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Raíces y contexto internacional para el Jazz Plaza |
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La palabra “jazz” se señala proveniente del francés jaser (charlar sin discreción, decir lo que debe callarse), según Irving Schwerké (n.1893) en Kings Jazz and David; no es de extrañar pues en Norte América, antes que Inglaterra, los franceses habían generado raíces de algunos de los que luego serían sureños dentro de los Estados Unidos de América (EE. UU.) como es el caso de Nueva Orleáns (cuna del jazz, para muchos expertos), y fue el idioma para sus esclavos de ancestros africanos, quienes trataban de olvidar sus miserias mediante la música, a menudo con instrumentos caseros y melodías improvisadas que incentivaban libertad total (la que no tenían en su vida cotidiana) para lo que cada cual aportara al conjunto, ligera y despreocupadamente, con pedazos de canciones y rítmico batir de palmas por un auditorio ocasional. Charles Hughes, por su parte, en The Gramophone (Londres, 1937) señala que era un vocablo usado inicialmente para designar a toda inestabilidad y zigzagueo, y concreta con el paso de un negro bebido[1]; menos aceptada ha sido la versión de un ejecutante o compositor pionero, llamado Jas o Jasbo Brown. |
En todos los casos, como jazz se ha definido un género musical de origen estadounidense (sobre todo del sur de EE.UU.) que al avanzar el siglo XX, se ha universalizado, por lo que también ha transculturado según cada contexto, sin dejar de ser jazz. Otras denominaciones musicales han marcado su evolución desde el ragtime, por el que se entiende “música dotada de síncopas al por mayor”[2] y como síncopa, “desplazamiento del tiempo o del acento normal de una pieza de música”[3], que se escuchaba ya en la penúltima década del siglo XIX, aunque el padre del ragtime impreso fue Irving Berlin (n.1888), considerado Gran Maestro del Jazz. A su vez, se dice que ya a inicios del siglo XIX, muchos blancos habían comenzado a imitar el estilo que los esclavos importaban de África en sus canciones y sobre todo, sus bailes, lo que con el tiempo se ampliaría por el comercio (y como suele suceder, su kitsch: el comercialismo) a restaurantes y hoteles. Justo es decir que, en tan temprano momento y según opinión de Helio Orovio[4], si la música del cornetinista habanero Manuel Pérez hubiera quedado grabada, se le reconocería entre estos iniciadores del jazz a nivel mundial, pues hacia 1890 ya tocaba con la banda de Robichaux, y en 1898 formó su propia banda, llamada primero Imperial, y luego, Onward Band, todo lo cual será profundizado en un artículo casi inmediato a este y dedicado exclusivamente, al jazz cubano. Como otro precursor no estadounidense se valora al francés Claude Achille Debussy (St.Germain-en-Laye, cerca de París, 1862-París, 1918) Mientras tanto, se acentuaba cada vez más el vigoroso empleo de instrumentos ruidosos[5] y se generalizó bailar al compás de ritmos dislocados y ruidos grotescos y ensordecedores, elemento armónico y “orquestal” al que se le llamó jazz, en tanto lo rítmico era el ragtime; no obstante, poco a poco el vocablo ragtime cayó en desuso, y como jazz se ha conocido todo este complejo sonoro, fruto obviamente del mestizaje cultural (más que racial, ni siquiera étnico) y a cuya historia también se vinculan otras denominaciones, desde el blue que se ha dicho que se remonta a los lamentos de aquellos esclavos, y que luego se consideró variante del ragtime que mezcla espíritu melancólico y humorístico, reconocido como tal en Memphis, Tennessee, en 1911. Tras la I Guerra Mundial el jazz se impone en todos los bandos, para inspirar coraje y para olvidar; en 1920 Paul Whiteman es el primer director que escribió todas las partes del jazz e insistió en que se respetaran, lo que hacia 1935 se le llama swing, ahora con base armónica simple (sobre todo guitarra, piano y percusión) con hilo melódico superpuesto (saxofón, trompeta…) en lo que se inmortalizó Duke Ellintong (n. Washington, 1899), y hacia 1937 se aporta el jam music, en que todos los instrumentos debían improvisar simultáneamente; desde 1938 derivó el boogie-woogie con una pauta armónica, y a finales de la II Guerra Mundial, en los clubes nocturnos de la calle 52 de la ciudad de Nueva York, surge el rebop, luego bebop o simplemente, bop (armonía moderna con acordes disonantes)[6], con el trompetista negro Dizzy Gillespie en el Royal Roost, restaurante que no por azar, llegó a conocerse como el Metropolitan Bopera House. El conjunto instrumental se profesionalizó con muchos instrumentos de origen europeo: el saxofón llegó a ser el más vendido en EUA y tal vez, otros países; muy útiles eran los trombones, trompetas sobre todo con sordina para especializarse en los agudos, piano y banjo como percusión y polifonía… las cuerdas no eran tan importantes, y los cornos se veían demasiado domésticos… pero la finalidad no era fundir, sino resaltar cada instrumento. Se legaban nombres imborrables al pentagrama mundial, como el trompetista Louis Armstrong[7] y George Gershwin (Brooklyn, 1898-Hollywood, 1937) Hay quien destaca la raíz hebrea entre muchos de sus compositores; también se impone el término “break”, pasaje generalmente improvisado[8], intercalado para llenar el claro entre la terminación de una melodía de jazz de ocho a dieciséis compases, y otra. Como cuna del jazz se ha considerado Nueva Orleáns, en la Louisiana, donde surge como estilo musical de las tradicionales procesiones funerarias y desfiles callejeros de los negros para desarrollarse en bares y salas de fiestas del barrio francés a inicios del siglo XX. Se dice que aquí nacieron los primeros músicos y compositores de jazz conocidos, cuyo estilo se llama clásico, tradicional o dixie; todas las primaveras se celebran aquí los Festivales Internacionales de Jazz Patrimonial. En los años 20 inicia la tradición de bandas musicales, que logró revalorizar grupos como la Banda de Robert y Brass de New Orléans, con canciones como Big Fat Woman (La Gran Gorda). Cada grupo era dirigido por músicos como King Oliver y Louis Armstrong, que crearon una música que combinó elementos del ragtime y de los blues con canciones populares; la corneta, luego sustituida por la trompeta, dirigía, mientras el clarinete y el trombón interpretaban líneas independientes del pentagrama contra la melodía principal. Pero el jazz se expandía también al resto de los EE. UU.: a inicios del siglo XX, hacia Chicago inmigraban los negros y sus descendientes desde el Delta Sur; no es casual que el blues de Chicago se parezca mucho al del Delta: murmullos, repetición de figuras melódicas, entonaciones dramáticas y técnicas de guitarra estrecha. Chicago también cuenta con una rica herencia de blues y jazz, que aquí se han desarrollado y generado característicos estilos, asociados a esta singular ciudad; el sonido eléctrico de los blues de Chicago alcanza su máximo apogeo tras la II Guerra Mundial, cuando el blues de sus músicos como Muddy Waters influye el paisaje urbano de Chicago. En los años 70, la Association for the Advancement of Creative Musicians (Sociedad para el Desarrollo de los Músicos Creativos) se inspiró en la historia de Chicago para crear un nuevo jazz en continua evolución; hay festivales anuales de blues y jazz, con actuaciones en los clubes. Entre las pocas mujeres con que han contado los blues de Chicago, aun a fines del siglo XX en los clubes de blues de esta ciudad se oía a Koko Taylor cantando Spellbound, uniendo sus sonidos vocales al ritmo dirigido de guitarra eléctrica, característico de Chicago. En Texas, en los años 30, Milton Brown y Bob Wills crean el “swing del oeste” sobre la tradición country de bandas de cuerda, a la que agregan tambores, instrumentos de metal y los de lengüeta de las grandes bandas musicales, mezclan tonos de violines, blues, jazz, polkas alemanas, tonos country del oeste y música mexicana. Alcanzan el auge en la II Guerra Mundial, remplazados por los blues y rock and roll, pero en los años 70 resurge en los grupos de Austin (Texas) como Asleep at the Wheel y, entre otras canciones, No toques mis botas. El jazz, quizás como ningún otro género, ha logrado desarrollar el sentimiento de belleza pura de la escuela clásica y, al mismo tiempo, la flexibilidad por variedad de emociones de la escuela romántica, y los compositores se hallan frente al dilema de no componer jazz, o anular aquella libertad que identifica su interpretación[9]. Entre los más notables de los tantos europeos señalados por haberse nutrido o basado en el ragtime, se encuentran alemanes como Paul Hindemith (Hanau, cerca de Francfort, 1895) y Kurt Weill (Dessau, 1900-Nueva York, 1950), el checo Erwin Schulhoff (Praga, 1894-Wülsburg, 1942, víctima de un campo de concentración nazi), el austriaco Ernst Krenek (Viena, 1900, de origen checo y alemán), el francés Dárius Milhaud (Aix-en-Provence, 1892), el polaco Alexandre Tansman (Lodz, 1897), el inglés Constant Lambert (Londres, 1905-1951), y otros como Kurt Kern (1885-1945), Wiéner, etc. Pero el jazz ha devenido música internacional que transcultura, lógicamente, según cada identidad, al adoptar algunas de las prácticas comunes del jazz aunque incorporando elementos de su música nativa para forjar estilos individuales y diferenciados de jazz. Tras un período inicial de imitación, en Europa surgieron numerosos estilos, en particular en Inglaterra, Alemania, Países Bajos y Escandinavia. En Italia por ejemplo, siempre se ha caracterizado por su apertura a los cambios y nuevas influencias, lo que propició una gran profusión de estilos de jazz, como el dixieland tradicional, el swing, el bebop, el cool y el free jazz, y más recientemente, los músicos italianos han elaborado una música que entronca la rica tradición lírica de la rica música popular italiana con el jazz: son frecuentes las terrazas de los cafés, en las que tanto oriundos como foráneos se sientan a charlar y se entregan al cotidiano placer de tomar un café, sobre todo el tan apreciado espresso, mientras se escucha a The Carlo Actis Dato Quartet, de Blue Cairo (ejemplo de la vigorosa creatividad del jazz) interpretando Antonio & Bettino. Aun con Berlín dividido por “el muro” (1961-1989) y unificado sobre el río Spree, Alemania ha desarrollado un estilo propio del jazz: la Globe Unity Orchestra, fundada en 1966, formula el free jazz, un tipo de improvisación que no usa (o apenas usa) notaciones escritas o estructuras musicales predeterminadas. Organizado por el pianista alemán Alexander von Schlippenbach, se inspiró en las influencias de la música clásica y teatral europea del siglo XX, una de las pocas grandes orquestas con improvisaciones del free jazz en su repertorio. Tal énfasis en la libre improvisación a partir del vocabulario musical clásico, es una de las características del jazz alemán. No sólo Europa ha incorporado el jazz: en África Brazzaville (capital de la República Popular del Congo) y Kinshasa (antes Leopoldville, capital de la República Democrática del Congo, antiguo Congo Belga) son desde hace décadas, los centros de la música moderna africana: a inicios de los años 50, en locales nocturnos de estas ciudades, surgió un estilo musical orientado al baile, donde se mezclan elementos del jazz cubano con raíces africanas (foto del libro digital Jazz Plaza de Gonzalo Vidal, gentileza de Yasser Expósito, con agradecimientos muy especiales para Ángel Peña Fernández, Vladimir Hernández Hernández y Dorys Couceiro Arsis) y la música tradicional local, con variantes congoleñas de la rumba muy similares a las danzas indígenas. Así, Tchico & Les Officiers, de Compact D´Afrique, cantan Sane-Mamadou. La lista de países con su jazz sería enciclopédica… pero ya este último ejemplo nos invita a acercarnos cada vez más, al caso particular del jazz cubano Notas: [1] Tal vez influido por el protagonismo de muchos negros en el jazz; recuérdese que esta como otras artes, era subvalorada en aquel entonces con muchos prejuicios (aun con rezagos en la actualidad), y por lo tanto, relegada a las “clases inferiores” como divertimento (servicio en general) de las “superiores”, por lo que los blancos que se enrolaban en las artes trasgredían demasiado las normas impuestas. [2] Scholes, Percy A.: Diccionario Oxford de la Música, Editorial Arte y Literatura, Ciudad de La Habana, 1981, 2do. Tomo: 678. [3] Ibídem: 1113. [4] Diccionario de la Música Cubana, Edit. Letras Cubanas, 1981:296. [5] Las primitivas bandas incluían piano, banjo, violín, saxofón, bocinas de autos, matracas, silbatos, tambores y otros instrumentos de percusión o traps (trampas, redes), sin más música escrita que, si acaso, un guión a rellenar, usando para ello cualquier canción conocida sin mayor importancia, entonces, de la melodía. [6] Sus cultivadores referían al ruso Igor Stravinsky (Oranienbaum, cerca de San Petersburgo, 1882, ciudadano francés en 1934 y luego, estadounidense); a Bela Bartok (nacido en 1881 en un pequeño pueblo entonces de Hungría, hoy de Rumanía-11945, New York, EUA) y el austriaco Arnold Schönberg (Viena, 1874- Los Ángeles, EUA, 1951) como sus padres espirituales, aunque no consta que estos se hayan pronunciado en tal sentido. [7] Nacido en Nueva Orleans, 1900, considerado el más grande en el Hot Jazz –caliente-, como se llamaba a aquel en que predominaba la improvisación, mientras el Straight Jazz o Sweet Jazz –correcto o dulce-, se tocaba tal y como se escribía. [8] La improvisación vuelve a reinar en la música como no ocurría desde la ópera italiana del siglo XVIII, cuando tanto se valoraba la habilidad del cantante para adornar la línea melódica del compositor. [9] Así lo enfoca el crítico musical Ernest Newman (Liverpool, 1868-Tadworth, 1959)
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Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu
Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte http://www.cubarte.cult.cu/ , el 25 de febrero 2009
Link del artículo:
http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/raices-y-contexto-internacional-para-el-jazz-plaza/7586.html
Autorizado por el autor, al cual agradecemos.
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