patrimonio ambiental y para las más diversas manifestaciones culturales y todo trabajo comunitario. (Contratapa del libro "Hacia una antropología urbana cubana"

 

Génesis

Al principio fueron los estudios de comunidades que carecían de atención científicamente profesionalizada (a los que luego beneficiarían los resultados en que estas líneas se detienen) y otros que concretaban sobre sectores sociales y manifestaciones culturales diversas, que consideraba relegados y urgentes…

“Pero si lo que tú estás haciendo es Antropología…”, dijo la que sería jefa de la que entonces estaba en ciernes, primera edición de la Maestría en Antropología, por la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana (la hoy Dra. Rosa María de Lahaye Guerra), cuando ávido de todo aquello que aun en dos carreras universitarias (Historia del Arte, 1982; e Historia General, 1986) se demostraba que necesitaba profundizar, por lo que cursaba su postgrado Historia y Teoría del Pensamiento.

Luego lo entendí: era el año 1996, y al intentar completar lo más posible todo lo que faltó en la academia para ser un profesional digno, había expandido la formación artística (teórica y práctica en las más variadas manifestaciones, otro medio de cimentar el aprendizaje universitario) a toda la cultura, sistematizándola desde un inicio mediante la investigación a elevar en rigor científico, y abriéndola sistémicamente con y al resto de la cultura, en tanto sistema, mediante los más diversos estudios de caso.

No es de extrañar que militara entre los pioneros de los Estudios Culturales en Cuba (1988), en comunidades muy disímiles y en los temas más diversos del amplio universo en que iba conceptuando la cultura en tanto “sistema de valores” contra los supuestos conceptos previos que más bien operacionalizan muy riesgosamente, y reducen la cultura a conjuntos atentando contra su esencia sistémica, sin dejar de trabajar en “la base” (comunidades,

siempre subvaloradas) ni “subir” (¿escalar?) a otros niveles de dirección, a pesar de aumentar categorías académicas y científicas, pues ello amenazaría la autenticidad de la obra en y desde las mismas comunidades. Sus resultados eran lo que de Lahaye mostraría después, como obra antropológica hasta el momento.

Así que por supuesto, al encaminar una obra ya conscientemente antropológica (no obstante: lo “no consciente” tiene el encanto y todas las virtudes de la autenticidad, a no perder en ese endeble límite entre la academia y el academicismo), se enfrentaba el reto de solidificar académicamente y desde su propia epistemología, su necesario instrumental desde sus antecedentes y evolución internacional y nacional. Ello, unido a un justiciero interno a favor de toda causa marginada (sin debatir ahora mi teoría marginador-marginado, explícita en este mismo proceso) me decidió a enrolarme en las filas de este naciente grupo por el lugar que corresponde (y aún no tiene) la Antropología en la sociedad cubana, aunque ya se menciona al menos, en círculos académicos e intelectuales, y ha desarrollado su propio instituto.

Entonces, ni siquiera se escuchaba el vocablo “antropología” sino como algo muy exótico y cuando más, en contextos demasiado cerrados, puntuales y hasta elitistas de nuestra intelectualidad, y muy distante de una comprensión global. Ciertamente, la Antropología en Cuba se enfocaba (y aun muchos la enfocan, polémica totalmente vigente aunque con el proceso en cuestión, va quedando cada vez más superada) tradicional y básicamente, como la llamada Antropología Biológica o Antropología Física; no así la Antropología Cultural o Social, cuyos antecedentes a la luz de este proceso genuinamente revolucionario para las ciencias cubanas, se iba reconociendo en la obra del habanero Fernando Ortiz Fernández (1881-1969), no por gusto considerado tercer descubridor de Cuba al develarnos étnicamente, luego del descubrimiento geográfico del genovés Cristóbal Colón en 1492 que iniciaría nuestra historia colonial, y el descubrimiento ambiental del alemán Alexander von Humboldt (1769-1859).

En verdad, al amplísimo universo que descubría en la Antropología confluían mis estudios previos que avanzaban en el enfoque sistémico de la cultura y desde cada comunidad; y dentro de ese mundo, el justiciero interno volvió a imponerse a favor de lo que aún permanece entre lo más marginado en la sociedad cubana: básicamente, la otredad ecológica (en lo que desarrollé paralelamente mi tesis doctoral en Ciencias sobre Arte, en tanto identidad) y la homosexualidad y lo que lustros después se está reconociendo la urgente lucha contra la homofobia, tema en el que preví perfilar mi tesis de Maestría en Antropología y que aun en la actualidad, contra todo imaginario propiciado por el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX, cuyo impacto para toda la sociedad cubana no se puede siquiera mencionar antes del 2007, en sus 20 años de existencia entonces) sigue enfrentando todo tipo de prejuicio en todos los estratos sociales (aunque tradicionalmente ha habido también actitudes anti-homofóbicas en lo mejor de toda la sociedad cubana, aún más importante objeto de estudio para su promoción y dignificación de la mejor cultura cubana) y no siempre la visibilidad ganada, ha sido anti-homofóbica y a menudo el resultado es inverso, sin la actitud precisa.

La reacción inicial a aquella propuesta como tema de tesis fue casi histéricamente hostil y hasta despreciativa, aunque de inmediato y dados mis antecedentes investigativos, fue contrapropuesta la Antropología Urbana, sin saber bien de qué se trataba pues se creía entre la arquitectura y el urbanismo; se había oído, simplemente, sin saber a qué se refería. En breve, agradecí profundamente este, como otros azares de la vida, al servir de camino no solo a la lucha contra la homofobia, sino a otras de mis inquietudes explícitas en mi trayectoria al potenciar ampliarme por ejemplo contra toda marginación, y recolocar la cultura ambiental y la ecológica, la problemática racial y étnica en general, la generacional, la religiosidad, los temas económicos y políticos, y en fin, a encauzar mucho mejor el sistema en que viven las culturas urbanas, incluso con las no urbanas, que había sido mi evolución durante décadas.

No obstante sin aprobarse como tema de tesis, en ese mismo año 1996 sí logré analizar en la misma Maestría la problemática homosexual en Cuba, mediante el curso de Antropología Económica de la profesora Cristina Padilla Diesta, de la Universidad Autónoma de Guadalajara (México), al presentarle el trabajo de curso Las Fiestas Gay: Análisis desde la Antropología Económica, que a pesar de que a mi juicio fue injustamente subvalorado, sentó bases importantes para todo mi desarrollo ulterior y de la Antropología Urbana que así nacía, para el análisis de la sociedad cubana de antaño, y para la propia Antropología Económica. 

Ya en fecha tan temprana como 1993 (aun no se conocía el emblemático filme cubano Fresa y Chocolate, también susceptible de monografías más profundas que luego le dediqué; apenas a tres años que la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud eliminara a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales y naciera el 17 de mayo como Día Internacional contra la Homofobia y Transfobia) ya esta línea de investigación había logrado una acción pública explícita y militantemente anti-homofóbica en el III Simposio Territorial de Estudios Culturales que revitalizó entonces el casco histórico, fecha y topónimo del barrio El Carmelo en el capitalino municipio Plaza de la Revolución.

En ese contexto se promovió el debate sobre un trabajo de un psiquiatra aún muy conservador y ya casi reaccionario sobre la etiología de la homosexualidad; no obstante con un tribunal absolutamente revolucionario, en una iglesia católica que había permanecido décadas cerrada pero que dicho evento logró abrir como el casco histórico comunitario que era menester reconocer, entre un rincón hebreo (otra de las raíces indispensables de la cultura cubana, que se suele ignorar casi totalmente y protagonizó dicho simposio) y otro haitiano con su bandera vudú (base para continuar revitalizando en cada evento y según comunidad las restantes raíces asturianas, chinas, catalanas, andaluzas, canarias…) y otras denominaciones cristianas fluctuantes (internamente incluso) entre la más avanzada liberalidad y la franca homofobia, inició también contra el alcoholismo y rescató los antecedentes al Cine´Plaza… ambiente entre lo kafkiano, lo surrealista y lo genuinamente trasgresor, demasiado para que se le diera la publicidad y reconocimiento que se requería por los medios, más tratándose de un municipio considerado “capital de capital” y que por lo tanto, lastra un imaginario lleno de envidias, regionalismos, incomprensiones, falseamientos y prejuicios de todo tipo, incluso por los propios medios, sin excluir aquellos que se supone se especialicen en esta ciudad: razón más para estimular otra causa de justicia social y acercarnos como la ciencia invita, a verdades más profundas.

Así se trató de minimizar la innegable trascendencia de tal evento, que no obstante, quedaría en la historia. No era muy distinto el ambiente social cuando ya desde la Maestría, se presentó el trabajo ¿Cultura Homosexual?, del autor de estas líneas con el maestrante Jorge Manuel Perera Fernández. Nunca se recibió respuesta del CENESEX para un evento internacional que se preparaba en Cuba; sin embargo, el Instituto Cubano de Antropología lo promovió para su IV Taller Internacional en abril de 1998, en los salones del Capitolio Nacional sede de la Academia de Ciencias de Cuba, cuyo total éxito impactó en todos los participantes, increíble para tantos cubanos, y regocijo de tantos extranjeros a los que hubo que explicar que eso no era indicador de que fuera ya un tema común en ningún contexto del patio.

Casi contra todo obstáculo, estos estudios contra la homofobia han Ido quedando como una línea temática primero raigal, pero luego paralela a los estudios de Antropología Urbana, ya con sus propias monografías algunas publicadas, tanto desde el punto de vista conceptual y metodológico, como sobre el caso cubano y en otros países, repitiéndose el Instituto Cubano de Antropología como sede promotora en sus eventos internacionales y en la propia Facultad de Filosofía e Historia, el Diplomado de Historia General Contemporánea (2006); no fue, por cierto, la única línea de investigación que se mantendría en desarrollo paralelo e interconectado con lo que germinaba como Antropología Urbana cubana, todo lo cual iría enriqueciendo la visión sistémica e inclusiva que la identificaría.

Para esclarecer al contexto cubano qué era en verdad la antropología urbana, fue determinante hurgar en los antecedentes y el devenir epistemológico de la Antropología en el mundo y en Cuba, y concretamente, en la Antropología Urbana y sus conexiones con otros enfoques como el de la Sociología Urbana, la Sociología de la Cultura, la Antropología rural, los Estudios de Comunidades (urbanas y rurales, según establece aun la academia al menos en Cuba, aunque mis monografías al respecto sustentan una mucho mayor diversidad, riqueza y complejidad), la Comunicación Comunitaria y otros estudios de Comunicación, la Sicología Social, la Etnohistoria, etc. todo ello ya impulsado tanto por la Maestría como por la práctica docente cotidiana en diversas facultades de la Universidad de La Habana, y en otros centros de nivel superior del país y con otros similares de otros países, incluidos los profesores extranjeros en esta Maestría, eventos y otros expertos no cubanos.

Así por lo tanto, fueron hitos a estudiar para esta Antropología Urbana, la Escuela de Chicago en los años 30 del siglo XX (además de Leslie A. White, 1900-1975, como Padre de la Culturología y su Antropología Evolutiva, 1948; Oscar Lewis, 1914-1970, con la “cultura de pobreza”, y otros de los Estados Unidos de América); así como las propuestas en Inglaterra (en particular los Cultural Studies de Birmingham, en los años 50 y 60), Italia (la Signorelli, y en especial los aportes de Umberto Ecco sobre la cotidianidad), España, Francia y otros países europeos, y las voces latinoamericanas, que ya desde los años 80 y 90, casi contemporáneo a la génesis de esta tesis, se alzaban de interés con nombres como Martín Barbero, García Canclini, González Medina, Gravano y Güber… incluidos algunos cubanos de tanto interés como los Drs. Jesús Guanche y Sergio Valdés Bernal, y la obra de Miguel Barnet, entre tantos otros, sin menospreciar interés por posibles aportes que puedan llegar de regiones del mundo cada vez a tener más en cuenta en el auge de sus culturas urbanas y su pensamiento teórico, como Canadá y Oceanía, Asia e incluso, el continente africano.

Como la investigación es un proceso, solo después me han llegado noticias de que aun en el siglo XIX, en los mismos orígenes de la Antropología como ciencia, se estudiaba el efecto de la contaminación en barrios obreros de Londres; sin poder valorar aquellos trabajos en sí, cabe la hipótesis que hayan constituido antecedentes para lo que décadas después, se ha dado en llamar Antropología Urbana.

Germina pues esta evolución a una antropología urbana cubana, sobre tales preocupaciones y ocupaciones por la justicia social, pero por supuesto multiplicándose casi al infinito con todo el resto de estudios previos, que incluían lógicamente, las más profundas y actualizadas investigaciones de historia e identidad del estudio de caso que se escogía (el referido municipio Plaza de la Revolución, del que se aprovechaba toda su riquísima diversidad comunitaria; comunidades entendidas no solo como residentes a las que se suele limitar sus estudios reduciéndolas a urbanas o rurales sin ver sus mucha mayor variedad, sino también las que surgen por marginación y aquellas por otras afinidades), en comparación con otras comunidades capitalinas, del resto del país y en otros países; así como monografías ya con antecedentes, pero que en aquella Maestría (1996-2001) hallaron terreno fértil, tales como la compleja y rica etnicidad cubana, al sumarse a aportar las hispanidades en vez de lo español en Cuba, y las africanías en vez de lo africano; en los primeros eventos internacionales de chinos en Cuba (1995) y a quienes ya nos alzábamos por profundizar en nuestras raíces indoamericanas, que en lo personal demostraba en su total vigencia, con una línea de hitos que ya se relacionarán laureados entre 1999 y el 2014, inclusive. A tanta diversidad étnica que identifica no menos la cultura cubana, insistí con especial énfasis por ser las más invisibilizadas pero evidentes, la impronta decisiva del resto de la Europa no española en Cuba, con sus primeros resultados expuestos en el XII Simposio de Cultura de la Ciudad de La Habana (noviembre de 1996), con sus propios hitos sostenidos hasta el 2014.

Ramificación

Otras líneas de investigación que antecedían tributarias y/o se generaron paralelas a esta Antropología Urbana cubana fueron, además de los estudios teóricos y metodológicos según cada caso, los libros generados sobre comunidades y en función del trabajo comunitario; los textos hasta la actualidad sobre la cultura ambiental y la cultura ecológica, que a la sazón enlazó con la tesis con que el citado Jorge Manuel Perera Fernández aportaba una Antropología Ecológica cubana hasta que abandonó el país en diciembre del 2000 (cuando solo le faltaba defender la tesis) y que paralelamente, condujeron al referido doctorado; las monografías sobre cultura culinaria, sobre cultura artística (en todas y cada una de las diversas artes, destacándose aquellas sobre cultura cinematográfica, arquitectura y urbanismo, etc.), sobre religiosidad, patrimonio, cultura popular y folklore, religiosidad y etnicidad, politología (mucho más allá del Estado, a cada contexto e incluso, a otras especies), lingüística y literatura oral y escrita, cultura científica en distintas ciencias y sin excluir la estética (pero renovada al placer y gusto integral, para vivir en su sentido más pleno lo que he llamado “la trascendencia de lo cotidiano”) y la ética, esta última con monografías sobre hábitos y costumbres como la cultura física y deportiva, los juegos, cultura funeraria y del ciclo vital, cultura conmemorativa y festiva, la citada culinaria, la ambiental y un vasto etcétera.

No podía faltar el tema de la convivencia cada vez más complicada en las ciudades, por definición más complejas en su proceso evolución-involución y con un impacto cada vez más determinante en la vida de toda nación, así como la problemática de las migraciones tanto internas como internas, del turismo y la población flotante, de la fluctuación laboral, su impacto en el medio ambiente para todas las partes, el papel de los medios de difusión en ello; los análisis a deslindar entre marginación y marginalidad; la necesidad de divisiones político-administrativas (en adelante, d.p.a.) acorde a las identidades y problemáticas comunitarias (pues de lo contrario atenta contra los valores comunitarios cuyo patrimonio destruye, como demuestra el estudio de caso escogido), y el trabajo desde todas y cada una de las comunidades (no solo hacia y en ellas) con conceptos más novedosos y verdaderamente revolucionarios, más cercanos a la realidad objeto de estudio sin parapetarse tras el buró.

El enfoque sistémico exigía detenerse en la difícil problemática de la transportación en Cuba, desde el nivel macro hasta los focos comunitarios que se originan por ejemplo, en unas paradas de ómnibus distintas de otras según las comunidades en que se encuentran y aquellas que conectan, las relaciones que por fuerza, se establecen en cada vehículo, y los “boteros” (taxis populares que tanto llaman la atención a los visitantes extranjeros, por tratarse de carros dignos de mostrarse en museos, y no obstante, como tantos otros artefactos en Cuba, las necesidades obligan a aprovecharlos y mantenerlos en plena y a menudo, abusada faena) y los bici-taxis, el tiro por animales (aun en plena ciudad), y otros.

Emanó el polémico caso de los cuentapropistas, entonces clandestinos y hasta perseguidos, y que al actualizarse el libro para otra edición en el 2013, ya estaban liberados, solucionando en efecto disímiles problemas pero al mismo tiempo, implicaban nuevas problemáticas sociales, económicas, comunitarias, higiénicas y de todo tipo, sobre todo al entender la gran diversidad de servicios que asumen y su comparación con los estatales, que con frecuencia quedan en desventaja por la mucho menor remuneración y a menudo, mayor abuso; y ello confluye directamente con el tema financiero: la doble moneda, y ofrece el margen para profundizar el análisis en los “nuevos ricos”, su conceptuación e impacto en la llamada reversión de valores y la inmoralidad explícita que defienden, los focos que generan y degeneran y los “creyentes”, esto es, no por credo religioso, sino porque se creen superiores, inventando para ello lo que no es más que lo que es, sin el menor escrúpulo.

De lo anterior, resta examinar el consecuente impacto en los sectores vulnerables (en particular, a los deambulantes se les dedica todo un acápite, y tampoco se eludió temas tan sensibles y velados como el suicidio), en la familia (fundamentando renovar el concepto de familia a las urgencias y nuevas realidades que demuestra el mundo actual) y en la vida doméstica (además de la vida familiar, entendida cada una en sus diferencias y relaciones) en cada comunidad, los temas de violencia doméstica sistémicamente entendida, la relación entre géneros y la violencia multidireccional, sistémica, integral, en sus diversas formas, grados, causas y secuelas, su proceso evolución-involución, sin divorciar la violencia doméstica del resto de la violencia social, ambiental e incluso, intra-personal… a lo que se vincula también el tema racial y el racismo igualmente en toda su multidireccionalidad, y el más rico pero menos explícito visualmente y valorado (también menos convulso en nuestra sociedad pero no menos importante), de las raíces étnicas.

Se particulariza en otros sectores sociales en cada comunidad, además del complejo tópico de las migraciones, lo no urbano en lo urbano y el impacto urbano en lo no urbano por los disímiles medios, y otras interacciones, así como las diferencias entre “vivir la calle”, y “vivir en la calle”, según contextos urbanos; la imagen visual y ambiental de cada contexto, y otro acápite ahonda en la dinámica de la población flotante desde la infinitud de sus disímiles historias de vida: trabajadores, estudiantes, visitantes por las más variadas causas, transeúntes, y especialmente, la vida nocturna y la vida bohemia, en sus valores, confluencias y diferencias.

Tras todos estos vericuetos de la dinámica poblacional comunitaria, quedaba abierto el camino para asumir las problemáticas de identidad en estas comunidades, el tema de la identificación o no de los más diversos sujetos en todas y cada una de ellas y con todas y cada una de ellas, su sentimiento de pertenencia, y su sentido de pertenencia, desde sus respectivas conceptuaciones; el papel de las escuelas en su devenir histórico con respecto a estos sentimientos de pertenencia comunitaria en tanto la escuela resume comunidades, exacerbados por momentos hasta actitudes negativas, o bien positivas en otros contextos; la no Habana en La Habana, incluido el escabroso tema de las provincias que la rodean, antes habaneras y ahora con la más reciente d.p.a. (2010) escindidas hacia la construcción de nuevas identidades que las alejan de sus raíces, y exigen un trabajo más minucioso y dedicado de sus promotores, la comparación entre las distintas comunidades y los problemas de identidades liminales, construidas, etc., y las diferencias conceptuales entre marginación y marginalidad, así como la insalubridad en focos comunitarios concretos, zonas, e incluso barrios y barriadas enteras en un municipio cuya imagen que se generaliza no es esa, al menos no por los extra-comunitarios que se imponen por mayoría (tan definitoria si de territorio tan relevante para “la capital de todos los cubanos” se trata, lo que no deja de explicitar un no confeso pero cierto sentido de pertenencia nacional, al margen de algunos retorcimientos regionalistas), y a menudo, por los decisores entre ellos.

La ramificación a que nos conducía enfoque tan sistémico de las disímiles controversias en las comunidades objeto de estudio, no podía eludir el tema de los espacios urbanos, y menos si de Antropología urbana se trataba; para ello se hurgó primero en el imaginario, cómo era concebida, pensada y recreada cada comunidad por los imaginarios colectivos, con qué “tipo” de personaje las identificaban; fue entonces que se llegó a los espacios de la prostitución en toda su diversidad, otorgándole el necesario análisis particular que  requiere su clientela, igualmente diversa y no menos interesante e importante en tanto objeto de estudio, así como sus ambientaciones pertinentes; los “espacios sin espacios” de que se apropia la homosexualidad clandestinamente para satisfacer sus más elementales necesidades, vulnerables ante la homofobia, los delincuentes, las enfermedades y la propia policía perseguidora; otros espacios en la marginalidad, como los frikis y otras tribus urbanas cuyo estudio se profundizó al actualizar la investigación para publicarse en el 2013, y aquellos otros vinculados a las personas con las más disímiles discapacidades.

No podía obviarse otros espacios según las más variadas formas de la cultura: así por ejemplo, los espacios deportivos, que al margen de sus generalidades y diversidad, tomó un gimnasio en particular como estudio de caso para profundizar en su propio pulso de su vida interna; los espacios artísticos, sobre todo en el trabajo comunitario, que también tuvo otro estudio de caso muy concreto en tanto espacio ocasional, que denotaba su impacto y retroalimentación con la vida comunitaria en cuestión; y los espacios ocasionales festivos, desde los carnavales y las fiestas religiosas, las de instituciones y organizaciones, hasta las familiares y las celebraciones de parejas y las más personales, en la más amplia cultura conmemorativa cubana.

De la gran diversidad de espacios que se alcanza a entender, reciben monografías especializadas los espacios comerciales en la economía y en la subsistencia de cada comunidad, la familiar y la individual; los espacios en las vías públicas y de transportación, ahora desde el ángulo espacial; los diferentes tipos de espacios recreativos y aquellos otros espacios lúdicos; los espacios religiosos y de fraternidades, los funerarios (cementerios, funerarias y otros ocasionales vinculados con la muerte, incluso la muerte de animales y plantas), los espacios militares invocando todo su sistema de valores y de anti-valores en el sector, y otro tanto con los símbolos políticos de los que emanan algunos espacios políticos, estables algunos, ocasionales otros, andantes también, y en los que confluyen asimismo la sexualidad, la culinaria, las artes, el comercio vendiendo símbolos, y todo el resto de la cultura, en estos, como en todos los demás tipos de espacio.

Para tal enfoque sistémico con la perspectiva de la antropología urbana, hubo que vencer grandes desventajas, tales como el tan difícil acceso a la más actualizada bibliografía en Cuba, y más aún a otras fuentes de otros países lo más actualizada posible, a fin de ganar experiencia rastreando en los antecedentes sociales y comparando según cada contexto; y triunfar sobre los múltiples tabúes, sectorialismos, institucionalismos, elitismos, secretismos (aun absolutamente vigentes aunque se decrete lo contrario) y otras limitaciones con respecto a disímiles temas en Cuba, sobre todo en un estudio tan inclusivo por sistémico, que no por difícil podría desecharse, pues a la postre resultaría ser uno de sus mayores aportes.  

Lo recopilado como Antropología Urbana hasta entonces en otras latitudes se basaba en estudios de caso tan concretos como podían ser alguna zona sub-urbana, o las empleadas domésticas (casi excluyente del varón en estos oficios), o la vida nocturna, o los bares... aunque ya se aportaba toda una serie de variantes que incluían el ciberespacio, lo que también fue aprovechado para el caso cubano bien particular (un buen ejemplo fue la llamada “guerrita de los e-mails”, 2006-2007), sobre todo en aspectos como estos referidos, tan limitados. Todas esas variantes fueron incorporadas al enriquecer la visión sistémica con que estaba naciendo la Antropología Urbana cubana.

Y ello implicó nuevos retos: sin experiencia nacional, sobre todo ante tan sistémico enfoque al que no se podía renunciar por todo lo que ya estaba aportando, como tutor solo se pudo contar con la vasta experiencia y amplia visión del también habanero Dr. Jesús Guanche, y sin oponentes dignos en el patio, se agradeció sobremanera la activa participación como tal del joven académico español Ignacio “Nacho” Rodríguez, cuya huella quedó indeleble para el estímulo de este trabajo, y de todos los frutos que después, le sucederían, y a cuya sugerencia y del profesor Francisco Sánchez para la Universidad Complutense de Madrid, nacieron estas cuartillas en el 2014.

Conceptuando

Se asumió el concepto de la Antropología Urbana en tanto “antropología de ciudad”, y de las múltiples otras fuentes y a partir del análisis contextual de todas y cada una de ellas, se comprendió la versión italiana como “antropología de la ciudad” por razones lingüísticas, pero cuya traducción no podía entenderse literalmente pues no era en lo absoluto una antropología de (toda) la ciudad, sino más bien, de cada una de sus comunidades (eso sí, y en la medida de lo posible, en interacción por todos los medios y en cualquier gradación, con las otras de la misma ciudad, e incluso, de otras ciudades y comunidades no urbanas del mismo país y hasta de otros países) sean comunidades por residencia, por marginación o por otras afinidades, incluida una metodología para el estudio de la tan difícil población flotante, además de los parámetros a considerar para el no menos complicado sentimiento (incluso inconsciente) y sentido de pertenencia con la comunidad en cuestión.

Tales comunidades, además, fueron clasificadas en su papel e interacciones de unas dentro de otras, como pueden ser los focos comunitarios dentro de determinada zona, y las zonas en cada barrio, y los barrios en cada barriada, más allá de las interconexiones con otros focos de la misma zona y/o con otras zonas, y/o con otros barrios, y/o barriadas, y/o ciudades, y/o no ciudades, y/o países… lo mismo se enfocaron las comunidades por marginación con otras comunidades por marginación y/o residenciales (en todo el abanico ya explícito) y/o por otras afinidades; y otro tanto estas últimas. De tal suerte, interactúan distintivamente las comunidades residenciales con los otros tipos de comunidades, y con la población flotante, mutuamente y con sus respectivas comunidades de procedencia.

Por todo lo anterior, los espacios urbanos protagonizaron en este estudio, a partir de la identidad de todos y cada uno de ellos; pero identidad continuamente cambiante como la vida misma, que no puede obviar todo el sistema de identidades en que vive e interactúa. Esto es: puede un espacio ser religioso, pero ello no excluye diversos elementos de la cultura sexual, política, culinaria, comercial, etc. Y lo mismo todos y cada uno de ellos, con respecto al resto de los componentes que conforman el sistema de la cultura.

Para todo ello fue importante fundamentar una clasificación que como todas, corre el peligro de ser absolutizada y degenerar camisa de fuerza, lo que metodológicamente se advierte para que se evite; y por ejemplo, se contemplan los que se llaman “espacios ocasionales”, como aquellos que solo en determinadas ocasiones se identifican como tales. Es el caso de un área urbana que en determinados días del año deviene área carnavalesca, y que puede (o no) legar alguna huella de tal identidad el resto del tiempo e incluso, dicha festividad popular pueda (o no) realizarse luego en otras áreas de la misma urbe, en las que transcultura según todo el nuevo sistema de identidades al que se readapta.

También se aportó el concepto de “espacios andantes”, a aquellos que de una u otra forma, se trasladan de unos lugares a otros al margen de la distancia a salvar, el tiempo, la vía… ello incluye desde el “espacio religioso” que con toda su vestimenta y otros accesorios identifica a quien se ha hecho el santo en Cuba y así camina por las calles de la ciudad (válido asimismo para los más ortodoxos entre los judíos, algunos hinduistas, islamistas, gitanos que suelen ser nómadas por definición, los amish, etc. e incluso ocasionales y hasta leves señales como persignarse) hasta los medios de transportación, cuestionando los llamados “no lugares” simplemente, como lugares con esta otra identidad siempre temporal (Cuba misma demuestra con aquel superado concepto de “salida definitiva” del país, que “lo definitivo” no existe) y que no es solo esta, y más allá de recordar lo absoluto del movimiento.  

La diversidad de identidades hace que sean incluidos los espacios sonoros y los odoríferos (aquellos cuya identidad trasciende según olores o sonidos), que suelen ser ocasionales, entre otros tantos; y que se profundice en la dinámica relación entre espacios privados y públicos, que se influyen mutua y continuamente, y los institucionales como una identidad media entre ambos; y entre ellos, los espacios familiares, comunitarios según cada tipo de comunidad, etc.

Se aportaba así una conceptuación que emanaba de la práctica cotidiana, de la realidad objeto de estudio, y no al revés como tan lamentablemente hay quienes insisten en imponerle a dicha realidad, y que sea como ha prescrito una teoría que no siempre, se puede absolutizar.  Ello es, al mismo tiempo, metodología, indisoluble todo uno del otro orgánicamente como lo es la realidad que se estudia y que no abstrae sus partes entre sí, y por la misma razón, si bien al elaborar el texto final de la tesis y los libros ulteriores, se inició con la conceptuación y devenir epistemológico de la Antropología Urbana (sin temer a los análisis históricos que exigen dicho devenir, casuísticos por cultura y hasta por lengua y posibles traducciones, mejores y peores) sin embargo, otros de estos conceptos fueron emergiendo y fundamentándose al avanzar el capitulario, según cada momento en que se detenía el análisis para profundizar, y las identidades en estudio demostraban la urgencia de nuevos conceptos que pudieran explicarla.

Claro está que la mayor parte del texto recayó en el análisis minucioso del estudio de caso concreto, y que este implicó también, detenerse primero en el devenir histórico muy general del territorio para comprender el origen y evolución de la complejidad de comunidades objeto de estudio y de todas sus identidades, aplicándoles el método comparativo, análisis diacrónico seguido por el sincrónico, para lo cual era menester detenerse en todas y cada de las tantas problemáticas existentes en las más disímiles manifestaciones de la cultura y de toda la realidad social, a su vez desde su devenir (local, nacional e internacional en interrelación entre estos niveles) que es donde se detectan las causas de su situación actual, sin perder además, los tantos nexos que las vinculan a todas entre sí, incidiéndolas y diferenciándolas a un tiempo.

No menos valor metodológico tenía aplicar una interdisciplinariedad que cada vez urge más y tanto se dice, pero casi nunca se hace; despojar a la Antropología Urbana de tantos estigmas previos, colocarla en función del trabajo comunitario como herramienta científica y potenciar al mundo la rica experiencia cubana en este sentido (más allá de la asunción acrítica y facilista de lo heredado nacional e internacionalmente) desde la praxis cotidiana, fueron algunos de los tantos resortes que alimentaron la pasión por este tema, ya aceptado como tesis de Maestría.

Esto es: no se trata de un capítulo teórico, otro metodológico, otro referencial… no solamente no era necesario, sino que obstruía (en esta como en tantas otras tesis) el desarrollo lógico que pedía la propia investigación, por lo que a la postre deviene anti-metodológico, al pretender absolutizar una metodología y que la investigación vaya según dicen los textos, y no al revés. Y por supuesto, no faltaba un profundo análisis conceptual y teórico, metodológico, histórico, de las identidades objeto de estudio y por tanto, referencial… pero no divorciados entre sí sino todo lo contrario, orgánicamente interconectados, según cada momento del análisis, y decisivamente presente a lo largo de todo el manuscrito, tal y como había sido valorado.

Ello permitió asimismo poder conceptuar lo que he llamado “historia de vida de una comunidad”, ya que no se queda en la etnohistoria ni en la historia local, sino que incluye todo su imaginario comunitario, sus ansias y frustraciones, sus sueños y realizaciones, sus esperanzas, demandas y necesidades, incluso con cortes sincrónicos en cada momento histórico concreto… lo que implica alto valor metodológico para comprender mejor la comunidad en cuestión.

Uno de los grandes resultados con tal método, fue un mapa de raíces e identidad histórica de las tantas comunidades implicadas (al menos, aquellas por residencia, aunque las demás también estaban incluidas) bien difícil en comunidades tan metropolitanas, donde tanta confrontación existe entre los comunitarios y los extra-comunitarios inmigrantes, del resto del entorno local y aquellos otros decisores pero ignorantes de sus identidades en evolución y por ello, de sus tantos valores patrimoniales, por ende, bajo seria amenaza de perderse, pero a pesar de todos los avatares, perviven en la memoria histórica local y urgen de ser atendidos, y de proyectos de educación científica (a partir del conocimiento empírico de sus más fieles testigos, pero no solo, para hurgar en valores y raíces más allá) para cada comunidad y que por tanto, aun cuando invite a planes mayores, son experiencias a aplicar casuísticamente, en cualesquiera otras comunidades de Cuba, y del mundo, sean en mayor o menor grado urbanas, rurales u otras, sean por residencia, por marginación o por otras afinidades… cualesquiera. El mapa de marras, para el estudio de caso concreto, deviene excepcional instrumento en tales proyectos de educación científica de sus valores e identidad comunitaria.

El texto resultante, aun antes de haber devenido (ni mucho menos, defendido) la Tesis de Maestría referida, ya en el año 2000, obtuvo Mención en el Premio Nacional de Ensayo Sociocultural que otorga el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana “Juan Marinello”, que rectora las investigaciones sobre la cultura en el país, certamen que muy excepcionalmente otorga menciones, y por su valor antropológico fue enviado para su publicación a la Fundación Fernando Ortiz, la cual ya cobraba prestigio como entidad para la promoción de los estudios antropológicos en el país; no obstante, apenas atendido por los encargados de las publicaciones en tal entidad, que a la sazón apenas rebasaba su primer lustro, solo al preguntar por tal propuesta en el 2003, fue desengavetado. Ciertamente, el tiempo que transcurría hasta que fuera publicada, permitía actualizar constantemente el libro, que en el 2006 obtuvo el Premio Nacional Anual de Investigación Cultural del mismo centro (hoy instituto), lo que aceleró su publicación ya finalizando el 2009 en la fundación que lo había acogido y que le había aportado algunas recomendaciones como la inclusión de un glosario, sugerido por la Dra. María Teresa Linares (y en el que entre otros, se pudo incluir el polémico término “miserias humanoides”, que no se puede obviar en ningún proyecto social y que casi nunca se tiene en cuenta, subvalorado) y el prólogo del Dr. Jesús Guanche, quien en el 2013 recibiera el Premio Nacional de Investigación por la sólida obra de toda su vida.

Los salones de esta Fundación rebosaron la tarde del viernes 12 de marzo del 2010, casi como simbólico preámbulo a la Semana de la Cultura Municipal Plaza de la Revolución, para el primer y más significativo de sus más de una docena de lanzamientos que tendría después este libro en diversas otras instituciones y comunidades del país y no solo capitalinas, como fue la Sede universitaria municipal de Batabanó entonces provincia La Habana, y Ciego de Ávila, en ocasión de presidir su Festival provincial de Telecentros con la Uneac (Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en adelante Uneac) de tal provincia, a menos de un mes. En menos de un año, tras despertar el interés en círculos tan prestigiosos como Harvard, se había agotado totalmente, y el 13 de octubre de 2011 dicha Fundación lo reconocía en el ciberespacio como uno de sus tres libros más vendidos, junto a La virgen de la Caridad del Cobre: historia y etnografía, del propio Fernando Ortiz a propósito de esta, la santa patrona nacional, y Desafíos de la problemática racial en Cuba, de Esteban Morales. Consta que está en los fondos institucionales y personales de más de una docena de entidades, expertos, profesores y otros interesados al menos de varios países de Europa y de América Latina, y de diversos de los Estados Unidos de América.

Casos

Todos y cada uno de los acápites constituían profundas monografías interrelacionadas; así por ejemplo, los espacios que asume la prostitución tanto femenina heterosexual como la masculina homosexual (a veces confluyentes, y dada la asunción del varón como consumidor de sexo, no así a la mujer) son por definición, espacios sexuales entre los que se distinguen aquellos para establecer relaciones sexuales que suelen realizarse en otros contextos más privados; sin embargo, estos mismos espacios no están exentos de una cultura comercial (comercialista, a veces; como suele suceder no solo en estos espacios sexuales) que por definición, también es la prostitución; pero no solo la transacción comercial en cuanto a la venta de favores sexuales (que a menudo no trasciende públicamente con impronta urbana y aun en la vida doméstica y más convencional, no deja de ser “venta de favores sexuales” y por tanto, prostitución), y que incluye todos sus componentes como los diversos tipos de piropos (a los que se les dedica todo un acápite), sino otros múltiples menesteres como pueden ser, golosinas, fiambres y hasta licores que se venden (entronca con la cultura culinaria con sus pregones y demás), acciones (relativamente) artísticas como pueden ser músicos o fotógrafos (que a su vez, son igualmente comerciales-comercialistas); no falta la religiosidad en los tabúes sexuales heredados y campañas para “rescatar ovejas descarriadas”, además de la que porta frustrante o no, reguladora o no, cada sujeto explícito incluso, hasta por rebeldía; etc.

El fenómeno es más complejo aun, puesto que aunque se observe menos, no quiere decir que sea menor la prostitución femenina homosexual que estos espacios pueden generar también aunque por la educación social sobre el papel menos social de la mujer, se ve menos a tal escala urbana, o se evidencia menos; también porque sobre el hombre pesan más expectativas y represiones que contra las mujeres aunque la visión limitada de discriminación de género solo contemple la agresión de hombres contra mujeres, y olvide las mujeres violentas contra hombres en las tantísimas formas de violencia (incluida la manipulación, las tantas formas del chantaje, etc.) y entre ellas mismas, y olvide la violencia contra los hijos, contra el adulto mayor, la violencia de quienes abusan del techo y/o de su mayor edad o experiencia (no necesariamente proporcionales), la violencia explícita al no visibilizar la mediana edad que protagoniza con todas sus necesidades, valores y anti-valores; la no menos violencia doméstica que se suscita contra las mascotas y otros componentes del ambiente hogareño, etc.

Todo esto invita a re-clasificar los más diversos tipos de familia como objeto de estudio en la Antropología urbana en todo el sistema que implica y los temas de género y sexualidad, generacionales, cultura ambiental, económica, su relación con el resto del entorno intra e interfamiliares, institucionales según cada miembro de la familia, todo tipo de costumbres y hábitos familiares, su sistema de juicios y prejuicios, más abiertos o cerrados, etc.

Otra vasta tradición mucho menos reconocida pero no menos prostitución, es la masculina heterosexual (el clásico gigoló, por ejemplo); todo parte de la concepción de prostitución sexual (que no es la única prostitución, y a mi juicio, ni siquiera el verdadero problema “a resolver”, como insiste el moralismo hipócrita ocultando realidades peores y no menos tradicionales: recuérdese el memorable ensayo sobre las máscaras políticas y religiosas del eminente habanero Félix Varela, ya a inicios del siglo XIX) en tanto venta (aun velada, como puede ser mediante acta matrimonial, problemática de la que no quedan exentos los actuales matrimonios gay aun sin reconocerse en Cuba, que no por ello deja de ser una necesidad y un derecho) de favores sexuales y a veces ni siquiera sexuales sino domésticos en general, como pueden ser los servicios hogareños (ya no siempre tan hogareños, a menudo se resuelven fuera del hogar) de lavar, cocinar, atender niños al margen de la calidad y resultados de tal atención (se han detectado madres que aun sin trabajar en la calle ni ninguna otra ocupación, sacan dinero al exitoso marido cuentapropista para pagar a quien le cuide el niño y autoriza a pegarle, mientras ella juega en la computadora), etc. o aquellos otros servicios de mantener económicamente la casa; o simplemente evitar la soledad, aunque sea mediante la triste y dudosa “solución” de soledades ¿compartidas? ¿acompañadas?

Ello responde más a una genuina conceptuación de prostitución sexual, que la simplista, moralista, hipócrita y frustrante que la deduce de la cantidad de parejas sexuales (sobre todo para las mujeres, dado que se insiste en poner saya a la prostitución) y por extensión y homofobia, a las relaciones homosexuales masculinas, sin darse cuenta (sin querer darse cuenta) que la vida es mucho más rica y compleja y hay mayor prostitución en un matrimonio “¿fiel?” con tales intereses, que en la búsqueda del amor y de relaciones sexuales que complementen la realización de cada persona según llega la vida a cada cual, y no según los cánones ajenos, casi siempre frustrados y frustrantes contra la felicidad.

Las llamadas fiestas gay son igualmente espacios sexuales ocasionales, sobre todo para conocerse y propiciar luego a otros espacios más privados para consumar el sexo, si bien en apenas 20 años han conocido tres etapas: su inicio y mejor momento por más auténtico y más al alcance económico y gusto (necesidades) de todos (comenzaron la entrada a 5 cup, luego 10 cup, a finales ya 25 cup o 1 cuc y se aportan los taxistas igualmente clandestinos, que cobraban otro cuc a cada uno que llevaban y recogían en los “lugares de encuentro” donde promovían la fiesta, y otro tanto por devolverlos después), entre 1994 a 1996, cuando ya comenzaron a ser desplazados hacia la periferia hasta su casi desaparición, enfrentando franca hostilidad por la policía que ocasionalmente, concilió, igual que los más homofóbicos, al ver que podían sacar provecho personal mediante el comercio clandestino, la corrupción (no sexual precisamente, aunque tampoco excluida) y otros medios: como en toda fiesta, ya confluía el resto de la cultura (sobre todo la música, el baile, el comercio, la culinaria, otras costumbres como fumar, etc.) pero la identidad central radicaba en la sexualidad, que demostró que el respeto no se riñe cuando se desborda la absoluta y necesaria libertad de opciones.

Su peor momento fue iniciando el tercer milenio, en que la sexualidad fue casi sustituida por el travestismo y la prostitución con raras excepciones fundamentalmente en la periferia menos perseguidos, encarecieron al punto máximo casi exclusivamente para extranjeros (llegó a 5 cuc y ocasionalmente, 25 cuc por mesa), y quizás por ser más clandestinos ante la persecución y fruto también del contexto social y a su mismo ritmo, la vulgaridad ganó espacio, sin excluir actos de violencia que no suelen identificar al sector; como aporte, el lesbianismo se integró más.

Y ya en este tercer lustro del siglo XXI, se va imponiendo la institucionalización y con ella, cierta centralización, al re-direccionarse instalaciones estatales, sobre todo en algunos clubes que les permiten allí durante mayor o menor tiempo y ocasionalmente, el centro nocturno de algún hotel, se aportan los strippers (continúan los travestis y la prostitución, pero no tan excluyentes) y se abaratan a 3 cuc, ocasionalmente 2 y quizás, 1 cuc, más a tono con el resto de los clubes, con todo lo cual, disminuye notablemente la visibilidad gay en las calles que ahora acuden a estas instituciones donde se sienten más seguros aunque tampoco resuelven sus necesidades sexuales (más se resolvían en la primera etapa) sin saunas ni “cuartos oscuros” ni nada similar; es una fuente de ingresos al Estado y se mejora sensiblemente la imagen del país al menos, en este aspecto, aunque siguen muy irregulares, apenas sin más promoción que la genuinamente popular mediante celulares y llamando o yendo a los centros. 

El enfoque sistémico enlazó el impacto de unas problemáticas sociales según cada comunidad, en otras problemáticas sociales, y así por ejemplo, el tema sexual y el de la relación de géneros, apuntaron directamente, entre otros, a la problemática racial y el racismo multidireccional por definición y contra todo imaginario que, incluso pretendidamente anti-racista, suele ser racista. Es el caso del negro como símbolo de virilidad (incluido el mito del gran pene, falicismo que llama la atención en la supuesta heterosexualidad), que debe ser extremadamente amanerado para provocar sospechas de homosexualidad (sin querer reconocer la enorme homosexualidad que ocultan muchos de estos negros y mestizos y explicitan solo en baños públicos y otros lugares que la homofobia hunde en la más total y peligrosa escatología, para después criticarlos por eso mismo), en tanto un blanco, sobre todo rubio, joven y agraciado, debe extremar su vulgaridad haciéndole todo tipo de concesiones al más burdo machismo y frustraciones muy diversas si gusta por ejemplo, de las artes, de la cocina o de otros menesteres pretendidamente femeninos por el sexismo, si no quiere quedar menospreciado y objeto de burla y desprecio por sospecha de homosexualidad.

Algo similar ocurre con numerosos otros clisés, sean las “mulatas de fuego”, “la rubia tonta” (lo cual mezcla sexismos con racismos e incluso, con simplismos esteticistas, que no realmente estéticos) y “el tipo” del cubano reducido al mulato mal interpretando la concepción de un pueblo mestizo, que así pretende homologar con un pueblo en el que solo reconocen el color de piel mestizo; en ello “para no ser racista”, queda incluido el negro, homogeneizando negros y mestizos lo cual ignora racistamente, las raíces no negras de tales mestizos, en un país donde no entran negros africanos hace más de 150 años pero sí continuó inmigrando una gran población blanca, y los negros de antaño morían en masa por tan paupérrimas condiciones de vida, y muchos entre los sobrevivientes buscaban mezclarse por la no menos racista concepción de “adelantar la raza”… todo lo cual mereció para Cuba, ser reconocida como “la más blanca de las Antillas”.

Casos como estos, aunque mucho más profundizados uno por uno, ya permitían conducir a las perspectivas de este estudio de caso a aplicar siempre casuísticamente en el resto del país y por su valor metodológico, en otros países.

Actualización

Se estaban consolidando los cursos de Antropología urbana que ya desde el 2003 se impartían para la Maestría en Antropología de la misma Facultad de Filosofía e Historia, se extendió como posgrado a otros cursos (el último fue en este mismo mes de mayo del 2015, a solicitud de la Facultad para no hispanohablantes, de nueva constitución en la Universidad de La Habana), y fue la base de nuevos objetos de estudio e investigaciones, como ha sido Ciencia y comunidad: propuesta metodológica para el trabajo comunitario, en ciernes desde el 2005 y que ya ha sido publicado en diversas versiones durante su evolución hasta la actualidad en Cuba y en otros países como Uruguay y Estados Unidos, actualmente en proceso de publicación por la Editorial Nuevo Milenio, del Instituto Cubano del Libro; así como para los pertinentes estudios de comunidades, cursos de diagnóstico cultural, etc. Asimismo ha sido la base de numerosas conferencias, encuentros, talleres, y ha logrado impactar con rectificaciones concretas en el municipio objeto de estudio, y mediante su aplicación siempre casuística, en otros territorios del país que han asumido aquí un paradigma.

Todo ello indujo a que en el año 2013, se hiciera otro corte sincrónico tras un lustro decisivo en el país, que entre otros acontecimientos paralelos a la aprobación de “los lineamientos” en el Congreso del Partido Comunista de Cuba, liberó el cuentapropismo y las ventas de casas y de automóviles y retiró las tarjetas blancas que era una de las trabas para viajar fuera del país, todo lo cual explicitó la necesidad de una actualización más profunda desde el ángulo antropológico, que con la misma visión sistémica, no podía obviar el impacto de todo ello en el resto de los acuciantes problemas sociales en todas y cada una de las aristas antes tratadas, y en otras nuevas o que entonces, no habían logrado (aún) la profundidad de análisis que merecían. Fue un momento propicio para comparar la evolución-involución de los aspectos antes señalados y otros, incorporando nuevas aspectos del análisis, a publicar en esta ocasión en una editorial alemana, en diciembre del 2013, bajo el título Antropología urbana: 2013 en Cuba.

En esta ocasión, se pudo profundizar más según las nuevas realidades, en los impactos de tales medidas en la transportación y los viajes tanto nacionales como fuera del país, y en su relación con los diversos países, el espinoso tema de la migración (uno de los mayores dolores cubanos de más de medio siglo, sobre todo si de migración externa se habla, y en el caso de las migraciones internas los tan peligrosos temas del regionalismo desde todas las partes y contra todas ellas incluso intra-regionalmente, y otros prejuicios vigentes que tanto afectan a los patrimonios comunitarios y a la feliz convivencia) y por esta vía, detenerse con mayor desenfado (como se requiere) en las complejas luchas políticas en Cuba sin eludir otro tema difícil como son los llamados “actos de repudio” y sus consecuencias nefastas a la propia imagen del país y al auge de la vulgaridad y actitudes delictivas, y en las relaciones de respeto y convivencia entre todos nuestros ciudadanos con mayor tolerancia (al menos) en todos los aspectos, incluida la diversidad de posturas en esta línea de pensamiento; así como en la política de cuadros, cuyo mal manejo a menudo dogmático e indolente, tanto afecta en cada colectivo laboral, en las instituciones, en todos los sectores y en resumen, en todo el país, degenerando también problemas políticos a valorar siempre casuísticamente, a lo que se opone el cuentapropismo, que no deja de estar viciado igualmente por los mismos males del desamor al trabajo y los pésimos servicios que salvo loables excepciones, se generalizaban.

Se pudo valorar mejor la reconocida “pirámide invertida” en la sociedad cubana, y la llamada (a veces equívoca y reaccionariamente, a veces hasta el dogmatismo) reversión de valores, que se reflejan sobre todo en una vulgaridad y (precisamente) “miserias humanoides” cada vez más propagadas a partir de todo el contexto previo y la tendencia populista que desprecia y tergiversa lo genuinamente popular, y el papel de las academias, degenerantes a menudo (excepto sus mejores exponentes, que suelen pagar el precio de toda excepción) en el academicismo más estrecho y retrógrado.

Indisoluble a lo anterior en el análisis emergió por definición el llamado “periodismo crítico” (y con ello todos los medios de difusión masiva, no solo los periodísticos o noticiosos, en tanto el partido crítico que implícita o explícitamente toman o no, con respecto a los problema sociales en el país) en su más amplia gama de variantes, desde los más oficialistas y paternalistas que escogen con excesiva precaución los temas a criticar (la crítica conveniente y hasta necesaria a la imagen de los criticados, al margen que sea más o menos constructiva) hasta los más disidentes e hipercríticos e incluso clandestinos, y otros tantos en el ciberespacio como la lucha entre los blogs, los llamados “independientes” que no son solo periodistas: también abogados y demás; y su vinculación con la problemática del deterioro de valores y estético en general, a partir del análisis de textos de emblemas de la cultura cubana actual, como lo es Leonardo Padura.

Desde la antropología urbana, se pudo profundizar en una Antropología médica que aun urge en la sociedad cubana y concretamente, en el desarrollo de nuestras ciencias médicas, para cimentar su papel y prestigio en el mundo y como necesidad neta y elementalmente profesional. Se abordaron las diversas indisciplinas sociales que tanto dañan la convivencia y el desarrollo integral del pueblo cubano actual, los temas de las comunicaciones de vuelta al ciberespacio hasta la preocupante y tan peligrosa situación de derrumbes en nuestras ciudades, y particularmente en el caso capitalino, donde todo encarece vertiginosamente, son inciertas las “cajitas” para ver mejor la televisión y no se sabe si aplaudir o temer que vuelva a reinar una sola moneda.

También se tuvo en cuenta el humor como identidad del pueblo cubano y de sus diversas comunidades, y los tantos usos que para bien y para mal se hacen del humor, interpretado muchas veces como modo de sobrevivencia, a menudo degenerando vulgaridad y burlas peyorativas y discriminadoras y como tales, tendientes a promover (aún más) la violencia, al unísono de las letras de algunas obras musicales, sobre todo en la música popular bailable, contagiosa a partir de estribillos facilistas y de un doble sentido que puede ser tan sano y constructivo, como peligroso y reaccionario.

Ahora, más que antes, el cuentapropismo en toda su diversidad de funciones sociales, opciones y perspectivas personales en consonancia con todas sus expectativas sociales a satisfacer, y en toda su problemática, la que sufren y la que causan, requerían de un acápite para profundizar, así como el tema de los medios alternativos en general y en cuanto a la problemática medioambiental, explícita en numerosos de los tópicos tratados en el libro previo dado el carácter sistémico con que se enfocó, sin perder dicho enfoque logra aquí un acápite que profundiza tanto en la cultura ambiental como en la cultura ecológica (previa conceptuación de cada una) de las diversas comunidades a partir de sus identidades y problemáticas ambientales, causas y consecuencias y posibles soluciones, siempre incentivando en este, como en todos los casos, el protagonismo de cada comunidad, para la detección y comprensión de sus problemas, y para sus soluciones.

Ya el cuentapropismo como los llamados medios alternativos y otros, enfocan a los disímiles medios, niveles y formas de comunicación, sus grados y alcance, y por supuesto la propaganda, tan sobredimensionada en tanto política, y la publicidad, que solo en los últimos años y dada las exigencias de los nuevos tiempos en Cuba, empieza a reconocerse en su papel social y cada vez más, en todas sus opciones, lo que implica asimismo la urgencia de su atención para evitar por ejemplo, el desentono estridente y kitsch que podría derivar del gusto personal y ansias de protagonismo de no pocos entre tales cuentapropistas, como ha demostrado la música ruidosa y agresiva desfilando por las calles habaneras en ómnibus públicos que generalmente, ha podido ser controlada (llegaba a causar mayor estrés del que ya sobresaturaba la sociedad cubana de hoy, con las consecuentes reacciones violentas, peor aún al interior de un ómnibus cargado de pasajeros) y mucho más común y vigente por menos controlable, en vehículos cuentapropistas, tales como los bicitaxis y sobre todo, los ya referidos “boteros”.

Vuelven ahora los “boteros” a ser objeto de estudio, en toda su cultura y seudo-cultura que implica desde cada vehículo en sí, sus choferes y mecánicos reparadores, la actitud de la policía para bien y para mal sobre todo ante los delitos en torno a esta como a otras problemáticas delictivas en la sociedad cubana actual, y los pasajeros, en su casi infinita cantidad de identidades, desde lo peor a lo mejor, a veces ocasionándose dificultades unos a otros con diversos grados de alcance, aunque las más de las veces, en viajes (al menos en apariencia) inocuos, sin excluir el análisis económico individual de pasajeros y choferes en su trabajo y mantener el equipo, mecánicos, el Estado y toda la sociedad.

Los patrimonios locales en toda su variedad (tangibles e intangibles, los más diversos de cada uno… culturales, ambientales… etc.) y en toda su vulnerabilidad ante contextos tan peculiarmente difíciles, sobre todo mientras más cosmopolitas sean estas comunidades urbanas, y la urgencia de su preservación y para ello de proyectos de educación científica comunitaria según cada comunidad; así como el urgente proceso de la instrucción a la educación, asumiendo toda la problemática de la educación en el país y sus resultados, logros e insuficiencias; el trabajo que se pasa para trabajar, incluso para cobrar en ocasiones según sea el tipo de cobro; la cultura científica como objeto de estudio en estas comunidades, ahora desde el punto de vista antropológico desde su devenir histórico, y las tribus urbanas ampliadas ahora en su devenir desde su conceptuación original y su transculturación al contexto cubano, y ya en Cuba desde los rockeros, los travestis y los rastafari, incluidos los ya mencionados frikiss hasta los más actuales emo, repas, miky, entre otros (que desde otro punto de vista, confluyen susceptibles a ser analizados en la tradición bohemia que también identifica a nuestro pueblo y por tanto, en buena lid, a zonas importantes de lo mejor y más avanzado de nuestra cultura), son solo algunos de los tópicos que pudieron profundizarse en esta actualización, además de otros temas propios que amplían el ya vasto diapasón de la antropología urbana.

Un aporte particular al 2013 fue el siempre obviado papel de la heráldica cívica y otros blasones, así como otros tipos de símbolos (banderas, uniformes, firmas, filatelia, condecoraciones, sellos o cuños, himnos, genealogía, etc.) que conforman parte indisoluble del patrimonio de cada comunidad, de cada institución y organización, y de cada país, de cada familia y de cada persona, con propuestas concretas a la rectificación de errores cometidos en una propagación orientada (por ejemplo) de escudos sin rescatar previamente y con todo el rigor científico correspondiente, la cultura heráldica que durante todo el siglo XX, había ido en franca depauperación, para revitalizarla así hacia el mejor heraldismo, como conoció alguna época de oro en el país y en las mismas comunidades e instituciones.

Esta actualización sirvió de marco para profundizar la argumentación acerca de la teoría ya referida del “marginador marginado”, así como para ahondar en los temas de la marginalidad, sobre todo en sus diferencias con la marginación, a menudo homologados pero en verdad, con diferencias sustanciales, a pesar de ciertas confluencias; se re-enfocaron los paisajes urbanos, ahora desde el prismas de los espacios (relativamente) fijos y aquellos otros ocasionales, y los espacios turísticos, que igualmente sentaron la base para fundamentar mucho más aún la otra teoría igualmente explícita con antelación, de “la trascendencia de lo cotidiano”.

Ya finalizando el nuevo texto, la problemática de las nuevas tecnologías de la comunicación, en su gran diversidad y sobre todo en su interés para la antropología urbana, abrió paso al debate para que se fuera sustentando mucho más con nuevos elementos, el cuerpo, alma y entorno requerido por la antropología urbana en el contexto actual a partir del estudio de caso cubano, y concretamente del municipio de marras; se pudo profundizar en las nefastas consecuencias del racismo en toda su multidireccionalidad, y de todas aquellas tendencias que disfrazadas de antirracistas, son a la postre, profundamente racistas, bajo todos los tipos de esquemas.

Se cuestionó además, el enfoque de género que había excluido a los estudios de las masculinidades que se aportaron durante el período con actitudes mucho más abiertas e incluyentes (solo a posteriori, en octubre del 2014, un taller convoca, por primera vez, a una cultura no sexista) y su vínculo indisoluble, una vez más, con los temas y la problemática de la familia y el llamado “rol de género”, por una re-conceptuación acerca de la familia actual; y también desde la familia y su papel en esta como en otras problemáticas, se retornó a la causa inicial de la lucha anti-homofóbica en su evolución-involución en los últimos años, incluyendo ahora la metro-sexualidad y toda la cultura y seudo-cultura, incluso estética, que se incuba dentro de múltiples de estas actitudes supuestamente anti-sexistas y a menudo, profundamente sexistas.

Epílogo

Desde su misma génesis y sus antecedentes, esta línea investigativa aportó trascendentes resultados que demostraban sus potencialidades al desarrollo de las comunidades en estudio. Así por ejemplo, y aun sin haber concientizado el acercamiento que sería a una antropología urbana en el país, ya se había referido la huella de aquel III Simposio Territorial en 1993, que rectificó el topónimo del consejo para revitalizar el original barrial; la fecha de aprobación de su parcelación, y sus verbenas en su casco histórico que quedó como sede municipal para celebrar orgánicamente desde nuestras identidades la fundación de La Habana, así como el entusiasmo y activa participación de sus comunitarios sin necesidad de orientaciones movilizadoras (nativos e inmigrantes, vecinos de diversas generaciones, incluidos los emigrados a otras comunidades, tan comunes en estos contextos urbanos; estudiantes, trabajadores, amas de casa, líderes políticos, religiosos de diversas denominaciones, todos los sectores sociales ganando para el municipio, por ejemplo y entre otros muchos, la incorporación de los radioaficionados) en develar su propia historia e identidad en sus encuentros bienales para ello, y la búsqueda y aplicación de las soluciones para sus propios problemas que ellos mismos detectaban, movilizando para ello todo su talento detectado desde cada comunidad y enriqueciéndose con genuinas personalidades de alto prestigio nacional e internacional y elevado rigor científico en todo el municipio, en retroalimentación con lo más popular, contra el elitismo y el populismo.

No obstante, desde sus antecedentes, su I y II Simposios (1989 y 1991, a partir de 1998 el anual Fórum Municipal de Ciencia y Técnica de la Cultura y Activos de Cultura Comunitaria) desde la Casa de Cultura Municipal (de 1930-1941) y el reparto Trotcha (de 1886) respectivamente, y estos a su vez propiciados por la referida introducción en Cuba de los Estudios Culturales, que sustentarían científicamente comenzar a trabajar la cultura según el novedoso sistema de “Programas y proyectos de desarrollo cultural”, que haría que la promoción cultural se acercara cada vez más según las necesidades (más que las demandas) de nuestra población, sin depender tanto del gusto (incluidos los prejuicios) tan personal de promotores y directivos, ya se estaban introduciendo resultados de lo que luego sería esta línea investigativa de la Antropología urbana para Cuba. Ya el I de 1989, lejos de ser orientado, encontró entonces y hasta su 18va. edición en marzo del 2015 no pocos inconvenientes e incomprensiones de todo tipo e incluso presiones para evitar que fuera itinerante y no solo en nuestras instituciones del Ministerio de Cultura subordinadas al gobierno municipal, sino en todo tipo de instituciones (sin exclusión ni de su función social ni nivel de subordinación… ninguna, dado el concepto integral de cultura) y en las mismas comunidades (sus espacios públicos, pero también en sus hogares, edificios, ciudadelas y solares, casas de inquilinato para salvarlas por su patrimonio, etc.) retroalimentándose, con lo que lejos de perder rigor científico, lo ganarían más, como ha quedado harto demostrado; cada evento homenajearía así aplicando resultados previos de investigaciones, a las más disímiles instituciones y comunidades escogidas como sede, según sus tantas identidades que revitalizarían promoviendo.

Se temía que el evento se perdiera en la Semana de la Cultura cuando todo lo contrario: ha ocupado los jueves como Día de las Ciencias cuyos resultados previos introduce y es actividad central, ha demostrado su alcance y efectividad durante 25 años de prestigio y logros, pero ya entonces introducía en la práctica la conceptuación integral y revolucionaria de la cultura y la metodología de trabajar las comunidades desde todas y cada una de ellas, con métodos como la observación participante y lo que años después denominé “historia de vida de la comunidad”, entre otros, sobre las problemáticas más diversas: todo tipo de museo y patrimonio (natural y cultural, tangible e intangible), toda otredad ambiental, economía y cultura económica, promoción, todas las artes y sus instituciones, medicina verde, esperantismo, lenguaje, cultura física y deportiva, filatelia, centros comerciales, obreros y estudiantiles, todo tipo de religiosidad y ateísmo en voz de sus exponentes siempre que sea respetuoso al resto, cultura funeraria y sus instituciones, la diversidad de comparsas y otras festividades y conmemoraciones en la historia local, selección de “la habanera” al carnaval, precursor a los encuentros de Coros en el municipio desde los coros de iglesias por primera vez fuera de un recinto eclesiástico en 1991, cuando ya se proyectó revitalizar la fiesta de San Jerónimo de Puentes Grandes y la Quema de San Juan en Casilda, tradición entonces muy amenazada de ambos barrios.

Aun antes de Eco´Brasil (ecologismo del que aun tanto distamos) comenzaron a incluirse los temas medioambientalistas, con no pocas dificultades, hasta dar lugar a la referida primera tesis de doctorado sobre medioambiente en tanto cultura, donde a la postre, es que hay que ganar todas estas batallas; otro tanto se logró con temas aún más espinosos, como serían las urgentes luchas contra el sida, contra la homofobia, y por una educación sexual plena y realizada, contra la entonces tan en boga “intolerancia” sino por la aceptación e integración, y contra limitar el término “diversidad” a estas temáticas de la sexualidad, lo que distorsionaba la universalidad de su conceptuación.

Se reconocieron asimismo el valor y alcance de otras manifestaciones culturales, tales como la culinaria, que en 1997 obtuvo dos primeros premios capitalinos: Comunidad´97 y el Festival de Identidad con varias publicaciones ulteriores, y que indisoluble la teoría de la práctica, revitalizaba el restaurante del otrora Vedado Tennis Club (de 1912, en 1989), la cultura en torno a las recetas anglo-caribeñas, libanesas, filipinas y greco-rusas ortodoxas en Cuba mediante la Catedral Episcopal y la Iglesia Metodista (homenaje a Nitza Villapol, 1991); la galleta ázima hebrea (1993), almuerzo vegetariano en el homenaje al río y Bosque de La Habana (1997), la medianoche en 12 y 23 (1999), el Elena Ruth para los Baños del Vedado (2001),el pan con guayaba en La Timba (2006), se inducía el rescate en La Chorrera de su original “arroz con pollo a la chorrera” (fines del siglo XIX) y mucho más de cada patrimonio culinario comunitario.

Asimismo, al introducirse en la mucho más rica diversidad étnica de lo que es Cuba, aportó su experiencia pionera en los Simposios Internacionales sobre la presencia china en Cuba (1995-1997), promovido de tales contextos a otros eventos internacionales y hasta la actualidad, a la atención a delegaciones chinas de alto nivel, y más allá, expandido a otras etnias asiáticas en la cultura cubana; y la aún más marginada vigencia de los indoamericanos en Cuba, que ganó el 1er. Premio del Festival de Identidad Ciudad de La Habana en 1999 en una recreación escénica, y aun en la Feria Internacional del Libro en febrero del 2014, recibió el Premio Nacional de Investigación en el Concurso Nacional “Presencia de las culturas indígenas en Cuba” auspiciado por el grupo ecologista “Cubanos en la Red” y la Embajada de Guatemala en nuestro país, ha conocido otras publicaciones en Uruguay y Alemania y actualmente, se está editando para un libro especializado sobre el tema por la Unión de Historiadores de Cuba.

Y aún más marginadas, la investigación sistemática de nuestras raíces e influencias desde la Europa no española ha producido diversos programas de televisión a solicitud del Centro Nacional de Superación del Ministerio de Cultura y los programas de Universidad para todos que trasmite el Instituto Cubano de Radio y Televisión; entre sus diversas publicaciones, la más reciente es un libro en Estados Unidos: Base occidental de la cultura cubana, Editorial APC, EUA, 2014, el primero de una antología en ello especializada; otras anteriores en sitios digitales del Ministerio de Cultura de Cuba, así como en Uruguay; y múltiples conferencias y conversatorios, como las especializadas que abrieron el espacio de debates sobre el tema en la Unión Francesa de Cuba ya en el año 2001.

Otras aplicaciones han sido al ecoturismo y turismo barrial con sus cursos a solicitud del vecindario (nos llevó al III al VI Simposio Iberoamericano de Turismo en Cuba), desde sus raíces en estas comunidades se han revitalizado jornadas de los Animales: 1936, en 1994, marcha y peregrinación del 10 de abril por la Avenida 23 desde el Reparto Medina a 12 y 23 y el Cementerio; Bendición de los Animales en la Catedral Episcopal en la Estancia del Carmelo (1995, octubre 1; cuyo Grupo de Teatro sirvió de arte experimental para estos mensajes), y el Día del Árbol (1904, en 1999 en el casco histórico del Vedado hacia los Baños del Vedado, la Fiesta de las Flores en el 2000), la colombofilia (desde 1999), primer ciclo del cine y cultura ambiental (1995), etc.; Grupos de Historia e Identidad con los vecinos de algunos barrios motivados, y coordinar cultura comunitaria por la Uneac en El Carmelo vinculando a sus artistas, nutriendo los Festivales de Aficionados, cursos comunitarios de inglés, con 17 focos culturales en todo el territorio y necesidades culturales, desde el pionero Banco de Ideas Zeta de Ludovico, en 1992; y presidir la Unión de Historiadores de Cuba en el municipio, hacer todos los diagnósticos municipales (iniciados en 1990) y su sistema de programas y proyectos de desarrollo cultural desde su introducción en Cuba (1986), desde entonces base para adiestrar en ello al resto de los municipios capitalinos y experiencia a otras provincias cubanas.

Todo ello explicita el estudio de numerosas comunidades y manifestaciones de la cultura, que emergían cada vez más nítidas a partir de la evolución de una Antropología urbana cubana; pero claro que las comunidades entendidas estrictamente según la residencia no perdían su liderazgo en tan amplio crisol de caminos abiertos, y en el mismo municipio objeto de estudio, no solo se beneficiaría El Carmelo: desde entonces y hasta la actualidad, aquellos simposios continuaron cada vez más científicos y al mismo tiempo, más comunitario: a pesar de la d.p.a. rebasó al municipio para unir todo Puentes Grandes (de inicios del siglo XVI, en 1997), se revitalizarían el casco histórico del barrio del Calixto (de 1896, en 1995) y el de los Baños del Vedado y su topónimo (de 1864, en 2001, donde nació la escuela cubana de ballet, con Danza Voluminosa, contra esta marginación), los de Nuevo Vedado (de 1947, en 2003) y Aldecoa con su fecha (de 1865, en 2004, desde 1999 su decimonónica Noche de San Juan con un Consejo de cultura barrial, los Talleres Ferroviarios Ciénaga desde 1837 y el Zoológico desde 1939), La Pera desde el Centro Juan Marinello (1998), 12 y 23 y la necrópolis de Colón como casco histórico local (de 1871, en 1999) y la Quinta de los Molinos (de 1834, en 2000)

En el año 2005 se delimitaron el barrio obrero Las Canteras (1923) del marginado hoy insalubre Fanguito (1937) y las Alturas del Fanguito, y los Astilleros Chullima (1962, raíces indoamericanas) entre la Iglesia de Jesús Obrero y la Brigada Especial del Ministerio del Interior, y se aportó la heráldica y la simbología desde las ciencias jurídicas; y en 2006 y 2007 en sus respectivos cascos históricos, las identidades que se desdibujaban entre el marginado hoy insalubre La Timba (de fines del siglo XIX) y su semi-elitista hoy insalubre San Antonio (de inicios del siglo XVIII), con un desfile de banderas como único homenaje cubano al L aniversario de la Vexilología en el mundo; se revitalizó el casco histórico y topónimo del reparto Medina y único homenaje a la Avenida 23 (de 1863, en 2008; en consecuencia, fructificaría desde el 2013 su boletín mensual Ecos del Barrio, herramienta para educar a esta comunidad en preservar sus valores), al pre del Vedado y otras instituciones y personalidades representativas; se asumió el Memorial Martí y la Plaza (2009) y se revitalizó el casco histórico del reparto Vedado con su parroquia y fecha (de 1860, en 2010, con homenaje a la calle Línea), al topónimo Plaza de la Revolución en su barriada Alturas de Ayestarán en sus 50 años (2011), al barrio insalubre La Dionisia (de 1939, en 2012), la Universidad en sus 285 años (2013) en el Día Internacional contra Racismo y contra toda marginación y homenaje a la Avenida G; en la Tribuna Antiimperialista de la Rampa costera con homenaje a la calle 17 (de 1914, en 2014)…

Se rectificaron fronteras entre La Rampa y Príncipe tras su simposio del 2002 en hoteles representativos ramperos; se fomentaron pioneros contra el sida con la Catedral Episcopal y en las peñas Rock vs sida (y contra las drogas y otras adicciones) en este municipio, y con La montaña mágica, de Arroyo Naranjo; videos-debate ambientalistas, contra la homofobia, contra el sida, etc. se atendió el Carnaval capitalino ante la Unesco, se enriquecieron líneas de investigación confluyentes como el libro Historia de Plaza de la Revolución (2006, ganó el Premio “Alberto Acosta Brito”) explicitando los aportes desde sus más humildes testigos, y antecedido por Historia e Identidad Comparadas en las diversas barriadas del municipio Plaza de la Revolución, Mención Nacional de Investigación 2002 que profundiza su fundamentación desde 1992 de historias comunitarias más que de la historia municipal, de lo que ha logrado publicaciones parciales incluso en Uruguay, entre otros muchos aportes más.

Se vincularon proyectos artísticos como Renacer y Munanzo Munanzo, se integraron las más disímiles discapacidades y embarazadas de riesgo y otros vulnerables mediante la musicoterapia y otras arterapias, la zooterapia, el yoga y el sicoballet, instituciones de todos los sectores sin excepción, todas las artes y sus asociaciones, personalidades detectadas en su historia, se ha multiplicado mediante centenares de artículos, libros y prólogos, cursos, conferencias y decenas de entrevistas en todas las emisoras radiales y canales de televisión capitalinas, nacionales y otras provinciales e incluso, Cubavisión Internacional y de otros países, el cine y otros audiovisuales, desde la Antropología urbana a los tantísimos temas particulares ya pormenorizados, bien sea en general o concretando en comunidades habaneras y de otras provincias cubanas, en casi dos decenas de países, siempre casuísticamente aunque desde el alma y pulso más genuinos de estas comunidades referidas, probados en esta experiencia pionera de una Antropología urbana cubana.

Parte del público presente, a la izquierda la madre del autor.
Foto de Oneida Lucía Hernández Guerra

El autor junto al Dr. Miguel Barnet, presidente de la Uneac y de la Fundación Fernando Ortiz y el Dr. Jesús Guanche, prologuista del libro.
Foto de Cecilio Pérez

Rebosaba la sala
Foto de Hilda María Alonso González

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 11 de mayo de 2015


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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