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Pinar del Río: Debate de un aniversario, más allá de las cenizas
por Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 
 
 
 

Aquello de “la Cenicienta” podía tener, en ocasiones, alguna carga peyorativa; pero no se dude tampoco que así, muchos reconocen al extremo occidental de nuestra isla el mágico encanto y la belleza, los valores y el amor que nos inspira e identifican a esa amiga con la juventud tradicional de más de tres siglos, obra entonces del francés Charles Perrault. En efecto La Habana, capital cubana, durante siglos miró lógicamente al este, donde estaba casi todo el resto del país; o al norte allende el Estrecho de la Florida, a los atractivos del recientemente descubierto imperio azteca y luego, los Estados Unidos. Pinar del Río casi parecía diluirse al oeste, en esa región que con La Habana y Matanzas compartió como Occidente hasta la división político-administrativa de 1878 (vigente hasta 1976), cuando se reconoció provincia hasta hoy. A mi modo de ver, si como tal se le reconoce en 1878 y como ciudad en 1867, ello reflejaba un hecho ya entonces innegable, a partir de los valores que aportaba a todo el país. No nos detengamos (por ahora) en la irregularidad histórica de sus territorios limítrofes como por ejemplo, aquellos que alguna vez fueron pinareños y hoy pertenecen a la provincia La Habana, como es el caso de Mariel, Artemisa e incluso, Guanajay.


Llega literalmente otro abril, pero se anunciaba desde mucho antes con un intenso debate a propósito de la fecha fundacional de Pinar del Río, básicamente por Gerardo Ortega Rodríguez, “poeta e historiador” con su sitio web Estampas de la Vueltabajo, (http://www.pinarte.cult.cu/gerardo_ortega/index.htm) que argumenta la fundación de la ciudad Pinar del Río el 3 de abril de 1571
[1] a orillas del río Guamá, “a 32 leguas o más de esta villa de San Cristóbal” en sitio solicitado que “nunca había sido conocido hasta agora” y cita “documento similar al que oficia como acta de nacimiento”(…) “a cuatro leguas de Consolación”, por Melchor de Rojas; aporta el día exacto (3 de abril) al haber encontrado el acta del cabildo y haberla divulgado con su nota marginal, a partir del acta de Cabildo de 18 de mayo de 1571[2] que cita a Alonso de Rojas que hacía un mes “poco más o menos” a su hermano Diego de Soto se le había mercedado un sitio y una sabana para vacas y puercos que Diego traspasó a Melchor de Rojas hijo de Alonso, a 32 leguas de esta villa (La Habana) “más o menos”, lo que incentivó a Ortega a buscar las actas de abril del Cabildo habanero, hasta detectar una de 3 de abril de 1571 (primer documento para los anales pinareños[3]) donde Diego de Soto solicitaba merced de una sabana “en los términos del mayarí que nunca ha sido poblada ni descubierta hasta agora” para sitio de vacas y otro, por sus servicios al Rey viviendo en esta villa durante 40 años. En la “nota marginal” reconstruida por Ortega, también en La Habana el 3 de abril de 1571, se refiere el traspaso de Diego a su sobrino Melchor para poblarla, firmado por Martín Rodríguez “vecino desta villa” Diego de Soto. Previene Ortega contra confusiones por la sabana en términos de Mayarí que Arturo Sorhegui ubica en el actual San Cristóbal, pues para llegar al lugar descrito, había que atravesar ese, el último lugar conocido entonces hacia el oeste por aquellos colonizadores. También el cabildo referido del 18 de mayo citaba en esa dirección a sotavento de La Habana el río Guamá, a 32 leguas de La Habana. Entre 1571 y 1773, esta población se replegó de las márgenes del Guamá hacia la Loma del Cuní.

Todo esto aumenta su valor, si comparamos la época con el contexto inmediato[4]; tras las distintas culturas precolombinas en esta área[5], y aun limitándonos a la presencia española, se demuestra considerable vida humana en la región[6]; en la hoy capital provincial, según la tradición, sus fundadores se reunieron para determinar el santo patrón de Pinar del Río, y el de mayor edad extrajo el nombre de San Rosendo de un sombrero sobre una mesa rústica, en el que habían colocado algunos nombres de santos de sus terruños natales, a la sombra de un pino fundacional (no en balde el nombre Pinar del Río), por lo cual las tres primeras iglesias y la Catedral serían de San Rosendo. Ortega refiere el mapa de 1669, y el 2 de agosto de 1699 (cuando un bautizo dio inicio a los libros de la iglesia) para precisar cierto poblamiento[7].

El Partido de San Rosendo de Pinar del Río se constituye el 18 de julio de 1719 con sus 26 barrios de entonces[8]; según documentos en los archivos de la Sociedad Económica de Amigos del País y eclesiásticos de entonces[9], se reconocía al mediar el siglo XVIII, “entre las márgenes del Guamá y del Galiano”, lo que propició el debate a mediados del siglo XIX y aun por Santovenia en el XX. Ortega valora como segunda colonización y un tercer centro o núcleo histórico, la parcelación de las fincas urbanas tras haberse replegado de Guamá al Cuní y comenzar a descender la colina en sentido contrario, con el decreto del 23 de julio de 1774, que da base jurídica para constituir una nueva jurisdicción al margen del río Cuyaguateje[10]: la Nueva Filipina (nombre que adquirió el territorio en honor del patronímico del marqués de La Torre); ya en 1787 la población o caserío es reconocida como cabecera de jurisdicción. Concluía un siglo XVIII que había tenido que prohibir bajo pena de muerte, abandonar (y en consecuencia, despoblar) Cuba, dada la atracción antaño por las mejores opciones continentales[11].

Entre 1814 y 1839 hay litigios por las tierras del pueblo Pinar del Río, ya el núcleo poblacional más importante de Vueltabajo, que en 1827 refiere 45 casas, cuya fundación señala Tranquilino Sandalio de Noda en 1838 “a seiscientos pasos de las márgenes del río…” (Citado por Ortega), donde en 1847 se mencionan 128 habitantes y en 1850, 737 casas; el 27 de julio de 1859, será declarada villa. El 6 de agosto de 1863 sus vecinos solicitan el título de ciudad, que se concede por Real Orden el 10 de septiembre de 1867. Casi un siglo después, en los años 60 del siglo XX, confirma Ortega que el historiador pinareño Antonio R. Delgado Villa propuso el 10 de septiembre de 1867[12] para el aniversario de Pinar del Río, lo que retomó Raúl Tortosa en el Sectorial Municipal de Cultura, en los años 80 Milagros Fernández y desde hace algunos años, el ejecutivo local de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC) En 1997, Ortega inicia a investigar hasta proponer el 3 de abril de 1571…

Sin mayores pretensiones, y con el máximo respeto que merecen todos los implicados, estas cuartillas sólo han sido el resultado detonado por tal debate; no se pretende verdad absoluta ni infalible ni acabada… discúlpenme mis colegas especializados en esas áreas cubanas cualquier posible “dislate”, como los califica Ortega; si bien todas las grandes conmemoraciones pertenecen a lo que llamo, “la trascendencia de lo cotidiano”, también respaldo la necesidad de fechas, lo más científicamente fundamentadas (como valoro el caso) para desplegar todos los matices de la vida, y que tales valores no se pierdan en la rutina. En el origen de Pinar del Río, indisoluble de su contexto, hay todo un proceso en el que no pueden faltar tampoco sus tantos valores ambientales que igualmente le identifican y que aporta a toda Cuba, y al mundo[13]. Ya a la sazón, había nombres pinareños entre las más altas cumbres de la cultura cubana[14], que desde entonces abundan muy elevados, lo que sin duda, merece una próxima monografía que incluya la vasta tradición de no pinareños que también, en todas las manifestaciones de la cultura, le han expresado su amor, que no soy el único que lo ha hecho, ni es ahora que se expresa. Es quizás, movido por el debate y por abril, por la primavera y por aquel documento de 1571, por las pasiones y la agudeza, las entregas y sinceridades de Ortega y los demás involucrados e interesados, la expresión de los que no nos ha hecho falta haber nacido en Pinar del Río para amarlo, como a otras regiones cubanas y del orbe, que el amor es mucho más infinito que eso; ni es mi única expresión de amor por ese universo pinareño, ni es sólo por él… pero sin duda alguna y lo más importante: es.

Varias generaciones de capitalinos pasamos en distintas comunidades pinareñas nuestras Escuelas al Campo, solos o con nuestros allegados comíamos en El Pavito y fuimos beneficiados con la hospitalidad de sus habitantes en sus propias casas en campos y ciudades, en sus calles, en nuestros campamentos, en las vegas y casas de tabaco; muchos cubanos, e incluso no cubanos, en eventos en el hotel Pinar del Río o en la Casa de Visitas del Gobierno, o invitados por la Casa Taller Pedro Pablo Oliva, en sus centros turísticos, hemos disfrutado en Pinar del Río y por sus hijos e hijas, colegas (incluidos discípulos, profesores, etc.), amistades, amores y a veces, familias compartidas, y también, como es la vida, tristezas y otros sinsabores; hemos sido cautivados por sus encantos naturales, y la hemos visitado por estos u otros motivos, o vivido allí, con mayor o menor regularidad; o por los más variados medios, hemos conocido al menos, disímiles imágenes sobre áreas de las identidades pinareñas, u obras de sus nativos. Tales vivencias más allá de las migraciones siempre de relativa temporalidad, con el amor de muchos hijos adoptivos que a menudo sobrepasa al de algunos naturales (como suele suceder) generan diversos grados de afectos y otros sentimientos: por eso no fue de extrañar la solidaridad de toda Cuba (y otros países) cuando parecía abandonada a los huracanes Gustav e Ike en el 2008 (y probablemente, en otros momentos), que tal vez la despeinaron, le ajaron el vestuario y rasgaron su calabaza, devolvieron sus cenizas al rostro cuando ya eran un pasado definitivo… pero solo por instantes; nada que su Hada Madrina y sobre todo ella, con sus manos y su talento, no puedan rehacer, aun mejor que antes, porque esta Cenicienta nunca perdió su zapato de cristal y como aquella, es hoy una princesa que continúa su cascada de luces y otros aportes a Cuba y al mundo, mientras danza con su sonrisa inconfundible y feliz, al futuro.

 

Notas:

[1] Cita su texto Pinar del Río: su origen; un documento de 1899 del Gobierno Interventor en el Archivo Nacional; Nicolás Martínez Suárez, Secretario del Ayuntamiento que antes de 1905, fue el primer publicista pinareño en publicar varias veces en su periódico el 1571 como año de fundación; otros documentos del Archivo Provincial de Historia y la Biblioteca Provincial pinareños; Adolfo Dollero en su Cultura Cubana. Entre otros textos, Ortega ha socializado sus resultados en su artículo “Un hito importante en la historia de Pinar del Río”; en el tabloide Nuestra Historia, en Guerrillero (que así inauguró su página web, noviembre 2000), “Nuevo viaje a la semilla”, revista Cauce, 2001; en El Explorador; y ha donado originales.

 

[2] Citada en el libro Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana, colección Documentos para la Historia de Cuba, dirigida por Emilio Roig de Leuchsenring, Historiador de la Ciudad de La Habana (Tomo II, años 1566-1574) 1939:226. Recuérdese que desde su fundación hacia 1514 al sur, y ulterior consolidación en la bahía norteña en 1519, la villa de San Cristóbal de La Habana incluía desde el cabildo de Sancti Spiritus en Matanzas hasta el cabo de San Antonio. A Melchor de Rojas lo cita 1899 y Dollero, la Enciclopedia Universal Ilustrada publicada en Barcelona y la Popular Cubana. Además, reconoce como eufemismo el verbo “fundar” para este y casi todos los casos.

 

[3] Ante el gobernador Pedro Menéndez Márquez, el teniente (Licenciado) Diego de Cabrera, el alcalde ordinario Alonso Suárez de Toledo, los regidores Baltasar de Barreda y Rodrigo Carreño, el alguacil mayor Alonso Rodríguez, y el notario Francisco Pérez de Borroto.

 

[4] Cuyo universo pueden ser los 14 municipios de la actual provincia pinareña, cuyo centro ocupa: Pinar del Río, Viñales, Consolación del Sur, Sandino (el extremo occidental y el quinto municipio más extenso de toda Cuba), San Juan y Martínez, San Luis, Bahía Honda, San Cristóbal, Los Palacios, Guane, Minas de Matahambre, Mantua, Candelaria y La Palma (foto museo en ciudad Pinar del Río, y fuentes, www.pinarte.cult.cu) que muestran la rica diversidad en toda la provincia, mucho más heterogénea por tantas comunidades diversas con distintos grados de antigüedad y valores en todos y cada uno de ellos.

 

[5] Recuérdese como historia la huella humana; no sólo los llamados guanahatabeyes (recolectores, cazadores y pescadores por ejemplo en Consolación del Sur, con sus principales asentamientos, lógicamente, en la costa y desembocaduras de ríos) y los preagroalfareros (por ejemplo en la finca El Mulo en Tirado, y en la de Cándido Marimón en el Retiro, ambas del hoy municipio San Luis al centro sur provincial, zona llamada Vueltabajo) sino más allá, se reconocen los protoarcaicos tras su ente protector la foca tropical, como el primer poblamiento humano en Cuba proveniente de la norteña (hoy llamada) Florida, hace unos diez o doce milenios, justo por estas costas norte occidentales de Cuba… que implican por supuesto, las actuales provincias habaneras y Pinar del Río; culturas todas que durante siglos han legado genuino patrimonio en las diversas regiones cubanas, con distintos grados de vigencia, como en la pinareña Bahía Honda al norte oriental, la cueva funeral El Perico I, el conchal Mani-Mani, etc. Y en Viñales al norte, la Cueva del Cura, la de los Petroglifos y la del Garrafón en la Sierra de los Órganos, están declaradas Monumentos Locales por sus pinturas rupestres, entre otros muchos aportes vigentes.

 

[6] Ya del bojeo (1509) Sebastián de Ocampo legaba a la bahía el actual nombre Bahía Honda, donde la ganadería comenzaría como actividad económica hasta el siglo XVIII para el comercio de cueros y carne salada; a partir de las Ordenanzas de Cáceres (1574) que permiten a los regidores mercedar tierras, en los “abundantes pastos, suficientes aguadas, embarcaderos naturales como los de Punta de Carta y Galafre” en el actual municipio San Juan y Martínez al suroeste, se señala que entre 1578 y 1724 se mercedaron los hatos y corrales Sabanas de Pavia, Cuchillas de San Simón, San Francisco o cabecera de Río Seco, Las Yaguas, San Juan y Martínez, San Mateo, Luis Lazo, Tirado y Las Cruces, aun cuando permanezcan aislados de los centros más poblados y sin regulaciones ni control de producción y forma de vida de sus pobladores hasta 1688, cuando fray Avelino de Compostela creó el curato de Consolación del Norte (aun en la segunda mitad del siglo XX, así se llamaba uno de los municipios entonces reconocidos, además del vigente Consolación del Sur), que incluía entre otras, la hacienda existente en el actual San Juan y Martínez, mientras se creaban vegas a orillas de los ríos en los siglos XVI y XVII, de donde se fomentarían luego otras haciendas. Guane se considera el primer poblado fundado en la actual provincia (1596) lejos de la costa para evitar corsarios y piratas, al costado de una loma entre el río Cuyaguateje y la Sierra de Paso Real, donde había un asentamiento aborigen llamado Guaní, y cambió de lugar por disímiles razones hasta radicarse en la barranca del arroyo El Zarzal en 1609, basando su economía en la riqueza forestal y el tabaco; al noroeste Mantua, hoy Monumento Nacional, se cita fundada a inicios del siglo XVII por italianos del bergantín Mantua, víctimas de algún accidente y/o de los ingleses, y recibe la categoría de pueblo en 1716; y el 12 de julio de 1607 es mercedada Viñales, que se declarará oficialmente término municipal el 1 de enero de 1879. En 1690, en Consolación del Sur (centro sur provincial, al este de la capital provincial) se funda la primera iglesia y una casa de hospedería y comercio para los transeúntes entre La Habana y Guane, al suroeste…

 

[7] Mapa citado por Soreghi y Alejandro de la Fuente como asentamientos del siglo XVI, y también por los Drs. Eduardo Torres Cuevas y Oscar Loyola en su reciente Historia de Cuba, p.80. El bautizo, según la Iglesia católica por documento in situ en la pág. 148 del volumen dedicado a la colonia de Historia de Cuba.

 

[8] En el mismo sitio fundacional, según Ortega la plaza que desde 1902 es parque, popularmente llamado de los Franceses y desde febrero de 1931 Martí con el monumento correspondiente “para que marcara el final de la Carretera Central”, espacio tradicional de congregaciones, luchas políticas y vida social local, al que se refirió el 1 de julio de 2005 en taller de la Ciudad. El mismo documento pormenoriza, ya entonces, los nombres de tales 26 barrios, otro aporte a la historia y cultura local.

 

[9] Entre ellos el informe del primer historiador de la Isla, el Obispo Ilustrado Pedro Agustín Morell de Santa Cruz y Lora, quien en visita pastoral recorrió este lugar el 28 y 29 de junio de 1755 y citó “el asiento viejo del Hato de Pinal del Río”, y ratifica que Alonso de Rojas había sido dueño de San Felipe, “cuatro leguas antes de llegar a ese lugar”.

 

[10] Mientras en Guane se establecía un departamento de factoría para controlar la producción tabacalera, donde Guane del Norte incluía el actual Mantua, y Guane del Sur, el resto de Guane. Ortega cita extensa documentación en el Fondo de Escribanía de Gobierno y en el Archivo Provincial

 

[11] Entre 1740 y 1745 se señala el asentamiento poblacional de San Juan y Martínez; en 1743 al este, Sitio Herrera era parte de Hato Quemado, de la que en varios solares, cuatro familias edificarían sus viviendas en la margen oeste del río San Cristóbal (origen del poblado homónimo, al sur de la Cordillera de Guaniguanico, con una zona cenagosa en su litoral sur) y a orillas del Camino Real de Vuelta Abajo; en 1797 José María de la Torre y Antonio López Gómez exploraron la región mantuana y explicaron el asentamiento italiano local por las aguas de pozos, ríos y arroyos. En la última década del XVIII se fomenta la caña de azúcar en Bahía Honda, donde florece a mediados del XIX con más de 30 ingenios; desde el “despotismo ilustrado” se anunciaba el siglo XIX con la nacionalidad cubana y un auge económico y poblacional que también se hacía sentir en este extremo occidental, a donde se desplazaban los cultivos de tabaco habaneros para sustituirlos por cafetales e ingenios azucareros, según el nuevo contexto: en 1808 se compran las tierras de San Luis y Tirado; en 1816 se funda (Nuestra Señora de la) Candelaria al extremo sur oriental; en 1827, se construye la ermita de San Joaquín en San Luis, donde se incorpora el tabaco en el último tercio del siglo XIX; en 1830 se funda San Cristóbal con españoles de las Canarias y Cádiz, hacendados de la naciente burguesía criolla, y vegueros, y luego franceses, alemanes y norteamericanos; en 1839 Villaverde describe la fiesta de Candelaria; en 1853, en el actual municipio Guane, sólo se consideraban pueblos Guane, Paso Real de Guane (hoy Isabel Rubio), Sábalo y Las Martinas (con un total de 4,600 habitantes en 1,498 viviendas; 24 tiendas mixtas, algunas industrias artesanales, 13,424 esclavos; además de cimarrones, como en las cuevas de Hernández y del Negro), y Esteban Pichardo se interesaba por las raíces italianas de Mantua. En 1866, dadas las riquezas del tabaco (autorizado desde inicios del XIX) y su ubicación central, la otrora aldea Consolación del Sur (villa en las postrimerías del siglo XIX) logra su ayuntamiento, sus primeras sociedades de instrucción y recreo, los primeros maestros y otros valores culturales que la consagrarían a fines del XIX como la “Atenas de Vueltabajo”; ya había pinareños en la naciente gesta independentista.

 

[12] Reinaba en España Isabel II; la Secretaría de Gobernación lo comunica el 14 de octubre desde el Ministerio de Ultramar a esta jurisdicción; era una lógica y justa decisión: ya Pinar del Río era Pinar del Río, dada la fama ya internacional de Vuelta Abajo como la mejor productora de tabaco del mundo, y se le reconocían sus progresos consecuentes. Ortega agrega el texto que le envió la directora del Archivo Nacional de Madrid “…con el nº 923/05 (…) elaborado por la Sección de Ultramar (…) “los Libros de Registro de Expedientes del Archivo del Ministerio de Ultramar (…) en el legajo 4686, expediente nº 27 (nº 157 del Archivo del Ministerio). (…) El documento nº 13 (de los 14 que contiene) es la Real Orden dirigida al gobernador Superior Civil de Cuba y fechada en el Castillo de San Ildefonso, el 10 de septiembre de 1867…”, y describe la alegría y acciones consecuentes, incluidos festejos oficiales el 17 de octubre, cuando en el Salón del Teatro Lope de Vega (hoy Milanés) se estrenaría el título de ciudad con banquete, discursos y fiesta social bailable, calles engalanadas por el día, iluminadas de noche estrenando la luz por gas o con las aun mayoritarias lámparas de carburo; mientras el escribano público y de Gobierno Don Pablo García, por costumbre, aun le decía indistintamente, villa o ciudad.

 

[13] En el municipio Candelaria, la Sierra del Rosario es Reserva de la Biosfera desde 1985, con importantes paisajes naturales que incluyen tres centros turísticos: Soroa “el arco iris de Cuba” con su cascada de 22 metros de altura y un orquideario con más de 300 variedades de orquídeas endémicas a 8 Km de la capital; al este el complejo Las Terrazas, con sus baños del San Juan y sitios históricos, como las ruinas del cafetal La Unión y el Buena Vista, parcialmente restaurado. A la Sierra del Rosario también pertenece la zona montañosa de San Cristóbal con numerosas cuevas de bellas formaciones de estalactitas y estalagmitas, manifestaciones volcánicas secundarias de aguas termales sulfurosas (algunas de las cuales legan nombres de comunidades, como San Diego de los Baños), y muchos ríos y arroyos de poco caudal que corren de norte a sur. El Valle de Viñales, una de las cuatro áreas protegidas del municipio homónimo, está declarado Monumento Nacional (igual que el pueblo y sus colonias de Mycrocycas callocomas o palma corcho) por la Legislación Estatal y propuesto como reserva natural; la Sierra del Infierno (donde aun vive la comunidad de “acuáticos”), Sierra Ancón y la Sierra de Viñales. Hay en la provincia fósiles prehistóricos de interés mundial; en Consolación del Sur las palmas barrigonas y ríos de mediano caudal. La península de Guanahacabibes ocupa el 68,7 % del municipio Sandino con fuerte tradición carbonera, en cuyo extremo el faro del Cabo de San Antonio avisa a los visitantes, norte pantanoso y bajo, y en cuyo sur restan huellas de los siglos de piratas en Punta del Holandés y en Cabo Francés, mientras la cuenca del más extenso río de la provincia, el Cuyaguateje, recorre 65 Km hasta Minas de Matahambre y la Cordillera de los Órganos (donde está la mayor cueva de América Latina con 15 Km, Santo Tomás), y está en reforestación, con grandes valores maderables y en general, de rica flora y variada fauna, como en toda la provincia; fue declarada por la UNESCO en 1987, Reserva Mundial de la Biosfera. La cayería es imprescindible en Viñales y Sandino, y el archipiélago y arrecifes de los Colorados lo es para la historia y leyendas de Mantua, sus saludables aires y aguas, su Valle de Caracoles y El Naranjal, atravesados por el cauce del río Mantua, su balneario de aguas minero-medicinales Zequeira y tres playas vírgenes de las cuales, Los Pretiles está declarada “reserva natural”; su barrera coralina y restos de antiguos naufragios y frecuentes accidentes marítimos que para evitar que continuaran, el Cayo Jutía, en Santa Lucía a 7,2 Km de la costa (Minas de Matahambre) hace un siglo que lanzó por primera vez al horizonte un haz de luz.

 

[14] Como el escritor Cirilo Villaverde (nacido en el ingenio pinareño Santiago en 1812, estudió en el cercano San Diego Núñez y entre sus seudónimos, usó “El Ambulante del Oeste”); y el científico Tranquilino Sandalio de Noda, nacido en 1808 en un cafetal en Guanajay, que entonces pertenecía a Pinar del Río y hoy, a la provincia La Habana.

 

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte  http://www.cubarte.cult.cu/ , el 15 de abril de 2009

Link del artículo: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/pinar-del-r%C3%ADo-debate-de-un-aniversario-mas-alla-de-las-cenizas/7877.html
Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

 

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