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Documental “El arte del transformismo” Guión y dirección de José Antonio Jiménez y Alberto del Rey Premier del documental el sábado 16 de noviembre de 2013 |
Quien eres tú… |
… es tal vez, la esencia de todo arte, pues el artista extrae de su alma para su obra, su más profundo ser, incluso lo que quizás ignora de sí mismo. Pero concedamos que en las artes escénicas, al encarnar a otras personas (ficticias o reales… si bien cada ficción deviene suerte de realidad) en cuyas entidades debe hurgar también, se desdibujan aún más estas fronteras entre la identidad personal del artista y la del personaje incorporado; sin llegar a ser ese otro carácter, bajo la amenaza de la locura, o de su propio sistema de principios con todas sus afectaciones correspondientes en su vida personal y social, a menudo se retroalimentan valores (y en ocasiones, lamentablemente, anti-valores) que crecen, o no, los horizontes del artista según cada sujeto, y en consecuencia, de sus futuras labores. ¿Qué de particular tiene entonces, cuando un personaje asimilado, es del sexo contrario? El sexismo; ese peligroso vicio por complejista, de absolutizar las distancias entre géneros. No tendría más si no fuera por esta barrera sociopática que la (seudo) Humanidad ha ido degenerando en el tiempo, y peor cada vez más. Cada actor y cada actriz, interpreta constantemente otras personalidades, siempre con caracteres distintos, y es la esencia de su misión; así se incorporan inclusive psicópatas, y simplemente es su trabajo en la actuación. Mas, cuando la distinción de ese otro personaje se remite a ser del sexo opuesto, sin detenernos en que siempre es relativamente opuesto… no olvidemos que se ha evidenciado múltiples veces, cuánto y qué de femenino hay en cada hombre, y cuánto y qué de masculino en cada mujer… y sin detenernos tampoco en que siempre hay otras distinciones, y no solo el género… sin embargo, es como si ya no fuera el arte de la actuación. ¿Por qué? Porque el sexismo redimensiona la situación y nos hace sentir amenazados en nuestra más profunda intimidad; peligra “la Sagrada Familia”. Nuestras lenguas romances son sexistas por definición, y no me remito a la no menos sociopática intención de degenerar nuestro rico idioma pretendiendo imponer la explicitación del femenino a cada masculino, como si con eso se solucionaran problemas mucho más profundos y cardinales, cuando en realidad traiciona y complica mucho más el idioma a un barroquismo que linda en el ridículo; sino porque son lenguas que tienden a hacer femenino y masculino muchísimos sustantivos que carecen de sexualidad ninguna. Más allá, la Humanidad era sexista desde el Matriarcado y el Patriarcado, y en nuestra cultura occidental (eludiendo el análisis en otras culturas, de no menor interés) lo común era que los hombres interpretaran papeles femeninos durante los primeros milenios del teatro, desde los antiguos griegos y aun hasta los inicios de la modernidad burguesa, todavía después del Renacimiento; el ballet nació de manos (y piernas, y sensibilidades) masculinas. Ya son estas las valoraciones a que nos invitan JAAR Producciones (José Antonio –Jiménez- y Alberto –del- Rey) en su largometraje documental El arte del transformismo que, auspiciado por la agencia de Representaciones Artísticas ACTUAR del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, estrenaron el pasado sábado 16 de noviembre de 2013 entre las 2 y las 4 pm, en el multicine Infanta en nuestra capital, a mi juicio un hermoso homenaje (más) al 494 aniversario de aquella villa de San Cristóbal de La Habana en su definitiva ubicación norteña y precisamente, en su día; ciudad que como hube recién apuntado en el programa de televisión Tengo algo que decirte, la vemos como la gran madre que para todos ha sido, y también, un gran padre, que de ambos hay lo mejor y lo peor; por tal sendero, nos alejamos de la injusticia discriminatoria que por definición, es todo sexismo. Sucede que Cuba no ha sido una excepción: a fines del siglo XIX e iniciar el XX, la “fregolimanía” cundió en nuestro país, dadas las representaciones aquí del genial artista (también del transformismo, que puede ser no solo sexual, y en él era además, sexual) italiano Leopoldo Frégoli (1867-1936) con la pieza homónima del matancero en La Habana, Federico Villoch, la zarzuela Habana – Frégoli de K. Zabal, e imitadores como Luis Florit y Rafael Arcos; estos, entre otros ejemplos. Y sin embargo, era una sociedad sexista y homofóbica, si bien tales anti-valores también se contextualizan en tiempo, espacio y otros pormenores, según cada cultura, aun dentro de la vasta cultura occidental; no obstante, ante estos transformistas, la homofobia no solía sentirse llamada a actuar, y es apreciable su rotundo éxito.
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Publicidad de Leopoldo Frégoli, con una vista de los personajes que aparecen en el segundo cuadro de 'Eldorado'.
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De aquella década finisecular y aun cuando haya sido al triste paso del SIDA, se recuerdan los Festivales “Godzila” (en honor al transformista) en el teatro América, y entre otros, la memorable rumba de Amado travestido: un canto al arte que en efecto, puede lograrse con el transformismo. Carlos Díaz al frente del Teatro El Público, desde 1989, así como la acción intelectual y artística de Ramiro Guerra (Premio Nacional de Danza) y más al calor de los Festivales Internacionales de Teatro con aquella inolvidable La Legionaria que nos llegó de España, del Cine con la argentina Mamá cumple cien años, y muchas más, han sido otras de las constantes insoslayables a esta temática para la Cuba actual, hermanada ahora (aún no siglos atrás, como se ha visto) por fuerza del estigma que es toda marginación, en la lucha contra la homofobia. Ha sido, y como muy bien queda esclarecido en el documental en referencia, sigue siendo una muy difícil batalla, pero urgente para re-educar en el discurso intrapersonal de cada individuo al buscarse a sí mismo, en cada familia, en las fuerzas del orden público, en el sistema jurídico cubano… en todas y cada una de las esferas sociales. Los autores del documental tienen entre otros méritos, el de aportar una conceptuación de transformismo en tanto arte, que difiere sin ningún tipo de sentido peyorativo, del resto (o excluyéndolo como tal según cada conceptuación, del universo) de los travestis. La conceptuación y los referentes históricos, constituyen la base que solidifica toda faena para alzarse lo más posible, también en las artes, y son de los mayores aciertos que se pueden atribuir a este nuevo emblema del audiovisual cubano, que con ello deviene un hito para todo panorama de las artes en función de la educación sexual actual, a partir de la cual logra penetrar en el pulso mismo de la Cuba de hoy. El (buen) arte, con todo su instrumental de atracción, ya cuenta de antemano con este valor del que es penoso que carezcan tantos procesos educativos que ignoran cómo lograr de su clase, un arte que quiebre las cuatro paredes del aula, y en su defecto, degeneran las academias al academicismo. Así se crece toda obra artística que logra trasmitir los valores conceptuales, históricos, antropológicos, sociológicos, psicológicos, de identidad y otras problemáticas sociales más allá de toda clasificación en las ciencias y en las mismas artes, que en los grandes resultados se desdibujan.
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Enrique Pineda Barnet |
Rosita Fornés |
Los testimonios de inmensos de la cultura cubana (Rosita Fornés, Enrique Pineda Barnet, Nelson Dorr, Luis Carbonell, Manuel Calviño, Lisette Vila, Natalia Bolívar, entre otros), de Mariela Castro Espín al frente del Cenesex y sobre todo, de algunos de los transformistas relevantes de disímiles generaciones hasta la actualidad, a la par que revitaliza para la historia algunos tan paradigmáticos como Musmé y Maylán, enriquecen los rastreos con que JAAR Producciones nos remonta al menos, al negrito calesero de Rita Montaner en Niña Rita (1927) sin olvidar tampoco el contexto internacional y social integral que le da origen; y además del interés que todo ello nos despierta, se resuelve artísticamente en su amenidad, sin dudas otro de sus mejores logros, primordial para mantener el interés del espectador y para que pueda cumplir felizmente, sus propósitos; que la mejor educación es la que aprehendemos sin apenas darnos cuenta. Y es por todo eso que al llegar al final, comprendemos que nunca nos preguntamos quién era ese personaje en escena… era un artista.
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Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu
En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 30 de noviembre de 2013
Autorizado por el autor, al cual agradecemos.
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