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Más allá del ciberespacio
(Carta a Augusto Rivero para Reinaldo González, Abel Prieto... “guerrita de los e-mails”)
3era. Edición

por Dr. Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 
 

1era. Publicación: circuló por e-mail a todo el ciberespacio del 7 al 8 de febrero 2007.

2da. Publicación: Revista digital Consenso. Marzo 2007.

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez

Estimado Augusto,

Mucho te agradezco (también a los otros, pero sobre todo a ti, el más sistemático al menos para conmigo) que me hayas mantenido al tanto de muchos de los pormenores suscitados en estos singulares inicios del 2007 en cuanto a tópicos que a mi juicio, en efecto, son cardinales no sólo para la cultura cubana, ni siquiera sólo para toda nuestra sociedad actual, sino incluso, diría yo, para salvar lo mejor de la Revolución contra su enemigo más peligroso: el interno (invariablemente enmascarado como revolucionario), y continuar aportando así a las más esperanzadoras luces en otros pueblos del mundo.

No te había escrito antes porque soy la antítesis del pescador en río revuelto, que lamentablemente, tanto abunda; sabes que, hoy como ayer, en estos como en otros conflictos sociales, no son todos los que están ni están todos los que son, y detesto que me confundan con los que no pretenden más que el protagonismo; pero claro está que no puede ser motivo para que dejen de revolverse los ríos cuando es menester fertilizar la tierra. Por otra parte, respeto demasiado a muchos de los que han cerrado filas, y que aun cuando no lo sepan, han sido Maestros míos; ello no puede confundirse tampoco con la seudo cultura que también existe, donde lo que vale no es lo que se diga o haga, sino quién lo diga o haga. A menudo se confunde la farandulería con la farándula, y yo detesto la primera y admiro y respeto demasiado a la segunda, de la que se han pronunciado tan grandes voces para aprender y crecernos, sobre todo, en el talento que a nadie debe faltar: el del humanismo; algunas de ellas, además, tan dolidas y con tanta razón, que quien pretenda tergiversar la humana y revolucionaria sed de justicia a resentimientos ni venganzas de ningún tipo, sobre todo cuando se levanta para evitar retrocesos de los que la Historia rebosa triste, horrible y hasta irreparablemente, deviene aliado natural, cómplice y promotor de quienes tanto daño hicieron y aun peor, de sus rebrotes actuales. Finalmente no creo pertinente llegar a deshora, y aun cuando pienso que faltan cosas por decir parecen calmarse las aguas... cuando nuevas voces se incorporan, en un concierto bien irregular y no siempre con la armonía necesaria. En tal sentido quedo tranquilo conmigo mismo, por cuanto lo que a mi juicio falta por decir aquí, ya lo he dicho en diversas tribunas mucho más allá del ciberespacio (de hecho es primera vez que toco estos temas en correos electrónicos, y sinceramente, espero no repetirme) a menudo bien solito, sin esperar ningún coro aun con toda su justa dignidad, meses, años antes, sistemáticamente, en mi obra cotidiana, que creo es siempre nuestra mejor arma. No obstante, si así lo estimas en tanto aporte, te dejo total autoridad para que lo incorpores al discurso colectivo: me molestó el programa con Papito Serguera (fue el que vi, de los referidos) pero no me extrañó; ni siquiera, fue lo que más me molestó. Me explico a continuación, pues si unidad, apoyo y nuevos argumentos se requieren para vencer en causa tan justa como urgente, aquí te envío humilde y modestamente mis análisis, producto de mis experiencias ulteriores en tanto otra generación hija de aquella, matizadas sobre todo a través de mi obra como investigador en torno a, es verdad, tan silenciada coyuntura, y lo que podríamos denominar, por lo menos, ecos actuales.

En cuanto a quiénes intervengan o no en el debate, pienso como diría Martí, que se abran los brazos a todos aquellos de buena voluntad; esa ha de ser la única condición probada: la buena voluntad. Fuera del país y por todo el mundo (si no fuera por el contexto y esa obsoleta etiqueta de "salida definitiva", no sería tan doloroso decirlo), hay cubanos e incluso no cubanos que no dejan de ser aportes sustanciales, no pocos tuvieron que huir por coyunturas similares como las que nos ocupan, muchos imprescindibles y casi expulsados; y los hay también, sin la menor duda, quienes aquí hicieron muchísimo daño con la mayor hipocresía y oportunismo, luego literalmente traicionaron (digo traición en cuanto a lo que resulta imperdonable para mí, los que han escalado sobre obras y vidas ajenas) y hoy se pretendan volver para pescar una vez más en río revuelto, siempre en su provecho personal. Se habló en determinado momento de las "cobardías intelectuales" que, en efecto, hubo: en primer lugar creo que hay (total presente, ojalá y no fuera futuro), dentro y fuera de Cuba, no puede verse sólo como un pasado a rememorar, sino como un presente a resolver; y en segundo lugar es injusto colocar en la misma balanza los cobardes que además, se aprovecharon de la situación para escalar su propia obra y mantener posiciones sociales, de aquellos otros que simplemente, fueron las víctimas o, al menos, se abstuvieron de dañar a los demás y por ello mismo, por lo general, son ignorados, o al menos lo fueron durante muchos tristes años, más allá de quinquenios y decenios. Dentro del país también los tenemos de todo tipo: muchos imprescindibles, genuinos, hasta valientes, y los cobardes, y aquellos otros que no se han ido por la simple razón de que saben que aquí están más cómodos, y siguen enmascarados... Uno de los textos en que más insisto con mis estudiantes es aquel antológico ensayo de nuestra literatura, "Máscaras Políticas" de Félix Varela, tan vigente como insuficientemente promovido... ¿otra casualidad, o "simple" miopía de los encargados de esta promoción en las librerías y planes de estudios? Ya en los años difíciles de Varela, y antes, y hoy, han habido y hay tales personajes, agazapados o realizados de una u otra manera... y por supuesto, son especímenes sin originalidad alguna, para nada privativos de nuestra sociedad ni de nuestro proceso, es una de las miserias humanoides universales, pero ello no nos convida a la benevolencia con "los de aquí"; todo lo contrario, en pro de lo mejor no sólo de nuestra cultura, sino de nuestra humanidad y de nuestra Humanidad. Pienso además, que este debate nos compete no sólo a los (por uno u otro motivo, por una u otra vía) afortunados con computadora y más aun, con correos electrónicos en nuestro país, ni sólo a los artistas e intelectuales, pues los objetivos de análisis implican, pero trascienden en mucho a la política cultural del Gobierno, aun cuando la misma la considero esencial para todo el sistema que de hecho es la sociedad, en tanto la cultura no es solamente, Cultura ministerial, administrativa y ni siquiera institucional, sino como ya se reconoce, el espíritu mismo de todos sin excepción; bienvenidos todos aquellos con buena voluntad.

No fue mi generación la que sufrió directamente el llamado quinquenio gris; pero creo que distintivamente, las afectaciones alcanzan a todos. Hijo de pintor de aquella generación (Manuel Couceiro Prado, quien fue además promotor, profesor, estudioso, crítico y entre los artistas de más reconocida y genuina trayectoria revolucionaria antibatistiana cuando sufrió tortura, luchador antes y durante todo el proceso revolucionario, mereció indiscutiblemente la Medalla de Combatiente entre otros méritos), recuerdo en el hogar de mi niñez que Papito Serguera era un nombre mal mirado no sólo por los artistas e intelectuales, sino hasta la burla popular. Por razones de edad, no puedo dar más detalles; pero sí recuerdo a mi padre morir infartado en noviembre de 1981 (mucho después de dicho quinquenio gris) luchando contra los extremistas y el oportunismo dentro de la propia UNEAC (algunos de los cuales, poco después abandonaron el país... ciclo de tétrica ironía que todo cubano, lamentablemente, reconoce) actitud de enfrentamiento a encumbrados funcionarios de antaño cuya honrosa antipatía le ganó; en consecuencia, aun más de 25 años después de su deceso y a pesar de considerarse entre los pintores insignia de aquellas décadas (protagonista en la Antibienal, en la Caseta Universitaria, en la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, en la UNEAC, en el mismo Consejo Nacional de Cultura, en los primeros artistas en las comunidades y en la enseñanza artística, en el Grupo Antillano, etc) y de dificultarse que ninguna obra suya salga de Cuba por su valor patrimonial y muchas envejecen casi ocultas en los fondos del Museo Nacional, aun hoy, nunca se le ha incluido ni siquiera con una obra en las salas expositoras, sin la necesaria promoción que redundaría en bienestar de toda la cultura cubana, por la riquísima variedad que en nuestra paleta nacional explicitaría en cuanto a personalidades, estilos, tendencias... Quiere esto decir, que el abuso de poder de los odios personales por haber sido cuestionados y el enfrentamiento intolerante no solamente alcanzaba el año 1981, sino que su daño continúa 25 años después, y es ese el daño el que se opone y tergiversa absolutamente a la política cultural de la Revolución, que nunca fue esa; es irreversible, pero no en manos de aquellos funcionarios que la han manipulado y la manipulan en las distintas instituciones, niveles y sectores según su propio ego, para causar graves lesiones a la imagen y al mismo proceso revolucionario; más que definirla que ES irreversible, creo que debemos luchar porque no sea reversible según la tergiversen los dogmas, "piñas", extremistas, intolerantes de todo tipo, egocéntricos, oportunistas y otras miserias humanoides, ni de antes ni de ahora. Por mi parte, sigo confiando en la auténtica política cultural de la Revolución, según la cual la promoción de los mejores valores de nuestra cultura (no sólo mi padre) no dependa de los esfuerzos de los familiares, ni de las "piñas" excluyentes de los funcionarios según simpatías ni antipatías ni prejuicios personales de ningún tipo ni insuficiencias culturales diversas; sigo confiando en los verdaderos promotores y en los más profundos y valientes estudiosos de nuestra cultura.

No creo para nada que la injusticia en torno a mi padre haya sido un hecho aislado, con el silencio sobre nombres que simplemente, por sus planteamientos en uno u otro momento, no convenían a estos mismos "piñeros" extremistas; ¿cuántos otros nombres importantes de nuestra cultura estaremos ignorando, que sin embargo, completan el arcoiris oculto de la cultura cubana en cada momento histórico? La ciencia (con la debida ética y rigor, inseparables) está para ello, para revalidar dichos nombres que es enaltecer aun más nuestra cultura y a nosotros mismos más allá de todo prejuicio y otros intereses lamentables, y en ella confío, por mi padre y por los demás. Y no es un hecho aislado, cuando muchos de los que cometieron atrocidades de una forma u otra, se han mantenido en unos u otros puestos o castigados "hacia arriba", como reconoce no sin fundamentos la voz popular: de alguna manera rememora aquel histórico documento de nuestras luchas, "son los mismos", aunque en ocasiones no sean exactamente las mismas personas, a muchos de los cuales no convienen los análisis más profundos de tales períodos en cuestión. Quiero decir: hubo Pavón, y Serguera, y otros (aunque sin disminuir en lo absoluto su culpabilidad personal, si florecieron es en el mejor de los casos, porque se les permitió, inconcebible en lo que debiera ser un Estado auténticamente Socialista...¿cómo se pudo ir de las manos aquello que pasaba a toda vista?); lo más preocupante es que esos personajes los hay aunque con otros nombres, y lo verdaderamente revolucionario de cada momento es enfrentarlos en cada momento... el ciberespacio se ha mostrado como un arma noble, pero insuficiente; primera vez que escribo sobre esto en el digital, y no creo que vuelva a hacerlo, puesto que sistemáticamente, en mi obra cotidiana, he estado tomando otras tribunas que me han ocupado más (sin demérito alguno para la presente) en función de combates tan urgentes como este que a todos ahora nos preocupan, y sobre todo, felizmente, hoy nos ocupan a tantos, y de tanta valía. Hay que extender el debate a otras tribunas, de las que tal vez la de la Casa de las Américas del 30 de enero, sólo haya sido la primera; espero que feliz, puesto que el hecho de la entrada por invitación ha sido una muy lamentable y peligrosa (confiemos que no mal intencionada) limitante, a pesar de las justificaciones, con mayor o menor lógica, pero que justo no se debía tronchar, sino canalizar, la participación de todos, en aras de la autenticidad de las soluciones que pretendemos.

Estos debates demuestran, entre otras cosas, que la historia se escribe, quieran que no y a pesar de la censura más reaccionaria (más reaccionaria aun cuanto más pretenda hacerse llamar revolucionaria, que es la peor de las contrarrevoluciones), y nuestro papel quedará en ello, para bien y/o para mal; la impunidad es, en el mejor de los casos, bien relativa, más tarde o más temprano, y los que hoy aparentemente no son vencedores, también ya tienen objetivamente su historia que algún día, saldrá a la luz; y estos debates hace falta que sean tenidos en cuenta cuando se quiera realmente rectificar errores, que a menudo son horrores por reiterados e indolentes, y son necesarios justo para que la política cultural de la Revolución siga siendo irreversible, y no dependa de los prejuicios y limitantes de sujetos entre los que abunda ese enemigo interno (oportunistas, escaladores, panzistas) que tanto daño le hace cuando comete sus atrocidades justo a nombre de la propia Revolución, y la prostituye según sus intereses personales, su propia ignorancia y mezquindad humanoide, egocéntrica y de prepotente e impositivo autoritarismo. No hay "grados enfermizos de homofobia", como leí también; la homofobia (hija natural del heterosexualismo, que no es lo mismo que heterosexualidad, y toda nuestro entorno desde el vientre materno se degenera por una pseudocultura heterosexualista con más o menos ribetes homofóbicos: la familia, la comunidad, la escuela, los medios de comunicación, etc.) ES, por definición, enfermiza; puede ser más o menos patológica y nociva; pero SIEMPRE es patólogica y nociva, así como el racismo, y como todo otro tipo de discriminación; incompatible con lo que debe ser un comunista, ni siquiera un revolucionario, puesto que la homofobia (eso sí) la lastramos de lo peor de las sociedades precedentes más retrógradas.

Claro que dentro del proceso revolucionario existen etapas, períodos, contextos... pero no pueden devenir dogmas. Se habló del quinquenio gris, para otros decenio... de cuándo a cuándo? Si por la represión homofóbica juzgamos, podría sumarse a la canción de Manzanero, como un decenio de más de 30 años?... y claro que tiene antecedentes, incluso muy anteriores del triunfo de la Revolución, pero justo con esos nefastos antecedentes es con lo que se espera (se sigue esperando) que rompa la Revolución, por lo que su análisis se centra en las expectativas que genera la misma para acabar tambien con esta deformación heredada, no para acunarla. No estoy de acuerdo que subyacen en la cultura cubana, sino en la pseudocultura. Nuestra idiosincrasia (así dogmatizada, vilipendiada a mi juicio) cuenta también con numerosos ejemplos de tolerancia y aceptación históricamente dados, más incluso que en otros pueblos "de idiosincrasias similares", como España donde sin embargo, hoy se aprueba el matrimonio gay, o Brasil, cuyas telenovelas llegan a ser las mejores clases de educación sexual que reciba nuestro pueblo en materias como esta, si recordamos desde Cecilia y Laïs y Sandro y Jefferson hasta Eleonora y Jennifer, y Ubirazi y el Turco... (a propósito, soy yo el único que siente una historia mal contada, o quizás cortada, al respecto de estas relaciones homosexuales en la actual telenovela brasileña "Señora del Destino"? Sería muy penoso confrontarlo con la original, que por ley supuestamente no debe ser así violentada) y otros muchos ejemplos de otras culturas latinoamericanas y de idiosincrasias "similares". En todos los casos, como revolucionarios, siempre hemos de mirar y dirigirnos hacia lo mejor, y no hacia lo peor; los revolucionarios que no hacen más que mirar para atrás, son los que llamo "revolucionarios de tortículis". Me indigna cuando hacen ver que la cultura cubana es la más retrógrada al respecto, para mí son afirmaciones apátridas, pues en contextos muy humildes y de escasa preparación académica han habido y hay, sin embargo, los suficientes valores humanos como para darse múltiples ejemplos de tolerancia y hasta aceptación, que en otros supuestamente "mejor preparados", no... cosa que tampoco puede ser dogma, puesto que claro está, una mejor preparación cultural debe sentar mejores precedentes...pero no necesariamente lo logra, no seamos academicistas. También los hay, por supuesto que sí y hasta más lógicamente, con bajo nivel de todo tipo, incluido humano en la intolerancia, y alto nivel de todo tipo, incluido humano en la aceptación. El fenómeno es más complejo y no podemos reducirlo a títulos; pero no es la cultura, sino la pseudocultura. Más allá del quinquenio y del decenio, espero no haber sido yo el único que oía "Que se vayan los homosexuales" en 1980, año cuando la "Universidad para los revolucionarios" tronchó carreras y vidas por ser amanerados, o por sospechas de homosexualidad... tuve que escoger entonces, entre seguir siendo militante o seguir siendo (lo que para mí debe ser un) comunista, y no vacilé en la segunda opción; no acepto tampoco que nadie se justifique con que el momento era difícil, porque en ese mismo momento hubo otras actitudes que lo que quizás exigían mayor valentía; dentro y fuera del Comité de Base, logré con algún que otro loco como yo, incluso a sillazos en cierta muy tensa ocasión (a tal grado y peor llegaron las tensiones y daños a evitar en aquella que degeneró como purga personal), que de mi contexto se expulsaran gente por sospecha de homosexualidad ni por ir a actividades religiosas; ya no practicarlas, sino simplemente, ir: una compañera fue expulsada de la UJC por haber ido a una Misa del Gallo; otra no militante se le obligaba a abjurar de visitar San Juan de Letrán, so pena de ser expulsada de la Universidad; entonces algunas de las muchachas que dirigían tal proceso en nuestra aula por la UJC, con evidentes rasgos lésbicos, nos llamaron a los varones del Comité de Base para que fuéramos con palos a patear a todo el que viéramos peludo o amanerado por el Coppelia; la acción se frustró pues los varones nos negamos y ellas no pasaron de vociferar que lo harían personalmente. El terror se delataba en las pupilas de todos. Ya yo no estaba en el Comité de Base, me habían propuesto una sanción por "criticar a militantes incriticables" (creo que la misma auto denominación los auto califica) y ser "lider de las masas" (lo asumo como demasiado honor para mí); mi expediente como militante había sido "extraviado" y por tanto, desactivado. Muy conveniente para los que dirigían tal proceso, cuya homosexualidad en dos de ellos, fue revelada poco después, aunque mientras tanto querían expulsar a un compañero por amanerado y lograron incluso expulsarlo de beca (pudo salvar su carrera por los habaneros que lo cobijamos en nuestras casas) y otro tuvo que cambiarse de año (no por casualidad, casi todos los que trataban de "sacar del camino" eran los mejores expedientes); otros de sus cazadores aun pretenden esconder su homosexualidad (masculina y femenina), parapetados detrás de sus posiciones sociales, aunque por lo general, hoy se (mal) disfrazan de libres pensadores. Pienso que por poner el dedo en yagas como esta, fue que molestó tanto en Cuba (en ocasiones hasta la casi agresión), el filme "No se lo digas a nadie". Nada extraño, verdad? Todo esto, y aquel "Que se vayan", autotraicionado al agredir a los que se iban, escribió otro de los períodos más tristes durante el proceso revolucionario, por el daño que hizo a la imagen del mismo. "Que se vayan" debió ser, simplemente, eso: que se vaya el que quiera. Agredirlos, manchaba a la misma Revolución, y he ahí la verdadera contrarrevolución. No sé si los que extienden el "decenio gris", incluyen 1980.

Sin embargo, no todo culminó en 1980. En 1983 personalmente, fui víctima de una falsa acusación por un policía vestido de civil (peor que peor) en Santa María del Mar; yo conversaba con otro muchacho sobre temas absolutamente triviales (cómo estaba el día, el mar, Yemayá...) a casi dos metros de distancia uno del otro sentados en la arena, cuando un mulato (no obviemos entre las miserias humanoides el racismo multidireccional) tras pedir mi carnet de identidad (no el del otro joven, lo que demuestra que no había nada más entre nosotros) me pidió que no había ningún problema pero que lo acompañara a la unidad; conmigo llenó el único puesto vacío que quedaba en una guagua donde todos luego, fuimos acusados de estarnos trasvistiendo en la playa y armando escándalos. Vi salir algunas de las muchachas tras conversaciones algo íntimas con algunos de los guardias, sobre las cuales todo lo que diga sería especulativo; también algunos varones, entre ellos quienes fueron recogidos por "papás" de poder, incluido un militar. Los que no teníamos "papás" ni conversaciones "íntimas" con nadie, pasamos tres noches y días en calabozo en condiciones infrahumanas, en los que pude comprobar que no solamente en mi caso la acusación era falsa, pues muchos de ellos tampoco se conocían entre sí; con todo el impacto negativo y traumático para cada individuo y para los diversos contextos familiares, algunos incluso en sus diversos centros a los que faltaron el lunes y por supuesto, todo el impacto político negativo consecuente. Hubo un juicio donde la pregunta no era si era cierto o no que estábamos trasvistiéndonos; la pregunta era si éramos homosexuales o no, lo que me negué a contestar porque no era, no podía ser por constitución, el tema del juicio; no era (no podía ser) por eso por lo que nos acusaran, sino por el falso "escándalo público". Se nos impuso una carta de advertencia según la cual no podíamos visitar más las playas del este, tuve que pagar la multa para poder salir, contraté un abogado para apelar y acusar a la policía por la falsa acusación (en lo cual el abogado se negó a apoyarme por decir que nunca ganaríamos esa batalla contra ese policía que nunca más vi después que me llevó hasta la guagua) y gracias a un testigo que había, gané el juicio meses después; tuve esa satisfacción, aunque a costa de un elevado precio de tensiones, salud, humillaciones. Probablemente, aun guarde los documentos de tan bochornoso incidente... bochornoso no para mí, sino para los que cometieron tamaño horror... eso no es un error, sino un horror. Claro que lo rememoro sin la menor vergüenza, con la justicia y la paz de espíritu que atañe a todo inocente; no es posible vivir en un contexto en que cualquier abuso de poder te puede acusar, aunque sea falsamente, y ya; de ahí mi enfrentamiento, al ser el único que apeló; los demás, aun inocentes, estaban aplastados por las circunstancias. No se mal interprete como resentimiento, sino como análisis crítico al que debe ser sometida nuestra historia por las incidencias actuales a las que nadie quiere retornar. Aun a mediados de 1984, fui detenido con dos amigos a la salida del ballet en el García Lorca, donde esperaba la policía para escoger entre el público que salía de la función (el ballet como sospechoso), y personalmente se cuestionaban, si yo vivía en Plaza de la Revolución, qué hacía en la Habana Vieja, a lo que respondí que sin guerra entre municipios no podían considerarme en espionaje... gracias a un Político en la estación pertinente, en esta ocasión no nos hicieron pasar la noche en la unidad, ni hubo juicios ni multas... pero era necesario? ¿Causó, o no causó daño de todo tipo? En esos mismos años, un grupo de jóvenes que esperábamos entrar al café cantante del teatro Hubert de Blanck fuimos apedreados por dos individuos desde el frente; todos huyeron, excepto Samuel y yo, y al ver que no le huíamos los dos individuos vieron a golpearnos; pensamos enfrentar una batalla estúpidamente impuesta, aunque suponíamos no tan sucia, pero los individuos escondían piedras entre sus manos y anillos metálicos con los que por poco pierdo un ojo; todo el teatro presenció los hechos. La policía nos recogió a Samuel y a mí, y en la patrulla recorrimos las inmediaciones hasta detectar a los individuos, quienes ya en Zapata y C exponían que tenían que acabar con los maricones que iban al teatro, mientras nosotros explicábamos al oficial que habíamos sido agredidos y que queríamos acusarlos formalmente, yo con mi rostro sangrante, para recibir la respuesta del sonriente oficial que si los acusábamos sería palabra contra palabra y que cualquiera muy bien podía pronunciarse contra nosotros, ignorando nuestra propuesta de que el teatro estaba lleno de testigos; lo mejor que logramos fue que nos dejaran libres antes que los atacantes para que no nos volvieran a agredir, pues continuaban ostentándonos sus amenazas delante de la policía. También en 1985, topé con un amigo, otro joven y excelente economista cuyo único delito era vestir a la moda y salir de la Casa del Té de la Habana Vieja (a mi juicio, su época de oro en todo sentido) agredido con latones de basura y perseguido por los agresores por todo el boulevard de Obispo... la policía sólo apareció para inculparlo a él por "escándalo público", si bien en este caso, por fortuna, no pasó de la intimidación. No son para nada, hechos aislados ni fortuitos, ni creo que yo haya sido el más desafortunado de la época; conozco muchos otros casos todos estos años, más y menos horribles... ¿quién no? Estoy seguro que si convocáramos a experiencias vividas, obtendríamos al menos una enciclopedia, pero la intención (al menos ahora) no es recapitular tantas y tantas anécdotas lamentables, ni tampoco la queja tardía, sino preguntarnos ahora, que estamos a tiempo: ¿estos años, no son parte del quinquenio, o decenio gris? ¿Hasta qué punto "gris", que a la postre no deja de ser un color con sus potencialidades como todo color, sería el adjetivo adecuado para ello? En mis años de vida bohemia de los jóvenes artistas (siempre estudiando y trabajando con óptimos resultados, nunca he dejado de hacerlo ni por un día de mi vida, y ello se evidencia en toda mi obra y mi trayectoria estudiantil y profesional con óptimos resultados) cuando sobrevino el Período Especial, la policía era el mayor obstáculo que teníamos para esa etapa de la vida tan necesaria y que tanto enriquece la vida nocturna (y diurna) y la cultura cubana (recordemos los años gloriosos del Gato Tuerto, del Pico Blanco del St. John, de los cabarets genuino patrimonio de nuestra cultura en los hoteles que no daban abasto y recuerdo ahora con tristeza un artículo en nuestra prensa escrita que pretendía defender la cultura del cabaret bajo el título: "El cabaret: un mal necesario"; era la época de otros centros nocturnos que aun con sus limitantes llevaron al apogeo a la cultura cubana de antaño) y en particular en determinadas áreas capitalinas. Nos preguntaban intimidantes, qué hacíamos a las 10 de la noche en un parque, con nuestros poemas, nuestras guitarras, nuestras improvisaciones callejeras, que en resumen fue una etapa particularmente creativa de mi vida (estuve entre los fundadores de la Asociación de Jóvenes Artistas de Cuba en 1986). Comenzaba el siglo XXI y me pedían por Cultura Ciudad de La Habana, una investigación para determinar por qué se había acabado la vida nocturna de La Rampa... casi parecía una burla. Entre lo malo del transporte, todo en dolar (hasta entonces fuertemente penado y de pronto, señor a reverenciar) sin que ello implicara a la larga mejor servicio, ningún espacio ya abría las 24 horas como requiere toda vida nocturna y áreas metropolitanas, y encima la policía... qué podía esperarse? Otro frente de batalla casi diario durante (al menos) toda la década del 90, se desarrolló en cada Festival de Cine Latinoamericano, justo cada vez que se proyectaba una película en la que se sabía o sospechaba temática gay, hasta entonces tan censurada... era difícil comprender cuándo la policía (a veces, la propia administración del cine) realmente ayudaba a bien lograr o a mal lograr la actividad, generando todo tipo de molestias, inconvenientes, a menudo humillaciones, mientras un público sólidamente masivo y sumamente heterogéneo para estos espectáculos, mucho más allá de toda orientación sexual, ha demostrado ser siempre interés con buena recepción en nuestro pueblo disciplinado y motivado, al margen de individualidades; un incidente similar pasó en el teatro Karl Marx cuando se anunció por primera vez la película de los Beatles, en que la policía acudía a "cuidar" con más prejuicios que si el público fuera una celda de homicidas violentos, lo que unido al retardo innecesario de la administración del teatro provocó pésimos antecedentes que me motivaron una pieza teatral (Un Joven llamado Beatle) que, a pesar de haber obtenido ya un Premio Nacional en Teatro para Niños, no se promovió por el mismo Taller de Dramaturgia al que aun pertenecía.

¿No han leido alguna que otra vez y durante todos estos años incluso de fines del siglo XX e inicios del XXI, en nuestra prensa escrita donde ha de seleccionarse muy bien cuanto se publica, algún pequeño artículo nocivo de "indignados moralistas" que han llamado a levantar cruzadas contra los "pervertidos" del Malecón, de La Rampa, de Coppelia? ¿Acaso no oyeron hablar de la Operación "Dignidad", apenas en el 2005 a 2006? Voz popular pero muy creíble (ya que de esto nunca se publica nada oficialmente) cuenta que la propia Mariela Castro en persona tuvo que ir a liberarlos; y casi es una paradoja, o una reacción, que mientras Ambrosio Fornet, Desiderio Navarro y otros debatían estos temas en la Casa de las Américas el 30 de enero de 2007 (fecha que sin lugar a dudas, pasará a la historia de nuestra cultura en una más consecuente aplicación de nuestra política cultural) arreciaban nuevamente las riadas policiales homofóbicas, y han vuelto a recoger por el Malecón a todo supuesto homosexual (no obviemos los equívocos) al que han estado imponiendo en Zapata y C, cartas de advertencia y multas. Personalmente estuve el sábado por "las áreas" del Malecón, que ahora parece ser como los antiguos clubes, a sentarse "por pareja" (por supuesto: parejas heterosexuales) Incluyamos también lo antipolítico, y antihabanero, de la medida según la cual la persona que esté en la capital sin residencia en la misma, es devuelto a su provincia y se le imponen multas diversas de cientos de pesos. Como habanero de tradición me siento ofendido porque han tomado esa decisión que sólo (de)genera regionalismo y los peores sentimientos en las personas, medidas según la cual, los habaneros rechazamos a los de otras provincias, lo cual es absolutamente tergiversado; medidas tomadas a menudo por personas que dirigen en la capital, pero que obviamente, no representan la riqueza de toda la cultura nacional con que se ha nutrido y conformado históricamente nuestra capital, con tanta hospitalidad como la más, a pesar de que en el imaginario se haya levantado otra imagen, tal vez por medidas y normativas como la que ahora molesta; medida que dirigen sobre todo contra los jóvenes, principalmente varones, sospecha de prostitución, de homosexualidad, etc. Nada de lo cual justifica tan antipolítica y falsa solución, mientras el nuevo y sí bien acertado slogan "capital de todos los cubanos" florece por todas partes; increible contradicción. ¿Nada de eso conforma parte del quinquenio, o decenio gris? Al menos como ecos o herencias nefastas deben evaluarse. Claro: es mucho más fácil hablar del pasado, que de los problemas actuales; pero es mucho más revolucionario enfrentar y tratar de resolver los problemas actuales, justo para que nadie más pueda seguir traicionando la política cultural de la Revolución, ni sus mejores ideales que tanta sangre y sacrificio ha costado.

A todo lo anterior hay que agregar dentro de nuestro propio sector, las intolerancias artísticas, estéticas, imposiciones de gustos personales, elitismos, populismos, reducciones dogmáticas y egocéntricas de "lo cubano", y hasta racismos, si recordamos la multidireccionalidad del racismo. Por eso decía en un inicio, que claro que me molestó Serguera en TV y comparto la indignación general, pero no me extrañó, y ni siquiera fue lo que más me molestó. ¿Qué tal los nuevos intentos contra todo otro arte o gusto musical, contra todo otro grupo fuera de las convenciones, que recuerda aquellas cacerías contra los pioneros del rock, e incluso de la nueva trova... dignos herederos de los que antes también arremetieron contra el danzón, y siempre, contra todo lo nuevo? ¿Es que no aprendemos de la historia? Parémonos hoy frente a la estatua de John Lennon en 17 y 6, si fuera necesario recordarlo. Hay creadores (muy triste cuando se detectan entre ellos auténticas lumbreras) de un egocentrismo patológico que no dañaría si no fuera por su animadversión a todo "otro", por razones supuestamente esteticistas... se engrandecerían mucho más con una mayor comprensión, si no asimilación, de la otredad. No quiero agregar los tonos despectivos (también televisados) contra los "blanquitos..." con diversos adjetivos agregados, contra el más genuino y diverso "color cubano", que lo único que hace es fomentar el racismo (el racismo es uno, igualmente peligroso y nocivo, contra todo color de piel, de pelo, de ojos) y en consecuencia, dividir lo que como el Dr. Jesús Guanche, reconozco "el etnos cubano" (uno en su riquísima diversidad), debilitar nuestra cultura y una vez más, tergiversar nuestra política cultural. Todo ello conforma partes de un mismo sistema de peligros, que no debemos permitir bajo ningún concepto, que se vuelva a imponer.

Como decía en un inicio, nunca esperé esta masiva reacción, y creo como Martí, que la mejor arma de combate es nuestra propia obra, y en la misma cotidianidad. De hecho, consciente que es tarea de todos y entre todos, he clamado varias veces al propio Centro Nacional de Educación Sexual (al coincidir en eventos, al invitarlos a nuestras acciones conjuntas con Cultura y en las comunidades, al proponerles un trabajo en 1998 titulado ¿Cultura Homosexual? del que nunca recibí respuesta aunque sí fue exitosamente acogido para un Simposio Internacional de Antropología) porque nuestra sociedad está urgida de una educación anti homofóbica, tan constante y sistemática como la que más, y en todos estos años, no se ha hecho. No basta con decirle al trasvesti o al homosexual sus derechos, y acogerlos en su institución, o irlos a sacar de las estaciones de policías, celdas, campos... Hay que evitar no sólo que sean llevados a dichas estaciones y celdas, sino que sean molestados innecesariamente cuando no han promovido ningún desorden... y aclaremos que el sólo hecho de considerar desorden en un homosexual lo que no se evalúa en un heterosexual, es homofobia, contra la que hay que luchar. Es homofobia no admitir a los homosexuales lo que se les admite a los heterosexuales, darse la mano o un beso, al menos en la mejilla. No es (sólo) a trasvestis, transexuales, homosexualidad, bisexualidad, metrosexuales, etc. sino que es a toda la sociedad a quien hay que educar en los derechos que todos tenemos a escoger nuestra sexualidad; y no se hace. Al menos, no como urge nuestro país, dados los antecedentes analizados. De hecho, pienso que la homofobia, al igual que están explicitado el racismo, diferencias religiosas y otras marginaciones que lesionan la dignidad humana, debiera ser directa y explicítamente condenada en nuestra Constitución, sin ambigüedad alguna. Creo que las propias ciencias jurídicas están tambien llamadas a conformar parte en esta urgente batalla, para una cultura del derecho y el deber más avanzada en nuestra población.

Repito: nunca esperé al ciberespacio para esto, ni a un coro que, por demás, tanto respeto y al que no temo unirme en lo absoluto, si fuera necesario; pero desde la misma conformación en 1989 de nuestro Programa de Desarrollo Cultural en Plaza de la Revolución, como especialista, dejé explícita la cultura sexual en eso que hoy llaman (abusan incluso, diría yo, con nuevos dogmas y cierta tergiversación también contra especialidades) como cultura integral, y de la que me siento honrado por haber levantado desde entonces y desde esta mi pequeña Patria, una primera trinchera; particularmente contra los prejuicios, y concretamente con los temas de la homosexualidad y la lucha contra la homofobia han ido abriéndose espacio exitosamente desde 1993, desde nuestros eventos municipales a otros, como ya cité el internacional de 1998; implícitamente ha estado presente en otras obras mías todos estos años, y explícitamente hemos dado cabida a esa pléyade generacional que, por fortuna, en las más diversas disciplinas (Historia, Sociología, Antropología, Estudios (Socio)Culturales, Psicología, Biología, Comunicación Social, y un vasto etc.) han estado asumiendo cada vez más con menos prejuicios y más variada y valientemente la temática; de ello hablo en mi obra propia, si bien me parece que la lucha frontal contra la homofobia aun está en pañales; pañales que también tenemos que ayudar a cambiar. Personalmente, en mi Diplomado en Historia General Contemporánea, fue el tema que desarrollé en las culturas asiáticas y su periferia, y en el norte americano (muy bien acogido: a mi juicio, mérito que hemos de reconocer al Departamento de Historia de la Universidad de La Habana), y su extensión al caso cubano fue aceptada en julio del 2006 por la Unión de Historiadores de Cuba de la Ciudad de La Habana (con todos sus coauspiciadores, incluidos el PCC Provincial y la Oficina del Historiador de la Ciudad) y excelentemente acogida en su III Simposio "Emilio Roig de Leuchsenring", luego 1era. Mención en el "Cultura y Desarrollo" de la Ciudad de La Habana, primer evento de nuestro sistema cultural en la capital que asume esta temática hasta ahora vetada año tras año (aquí salieron a relucir lo que reconozco como "pequeñas homofobias" sobre todo por la incomprensión, pero el apoyo volvió a ser unánime, todo lo cual refiere que en todos estos eventos y sectores existen también las mejores voluntades), donde se analizaba la homofobia en el país en todos estos años, con múltiples ejemplos de gran actualidad. Igualmente exitosa fue la acogida que, una vez más y al igual que hizo en 1998, dio el Instituto de Antropología de Cuba a mi nuevo tema, vinculado ahora con la prostitución homo y bisexual (Los Pingueros y sus Clientes) publicado en sus Memorias; todo esto demuestra que no estamos solos, y que es interés y necesidad mucho más allá. Inclusive, al último Evento Teórico "Caracol" mi trabajo ("Lo que quedó oculto de la Luna") refería la homobia en la TV cubana, básicamente el tratamiento tan infeliz en la telenovela cubana de turno, donde el debate quedó trunco supuestamente por falta de tiempo, y no pude responder mi desacuerdo con quien planteaba que eso era por la falta de buenos guionistas, pues creo que es mucho más complejo y profundo, no es justo limitar un chivo expiatorio a la falta de guionistas; pero podemos considerar todo un éxito ese espacio en el "Caracol", donde en resultas, también fue muy bien acogido (aunque noté más timidez que en los eventos previos) esta propuesta anti homofóbica; análisis a extender a otros ejemplos televisivos y radiales, donde no se ponen muchas cosas y coincido con Enrique Colina, aunque pienso que a los ejemplos cubanos que él cita, habría que agregar excelentes ejemplos de cine no cubano y anti homofóbico que tampoco se ha exhibido y que sería muy bueno como parte de una educación anti homofóbica en nuestra población; llama la atención en el caso de Brockeback Mountain, que no se exhibe en TV (casi excepcionalmente se exhibió dos o tres días en cines capitalinos) pero sí en la TV se han promovido chistes homofóbicos de muy dudoso gusto contra esta misma película (Lázaro, en Los Amigos de Pepito: le gustan todas las películas de vaqueros y trabajaría en cualquiera, excepto en B.M.) entre otro pseudo humor francamente homofóbico en nuestros medios, algunos ya casi, lamentablemente, tradicionales. Es muy justa la indignación de los intelectuales y artistas por la homofobia contra ellos en las tristemente célebres UMAP hace 30 años, y más allá de la UMAP en los centros de trabajo, unidades militares, para aspirar a carreras, etc. a incluir además la intolerancia en materia religiosa o contra la correspondencia con familiares y amigos en el extranjero, inclusive contra las modas, por sólo citar estos ejemplos, pero lo más importante es cortar a tiempo los tentáculos actuales del monstruo. Y eso, si nos pretendemos consecuentes con nosotros mismos, no puede limitarse al ciberespacio; por ello, para finalizar, te comento hace apenas dos días, este lunes 5 de enero, en un encuentro que los trabajadores de la Cultura en el municipio Plaza de la Revolución sostuvimos con el 1er. Secretario del PCC en nuestro municipio y con la Presidenta del Gobierno Municipal Mayra Lasalle, planteé precisamente lo que un poco antes te comentaba: las riadas homofóbicas policiales actuales en las calles de nuestra Rampa y Malecón, justo mientras se producía esta justa indignación por los excesos y errores y horrores de hace tres décadas... pero aun están ocurriendo. Justo es destacar no sólo el apoyo unánime de toda la Asamblea, sino particularmente, la receptividad de ambos altos dirigentes de la vida en este territorio. Explicité por supuesto, que ello no podía ocurrir en ningún rincón de Cuba revolucionaria... pero al menos ellos en sus poderes, detenerlos aquí en su radio de acción, y llamar a ello en el resto del país, como la mejor aplicación de nuestra política cultural. Plantearon desconocer estos hechos pero tomaron nota; por supuesto, propusieron verificar antes si no hubiera sido el desorden público que debe combatir siempre la policía más allá de toda orientación sexual, a lo que riposté que había que definir qué entenderían los represores homofóbicos por "desorden público", concepto que no puede variar según la opción sexual. Pero la condena a la homofobia, y sobre todo, a su aplicación en nombre de la Revolución, del PCC, de ningún órgano militar, fue unánime. Y eso es urgente lograrlo en todo rincón cubano, y de toda la Humanidad.

No estoy diciendo que con esto, hayamos ganado la batalla; pero sí estoy indicando, ya que se habló de cobardías intelectuales, que la batalla no puede quedar en el ciberespacio; el "coro de los dignos" y la "guerrita de los e-mals" son, más que válidos, yo diria que históricos; también, en cada espacio de cada cual, la batalla debe ser cotidiana y sin cuartel, a todo nivel, y sólo los contrarrevolucionarios enmascarados son los que pueden dudar de que esta batalla no esté "dentro de la Revolución": todo lo contrario: es una urgencia de sobrevivencia de la misma Revolución.

Confío en nuestro Ministro de Cultura, confío en la UNEAC y en lo más auténticamente avanzado de nuestros artistas e intelectuales, confío en la más genuina política cultural de nuestra Revolución, confío en lo mejor de nuestra dirección y de todo nuestro pueblo, sin el cual no lograríamos nada, para que lejos de los retrocesos, el futuro que construimos en el presente, sea cada vez más de todos, y por el bien de todos... como soñara Martí.

Dale a estas líneas el curso que estimes, las dejo en tus manos y perdóname que delegue en ti así, es que te valoro lo suficiente para eso, confío en tu juicio en cuanto a lo que pueda aportar yo con estas experiencias y reflexiones consecuentes, que no sea simplemente parte de lo que en verdad, amenaza ser una hemorragia o avalancha digital; creo que hay que salvar lo mejor de todo esto y, sobre todo, evitar los daños, efectiva y constructivamente. Mi solidaridad y saludos afectuosos y respetuosos para todos los de buena voluntad en esta batalla, en especial para ti y para Reynaldo González, que supongo me recuerde, con todo mi cariño,

VELY

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez

7 de Febrero de 2007

Avelino Víctor Couceiro Rodríguez
vely175@cubarte.cult.cu

 

En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 8 de julio de 2013


Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.

 

 

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